¡Jashin-sama! No sé qué me trajo aquí, con una historia como la que tienen a continuación, pero supongo que estoy harta de la tarea (-.-) Ya tenía la espinita desde hace días, tal vez semanas, pero no me animaba (xD)... ya ven que no tengo mucho talento para ciertos temas y el lemon, puede estar muy bien incluidos en ellos. De todos modos, espero que esta cosa llegue a gustarles, a pesar de que seguramente no es muy buena porque le faltó historia y me dedique sólo a plasmar, pues, ya saben (.w.)

Naruto no me pertenece en absoluto, es de Kishimoto: Asesino de mis personajes y parejas favoritas (nwn)

¡Advertencia! Yaoi (xD), TREMENDO OoC, AU, lemon.

¡NOTA!

[1] Para Suki-Nomonaga: Sempai, muchas gracias por tu fic de Amantes, que fue quizá una de las cosas que me animaron a escribir algo de la temática. Espero que te guste mucho (nwn)

[2] Para nightlyblue: Sempai, yo no sé si estás leyendo esto, pero por favor (xD) no me juzgues.

Dicho esto, ¡ojalá lo disfruten!


((*~* [MARIONETTE]*~*))

.ͼͽ.

« ¡Qué tormento! Todos los días iba hacia la casa azul, trémulo de esperanza, agitado por la ilusión: "Tal vez sea hoy" »

V. Blasco Ibáñez, Entre naranjos.

.ͼͽ.

Ni los truenos que sacudían la ventana pudieron distraer a Itachi del dulce sonido de aquella voz mientras la ahogaba con sus labios. Le parecía que un absoluto silencio reinaba el mundo fuera de esa habitación, en la que sólo era consciente de todas las sensaciones físicas y emocionales que experimentaba mientras sus dedos iban y venían, trazando líneas rojizas en la piel desnuda de Sasori. Lo enloquecía percibir el estremecimiento que seguía a sus caricias, mientras la frenética e impetuosa pasión fundía sus cuerpos hasta confundir uno con otro.

Exploraban la boca del otro con desesperación, como si su último encuentro hubiera ocurrido centurias atrás y no sólo hace unos pocos días. Las palabras tenues dichas al oído, eran murmullos ahogados por el rechinido que la cama profería durante cada embestida; sonidos que le hacían perder el juicio, embriagándolo de un placer más grande y —casi— doloroso, como la mariposa incinerada que disfrutó del calor y la luz expedidas por el fuego. Oh, cuánto disfrutaba del temblor que llenaba la voz del Akasuna, prueba de su excitación e impaciencia por el orgasmo.

Sasori enredó las piernas a sus caderas, obligándolo a hundirse más dentro de él. Itachi gimió quedito, cerrando los ojos cuando sintió la estrechez contra su miembro, el cual empezaba a llegar a su límite; la tensión le resultaba casi insoportable llegados a ese punto y rogaba por la liberación mientras sus movimientos se volvían rápidos y profundos.

El pelirrojo gritó ante el cambio brusco y echó la cabeza hacia atrás, apretando las sábanas. El Uchiha entreabrió los ojos, agudizando la vista para no perder detalle de aquellos labios entreabiertos y —acaso— del rastro de saliva que había dejado su último beso o el rubor en las mejillas (el cual siempre había encontrado adorable y, por las escasas veces que Sasori lo lucía, se esforzaba en capturarlo en su memoria).

Akasuna estiró las manos hasta su cuello, enredando los brazos de manera tal que sus uñas podían clavarse en el mismo, haciéndole daño por la fuerza que utilizó para volver a besarlo. Inclinado sobre sus codos, el Uchiha detuvo el vaivén de caderas, moviéndose sólo lo suficiente para que el taheño gimiera de frustración contra sus labios.

Si debía sincerarse consigo, Itachi adoraba negarse el clímax justo cuando éste resultaba inminente. Y la expresión de Sasori cuando jugaba de la misma manera con él, no tenía precio. Salió de él con cuidado, ahogando una queja por la sensación dolorosa allá abajo.

La mirada iracunda del otro perforó su frente, pero ésta le produjo una cierta satisfacción insana.

—Tú me lo pediste —jadeó Itachi con voz ronca e irreconocible—: Que no tuviera misericordia o contemplación alguna.

Sasori dejó escapar una risa entre dientes.

—Entonces, hasta ahora has sido muy amable conmigo, ¿no crees? —Preguntó, arrastrando las palabras y dejándolas escapar como si cada una pesaran en su boca igual que yunques. El moreno frunció el ceño.

—Sólo quiero asegurarme de que estás seguro.

El taheño le dirigió una mirada turbia que pretendía ser desafiante y fracasaba, a pesar de las palabras que lo acompañaban.

—Puedes disponer de mí como mejor te plazca —ronroneó, con cierto tono suplicante—. Soy tuyo.

Una sonrisa larga apareció en el rostro del mayor. El gesto provocó un estremecimiento en Sasori, quien empezó a respirar agitadamente cuando Itachi le obligó a cambiar la posición: Mientras tomaba las muñecas del pelirrojo y lo obligaba a ponerlas encima de la cabeza, maniobró con agilidad para apresar a su amante con ambas piernas y después, se colocó de manera tal que su pene quedaba a escasos centímetros de la boca del otro.

Sasori levantó la mirada, como si no entendiera qué estaba ocurriendo y apretó los labios en una fina línea de forma casi inconsciente. El gesto irritó y divirtió a partes iguales al moreno, que se inclinó aún más y aplicó mayor peso en las muñecas del Akasuna. Éste no hizo amago por removerse, pero definitivamente no parecía extasiado.

—Abre la boca —ordenó Itachi, haciendo su mejor esfuerzo para sonar imponente que, aunque no era difícil en la cotidianidad de su vida (siendo hijo de quien era y la gran responsabilidad que cargaría en sus hombros), no acostumbraba a usarlo con el ojicafé—. Las marionetas deben acatar las exigencias de sus dueños —añadió—. Y tú, eres mío.

El pelirrojo ladeó la cabeza contra la almohada y tragó saliva, pero un brillo hambriento apareció en su mirada entretanto separaba los labios. El hecho de que Sasori lo obedeciera sin rechistar, hizo que su cuerpo reaccionara y la tensión, que poco a poco había olvidado hasta no sentir más que una lejana punzada de deseo, volviera a estallar con más ímpetu que antes.

Itachi acercó su miembro hasta que la punta fue acariciada por los labios calientes del pelirrojo. Encorvó ligeramente la espalda y movió el cuerpo para restregarlo en la cara de Sasori; éste mantuvo la boca abierta, como ansiando recibir el duro y caliente falo dentro de su boca. El Akasuna gimió durante los siguientes segundos, impaciente. Itachi se sintió tanto complacido como halagado por la mueca excitada que se esforzaba por ocultar el marionetista, pues el ligero roce parecía insuficiente.

Hizo un último movimiento, recorriendo el miembro desde la frente, bajando por su mejilla hasta que tocaba el labio inferior de Sasori. A pesar de la oscuridad, Itachi vio el movimiento de su manzana de Adán mientras se preparaba. Un segundo después, hundió su pene en la boca del Akasuna.

—Hmm —gimió el moreno al notar el tacto caliente y (oh, por Jashin) la suculenta sensación de la lengua contra la cabeza de su polla. El taheño apretó los ojos por instinto mientras Itachi seguía penetrándolo suavemente, con cuidado. Hubo un quejido ahogado, como de arqueada, antes de que el Uchiha sacara nuevamente su miembro, deleitándose con la suave succión con la que Sasori despidió esa primera estocada—. Sa-sori…

Los ojos de Sasori chocaron contra los suyos: Tierra y el cielo nocturno colisionando una vez más, e Itachi ya no pudo contener más. La siguiente embestida fue más profunda y dura (se preguntó si en algún momento llegaría a la garganta del otro, idea que sólo lo invitó a empujar con más ahínco y desesperación). El pelirrojo continúo emitiendo gemidos e Itachi notó la solitaria lágrima que corría por el rabillo del ojo, diciéndose que debería tomarlo con más calma, pero esta experiencia lo estaba volviendo loco y no deseaba parar. La tensión en su miembro doblegaba cualquier pizca de racionalidad.

Pronto, Sasori se había acostumbrado al movimiento y, conforme el orgasmo de Itachi se acercaba, el joven únicamente parecía preocupado por cómo tomar más de aquel miembro que invadía su boca una y otra vez.

La entrecortada voz de Itachi repetía su nombre, como si tuviera una idea atorada en la punta de la lengua e intentara dar con ella mientras lo llamaba.

—N-no puedo más —gruñó. Sasori abrió los ojos con violencia y apretó los puños (todavía sujetados por la mano libre del Uchiha). Itachi apretó los dientes y dijo—: Trágalo todo.

En cuanto dejó escapar tales palabras, Itachi se ruborizó más. ¿A caso él…? ¿Cuándo se volvió tan sinvergüenza como para…?

Alcanzó el punto crítico en medio del pensamiento y no pudo contenerlo más: Descargó su esencia dentro de la boca del pelirrojo, quien expandió los ojos desmesuradamente por el repentino sabor salado.

« ¡Repugnante! ». Pensó, avergonzado de sí mismo. « ¡¿Por qué hice eso?! Sasori… ».

Sabía que esto era una mala idea desde el principio. Él no quería ser esa clase de persona.

Todavía no se recuperaba del todo de aquel último espasmo, así que jadeaba e intentaba recuperar el control sobre su propio cuerpo para salir de ahí. Lo primero que pudo hacer, fue soltar las muñecas del pelirrojo. Luego de unos segundos más, extrajo su miembro del taheño.

Debía disculparse. Debía…

—Itachi… —murmuró Sasori con voz sofocada y repleta de un algo que no podía identificar del todo, pero que lo desconcertó ligeramente al equipararlo con las manos del pelirrojo cogiéndole de los hombros y tirando de él, primero para alcanzar su cuello, después para atraerlo violentamente hacia sus labios.

Demasiado aturdido para reaccionar, el joven Uchiha sólo fue capaz de percibir el gusto salado de su propio semen.

El beso no duró demasiado antes de que Sasori tirará de sus cabellos y lo separara ligeramente de él, le rodeara con ambos brazos y, con una fuerza descomunal, lo hiciera caer de espaldas sobre el colchón y lo siguió después.

—Te quiero dentro de mí —prorrumpió Sasori, pero su tono tenía un ligero toque de súplica mientras se sentaba sobre el bajo vientre de Itachi y restregaba un poco contra su miembro—. Quiero venirme sólo contigo dentro de mí. —Pausa—. ¿Puedo?

Itachi todavía tenía parte de su cerebro lejos, muy aletargado para responder, así que se limitó a asentir. El pelirrojo entonces se ocupó de lo demás, colocando el falo del Uchiha en su entrada y dejando que el peso de la gravedad hiciera lo suyo. No esperó mucho para acostumbrarse a la intromisión antes de empezar a moverse, gimiendo y clavando sus uñas en la cintura del Uchiha, que veía la figura del menor como en una especie de sueño.

Itachi se apoyó sobre los codos para levantarse, hipnotizado por los labios de Sasori, que emitían los sonidos más excitantes. Adoraba el sonido de esa voz.

Se sentó casi por completo y atrajo el rostro del pelirrojo para besarlo apasionadamente. Dejó una mano para apoyarse en el colchón y dirigió la otra hacia el miembro de Sasori. Empezó a masturbarlo; deseaba que alcanzara pronto la liberación. Se la merecía por la noche tan maravillosa que le estaba haciendo pasar.

El Akasuna llevó una mano a la suya, como para detenerlo, pero parecía no tener la fuerza necesaria. Persistía su movimiento de caderas, que envolvía en un calor excitante al Uchiha.

—Sa-so-ri —gimió bajito, pegando los labios contra el cuello del pelirrojo, lamiendo un poco del sudor que cubría esa piel tan blanca y perfecta—. Muévete más… rápido.

Obedeció. En recompensa, Itachi apretó un poco más sus dedos contra el miembro de Sasori y bombeó más rápido.

Hubo un momento de silencio hasta que de pronto, un doble gemido brutal y profundo rompió el mutismo de la habitación. Sosteniéndose uno contra el otro, los amantes se dejaron caer nuevamente al colchón, jadeando profusamente.

(*~[*]~*)

Itachi acariciaba los cabellos de Sasori, observando la lenta respiración del chico luego de quedar sumido en los brazos de Morfeo. Lucía tranquilo y en paz, como si no hubiera llegado esa tarde con los ojos enardecidos por quién sabe qué razón.

Suspiró y volvió a colocarse sobre la espalda, dirigiendo su atención hacia la ventana. No llovía más. No se oía más que el lejano pitido de los autos y la respiración profunda de Sasori. En otros días, aquello bastaría para arrullarlo, pero hoy estaba muy preocupado.

Sasori no estaba bien. Le sucedía algo, pero cuando le preguntaba, no quería decirle. Se limitaba a observarlo y responder: —Soy como una marioneta rota, pero no me abandonarás, ¿verdad? No te aburriré, ¿cierto? —Hacía una pausa—. Sigo vivo. Y mi existencia vale en cuanto tú me ames.

Con el ceño fruncido, Itachi volvió la mirada hacia la nuca del otro.

¿Por qué? ¿Por qué a veces tenía la sensación de que no podía alcanzarlo? ¿Por qué aun cuando sus cuerpos estaban unidos y se confundían con el otro, sentía a Sasori tan lejos? ¿Por qué le ocultaba tantas cosas y sonreía irónicamente ante su amor?

Quería alcanzarlo pero, ¿cómo llegar a un corazón que parecía no existir?

Girando sobre su costado, abrazó al taheño y lo atrajo hacia sí, hundiendo la nariz en su cabello.

—Te amo, Sasori… —murmuró, besándole la coronilla y cerrando los ojos, dispuesto a dormir.

.

Sasori odiaba que Itachi susurrara esas dulces palabras contra su oído sólo cuando creía que estaba dormido.

Él de verdad lo intentaba: No quería ser ingrato con la dulzura de Itachi…, lo amaba. Pero no sabía cómo decirlo… cómo no temerle a su propio corazón, que había empezado a sentirse vivo una vez más con él, sólo con él.

Se volteó con cuidado, oyendo le suspiro de Itachi y el dulce aliento de café que inundó su espacio personal. Lo miró largo rato, prometiéndose (cual cobarde que sabe que no puede enfrentarse a nada), que durante la mañana, se lo haría saber.

« Tal vez sea hoy cuando pueda decírtelo. Quiero tener el valor para hacerlo ».

Aunque fuera peligroso entregarse de esa manera, como una marioneta al servicio de su amo.

Momentos después, se quedaba dormido entre los brazos de Itachi, acariciando la idea de que una vez que lo dijera, no importaría más los insultos o las amenazas de la familia Uchiha. Haciéndole saber que sus sentimientos no caían en saco roto… quién sabe, a lo mejor, tenían una oportunidad.

FIN


A quien corresponda: ¡Gracias por leer y mil gracias más si dejan un review! (:D)

Matta ne~