La historia no me pertenece al igual que los personajes, yo solo estoy haciendo la adaptación.
Bueno… hacía tiempo que no subía capítulos de ninguna historia. Pero os traigo este nuevo fic, es la primera adaptación que hago a ver que os parece y espero que la disfrutéis.
CAPÍTULO 1
NPOV
Es muy cierto ese dicho tan trillado que dice "nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido" no es que yo no apreciara lo que tenía, simplemente que con la pérdida pude valorar más profundamente lo importante de su existencia en mi vida. Vida que ahora dio un giro de 360º y aunque me resulta difícil adaptarme, prefiero millones de veces esta realidad que al menos me ofrece algo de mi vida pasada a sufrir el vacío causado por una pérdida total…
-¡Bekah vámonos ya! –escuché a Kol gritar cuando regresaba al cuarto.
-¡Noooo! No encuentro a Hippo.
-Hippo ya está en la camioneta –contesté en cuanto entré al cuarto-. Vámonos ya, se nos hace tarde.
Kol y Bekah corrieron a mi lado, Bekah inmediatamente estiró sus bracitos para que la cargara y sin importar lo cansado que me sentía cumplí con su petición. Kol simplemente me sonrió y vi en sus ojos que también buscaba un gesto de cariño aunque él no lo pidiera abiertamente, por lo que cargue a Bekah con un solo brazo y extendí mi mano para tomar la suya, no confiando en mi estado físico actual para cargar a dos niños. Estaba consciente de que me necesitaban más que nunca, estos últimos meses han sido bastante difíciles por decir lo menos para los tres y ellos estaban aún adaptándose al repentino cambio, sabía que necesitaban sentirse protegidos.
-Bien, creo que no olvidamos nada –dije mirado otra vez el pequeño cuarto que por casi cuatro meses había sido nuestra casa-. ¿Listos?
-Sipi, cuéntame otra vez a donde vamos –contestó Bekah sonriendo.
-¡Oh! Es un apartamento y…
-¡…y es enorme! ¿Verdad Nik? Y podremos tener nuestro propio cuarto –me interrumpió un muy entusiasmado niño.
-¿En serio? –preguntó Bekah sorprendida.
-Bueno, no es enorme pero al menos estaremos más cómodos y sí, podrán tener su propio cuarto.
-¡Y dejaremos de estar encerrados Bekah! –concluyó Kol casi brincando de la emoción.
Sonreí tristemente ante su comentario, no cabe duda que estoy rodeado de los mejores niños del mundo, muchas veces se quejaban de estar encerrados en ese diminuto cuarto, no entendían porque viviendo en una enorme casa, estaban limitados a esa reducida área, sin embargo lo aceptaron lo mejor que pudieron y trataban de no darme tantos problemas, aunque a su edad y con su curiosidad era imposible, pero al menos les daba el crédito por intentarlo.
Esta era una de las razones por la cual me vi obligado a mudarme, no solo por las presiones de servicio infantil o la incomodidad de vivir 3 personas en un cuarto de cuatro por cuatro, sino que la Señora Anderson, la que amablemente nos rentaba el cuarto, muchas veces se quejaba no tan amablemente de las pequeñas travesuras inocentes que mis dos monstruitos hacían. No es que sean malos niños, de hecho todo lo contrario, pero poned en encierro durante cuatro meses a unos niños donde sus actividades son sumamente limitadas y es de esperarse que algunas veces quieran liberar esa energía y creatividad acumulada. ¡Por Dios! Hasta yo moría por hacerlo, era totalmente justificable, pero no para la Señora Anderson. Así que previniendo que a su paciencia le faltaba poco para extinguirse y antes que nos echara sin previo aviso, era inteligente buscar un nuevo lugar más apropiado para mi familia. Así que tuve mucha suerte de encontrar este apartamento en relativamente poco tiempo que además está perfectamente ubicado, cerca de la escuela de los niños y cerca del hospital donde estoy luchando por acabar mi residencia, sin mencionar que está en una zona segura y parece un edificio familiar, lo que servirá a mi beneficio para cuando eventualmente se suscite alguna crisis infantil, al menos los vecinos no se alarmarán…o eso espero.
Todos mis conocidos me cuestionaban incansablemente el porque me tomaba tantas molestias con los niños que al fin de cuentas no es mi obligación responsabilizarme de ellos, que sólo me volverían más ermitaño que antes y que mis posibilidades de encontrar a una "chica sexy" como ellos decían serian prácticamente nulas y ese tipo de ridiculeces. Lo que ellos nunca entendieron es que a mí no me importaba en lo más mínimo seguir ese estilo de vida que ellos creen es el ideal, para mí la vida es más que ir de borrachera en borrachera o ir saltando sobre miles de relaciones superficiales y sin sentido a otras igual de insignificantes. Mis padres me educaron diferente y si antes tomaba en cuanta sus consejos, ahora con más razón lucho por mantener la esencia de ellos en mí…y en mis hermanos.
Ahora estas pequeñas dos criaturas que sostengo son mi vida y aunque desde que nacieron siempre lo han sido, después de la muerte de nuestros padres toma un sentido más literal, sin ellos no tengo nada. Ahora estoy 100% dedicado a ellos, son mi responsabilidad y prioridad lo cual me aterra hasta la muerte, jamás pensé que tan joven tenía que interpretar el rol de padre, aun no tengo idea de lo que estoy haciendo con ellos, da vergüenza admitirlo pero en muchas situaciones he optado por aplicar el método del ensayo y el error cuando me encuentro completamente perdido y agradezco infinitamente a nuestros padres por haberlos educado tan bien durante los cortos años que pudieron compartir juntos, de otra manera no creo que ellos hubieran sido tan considerados conmigo, otros en su lugar ya estarían implorando por salir huyendo de mis cuidados inexpertos. Mis hermanos en cambio les parece divertido cada vez que quemo la comida o la ropa, o cuando mi cara refleja lo completamente incompetente que me siento cuando intento hacer alguna labor doméstica. Yo simplemente trato de olvidar estos detalles en aras de mantener mi cordura y frustración a raya, es cosa de tiempo ¿no? Digo apenas llevamos un par de meses viviendo así, dentro de poco seré capaz de hacer las cosas bien, o eso me obligo a pensar. Al menos ya fui capaz de conseguir un lugar para vivir decente…por algo se empieza.
Así que aquí vamos a mudarnos de nuevo por tercera vez en cuatro meses y realmente espero que sea la última, quiero darles estabilidad a los enanos y un ambiente lo más hogareño posible, lo menos que necesito es tener a los de servicios infantiles vigilando mis espaldas, esperando la oportunidad de quitarme lo único que me queda.
Miré por el retrovisor de la camioneta de mudanzas que renté para ver a mi pequeña familia, Kol parecía estar saltando, movía incontrolablemente sus piernecitas y mantenía la vista fija en la ventana, era fácil ver su excitación, lo cual me llenó de alegría ya que él rara vez demostraba emociones típicas de un niño. Por su parte Bekah tenía grabada en su cara esa sonrisita tan linda idéntica a la de mamá iba abrazando a Hippo con fuerza viendo frenéticamente a todos los lados de la camioneta como buscando pistas de hacia dónde nos dirigíamos.
-Bekah, pequeña, deja de mover así la cabeza o te lastimarás el cuello –le dije divertido por la visión de mis hermanos.
-¿Cuánto falta? –preguntó Kol ansioso.
-Mmmm…como 15 o 20 minutos.
-Ooooooooh –dijo Bekah claramente decepcionada-. Tengo hambre.
-Yo también.
Me reí aliviado de haber traído un tentempié, me costó algo de tiempo pero al fin aprendí que es mejor cargar con algo de comida cuando viajas con niños. Sin apartar por mucho tiempo la vista de las calles busqué las dos cajitas de jugo y sus trastecitos con fruta picada.
-Comed esto, cuando lleguemos a casa veo que podremos comer –les dije tendiéndoles las cosas-. Kol abre por favor el zumo de Bekah.
-Sip.
-Con cuidado enanos, la camioneta no es nuestra.
Los dos asintieron con la cabeza se veían chistosísimos con los cachetes inflados mientras masticaban.
15 minutos más tarde doblé en la calle donde quedaba el edificio que desde hoy era nuestra nueva dirección, San Francisco tiene unos edificios impresionantes, la ciudad en general es preciosa, con hermosas áreas verdes, diversos puertos marítimos, infinidad de atracciones y el clima es fantástico. En parte fue una de las razones por las que decidí venir a la UCSF por sobre otras opciones. Dejar Nueva Orleans, me resultó bastante difícil porque fue al poco tiempo después de que Kol naciera y quería ser capaz de ayudar a mi madre en lo que pudiera, pero teniendo los padres que tuve no me sorprendió que ellos me alentaran a seguir mi propio camino.
Con mucho cuidado, estacioné la monstruosidad de camioneta enfrente del Post Street Towers, nuestro nuevo hogar.
-Llegamos enanos –dije, mi voz reflejando el mismo entusiasmo que el que ellos mostraron durante el camino.
-¿Es aquí? –preguntó Kol perplejo.
-Aquí es, qué les parece.
-¡Wooooooow! –contestó Bekah, todo su cuerpecito contorsionado para poder asomarse a la ventana y ver la impresionante estructura.
-¿Aquí vamos a vivir? –volvió a preguntar Kol, su cara reflejaba lo atónito que se encontraba.
-Este es nuestro hogar chicos, nada mal ¿eh?
-Nada mal –repitió Kol aun aturdido, haciéndome reír.
-Me alegra que os guste.
Bajé rápidamente del camión, por mucho que me hubiera gustado quedarme sentado disfrutando ver las reacciones de mis hermanos, sabía que tenía que empezar a vaciar el camión sino quería pagar otro día de renta. Entre más rápido empiece con la tortura de la mudanza, mejor. Después de desabrochar los cinturones de los monstruitos (a pesar de las quejas de Kol diciéndome que él podía solo) y dejarlos sanos y salvos en la banqueta indicándoles que no se movieran de su lugar, no importaba lo ansiosos que estuvieran por salir corriendo hacia la entrada del edificio, me dispuse a recolectar algunas cosas que ellos pudieran ayudarme a cargar. Empecé por lo más fácil, a Kol le di una caja pequeña que contenía unos pocos de sus juguetes y le colgué su mochila. A Bekah le puse su maletita en los hombros con la cabeza de Hippo salida para que no sufra asfixia a sugerencia de ella, y le di sus libros de colorear para que los llevará en los brazos. Bajé las primeras dos cajas con mis libros y algo de ropa, cerré el camión por simple precaución, no quería correr el riesgo de volver y encontrarlo vacío.
Después de indicarles que empezaran a caminar, llegamos a la entrada del edificio, unas dobles puertas impresionantes todas de vidrio a juego con el edificio entero, el Señor Cooper, el dueño de los departamentos, un señor gordito de estatura media, cabello ondulado y bigote ancho estaba en el pequeño vestíbulo esperándonos.
-Buenos días Señor Cooper.
-¡Oh! Señor Salvatore, buenos días, veo que llegó temprano, una sabia decisión cuando se trata de mudanza –dijo cordialmente, volviendo su mirada hacia mis hermanos-. ¿Y quiénes son estas personitas?
-Mis hermanos, Rebekah y Kol Salvatore –contesté señalándolos a cada uno, mientras ellos sonreían tímidamente apenas poniendo atención a la conversación ya que estaban absortos viendo cada detalle del lugar.
-Bueno un gusto, espero que lo que dijo su hermano de vosotros sea cierto sobre vuestro comportamiento, yo no tengo problema mientras respetéis las instalaciones, pero algunos vecinos pueden no estar muy de acuerdo.
Mis hermanos inmediatamente se pegaron más a mí y voltearon a verme como esperando que les explicara lo que acababan de escuchar, les sonreí cariñosamente para después volver mi atención al señor que tenía enfrente.
-No se preocupe Sr. Cooper, intentaremos no ser unos vecinos incómodos.
-Bien, es bueno escucharlo, no les quito más el tiempo, tiene mucho trabajo que hacer Sr. Salvatore y me temo informarle que los elevadores están fuera de servicio así que tendrán que cargar todo por las escaleras, pero si necesita ayuda no dude en pedírmela…y bienvenidos al Post Street Towers.
-Muchas gracias –respondí tratando de esconder mi shock ante su confesión de los elevadores, esto me iba a tomar más tiempo del previsto y muchísimo más esfuerzo.
-¡Oh! Y siéntense libres de usar las áreas comunes, apuesto a que el patio trasero les encantará niños, tendrán un buen pedazo de tierra en donde correr.
-¡Siiiiii! -gritó Bekah, olvidándose de su timidez-. ¡Nik vamos a verlo!
-Cuando acabemos de bajar las cajas Bekah.
Mi pequeña hermana hizo un puchero encantador, Kol también parecía desilusionado pero ninguno de los dos dijo algo para quejarse. Me reí de sus gestos.
-Vamos, enanos, entre más rápido acabemos más rápido podré acompañarlos a conocer el edificio, ahora despídanse del Sr. Cooper.
Los dos me obedecieron inmediatamente diciendo sus agradecimientos y despedidas, no me sorprendió ver que Kol le tendió la mano en un gesto maduro, desde que murieron nuestros padres él ha desarrollado esa urgencia por demostrar que es una persona grande. No me pasa por alto que Kol es más consciente de la realidad que Bekah y este tipo de actitudes es su forma de decirme que me puedo apoyar en él. Se esfuerza por no aparentar ser un niño pequeño que necesita tantos cuidados y atenciones aunque su edad diga todo lo contrario. Y a pesar de que sí he llegado a necesitar su ayuda no me olvido de que es un niño de apenas seis años, y por lo tanto debe vivir como tal, no voy a permitir que se pierda estos años de inocencia ni que cargue con responsabilidades que no le corresponden, no me lo perdonaría…y sé que mis padres tampoco.
-Parecen buenos chicos Sr. Salvatore –dijo el Sr. Cooper interrumpiendo mis pensamientos.
-Lo son, se lo puedo asegurar, muchas gracias por todo Sr. Cooper.
-Para eso estoy muchacho, ahora con su permiso –contestó haciendo un gesto de despedida con la mano y se encaminó hacia un pasillo al lado izquierdo del vestíbulo.
En cuanto desapareció del campo de visión me giré para ver a mis hermanos, seguían parados en el mismo lugar, cargando sus cosas contemplando todo a su alrededor y hablando entre ellos en suaves murmullos, alcancé a escuchar algo así como "en un patio se pueden tener perros" lo que hizo sacudir la cabeza, ahora tenía otra conversación que evitar sigilosamente durante las cenas, la simple idea de tener una mascota en esos momentos me provocó tal estrés que llegué a pensar que sería cuestión de segundos para empezar a ver como se me caía el cabello dramáticamente provocándome una calvicie prematura. Me obligué a no pensar en eso por mi salud mental y volver a mi tarea.
-¡Hey enanos! –casi grité para llamar la atención de mis dos pequeños monstruos, una vez que estuve seguro que tenía su total interés en mí, continué.
-Escuchadme bien, dado que los elevadores no sirven tenemos que subir tres pisos por esas escaleras –dije señalándolas-. No quiero que corráis ni que caminéis rápido ¿de acuerdo? Tomaros vuestro tiempo, si en algún momento sentís que ya no podéis seguir cargando vuestras cosas me lo decís y yo las llevo ¿ok?
Los dos asintieron con su cabecita al mismo tiempo.
-Ok, entonces vamos a conocer nuestra nueva casa.
Encaminé la pequeña procesión hacia las escaleras seguido por dos entusiastas niños, Kol no tardó en acoplarse a mi paso y caminar junto a mí. Todo iba perfectamente bien, llevábamos paso lento pero constante, no quería que se agitaran mucho. Conforme subíamos podía ver como la emoción crecía en Bekah, conforme iba subiendo iba contando los pisos para no pasarse, poco después empezó a adelantarse poco a poco y yo la dejé ya que aún podía verla. Así subimos sin percance hasta el segundo piso, vi que Kol se estaba cansando un poco, traté de cargar su caja pero se rehusó, por lo que decidí aminorar el paso. Decisión que la sobre entusiasta Bekah no tomó en cuenta para nada y en un arrebato de desesperación por ver nuestro lento avance y sentirse tan cerca del departamento, echó a correr sin previo aviso cuando intenté reaccionar…fue demasiado tarde, escuché el sonido de libros caer seguidos del inconfundible grito de Bekah.
-¡Niiiiiiiik!
Demonios
Dejé caer las cajas lo más rápidos posible a un lado de Kol.
-Cuida las cosas –alcancé a decirle antes de salir volando hacia las escaleras.
-Bekah te dije que no corrieras en las…-empecé a hablar, en cuanto me iba acercando a ella, deteniéndome de golpe cuando vi que mi hermana ya estaba siendo ayudada por alguien más.
Una hermosa joven de cabellos rubios y rasgos delicados estaba inclinada sosteniendo cariñosamente las manos de Bekah. En cuanto notó mi presencia volvió su rostro y entonces los vi…esos ojos azules como el mar, los más hermosos que en mi vida he presenciado, acompañados por una tímida sonrisa y un sonrojo que se me antojó adorable.
No sé qué os habrá parecido, pero ¡dejadme un review con vuestra opinión!
PD: no os preocupéis por las otras historias, estoy trabajando en ellas.
¡Hasta el siguiente capítulo!
