Especial de Halloween "Hellsing: The Horror Movie"

¡Dedicado a Gaby X ser la más linda de todas! ¿Cómo se vive esta especial fecha en la enorme, tenebrosa y misteriosa Mansión Hellsing? Y más aún ¿Cuándo Schrödinger y Rip logran entrar?

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ADVERTENCIA I: ¡No apto para cardíacos, emos, mustios y gente sin sentido del humor!

ADVERTENCIA II: al que me haga alguna alusión a Saint Seiya, sin importar lo mínima, ridícula, chiquita y miserable que sea, lo voy a buscar para darle un zape marca diablo y pegarle como sólo yo sé

Escribí este fic, porque, acéptalo, una gran parte de lo que hemos aprendido en la vida lo hemos aprendido de las películas, o por lo menos es mi caso. Y, vamos, se sincero, ni los papás, ni la escuela son de gran ayuda a la hora de adaptarte a la vida real.

Vamos, o sea, ni siquiera nuestros hermanos mayores son de gran ayuda a la hora de enseñarte cosas (a menos que se trate de conocimientos meramente inútiles) ejemplo de mis hermanos: es imposible morderse el codo y lo peor es que el 80 por ciento de las personas que lo leen lo intentan en el momento. Y al gritar durante dos años seguidos, sin parar, te da suficiente energía sonora para calentar una taza de café… no creo que valga la pena el esfuerzo, pero bueno…

El darme cuenta de esto (que aprendemos en las películas) fue una de las razones que me impulsaron a hacer una lista de reglas que nos ayude sobrevivir en una tragedia, llámese:

Terremoto

Ataque radioactivo

Invasión extraterrestre

Persecución de zombis

O monstruo de maldición

Pero haciendo la lista, comencé a ver a los personajes de esta genial serie de Kouta Hirano, Hellsing, en varias de estas situaciones, y decidí hacer este fanfic.

¿Okis? ¿Estufas? ¿Todos Felipes y con tenis? Entonces estas son las "Reglas A Seguir" para saber que te hallas en una película de terror y van a ser los títulos de los capítulos.

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Regla 1 – El héroe es directamente responsable por soltar al monstruo

Claro, por que para que haya un héroe, algo o alguien que quiere tienen que quedar en riesgo ¡¡¡¡por culpa de su propia estupidez!!!!

Por que si no, no trataría de enmendar su error… a menos que sea una segunda demostración de estupidez o tenga un sentido de la moral que ya desearía tener el Dalai Lama.

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Alucard se despertó y miró a su alrededor "no puede ser… otro año se pasó volando" pensó fastidiado. A pesar de ser un vampiro, odiaba esa fecha en especial.

El temido periodo entre las doce del treinta y las doce del treinta y uno de octubre.

Tenía un motivo muy especial para odiar esa fecha, Halloween, a pesar de que nadie sabía el por qué. Era algo en lo que se las había ingeniado para esconder, inclusive a Walter.

Ese año caería en fin de semana y en esa temporada casi no había misiones, así que podría pasarse la noche entera torturando a su Amo, a su aprendiza, y de paso a Walter

Quitó la tapa de su ataúd y se sentó, iba a ser un largo fin de semana, se levantó y caminó hasta la puerta, pero antes de tocarla se paró en seco

–oh, demonios –murmuró mirando la puerta.

En ella había un mensaje escrito, aparentemente, en sangre.

"ESTA NOCHE PAGARÁS TUS DEUDAS" leyó él, se acercó y revisó la sangre de la puerta "¿podría ser una broma de mal gusto?" se preguntó con una sonrisa burlona

La sangre no era humana, era vil sangre de toro.

"Si me pagaran un peso por cada vez que he escuchado algo por el estilo podría comprar toda la ciudad" pensó abriendo la puerta y saliendo al pasillo

–entonces es una suerte que no se te pague ¿no lo crees? –dijo una voz detrás de él

"oh, demonios, yo conozco esa voz" pensó Alucard con un escalofrío, se volteó lentamente y miró fijamente a una mujer detrás de él.

Era rubia de cabello ondulado y ojos verdes que tenían un ligero destello de rojo. Era alta y de complexión atlética. Vestía una larga túnica color vino y numerosas pulseras y collares, junto con una guirnalda de oro, al igual que los broches de la túnica

–Hé… Hé… Hé… –comenzó el vampiro anonadado

–Hé-Hé-Hé… sólo dilo, Hécate* –le dijo ella con voz voluptuosa

–Eso –fue lo único que pudo decir el vampiro

–siempre me cayó en gracia esa timidez tuya ¿Sabes Vlad? –le preguntó ella acercándose lentamente, su andar era verdaderamente majestuoso, como el de cualquier reina que se respetara, y pasó a su lado sin verlo

–Creí que habías muerto –confesó Alucard

–ja, ja, ja. Sabes que yo jamás voy a morir, ni siquiera tú pudiste asesinarme –le dijo ella volteándose con una sonrisa burlona

– ¿y si dejamos el pasado atrás y nos tomamos una copita en lo que platicamos? –le preguntó el vampiro nervioso

–Suena tentador… –admitió Hécate

–pero no lo haré, después de todo, tienes una deuda pendiente conmigo –continuó ella y con un movimiento de su mano una silla griega, bastante cómoda, apareció de entre la niebla. Hécate se sentó y lo miró fijamente

–Y te voy a pagar, te juro que te voy a cumplir –le dijo él

dentro de mil años, ven a buscarme y seré tu sirviente el primer siglo y tu aliado para siempre ¿no fueron esas tus exactas palabras? –le preguntó ella con una filosa sonrisa vampírica

–sí, pero ya ves, las agendas de los hombres son impredecibles, ahora mismo no puedo cumplir por que tengo este otro compromiso con esta mujer y no tengo tiempo, tal vez para el próximo siglo y serán doscientos años ¿te parece? –le preguntó Alucard con una sonrisa burlona y avanzó por el pasillo

–no me gusta, Vlad, y sinceramente me decepciona tu respuesta, yo siempre te tomé como un hombre de palabra, por lo visto me equivoque… no siempre cumples –le dijo ella con una sonrisa maliciosa, acariciando su mejilla

–Hm, Hécate, eres una mujer inteligente, no deberías buscarme aquí y lo sabes bien –le dijo el vampiro

–No te preocupes por eso, yo sabré tomar mis medidas –le dijo ella alejándose

–Además, no creas que no estoy al tanto de tu situación –continuó Hécate sin verlo, y con una amplia y filosa sonrisa

–entonces supongo que podrías aceptar mi trato –le dijo Alucard, nervioso, si había una mujer que pudiera causarle terror, aparte de Integra, era esa, Hécate.

–JAMÁS –gritó ella, sus ojos enrojecieron y sus colmillos se afilaron más, algunos mechones de su cabello comenzaron a flotar como si fueran serpientes, igual que su ropa, y sus uñas se alargaron como si fueran garras de unos veinte centímetros cada una.

–Tranquila –le dijo Alucard tan blanco que parecía brillar en la oscuridad del pasillo,

–Por otra parte… –murmuró ella recuperando su antigua belleza

–puedo resolver tu problema con un movimiento de mis manos… sólo acepta y Lady Hellsing verá el hades** con sus propios ojos, dilo y se convertirá en una de las damas de compañía de Perséfone*** eternamente –le ofreció a ella

–no te atrevas a tocarla ¿me escuchaste? Por que si le pones un solo dedo encima, si lastimas uno sólo de sus cabellos te perseguiré y te juro, por la tumba de mi madre, que te haré pedazos aunque me tome un millón de años –le dijo el vampiro

– ¿ah, sí? –preguntó Hécate burlonamente

–Sí –afirmó el vampiro-

–pues te tardarás un millón y un años en cumplir tu promesa, Vlad Dracul –le dijo ella y una oscuridad llena de lunas y estrellas comenzó a brotar de la parte inferior de la túnica de Hécate hasta rodear completamente a Alucard.

–tal vez deba usar a tu aprendiza, podría ser un mejor incentivo –propuso la mujer mientras sus ojos se volvían de un azul helado, casi blanco

–Tampoco a ella le vas a poner tus garras encima, Hécate –la retó el vampiro, aunque no le hiciera mucho caso a Seras, no podía evitar tenerle cierto… aprecio.

–te escucharía, ya que puedo ver que, como el buen hombre que eres, te interesa proteger tu territorio y a tus mujeres… pero no se te olvide que yo soy tu sire, soy la que te dio tus poderes en primer lugar –le dijo ella fríamente

–Eso ya pasó –replicó el vampiro

–hm, eso será pasado cuando alguno de los dos muera, pero recuerda… ¿no fui yo la que se acercó a ti? En ese campo lleno de cadáveres, estabas a punto de morir de sed –le dijo ella acariciando la mejilla del vampiro con el dorso de su mano

–Ciertamente –admitió él

– ¿no fui yo la que evitó que bebieras la sangre de esos cadáveres? ¿La que, cariñosamente, abrió su cuello y te dejó beber hasta saciar tu sed? ¿Acaso no fui yo la que te dio la vida inmortal? –preguntó ella con voz seductora, él asintió y Hécate se alejó borrando su sonrisa

–Eres un ingrato, príncipe Vlad, un verdadero ingrato y un mentiroso… y todas las mentiras merecen castigo –le dijo ella mientras unas sombras comenzaban a devorarla

–Puedes cortarme la lengua… con un cuchillo de plata si quieres, sería suficiente castigo –le ofreció el vampiro

– ¿para qué? Te volvería a crecer en una semana. No mi querido príncipe, yo pienso en algo más permanente, algo que no sólo te duela a ti, si no a tu preciosa princesa… sea cualquiera que sea de las dos –le dijo Hécate y se desvaneció en las sombras

Mitología griega

*Hécate

Diosa de la oscuridad. A diferencia de Artemisa (Diana), que representaba la luz lunar y el esplendor de la noche, ella representaba su oscuridad y sus terrores. Se creía que, en las noches sin luna, ella vagaba por la tierra. Era la diosa de la hechicería y lo arcano, y la veneraban especialmente magos y brujas, quienes le ofrecían en sacrificio corderos y perros negros. Como diosa de las encrucijadas, se creía que Hécate aparecía en esos lugares, que eran lugares demoníacos y espectrales.

**Hades

El mundo subterráneo también suele ser llamado Hades. Estaba dividido en dos regiones: Erebo, donde los muertos entran en cuanto mueren, y Tártaro, la región más profunda. Es un lugar habitado por formas y sombras incorpóreas, y custodiado por Cerbero, el perro de tres cabezas (NO, no es invención de J. K. Rowling). Ríos separaban el mundo subterráneo del mundo superior, y el barquero Caronte conducía a las almas a través de estas aguas.

***Perséfone (Coré)

Diosa de los muertos y diosa de la fertilidad de la tierra. En la mitología griega, hija de Zeus, y de Deméter, diosa de la tierra y de la agricultura. Hades, dios del mundo inferior, se enamoró de Coré y quiso casarse con ella. Entonces, Hades atrapó a la muchacha y la llevó a su reino y cambió de nombre de Coré a Perséfone. Deméter salió en busca de su hija perdida, al no encontrarla quedó desolada. Murieron todas las plantas y el hambre devastó la tierra. Zeus envió a Hermes, para que recuperara a Perséfone y la devolviera a su madre. Pero, antes de dejarla ir, Hades le dijo que comiera seis granos de granada, alimento de los muertos. Así que se vio obligada a volver al hadesy permanecer allí la tercera parte de cada año (otoño – invierno)