–¡Hola a todos! He venido para…– Es interrumpido por una chica colgándose de su cuello y le dedica una pequeña sonrisa a Kurai-sho.
–Querrás decir hemos venido, después de todo la historia fue mi idea y aunque tú seas el escritor yo también colaboro, no lo olvides–
–Bueno sí, tienes razón– se dirige a los lectores –Les presento a mi hermana menor Mizore, autora intelectual de "Guardianes" y editora de sus respectivos capítulos–
–¡Esa soy yo!– sonríe ampliamente a los lectores –Mi hermano y yo esperamos que esta nueva historia sea de su agrado, así que sin más preámbulos los dejamos con el prólogo. ¡Que lo disfruten!
–Ya la oyeron– sonriendo mientras dice adiós junto a su hermana.
–Mmmmm– dioses hablando
–mmmmm– zanpakutō hablando
–mmmmm– hollow hablando
–mmmmm– personaje hablando
Y como siempre entre paréntesis con guión los pensamientos, por ejemplo esto para que quede claro – (mmmmm) –
Siempre se ha dicho que todo viaje inicia con un simple paso y ninguno es la excepción.
Éste viaje en cuestión, largo y sinuoso, no empieza en el mundo que todos conocemos, de hecho inicia en un recinto oscuro, solitario y lleno de nada. Un sitio entre mundos, en un rincón donde todo converge y donde la historia de este viaje dio inicio, en ése calmado y oscuro lugar era donde ella vivía, hablamos de una hermosa mujer, quizá la más bella que alguien hubiese visto, de largo cabello oscuro y ojos morados, los cuales eran bellos y siniestros, casi al punto de resultar hipnóticos. Ésta mujer, digna de una belleza sobrenatural de piel blanca y nacarada, con una figura digna de un reloj de arena, vestía con un tradicional kimono en tonos violáceos y con estampados de pétalos de flores en llamas.
–Su cena está lista Megami-sama– Ese era el nombre de esta hermosa diosa de la oscuridad y el balance, quien como todos los días y en su callado estudio veía un hermoso espejo, el cual mostraba el simple mundo de los mortales.
–Ya voy Ryo-chan– La llamada Ryo era una mujer hermosa de largos cabellos blancos, con piel morena clara y bellos ojos azul oscuro los cuales parecían casi negros. Su vestimenta consistía en lo que parecía ser un traje de sirvienta, de colores blanco y negro, con un mandil blanco al frente que se ceñía a la perfección a su curvilínea figura mientras sus manos juntas en su regazo completaron su respetuosa pose, quizá lo más significativo en ella eran sus orejas algo alargadas y como no seria así después de todo se trataba de una elfa oscura que servía a la diosa en cuestión.
–Su cena se enfriará si se queda mirando el mundo mortal de nuevo, mi señora– Expresó Ryo introduciendo un carrito con una apetitosa cena cubierta a dicha estancia.
–Estúpidos humanos, ¿cómo pueden ser capaces de tratarles así?– Murmuró la deidad indignada mientras la elfa curiosa, al igual que su especie, se aproximó al espejo/televisor para ver lo que su ama estaba observando.
–Mi señora, ¿por qué está así de furiosa?– Preguntó la mujer de cabellos blancos mientras la diosa seguía con la mirada fija en la superficie de cristal–
–Es por ellos– Dijo con calma al tiempo que el espejo le mostró aquella imagen tan familiar para la elfa.
–Pero mi señora, ¿cómo iba usted a saber que uno de esos gillian se escurriría por la fisura? No fue su culpa que perdieran su familia– Replicó Ryo mientras Megami siguió concentrada en la imagen que delante de ambas.
–Eso lo sé perfectamente, pero sólo míralos, están tan solos y desamparados mis pobres pequeños–Eran los murmullos de la diosa quien tocó el espejo con sus ojos llenos de gran tristeza ante la imagen que veía.
Se podía ver una especie de escuela, aunque el hecho de leerse claramente en la entrada "Orfanato Santa Teresa" no eran indicativo de nada bueno, adentro de tal lugar pudo apreciarse con tal claridad a una de las encargadas, una mujer mayor de cuarenta años que tenía de forma visible algunas canas en el cabello. Dicha mujer no estaba de buen humor al estar regañando a un pequeño, el cual aparentaba tener unos 8 años, su cabello negro resaltaba gracias al obligatorio uniforme celeste con la insignia del Hospicio aunque el suyo estaba algo sucio y que otro de los niños estuviese llorando a espaldas de la mujer fueron indicativo que participó en una gran pelea. Ése niño de cabellos negros tenía ojos de color café oscuro y un rostro que si bien era infantil parecía demasiado serio, casi como si estuviera enojado.
–De acuerdo Ryuuji, todavía sigo esperando el saber de tu pelea con Kenta– Fueron las palabras de ésa mujer mientras el joven niño sólo le miró en silencio y con ojos nada amistosos mientras fruncía el ceño hacia el tal Kenta. En serio que Ryuuji por como él actuó aunque sus razones para la pelea eran muy simples.
–Éste tonto empujó a Kumiko-chan y ni siquiera se disculpó con ella, al contrario solamente se rió– Expresó señalando a la niña de coletas presente, era muy pequeña, quizá de unos 6 años. Sus ropas consistían en el mismo uniforme, pero la diferencia era que ella estaba usando una falda tableada, sus cabellos castaños claros eran lindos bajo el sol pero sus llorosos ojos gris oscuro daban a entender que había estado llorando.
–No digas mentiras, Kenta dijo que tú empezaste todo– De nuevo Ryuuji le lanzó una mirada bien molesta al niño escondido quien sólo se escondió tras la mujer.
–¡Eso no es verdad, Aniki de verdad me defendió! ¡El mentiroso aquí es Kenta!– Finalmente la voz de Kumiko se dejó oír al ver semejante injusticia hacia su hermano mientras el rostro de la mujer enrojeció de la ira.
–¡Ya estoy harta de ustedes, ambos se vienen conmigo directo a su castigo!– Sin consideración alguna los jaló de sus orejas para llevarlos al salón donde ellos serían disciplinados, si ésa mujer se hubiera volteado en ése instante habría podido ver una gran sonrisa llena de crueldad en el rostro de Kenta pero no lo hizo.
De regreso al recinto de la oscura diosa, ésta gruñía molesta y prometiéndole a la mujer un cruel castigo apenas estuviese en sus manos, sus delicados dedos tocaron las imágenes de los pequeños mientras su rostro molesto se suavizaba y una ligera sonrisa se asomaba ante su brillante idea.
–¿Mi señora, en que está pensando ahora?– Cuestionó la elfa oscura a la deidad calmada que se puso de pie para ir a su armario y empezó a sacar toda la ropa que estaba en el mueble–
–Ryo-chan, en vez de hacer preguntas bien podrías ayudarme a elegir el mejor traje que tengo, deseo dar la impresión de una exitosa mujer dispuesta a encontrar su destino en un orfanato– Fueron las palabras de Megami quien se ganó una mirada por parte de su sirvienta, la cual únicamente negó con la cabeza ante sus extrañas ideas, pero aún así comenzó a buscar lo que ella le había solicitado, era su deber porque así lo había prometido desde hace tiempo sin importar que evento fuese. Se concentraron tanto en la búsqueda del traje adecuado así como en los planes que la deidad le fue contando a Ryo que ninguna volvió a prestarle atención al espejo/televisor, de haberlo hecho habrían notado cierta grieta formándose en el cielo, de la cual parecía estarse asomando una figura oscura y demoniaca con una sonrisa siniestra. Ante tal figura se abrió un nuevo mundo, el cual prometía ser muy apetitoso, sobre todo por aquellas presencias que pudo sentir en determinado punto de la ciudad, sus garras abrieron aún más la grieta en su lucha por entrar y cambiar el destino de muchas personas.
¡Y el prólogo se acabó! Esperamos que este nuevo proyecto les haya parecido atrayente o por lo menos criticable, recuerden que todo tipo de comentarios se agradece y pasando al prólogo seguramente más de uno tiene dudas. Pues bien diré esto para aclarar, nuestros protagonistas Ryuuji y Kumiko son por completo personajes Oc, no se quiebren la cabeza tratando de saber de donde salieron y como no quiero dar más spoiler me quedaré en silencio.
–Yo tampoco diré nada así que ni me miren y seguro les gustó– Le sonríe esperanzada a su hermano.
–Eso espero porque esto apenas va a iniciar, ahora pasando a lo nuestro devuélvemelo– mirándola fijamente.
–¿Qué cosa? ¿Las fotos tuyas y de ese grupo de "amiguitas" pervertidas que tienes y juras no son tus novias?– Mueve las fotos frente al rostro de Kurai que se las arrebata para ir a quemarlas.
– ¡Al fin las tengo!– Sale de escena corriendo como loco.
–Lo bueno es que tengo copias– sonríe y huye graciosamente al ver que su hermano regresa.
–Escapó con copias, ¿verdad?– Suelta un suspiro resignado –Bueno, los veremos la próxima vez, siempre y cuando mi madre no sepa de esas fotos o me matará.
Hasta luego
Atte. Kurai y Mizore
Pd: ¿Alguien sabe cómo controlar a hermanitas chantajistas?
