MALDITA SUERTE
-Si tan sólo supieras lo que estoy sufriendo en este momento…
Vincent se lamentaba frente a la imagen congelada de una mujer, su expresión serena y su cuerpo inmóvil.
-Lucrecia…
Creo que no podré sobrevivirte,
se me acabo la ilusión,
esa noche en que te fuiste,
tú me deshiciste.
-Observarte ahí, gélida e inmóvil, tan hermosa como hace años, cuando por vez primera observé tus ojos, descubrí tu aroma…- su voz resonaba a lo largo de la oscura caverna-.No sé cómo he sobrevivido todos estos años, sin siquiera la esperanza de volver a escucharte…
Volteó su escarlata mirada, apenas perceptible a través de sus largos cabellos negros, buscando una respuesta, esperando una sola mirada, pero no hubo expresión. Aún así, él parecía estar conversando con ella.
-No sé qué espero con esto… supongo que un poco de aliento.
Suspiró.
Ya no consigo dejar de pensarte
entre rabia y dolor,
imagino tu carita triste,
cuando me dijiste.
'Lo siento tanto
ya no puedo me he quedado sin amor,
para qué continuar,
si falta el corazón.'
-Todo lo que pudiera decirte, ya lo sabes, te lo dije tantas veces, por alguna razón no me escuchaste, o sí lo hiciste pero no me correspondiste.
Vincent se puso de pie y se acercó a paso lento a la cárcel en que se encontraba su amada, su recuerdo frustrado, su juventud escapada. Con su mano descubierta, quiso sentir el frío de aquel cristal, contemplándola.
-Aún puedo recordar las cosas, tantos años no me ayudaron a olvidar. Me rechazaste, luego de momentos de tanta felicidad, y te fuiste a los brazos de otro. Te sentías culpable, lo sé, y aunque traté de convencerte de que no fue tu culpa, que no había de qué lamentarse, soltaste mis manos y te fuiste.
Las palabras resonaban en su mente.
"¿Qué fue lo que pasó?..." "Sólo intento protegerte…" "Sabes que te hará daño" "¿Ya no me amas?"
"¡¡NO!!" fue su respuesta "No te amo… yo" "Yo…" "…Lo siento tanto…"
Maldito el momento en que te hice mía
si dices adiós y te amo todavía,
maldita las ganas de volver a verte si ya te he perdido,
maldita suerte de quererte,
aunque se caiga el mundo,
vivir para ti, morir cada segundo,
maldita la hora en que nos prometimos alcanzar el cielo,
y el cielo se desplomo.
-Y aún con todas esas palabras, con todo lo que había ocurrido entre nosotros, me juré a mí mismo que te protegería, que sería capaz de dar mi vida con tal de verte bien, de verte feliz… y si estar con él te hacía feliz, lo aceptaría. Me odiabas por esa promesa, y si hasta ahora me odias, no importa, tienes toda la razón para eso.
"Vincent..."
Esa voz que tanto añoraba resonó en su cabeza. Deseó con todas sus fuerzas que vinieran de aquella figura cristalizada, pero sus labios seguían intactos.
Su cabeza tardó varios minutos para volver a su posición original.
-Tantos recuerdos… tanto amor… tanto odio… tantas muertes… entre ellas la tuya y la mía.
Son muchas las vueltas que nos da el camino
desesperado me ves
cómo me golpeo el destino
inmenso vacío,
solo qué queda de nuestra alegría,
una botella en el mar,
un río de melancolía…
-Un disparo arrancó mi vida y me la devolviste, pero quién devolvería la tuya. Arrancada por un hombre dispuesto a hacerte daño, un hombre que me impidió cumplir con la promesa que hice de protegerte. Tú terminaste por hacerlo en mi lugar. Pero cuando volví a la vida, ya no estabas y no pude alcanzarte.
Una pequeña y melancólica sonrisa se vislumbró en su rostro.
-… Ese viejo árbol, viajé con la intención de encontrarlo, y lo logré, nuestro lugar esta intacto, ese lugar, donde estuve cerca de rozar tus labios, donde disfruté de los bellos momentos que me diste, donde muchos años después me diste ánimos para seguir peleando, donde tu recuerdo me acompaña, y donde aún habita tu presencia.
Vincent paró un instante, sin ningún motivo en especial.
-Es lo único que me queda para recordarte.
…Y yo que no sabía
Que tú eras tanto
y eras todo el infinito para mí,
me vuelvo loco amor,
ay qué será de mí.
-No fue tu culpa. Las cosas pasaron porque sí. Fuimos víctimas del destino. El destino no quería que estuviéramos juntos – una solitaria lágrima rodó por su mejilla para desaparecer dentro de el cuello rojo que cubría su boca.
-De todos modos duele, y duele mucho. Aunque nadie lo sepa, te confesaré que me estoy volviendo loco. Podría morir otra vez, por encontrarme contigo de nuevo.
-Vincent…perdóname…
-Míralo ahora, ya creo escuchar tu voz.
Maldito el momento en que te hice mía,
si dices adiós y te amo todavía,
maldita las ganas de volver a verte si ya te he perdido,
maldita suerte de quererte
aunque se caiga el mundo,
vivir para ti morir cada segundo,
maldita la hora en que nos prometimos alcanzar el cielo
el cielo se desplomo.
Dios sabe que te adoro y te adoré tal vez no fue bastante tal vez me equivoqué
hoy el dolor esta matándome.
-…- otra diminuta sonrisa se formó en su rostro, iluminando un poco sus pálidas facciones.
-El dolor me quema por dentro. Un roce de tu cuerpo ahora es imposible, para mí.
Su mano se engarruñó hasta volverlo un puño sobre el cristal. No quería llora y no se lo iba a permitir.
-Pero puedes estar segura de que te amaré por siempre.
-…Yo también te amo…
Ese leve susurro, esas solitarias palabras, lo hicieron llorar. Entre sollozos, su cuerpo tenso se relajó y cayó al piso de rodillas, con su mano bajando por el cristal.
Maldito el momento en que te hice mía
si dices adiós y te amo todavía.
malditas las ganas de volver verte
si ya te he perdido.
Maldita suerte de quererte
aunque se caiga el mundo,
vivir para ti ,
morir cada segundo,
maldita la hora en que nos prometimos
alcanzar el cielo
el cielo se desplomó…
-Lo siento tanto…
Vincent dejó las lágrimas luego de un tiempo. Tantos años de sufrimiento se habían resumido en un llanto largo y tendido. Aún cuando ella no estuviera con él, esas palabras lo habían consolado.
-Deja de sentirte culpable, deja de decir que lo sientes. – dijo, limpiándose los ojos- tu alma y la mía merecen descanso.
Vincent se dirigía a la salida y se detuvo.
-Volveré a visitarte…- y se fue.
El cuerpo de Lucrecia no mostró seña alguna, pero se escuchó una voz resonar en las paredes del lugar, y un recuerdo en bata blanca moverse a través de los cristales.
-Hasta entonces… Vincent…
…Mi cielo se desplomó…
Victor Manuelle/ Sin Bandera. Maldita Suerte
