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Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen.
Aviso: ¡Comenzó el #RanTober, nenes!
Promt: Multa.
Advertencia: SS. WI? y OoC.
No (te diré si) hay un porqué
...
—Si sigues con el entrecejo tan fruncido, te explotará —picó Peter con diversión.
Sirius simplemente miró mal a su amigo y siguió comiendo de una caja de grageas de todos los sabores, haciendo una mueca – casi vomitando – cuando le tocó una con sabor a pescado podrido. Remus y Peter intercambiaron miradas, transmitiéndose sentimientos diferentes; Peter estaba curioso mientras que Remus se encontraba preocupado, Sirius llevaba los últimos días, para decirlo en pocas palabras, con un humor de perros.
La razón del malhumor de Sirius Black era algo desconocido.
Sirius pasó por enfrente de un pasillo, y notó un poco a la distancia a un pequeño grupo conformado por tres personas, dos Gryffindor y un Slytherin. Observó con desagrado la interacción en aquel trio antes de bufar, enojado, y hacer una mueca; incrédulo, observó cómo James decía algo, haciendo reír a Lily y sonreír a Snape.
Sí, al amargado de Severus Snape.
El mundo ya podía arder con tranquilidad.
Completamente disgustado, Sirius hechizó la caja con sus golosinas antes de tirarla sobre su mejor amigo y el aburrido amigo de Lily, quienes se encontraron sorprendidos al estar cubiertos por una sustancia viscosa y verde. Antes de que nadie pudiera decirle nada, el primogénito de los Black siguió con su camino, dando zancadas.
Severus, por su parte, solo elevó el grito al cielo.
—Tienes dieciséis años —gruñó Snape con malhumor—. Madura de una maldita vez, Black.
Sirius rodó sus claros ojos con molestia.
—Cállate, Snape.
Era de noche, y ambos se encontraban en la torre de astronomía, como cada tercer madruga. Severus se había limpiado varias horas atrás las consecuencias de la broma de Sirius, mientras que este había recibido regaños y demasiadas preguntas por parte de sus amigos.
En estos días, uno ya no podía enojarse sin razón aparente.
—Últimamente te diviertes mucho con James y Lily, ¿reviviendo la infancia, Snape?
Fue el turno de Severus para poner los ojos en blanco.
—Cierra la boca —se arregló un poco el largo cabello—. Si quitaras tus celos del medio, evitarías muchos problemas.
Sirius gruñó por lo bajo, apretó su varita dentro del bolsillo de su túnica y le dedico una de sus peores miradas al genio en pociones. ¿Quién diablos estaba celoso? ¿Él? Qué buena broma era esa, pues no existía razón por la cual debería estarlo.
Y sería bueno que él mismo se lo creyera.
Con la inexiste paciencia que poseía en esos momentos, Snape bufó, rodó los ojos y hechizó al idiota de su novio, pegándolo literalmente al suelo para luego agacharse a su altura –aprovechando el aturdimiento del otro – y agarrarlo de la corbata para estamparle un beso devastador. Cuando el oxígeno les hizo falta, se separó de Sirius para luego sonreírle levemente, con la malicia pintada en su pálido rostro.
—Por cierto, tienes una multa muy cara por estar de estúpido, Black.
—¿Multa? —repitió un tanto atontado.
Snape asintió, besando la frente del castaño antes de alejarse por completo.
—Deberás decirles a tus amigos que salimos.
¡Gente bonita! ¡Hola!
Aquí yo de suicida (Y a cuatro días de mi hermoso cumpleaños) con un reto nuevo, ¡Se que está vez podré! Hablando de poder, no recuerdo si ya escribí de ellos pero tengo los nervios disparados, ya saben, problemas con las personalidades.
Como sea, críticas, consejos y ya saben qué más, dichos de buena manera son bienvenidos. ¡Hasta luego!
