Summary

Lucy había notado el cambio de sus compañeros en ese año sin verlos. Excepto Natsu. Hay cosas que nunca cambian. -¿¡Qué demonios hacen en mi casa!?

..

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Su primer día en Magnolia.

-¡Que tal Lucy!

-¡Aye!

-¿¡Qué demonios hacen en mi casa!?

Lo dejó pasar únicamente porque Natsu fue quien la llevo hacia Fairy Tail (he hizo que el maestro pagase los daño a la ciudad de Hargeon).

Pasó una semana.

Lucy se despertaba muy en la mañana. Joder hacía demasiado calor y apenas estaba comenzando el verano. Frunció el ceño, recordó haber puesto el aire acondicionado.

-Buenos días, Lucy.

-Ah, Natsu buenos días…

Un momento.

-¿¡Qué demonios haces en mi casa… Y en calzones!?

-Es que hacía calor…

-¡Pues vas y duermes en tu cama!

Aquel día, Natsu terminó empotrado en la pared.

Después del Time-skip.

El agua caliente recorría su cuerpo, relajándola. Suspiró de placer y sonrió, realmente le encantaba que Fairy Tail vuelva a resurgir. El gremio tenía todos sus mejores recuerdos, sus sonrisas, sus tristezas… su vida. Sus compañeros estaban cambiados, aunque Erza seguía igual de bella y Gray le había dado un susto de muerte al hacerlos pasar por esa situación. Natsu sí había cambiado, su cabello estaba más largo, se veía mayor; no viejo, pero más adulto.

También sus músculos estaban más marcados…

Y ni hablar de su sonrisa…

Aquella que le causaba mariposas en el estómago.

Sí, Natsu había cambiado bastante. Quizá, sólo quizá, ahora era todo un adulto hecho y derecho…

-¡Qué tal Lucy! / ¡Aye!

-¿¡Qué demonios hacen en mi casa!?

Bueno, algunas cosas nunca cambiaban.