¡Hola de nuevo seguidores de Fanfiction! Lo prometido es deuda, mi imaginación ha volado una ves mas y ahora traigo esta historia :D Espero que sea de su agrado :D


Pov. Rukia

Después de tres años de haberme graduado de la escuela de Medicina y tocar puertas en hospitales, esforzarme arduamente y desvelarme cubriendo centenares de guardias, yendo a decenas de cursos para aumentar mi conocimiento y dando lo mejor de mí para hacer lo que me apasiona, aquí estoy, en el hospital de Karakura, atendiendo decenas de casos diarios. Muchos podrían decir que estoy loca por dar tantas horas de mi vida a este hospital, pero no me importa, no hay nada más satisfactorio que salvar vidas y recibir un "Gracias" a cambio. Esta profesión me ha dado miles de alegrías, como sentirme plena, poder mantenerme a mí y a mis padres y darles la vida que se merecen, tener un esposo que me apoya, que está conmigo cumpliendo lo prometido en nuestros votos. En fin, soy feliz con lo que tengo, con episodios buenos y malos. Espero seguir así por mucho tiempo. Hoy es un día mas en el que atenderé mas casos, tal vez salve una vida en peligro o simplemente curé una enfermedad… comienza mi turno y estoy en la oficina revisando algunos pendientes.

- Doctora Kuchiki, venga de inmediato, viene un herido de gravedad en un accidente automovilístico. – Entra apresuradamente Nanao. Ella es mi mano derecha y prácticamente mi asistente. Tenemos buena química trabajando.

- Voy de inmediato – Salgo junto con ella, y mientras nos dirigimos a la sala de emergencias, ella me da los hechos y datos.

- El paciente es un adulto de 35 años, con múltiples hemorragias y fracturas debido a un accidente automovilístico causado por otra persona en estado de ebriedad. Su estado es grave… - Al llegar a la sala de emergencias, confirmé lo dicho por Nanao. Inmediatamente actúo, antes de que sea tarde para esta persona.

- ¡Preparen el quirófano de inmediato! ¡Preparen la anestesia! ¡Vamos, vamos! –

- ¿Cree que sobreviva doctora? – Pregunta uno de los paramédicos que trajo al herido.

- No lo sé. Sus heridas son tan graves que será difícil. Pero tengo la esperanza de poder hacer algo significativo con él. Permiso, entro al quirófano –

La situación en el quirófano se tornó crítica. Fue muy difícil tratar las heridas tan severas que presentaba, incluso tuvo muerte clínica una vez durante la operación, pero con el buen trabajo del personal, y después de casi cinco arduas horas en la sala de operaciones, logramos salvarle la vida al paciente. El resto ya dependerá de él y su instinto de supervivencia.

- Listo, eso es todo lo que podemos hacer por él. Ya se estabilizó. ¡Felicidades a todos, excelente trabajo! –

- Doctora Kuchiki, ¿Esta persona tiene probabilidades de sobrevivir? –

- Las "probabilidades" dicen que no, pero yo confío en el instinto de supervivencia del ser humano y los deseos de su entorno para su pronta recuperación. Nos puede dar una sorpresa. –

- Vaya, creo que por ese optimismo, usted tiene ese reconocimiento internacional – Dice una de las enfermeras encargadas.

- El reconocimiento internacional, solo es eso… reconocimiento. Creo que muchos comparten esa ideología mía. Lo importante es hacer esto con pasión. Bueno, ahora trasladen al paciente a terapia intensiva. Yo aviso a los familiares. –

- ¡Entendido! – Dicen todo el personal del quirófano y hacen lo debido.

Como lo dije antes, siempre he pensado que el reconocimiento solo es algo simple, pero que de cierta forma sirve para poder cumplir de mejor manera nuestra obligación como médicos.

- Buenas tardes, ¿Familiares del señor Gin Ichimaru? – Llego a la sala de espera.

- Si… ¡Soy yo! – Responde una joven hermosa, alta, ojos azules, un tanto hinchados por el llanto. Al parecer es su esposa. – Soy Rangiku Ichimaru, su esposa. Dígame doctora, ¿Cómo se encuentra mi esposo? Por favor, dígame que está bien.

- Su situación es grave en estos momentos, pero logramos estabilizarle. Veremos su evolución en estos días. Ahora más que nunca tenga fe en que su esposo sane. –

Mientras le decía esas palabras, ella lloraba. Le entiendo, me imagino el dolor de tener a una persona tan cercana a ti al borde de la muerte. Una de las cosas más difíciles como médico es dar las malas noticias. Todos los médicos deseamos, o al menos la mayoría, que todos nuestros pacientes salieran sanos y salvos del hospital, pero no siempre es así, y ver la expresión de dolor de los familiares, es algo que al menos a mí hace saltar mi lado humano.

- Gracias Doctora, por mantener a mi esposo aquí. –

- Se hace todo lo humanamente posible para salvarlo. Bueno, tengo que atender más casos, Permiso. –

Y así pasó mi guardia, atendiendo muchos casos, revisando al Señor Ichimaru, y a una hora de terminar mi turno, pensé en la idea de visitar a mis padres en la ciudad vecina. No quisieron venir a Karakura por que no están acostumbrados a la vida de ciudad, así que les hice una casa nueva en el pueblo y les regale un auto.

- Doctora Kuchiki… ¿Se puede? – Tocan a la puerta.

- Adelante Doctor Urahara – El doctor Kisuke Urahara es el jefe de este hospital, y una de las personas que más me han ayudado. Fue mi profesor en la universidad y mi supervisor de prácticas. Todo lo aprendido en mayor parte es gracias a él.

- Vine a felicitarte por tu trabajo con el Señor Ichimaru. Se está recuperando satisfactoriamente. Aunque no hay que cantar victoria aun. Yo me encargo de él en el siguiente turno, si quieres puedes retirarte –

- Pero aún me falta una hora de guardia – Digo mirando extrañada el reloj

- Por tu buen trabajo te cedo esa hora. Tomalo como "hora libre". Yo te cubro. – Dice el Doctor mientras sale.

- Gracias – Dicho esto, regresa y asoma su mano en señal de "De nada"

Y fue así como termina la guarda del día de hoy, y con una hora de sobra, decido ir a visitar a mis padres con mayor razón. Así que tomo mis cosas y me encamino a mi auto, feliz de la vida. Al salir del hospital miro al cielo, el cual indica la proximidad de una gran tormenta, junto con un pequeño sentimiento de angustia, pero eso no impedirá que cumpla el objetivo de visitarlos.

Al subirme al auto, pongo mi USB en el estéreo y dejo actuar al reproductor con mi música favorita. Comienza algo intenso, la canción The Phantom Agony del grupo Epica, hace recordar mis tiempos en la preparatoria, las tareas, la universidad. Voy tranquilamente por la ciudad, y como aun no es hora pico, recorro la avenida sin interferencia alguna por el tráfico. Durante el trayecto, las primeras gotas de la tormenta empiezan a caer hasta hacer una tormenta, que sinceramente tenia años sin ver alguna con tal intensidad. Reduzco la velocidad y al entrar a la carretera, pongo mas precaución que nunca, para evitar algún accidente.

El camino al pueblo de mis padres es recorrer en línea recta la subida de una colina, y al ver esa colina a dos kilómetros de distancia, me hace emocionar, ya que eso significa que falta menos para ver a mi familia. Arrecia la tormenta, y reduzco aún más la velocidad, ya que ni con los limpiaparabrisas logro ver adecuadamente el camino. Afortunadamente no hay autos detrás de mío, así que me tomo mi tiempo cuando llego a la base de la colina.

- ¡Carajo! ¿Qué nunca terminará esta tormenta? –

Al ir subiendo, hay algo en mí que no deja de inquietarme, como si supiera que algo no está bien. Comienzo a observar por todos lados para ver si no hay alguien observándome. No importa lo que haga, la sensación de preocupación y ansiedad va aumentando conforme avanzó.

Y al llegar a la cima, toda esa preocupación y angustia se descargaron en adrenalina y miedo. Es como si precisamente se me predestinara presenciar la catastrófica escena que estaba a punto de ocurrir…