Canción: Adele – Rolling to the deep.
Bien, es mi primer fic de Sherlock, y sé que la mayoría son de John y Sherlock (¡Y me encantan!). Pero desde que vi por primera vez la serie, he tenido debilidad por el personaje de Molly Hopper. Esta chica es un peón del juego entre Sherlock y Moritarty, y aunque sea un personaje de paso, la encuentro interesante y creo que puede dar mucho juego. Es un personaje torturado e incomprendido.
Así que le voy hacer un homenaje con un fic largo. Será Molly x Sherlock, avisados estáis.
Ni la letra de la canción ni los personajes me pertenecen, ya lo sabéis.
PEÓN
Tears are gonna fall, rolling in the deep.
Molly siempre se había considerado una chica normal, a pesar de sus gustos algo excéntricos y su trabajo fuera de lo convencional. Siendo alguien tan optimista y alegre, sus amigos y conocidos siempre le habían preguntado el porqué acabó trabajando como forense, a lo que ella nunca sabía qué responder, limitándose a sonreír y asegurar a todo el mundo que le gustaba en demasía. Sus compañeros del trabajo la llamaban "La pequeña señorita perfecta", pues afirmaban que era la perfección personificada: alegre, afable, inteligente, emprendedora, sensible y perfeccionista aunque un tanto reservada. Por esos mismos motivos, no era extraño que ella fuese subiendo escalones en los puestos de importancia del Hospital St. Bartholomew hasta llegar dónde estaba ahora.
Y ese puesto le costó sudor y sangre, todo hay que decirlo. Ella siempre había tenido sus objetivos fijos, centrándose siempre en su trabajo como única meta. Era lo único que valía la pena en su vida y concentraba todas sus fuerzas en él.
Hasta que él llegó.
Sherlock Holmes. El carismático e inteligente Sherlock Holmes. Nada más él entró en la habitación, sintió algo se encendía en su estómago y como el suelo empezaba a girar. Fue un flechazo, no había otra forma de decirlo. Vio ese porte erguido e imponente, esa figura alta y atlética, ese pelo oscuro y rizado, y esos ojos grises e indescifrables y supo que estaba perdida.
Mike Stamford, su compañero de trabajo, les presentó debidamente. Él era un detective. No un detective privado corriente, sino un detective consultor que ayudaba a la policía. "El único en el mundo" recalcó él con una sonrisa arrogante. Apresuradamente, le pidió que si podía utilizar su laboratorio para un caso. Bueno, pedir era una forma de decirlo, porque dijo el nombre del difunto que necesitaba y que requería su laboratorio urgentemente. Sin peticiones ni premisas. Fue bastante grosero, pero a eso Molly no le importó mucho. Ella se limitó a asentir, con una sonrisa tonta en su cara, y facilitándole el laboratorio sin ninguna objeción. Si hubiese sido otra persona – menos atractiva y flameante – le hubiese negado el acceso en un principio y habría solicitado más información del caso. Pero rápidamente se dio cuenta que, en su presencia, no podría ser la Molly Hooper de siempre. En su presencia, se convertía en un pequeño y tímido ratoncito que no tenía ni voz ni voto.
Desde ese día, no había momento que no parase de pensar en él. Cada día laboral, esperaba impaciente que él apareciese por la puerta de su laboratorio en busca de un nuevo cuerpo para un nuevo caso. Y, en cada una de esas ocasiones, ella deseaba que pudiera comportarse como una mujer normal. No como el ratoncito que él acostumbraba ver. Pero sus deseos nunca eran escuchados y delante de él se reducía y empezaba a tartamudear como una colegiala a las puertas de la pubertad, cuando en realidad ya había consolidado los treinta un años.
Además, su extraño comportamiento la turbaba en sobremanera. En un solo minuto podía estar alabando su peinado y, segundos después, hacer como si ella no estuviese. Al principio, pensaba que era porque se concentraba demasiado en su trabajo y no quería distraerse, pero con el tiempo se dio cuenta que no estaba interesada en ella. A veces se repetía en sus cumplidos y en todo el rato en que ella estaba observándole trabajar no le dirigía la palabra, disminuyendo su credibilidad. Cuando le preguntaba si precisaba ayuda él, en malas formas, le recalcaba que trabajaba solo y entonces ella se sentía otra vez como un ratoncito y se deslizaba fuera de su laboratorio en silencio.
Ella era una mujer inteligente, pero sus sentimientos y emociones no le dejaban ver sus verdaderas intenciones. O ella no lo quería ver. Pero sus formas le delataban y, aunque ella le permitiese hacer esas adulaciones, sabía que tan solo la utilizaba para un fin. Ella era una herramienta para sus casos, como también lo era el detective inspector Lestrade y lo era ése nuevo amigo, el Doctor Watson. Pero ella no podía evitar sentir algo por él, y no podía evitar desear verlo.
Como toda mujer, ella también tenía su lado soñador, y desgraciadamente, estaba construyendo un sueño alrededor de Sherlock. Graso error, pues él nunca la vería de ese modo y lo único que provocaba era más daño a ella misma.
Hubo un día que se sintió tan desesperada y perdida que, aconsejada por su amiga Meena, se fue a comprar un gato. Un pequeño y adorable gatito, que lo llamó Toby. No tardó en depositar todo su cariño en él, aunque se sentía como una solterona loca amante de los gatos. Pero eso era lo que acabaría siendo, pues iba por el camino. No obstante, un día inesperado, el amor llamó a su puerta.
Jim.
Se conocieron por el blog que ella empezó ya hacía dos meses. Él trabajaba en el departamento de informática en el hospital y no tardaron en quedar para hacer un café. Era un hombre encantador. No era tan guapo ni excitante como Sherlock, pero sabía como tratar a una mujer. Atento y amable, la ayudó con el ordenador y empezaron a salir. Pronto se dio cuenta que era muy inteligente y observador, cosa que hizo que le gustara más y más. Y, aunque sonase algo raro, en él veía algo de semejante a Sherlock. No era que de carácter fueran iguales, ah no. Pero había algo en su manera de ser, algo inexplicablemente parecido. Y eso hizo que sintiera más interés por él, claro estaba.
Todo iba de perlas, hasta que un día le presentó a Sherlock. Ella le había explicado cosas sobre él, pues Jim sabía que había un detective merodeando por el hospital y de vez en cuando le preguntaba sobre éste. Y ella, poseyendo aún los resquicios de su antiguo enamoramiento, le había explicado las mil virtudes sobre él, provocando que el buen hombre quisiera que le presentasen tal interesante individuo. Molly no puso ninguna objeción, al contrario, le pareció una buena idea.
En su fuero interno, quería ver la cara que pondría Sherlock al ver su nuevo novio. Tenía la vaga esperanza que se sintiera algo disgustado, aunque sea un poquito, y quería demostrarle que existían más hombres en su vida aparte de él. Que había alguien que pensaba en ella como algo más que una simple herramienta, que la valoraba tal como era, no por lo que podía conseguir gracias a ella.
No obstante, nada resultó como había esperado.
En su presentación, Sherlock se comportó frío, antipático y maleducado, para después deducir, gracias a su ciencia analítica, que su Jim era homosexual y que no intentara nada con él. Nunca se había sentido tan ultrajada. Otra vez Sherlock había roto sus expectativas y esperanzas. Sintió rabia y frustración. Sin embargo, en vez de encararle y echarle en cara sus abusos, se fue de su laboratorio corriendo, como un pequeño ratoncito asustado, otra vez. Odiaba ese comportamiento.
Y, para el colmo, envenenada psicológicamente por las lógicas deducciones del detective, discutió con Jim sobre su orientación sexual. Él se defendió y se enfadó, evidentemente, para después irse indignado. Más tarde, arrepentida como estaba de esa discusión, quiso contactar con él. Pero él no fue a trabajar y no contestaba a su teléfono. Estaba preocupada y enfadada consigo misma y, a la postre, con Sherlock Holmes. Si él no le hubiese inducido a pensar de esa forma, ahora no estaría enojada con Jim. ¿Por qué ese detective le complicaba tanto la vida? ¿Por qué estaba empeñado a destrozar sus ilusiones?
Ahora que se estaba olvidando de Sherlock y que por fin había encontrado a alguien a quien querer y por el cual se sentía correspondida…
Ahora que se sentía feliz y completa…
Jim había desaparecido.
You had my heart inside of your hands,
But you played it,
You played it to the beat.
Hasta aquí la pequeña introducción. Espero que os haya gustado, y espero vuestros comentarios!^^
¡Besos!
