Los personaje de esta historia no me pertenecen. Todos han sido extraídos del universo de Dragon Age: Origins creado por BioWare.


Estaba convencida de que había experimentado esta situación antes. El sabor metálico en mi boca, mezclado con un poco de putrefacción. Me equivocaba, esta vez no era como aquella.

Rodeada por la oscuridad, me invadía la duda si de poder abrir los ojos seguiría estando ahí y todo sería como antes.

De pronto recordé: la noche de mi Angustia, rodeada por esos templarios que esperaban el momento justo para darme fin si fallaba. El primer encantador Irving me había dicho minutos antes que todo saldría bien. Luego Jowan, cegado por poder me había mentido, experimentando con magia de sangre, escapo de la torre en un acto mezclado por traición y amor. Un amor que no se permitía dentro de los límites de la Torre del Círculo, ni de la Capilla. La intervención oportuna del guarda gris Duncan, salvándome de una condena inminente o un exilio.

Tímidamente, o por miedo a encontrarme atrapada en mi propia pesadilla, abrí poco a poco los ojos. No distinguía las siluetas que se cernían sobre mí. Escuchaba sus voces, al principio indescifrable, luego pude distinguir mi nombre a lo lejos, apagado pero claro a la vez. Hice un esfuerzo por tratar de acostumbrarme a la poca luz que me rodeaba. Era de noche, o al menos eso creía. Una noche de luna llena, curioso para un ritual de iniciación. Fui alcanzada por otro recuerdo: un largo viaje hacia Ostagar, dejando atrás la vida que, hasta ese entonces, solo conocía. La Torre del Círculo era cada vez más pequeña a medida que nos encaminábamos a nuestro destino. "Confío en que serás un excelente guarda gris" fueron las últimas palabras que me dirigió Irving antes de marcharme.

Las dos personas frente a mi me miraban con curiosidad, el más joven parecía un poco confundido. El segundo coloco su mano en mi hombro izquierdo "Te doy la bienvenida. Ahora eres un guarda gris"

Ahora recordaba todo: la búsqueda de la sangre de engendros tenebrosos, el ritual secreto de los guardas, dos compañeros muertos, el momento en que mis labios besaron ese elixir que se encontraba en el cáliz. En ese instante mi mente se desconectó, y caí presa de mi misma, de una pesadilla peor que la Angustia. Podía sentir la falta de aire y como cada vez respiraba con dificultad, luego ese dolor quemando mi pecho; de poder arrancarme el corazón lo habría hecho. Mis piernas temblaban, me sentía débil. Ellos estaban mirando toda la escena y como me retorcía en el suelo.

Respire entrecortadamente. Mi mirada se dirigió primero a Duncan, quien me sonrió haciendo que unas líneas de expresión se formaran alrededor de sus ojos. Luego hacia Alistair, que se lo veía más aliviado, me dedicó una sonrisa de lado. Rápidamente me tendió su mano para que pueda levantarme.

- Es gratificante saber que al menos uno paso la prueba. ¿Cómo te sientes? - dijo mientras miraba con atención como me paraba con dificultad.

- Creo que sobreviviré – dije mientras le regalaba mi mejor sonrisa, ocultando un poco el dolor que sentí aun en el pecho.

- Esto no es como la Angustia – intervino Duncan

- Lo sé, esto es mucho peor, no tenia control de mi misma – tambaleé un poco, lo que hizo que Alistair diera un respingo y se acercara para sostenerme. Lo detuve – Estoy bien, gracias.

- Ya sé que necesitas. ¡Comida! No te vendría mal un poco de queso, recuerdo que luego de mi iniciación tenía tanta hambre que podría haber comido un brontosaurio yo solo – dijo este pasando la mano por su cabello despeinándolo un poco.

Reí, de verdad este humano era verdaderamente extraño. No recuerdo a ninguno así en el Circulo, ya que allá fácilmente se clasifican en magos, templarios y tranquilos. Aunque estos últimos dudo de que tengan algo de esencia humana, siempre tan inexpresivos o melancólicos, pero no sé de qué, ni sentimientos poseen. La vida fuera del Círculo realmente era diferente, siendo que crecí ahí, no tengo recuerdos de mi vida antes de ser llevada a ese lugar. Me intriga saber si provengo de alguna elfería en Denerim o si mi familia pertenecía a algún clan de los antiguos elfos Dalishanos. Siempre que intentaba sacarle el tema de mi procedencia a Irving me decía lo mismo: "No importa de dónde venimos, sino a donde vamos". Excusas. Quiero saber…

-Deberías descansar – Duncan había logrado sacarme de mis pensamientos – mañana nos espera un gran día. Puede que luego del mismo las cosas no volverán a ser como las conocemos.

- ¿Tengo otra prueba más por pasar? – pregunte, dejando escapar un bostezo. No tenia sueño, pero si me sentía muy agotada o hambrienta. Tal vez las dos cosas, después de todo capaz Alistair tenía razón.

Duncan esbozo una sonrisa, parecía cansado. Ser Guarda no debe ser fácil, y serlo en medio de una quinta Ruina, tampoco.

- Claro que no, pequeña Guarda – me dijo. ¿Pequeña Guarda? ¿En serio? Esta bien, soy una elfa, soy más pequeña que un humano. No hay problema con eso, puedo acostumbrarme – estoy seguro de que al rey Cailan le dará gusto saber que las filas de los Guardas Grises acaban de engrosarse. Además, debemos estar preparados para la batalla, y descansar es una prioridad.

- Entiendo, entonces ¿te importa si como algo antes de dormir? Creo que el engendro tenebroso que hay en mi estómago necesita comida – en ese momento se escucho un rugido que de seguro despertó a todo Ferelden. Me ruborice.

Alistair lanzo un bufido, seguido de una carcajada que intento disimular tapándose la boca.

- Por supuesto, alimentarse también es parte los preparativos para la batalla – dijo Duncan, luego se dirigió a Alistair – busca algo en la tienda de la cocina, necesito revisar unos tratados para mañana. Bien, nos vemos al alba. Descansa, fue un largo viaje – y diciendo esto último, lo vimos desaparecer en su tienda.

- Bueno Lissé, creo que podemos hacer una expedición a la cocina como tu primera misión como Guarda Gris – dijo Alistair, con un aire infantil en su voz – no sabemos qué clase de cosas nos encontraremos al adentrarnos ahí.

Había olvidado el espectáculo sonoro de mi estómago, y ahora miraba con curiosidad a este extraño humano. La infección de los engendros tenebrosos no debe ser tan mala, exponernos a beber su sangre tal vez solo sea parte del rito tradicional de los Guardas. Alistair parece normal, o eso creo.

No había pasado ni un día desde mi llegada a Ostagar, por eso no conocía los alrededores. El campamento estaba iluminado por antorchas en la salida de cada tienda, y en algunos extremos indicando el camino. La gran fogata, en donde nos habíamos reunido con Duncan, ser Jory y Daveth parecía tan ajena a lo que había sucedido horas atrás. Solo recordar aquello, la infección tomando control de Daveth, su cuerpo convulsionando y luego inmóvil. Ser Jory… Duncan. No creí que sería capaz. Permanecí en silencio durante el camino, necesitaba asimilar todo lo sucedido, no es algo que uno presencia todos los días, pero con una Ruina acercándose esto debe ser moneda corriente.

- Estas muy callada ¿sucede algo? Sigues con hambre ¿verdad? Porque no tengo problema de comer tu ración – Alistair me dirigió una mirada, cargada de preocupación al darse cuenta de que no contestaba – No es fácil al principio acostumbrarse, debemos estar preparados para ver cosas así – percibió la inquietud en mi rostro, tenía razón, debo estar preparada – el Circulo los prepara para lo que hay en el velo, pero muy pocos salen y se enfrentan con esta realidad. Debes sentirte afortunada, Duncan vio algo en ti que no tienen los otros magos.

- ¿Orejas largas y la capacidad de convertir en sapos a los enemigos? – dije entre risas, no quiero que esta conversación se torne seria. Necesitaba estar sola, pero no iba a despreciar su compañía.

- No, no es eso… ¿Qué? ¿Puedes transformar a una persona en sapo? Debo cuidar entonces lo que digo si no quiero croar mañana frente a los engendros – dijo, riendo nerviosamente.

Reí entre dientes, tratando de no despertar a los demás, que tranquilamente dormían. Era una hermosa noche de luna llena, el verano estaba llegando a su fin, muchos árboles perderían sus colores la semana entrante.

- No puedo transformar a nadie en sapo. No aprendemos eso. Pero si hay magos metamorfos o cambiaformas. Esos si se convierten en cosas más aterradoras que un sapo.

- Como las apóstatas que encontramos en la espesura. De esos no me fio, de los apóstatas.

- Ya empiezas a hablar como los templarios del Círculo.

Creo que eso último le molesto porque no hablo hasta que llegamos a la tienda del almacén. Un lugar repleto de comida, suficiente para alimentar a toda una manada de mabari hambrientos. Los humanos comen mucho.

Luego de que cada uno eligió lo que quería comer en este eh…bocadillo nocturno, nos sentamos en unas cestas vacías que había dentro de la tienda. Yo tome un par de frutas, demasiadas. Alistair escogió una selección de varios quesos, un poco de pan y una gran jarra con agua. Sirvió un poco de líquido en un vaso de cerámica y me lo pasó. Le agradecí, pero no recibí respuesta de su parte. Cada uno estaba concentrado en su comida, con sus pensamientos en alguna parte.

Mordí una manzana, haciendo un poco de ruido, su dulce sabor logro borrar el que me había dejado la sangre de engendro. Luego de un silencio abismal, que para mi había durado toda la Era del Dragón, Alistair habló.

- Yo… - empezó a decir – fui criado en la Capilla. Me enseñaron todo lo necesario para ser un templario – suspiro – ahí descubrí que poseía cierta habilidad, pero no me llamaba mucho esa vida devota y religiosa – me miro intentando descifrar mi reacción, no quería interrumpirle. Le hice un gesto con la cabeza para que continuara – no fue hasta que Duncan se dio cuenta de lo infeliz que era en la Capilla, y me reclutó – me miro nuevamente – aun no había tomado mis votos, por lo tanto no soy un templario que va cazando magos apóstatas por ahí – sabía que le había molestado mi comentario anterior, o realmente necesitaba revelar aquello. De todas formas, me agrada que pueda confiar en mí.

Ahora era mi turno. Debo admitir que esa confesión me sorprendió, primero porque no me imagino a alguien como él haciendo de templario, mucho menos persiguiendo magos en nombre de la Capilla; y segundo, bueno, es él todo el tiempo. He de aplaudir su valor para decirle algo así a una persona que recién conoce, y más yo siendo un mago del Círculo. Pienso en Jowan, que ahora es un apóstata y no sé nada de él desde que ambos abandonamos la torre. ¿Estará siendo buscado en este momento? ¿Destruir su filactería fue suficiente? Es un mago de sangre ahora, y es de los primeros en la lista. Mientras yo estoy segura en este lugar, el no debe tener donde esconderse ¿Debo ayudarle? ¿Qué se le hace a un mago de sangre después que es atrapado?

Me moví incomoda en mi asiento, eran demasiadas preguntas, y estaba segura que muchas respuestas no eran buenas. Tome valor y le dije lo primero que pensé.

- Ahora sé que no vas a perseguirme o intentar algo en mi contra mientras duermo – rió, era buena señal, necesitaba romper tanta tensión después de mi última observación – Bueno, no…eh…no se qué decir – murmure. ¡Valor Lissé! – Creo que eres un buen guarda gris, no te imagino como templario - ¿Qué fue eso? ¿Es lo mejor que se te ocurrió? – dijiste que no eras feliz en la Capilla, y se te ve feliz siendo guarda. Además parece que tienes buen corazón, sumado a que Duncan te aprecia mucho. Debes de sentirte bien cumpliendo una misión tan noble como la de ayudar a detener una Ruina.

Y dicho esto, el resto de nuestra segunda cena se vio repleta de chistes y todo tipo de bromas. Que las personas puedan reír en tiempos así, es mejor que cualquier ritual de iniciación, Angustia o sermón de Irving sobre el uso adecuado de la magia.

De regreso a mi tienda, Alistair me dio un "juramento de los Guardas" según él. Era collar hecho con cuero trenzado de color marrón oscuro, y colgaba un diminuto frasco repleto de un líquido rojizo oscuro ¿sangre? Lo mire algo asustada.

- ¿Otra filacteria? Genial, ya podría tener mi propia colección.

- Já. Claro que no. Esto nos recuerda a los que no lo lograron. Es tu sangre.

- Gracias – me despedí de él y entre a mi tienda.

Me tumbe sobre mi litera, sin desvestirme. Y me deje llevar por el cansancio, fue un largo día. Toque un umbral de mi pasado, algo que no recuerdo con exactitud, la voz de una mujer. Me llamaba a lo lejos, gritaba mi nombre.

- ¡Lissé! ¡Lissé! ¡No por favor, aun es muy pequeña!

- Sabias que esto tarde o temprano iba a suceder…

¿Mamá? ¿Y esa otra voz? La había escuchado en otra parte. De pronto las voces se hicieron más lejanas, pero aun podía escucharlas. No puedo ver donde estoy parada. Ni mis manos. Aún oigo las voces.

- ¡Esperen! – mis voz resonó en la inmensa oscuridad. Eco. ¿Dónde me encontraba?

Las voces comenzaron a aumentar otra vez, esa mujer gritando. Sentí algo que me quemaba. ¿Fuego? Y ahí, frente a mis ojos los gritos se materializaron. Al principio parecía humo de un color grisáceo, luego como espuma o algo que era liquido. Cada vez veía con más claridad, y vi para mi horror que el líquido había tomado forma de engendro tenebroso. Mire a mi alrededor, estaba rodeada de engendros. ¿En qué momento sucedió esto? Me miraban, abriendo sus bocas y emitiendo feroces gritos, agitando sus armas. Se acercaban lentamente. Estaba desarmada, pero lista para hacerles frente. Tenía miedo. "Esto debe ser otra prueba o una broma"

Cuando los engendros me acorralaron, pude sentir un dolor punzante en el pecho, que me derribó. Caí de rodillas al suelo, ardía, nuevamente pude sentir como me hervía la sangre y las ganas de arrancarme el corazón. Los tenía encima de mí. Cerré los ojos, tratando de concentrarme en donde estaba. El dolor se agudizó, me asediaba un penetrante olor a sangre. Era intenso y estaba segura de que era mía. Grite. Dolía, no recuerdo algo así. Grite nuevamente. Quería morir, no soportaba este padecimiento. Cerré mis ojos con más fuerza. No quiero esto, quiero volver. Podía oír a los engendros gritar, realmente lo estaban disfrutando. El olor a sangre era cada vez más intenso. En ese momento, escuche un rugido ensordecedor que acallo a todos los engendros que se encontraban a mí alrededor. Abrí los ojos y presencié como un enorme dragón se posaba sobre una roca que había en lo alto. Estaba aterrada ¿un dragón? Levanto vuelo de donde se encontraba, y se acercaba amenazadoramente a mí. Grité…


¡Muchas gracias por leer! Espero les guste, si hay alguna critica que deseen darme, con gusto la voy a leer. Decidí enfocarme en este personaje, el de una elfa maga. Los personaje son tan fieles al juego como me es posible; en cuanto a la historia, voy a darle mis giros.