De Amor y Traición

Capítulo I

Era una noche oscura de jueves como tantas otras en Wiltshire a pesar de que el cielo estrellado estaba exento de nubes.

El señor Malfoy se encontraba sentado en su sillón repasando su vida. La marca que llevaba en su brazo lo señalaba como alguien no digno de confianza, y diferente de los demás. Al igual que sus padres, él había optado por pertenecer al bando oscuro.

Cuando se le encomendó su primera misión como mortífago, decidió que no cursaría su séptimo año en Hogwarts. Pero el colegio volvió a abrirse y el Señor Tenebroso lo obligó a ir, ya que necesitaba un espía ahí.

Ese año fue el peor para él. Su padre, quien lo había educado para ser frío, despiadado, ambicioso y para odiar a esas asquerosas sangres sucias y a los traidores a la sangre, recibió el Beso del Dementor bajo órdenes de Voldemort. Le daba repugnancia su crianza y se había jurado matar a su progenitor por haberlo hecho como era. No pudo dejar de sentir pena pero también satisfacción cuando se enteró de la noticia, a través de una carta de su madre de mediados de octubre.

Ante este hecho, él sabía perfectamente que se madre había estado destrozada. La directora le había dado permiso para irse a su casa durante una semana. Él lloró verdaderamente, pero no por su maldito padre si no por el sufrimiento de su madre. Cuando se despidió de ella para regresar al colegio, supo que era la última vez que la vería con vida pues él había fallado en lo que le habían encargado y el Señor Tenebroso cumplía siempre con lo que decía.

El segundo día de noviembre, recibió una carta de su tía Bellatrix en la que decía que su madre había sido asesinada por miembros de la Orden. Pero él sabía que era obra de Voldemort debido a que la nota apareció en El Profeta. Todo el colegio estaba al tanto de que Malfoy era un no tan pobre huérfano; y sospechaba que también era mortífago a causa de un molesto rumor iniciado por el ausente Potter, que había dejado el colegio, al igual que Granger y Weasley. Ese fue el peor año en Hogwarts y todo por culpa de ese entrometido de Snape. Si él no hubiera interferido, sus padres estarían vivos y él sería el mejor de los seguidores de Voldemort.

Lo mejor que sucedió ese curso fue conocerla a ella, una hermosa sangre pura rubia que realmente lo comprendió. Sus ojos lo habían mirado siempre con cariño y ternura, y sus oídos lo escucharon pacientemente sus lamentos y desgracias sin que nadie lo supiera. Él estaba seguro de que si no hubiera sido por ella, él habría acabado con su vida esa Navidad.

Sin embargo, después de la muerte de Bellatrix a manos de Longbottom y de Snape a manos de Potter, él recibió su recompensa y el Señor Oscuro lo designó como su más fiel seguidor. Finalmente había conseguido lo que tanto había anhelado: el reconocimiento de todos los que habían pensado que no lo iba a lograr.

Malfoy miró el reloj de péndulo que indicaba que faltaba un minuto para las nueve. Se acercó a una pequeña mesa de madera y encendió unas velas con su varita. Las nueve campanadas sonaron y, al cesar, se escucharon unos golpes en la puerta.

Se deslizó hasta la puerta y pegó la oreja sobre ella.

- Soy yo, Dragón Verde – dijo una voz femenina

- Espera que quito los encantamientos, Lunática – dijo él, agitando su varita silenciosamente y acercándose, luego a una silla que estaba alrededor de la mesa.

La puerta se abrió y una figura encapuchada apareció ahí. Se adentró al lugar y cerró la puerta. Con paso tranquilo pero lento, avanzó hasta la mesa y se ubicó frente al dueño de casa.

Él sonrió y tomó la mano derecha de su visitante que tenía un anillo brillante bastante hermoso y costoso. La besó delicadamente y fijó su mirada en unos cabellos dorados que estaban afuera de la capucha.

La visitante se quitó la capa de viaje, dejando a la vista una larga y abundante cabellera rubia, y unos enormes y brillantes ojos azules.

- Buenas noches, Draco – dijo sonriendo ampliamente.

- Buenas noches, Luna. Siempre puntual – dijo él – Deja que me encargue de tu capa

Con un pase de varita, el abrigo se levitó hasta un perchero, semejante a un conjunto de serpientes petrificadas.

- Traje unas botellas de licor – anunció Luna levantando un par de botellas.

- Bueno, yo preparé una botella de vino y unas pastas para cenar ¿Cómo viniste hoy? – preguntó él.

- Me aparecí a unas cuadras de aquí. Creo que la red flu está muy controlada

- Es muy probable aunque yo casi no salgo de acá

- ¿En serio? – preguntó ella incrédulamente

- Solo para las reuniones del Señor Oscuro. Mejo cuéntame algo del mundo de afuera

- Mi padre sigue de viaje investigando algo para El Quisquilloso. Además, ya terminaron la prisión de Aribus.

- ¿Y eso qué es? – preguntó él, extrañado

- Es la prisión que tuvieron que hacer ya que los dementores se revelaron. Es como un enorme edificio lleno de incontables celdas anti-magia. Ahí no se puede hacer magia ni desde adentro ni desde afuera. La única forma de salir la conocen los guardias pero no pueden revelársela a nadie.

- Seguramente encontrarán la forma de escapar

- No creas. Han probado todos los hechizos y formas. Es cinco veces más segura que Azkaban y su seguridad no está subordinada a ningunos seres

- Parece ser que han hecho algo útil en el Ministerio – dijo él despectivamente. Su vista se posó en la cadenita con un relicario que colgaba del cuello de la joven. Era un regalo que él le había dado el día en que terminó su último año en Hogwarts - ¿Quieres comer? Debes tener hambre

- Bueno, pero no te preocupes. Ya me adapté a cenar en este horario – dijo ella calmadamente.

Mientras ella hablaba, aparecieron dos platos con pastas, dos copas y una botella de vino. Entonces le preguntó si tenía un elfo doméstico y él le dijo que no le convenía ya que si era liberado podía llegar a contar lo que sucedía en la casa.

Luna tocó el tema de las reuniones con Voldemort pero tuvo que esperar a que él terminara un bocado para que le respondiese. Le contestó que solo lo hacía por su apellido, por su familia.

- Yo no sé cómo puedes soportarlo – dijo cabizbaja – En tu lugar, habría buscado alguna forma de limpiar el apellido

- La imagen de mi padre no tiene el más mínimo respeto de parte mía pero decidí superarlo, y por mucho, para demostrar de lo que soy capaz y obtener el reconocimiento que me merecía.

- Comprendo. A pesar de que el apellido Malfoy ya no sea tan bien visto como antes, te seguiré amando – dijo ella apasionadamente

Él tomó la botella casi vacía y vertió su contenido en las dos copas.

- Brindo por eso – dijo él

- Por nuestro amor

- Por nuestros triunfos

Los dos prosiguieron con la cena charlando acerca de diferentes cosas y contándose lo que habían hecho durante los días en los que no se habían visto.

Al final, aparecieron dos tazas de café que ambos tomaron mientras seguían conversando, ya no solo de lo que les había ocurrido si no, de muchos temas relacionados con el mundo mágico y la guerra.

Cuando terminaron de comer, se levantaron pero no para despedirse aún.

- Draco, afuera están tan bonito, la luna lo ilumina todo… - suspiró ella soñadoramente

- Sé que te gustaría estar ahí pero es peligroso. Te juro que, cuando pueda caminar libremente, iremos a todos lados – dijo él, levantándole el mentón

- Te esperaré siempre – dijo ella

Entonces, él acercó sus labios a los suyos uniéndolos en un cariñoso beso, esos que solo le había dado a ella. Después bajó sus manos hasta su cintura para sentirla más cerca de él, y no dejarla ir.

Luna puso sus manos en los hombros de él sin dejar de besarlo, a la luz de las velas…


Holis

Para empezar, les cuento que esta historia la escribí hace unos meses(y la termine ayer) y hoy lo pasé todo en computadora. Decidí publicarlo para mi cumpleaños, que es mañana como una especie de regalo para ustedes.

Publicaré el próximo capítulo dentro de dos semanas, más o menos

Espero que les haya gustado y que dejen reviews.

Un saludo hechizado

Arylu