Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes de Twilight pertenecen a Stephenie Meyer y la autora de esta historia es Nolebucgrl. Yo solo traduzco.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the Twilight characters belong to Stephenie Meyer and the author of this story is Nolebucgrl. I just translate.


Fill Me with Your Poison

Capítulo 1

–Realmente no creo que esta sea una buena idea, chicas. –Isabella Swan se miró a sí misma en el espejo. Lucia bien en ese pequeño vestido azul oscuro. Su cabello rizado llegándole un poco más debajo de los hombros. Sus ojos marrones resaltaban, debido al lápiz de ojos negro ahumado que estaba usando. El maquillaje no era exactamente lo suyo, pero Jessica y Lauren habían insistido en que pusiera más esfuerzo para esta noche.

– ¡Es una idea genial! ¿Quieres pasar toda tu vida en Forks? ¡Vive un poco, Bella! –Lauren la reprendió mientras agregaba los toques finales a su propio maquillaje. Su cabello rubio estaba elegantemente peinado en una trenza francesa, y el vestido que estaba usando parecía prácticamente pintado a su cuerpo, de un color rojo sirena, como su labial.

Bella bufó. – ¿Vivir? ¿No estamos hablando de lo opuesto?

Jessica suspiró, exasperada con la actitud de su amiga. –Primero que todo, no tienes por qué convertirte en vampiro solo porque vas a un Club de Vampiros. Conoces las reglas.

Bella sabía las reglas. Cuando los vampiros se revelaron a sí mismos por primera vez –en televisión en vivo –hubo pánico. El mundo cambio de la noche a la mañana. Planes para destruir a los vampiros se hablaron, se hicieron y fallaron espectacularmente. Cuando estuvo claro que el mundo estaba peleando una batalla perdida, los líderes de las naciones se juntaron con el líder de los vampiros, Aro, y llegaron al acuerdo de que ambos lados podían lidiar con ello.

Los vampiros deseaban vivir una vida en público, sin la fachada que fueron forzados a mantener por siglos. Los humanos querían vivir sin el miedo de que un vampiro los ataque en cualquier momento, así que los tratos fueron debatidos y eventualmente impuestos. Se les dio permiso a los vampiros de matar solo a los enfermizos y a los moribundos –con su consentimiento, claro. Todos los hospitales, hospicios y ALFs tenían acuerdos con los vampiros locales para servicios que disminuyeran el dolor y el sufrimiento de los pacientes. Grupos masivos de personas firmaban para que sus vidas terminen en manos de vampiros, en vez de esperar a morir.

Obviamente habían escépticos y protestantes, pero no había mucho que ellos pudieran hacer cuando su oponente era indestructible. Todos los tanques, bombas y balas fallaron en matarlos. El padre de Bella aborrecía a los vampiros y ella sabía que la mataría él mismo si supiera lo que estaba por hacer.

Eventualmente, no solo los viejos y moribundos eran los que hacían fila por los servicios de los vampiros. Los jóvenes, los ricos y los famosos rápidamente se dieron cuenta de que podrían ser jóvenes, ricos y hermosos por siempre si eran vampiros también. Ya estaban haciendo todo lo posible para conservar su juventud en lugares como Hollywood, ¿qué es el Botox, si no es veneno? Los Gobiernos fueron solicitados, más juntas fueron convocadas y más reglas fueron establecidas.

Se les dio a los vampiros lugares específicos donde pudieran establecer clubs, lugares donde aquellos que estaban dispuestos pudieran ser transformados. Los contratos debían ser firmados y presenciados por un testigo humano y otro vampiro. El vampiro a cargo de la transformación se debe encargar de su protegido por un año, durante en el cual debe entrenar al nuevo vampiro y dejarlo listo para su nueva existencia. Si ese vampiro mata a un humano no dispuesto, el nuevo y el viejo vampiro serán culpados por los vampiros Italianos.

No todos los que entran al club van para ser transformados. Son un grupo muy selectivo. Por una u otra razón, muchos humanos ya no están dispuestos a ser transformados una vez que están en el club y conocen a un vampiro real. Pero los clubs cumplían con su propósito y las mordeduras no eran lo único que ocurría ahí. Había mucho sexo entre vampiros y humanos, como también la alimentación sin transformación. Bella había visto a más de una chica usando una marca en el cuello como una insignia de honor.

– ¿Qué pasa si no siguen las reglas?

–Entonces pierden su licencia y el acceso a comida y sexo fácil. –Jessica replicó, alisando su corta falda negra y arreglando sus pechos en la polera brillante sin mangas que estaba usando.

–Pero mi padre…

–Tu padre está en Forks, esperando que vayas y así él pueda entregarte a los brazos de Jacob ¿Realmente quieres vivir en la reserva y tener billones de hijos?

Bella suspiró y jugo con un rizo que no estaba cooperando. –Claro que eso no es lo que quiero. –Su padre estaba convencido que Bella necesitaba irse de Seattle. Muchas cosas malas pasaban en Seattle. Había mucha violencia, muchas personas y más importante, había muchos vampiros. Seattle era el hogar de uno de los clubs más importantes, Venom, y ahí es donde Bella y sus amigas iban esta noche. Charlie tendría un ataque si se enterara.

Forks eran un pueblo pequeño muy placentero, sin mucha acción. Salir de ahí fue la mayor meta de Bella durante la secundaria y trabajó duro para ser aceptada en la Universidad de Washington. El próximo año se graduará con su título de Periodismo, y luego, bueno, no lo sabía realmente. Su vida, que fue una vez muy restringida y planeada, era una gran pizarra en blanco. Sabía lo que no quería. No quería a Forks ni a Jacob ni a los bebes de Jacob, sin importar lo que él o su padre dijeran. Isabella quería vivir ¿Pero realmente puedes vivir muriendo? Eso era algo que ella solo no podía contestar.

–Vamos Bella, ¿qué tienes que perder? –Lauren la observó de cerca. Bella abrió su boca, pero ninguna respuesta salió y Lauren sonrió triunfante. – ¡Exactamente! ¡Vamos!

Bella se miró a sí misma en el espejo una vez más y se dio una charla mental de preparación. Era solo una noche. ¿Qué tenía que perder? Su vida quizás, pero no había mucha vida de la que hablar. Quizás ella encontraría una en su lugar. Se paró y siguió a sus amigas fuera hacia la noche de Seattle.

Xoxoxoxox

Edward Cullen estaba aburrido. Estaba sentado en el segundo piso de su club, mirando a los cuerpos girando abajo, sus formas se iluminaban gracias a las luces de neón –no que las necesitará para ver. Era un vampiro y podía ver hasta el más mínimo defecto desde donde estuviera. Vio una hilacha en la polera de un hombre, notó que la chica en la polera verde tenía el pecho derecho más pequeño que el izquierdo y que a su amiga se le estaba formando un grano en la frente.

– ¿Ves algo que te guste?

Edward no se dio vuelta para reconocer al vampiro, porque sabía quién era antes de que hablara. Para él, su hermano olía como a desierto.

–No Jas, no lo he hecho. –Edward contestó, su voz indicando su irritación. – ¿Qué hay de ti?

Jasper se inclinó sobre la barandilla y los observó a todos. –La morena en el vestido rosado luce tentadora.

Edward la miró y se encogió de hombros. No era tentadora para él, pero su hermano era menos exigente en sus gustos. Sin embargo, su hermano tampoco tenía problemas con sus insípidos pensamientos tampoco. Ella quería ser hermosa por siempre. Edward rodó sus ojos. Como si ser vampiro se tratará solo de ser atractivos por toda la eternidad. ¿Qué paso con querer ser alguien en el mundo, hacer cosas buenas, o hasta incluso malas? A él realmente no le importaba, pero algo de ambición, más allá de ser hermosa, era requerida.

-Si la eliges, no la transformes –le advirtió a su hermano.

Jasper se rio, sacudiendo su cabello rubio. –No transformaré a nadie por otros dos meses. No hasta que me deshaga de María.

Edward sonrió y Jasper frunció el ceño. Si, Edward había advertido a su hermano, pero este no había escuchado. Él había amado su caliente temperamento latino, el increíble sexo y su maravilloso cuerpo. Él no había esperado que ella estuviera sobre él en el instante en que despertó luego de la transformación. Él había tenido que soportar reinserciones dolorosas de varias partes valiosas de su cuerpo debido a su ardiente temperamento.

–No lo diré –Edward le dijo, pero su tono lo decía todo. Te lo dije.

–Sí, bueno, eso no significa que no estaré follando hasta la mierda alguna vagina caliente esta noche. Lidiare con María cuando llegue a casa.

Edward rio y sacudió su cabeza. Él no había cambiado a ningún humano desde que los vampiros salieron al público un par de años atrás. Sin embargo, había transformado a varios en las recamaras de Volterra –como práctica cuando se revelaran a la población humana. La idea había sido de Edward y, aunque Aro puso resistencia en una primera instancia, pudo hacerlo luego de pensar y discutirlo con sus hermanos. Afortunadamente, Edward no tuvo que hacerse cargo de sus creaciones. Aro los destruía en cuanto se transformaban, puesto a que solo eran sujetos de prueba.

– ¿Quién está listo para celebrar?

Edward asintió hacia Emmett, su otro hermano por veneno. El alto y gigante hombre fue creado como un defensa, pero tenía el entusiasmo de un niño de cinco años.

–Alguien está disfrutando de su libertad. –Edward observó fríamente.

– ¡Demonios, sí! Jane esta camino a Volterra y ahora puedo vivir mi vida sin miedo a enojarla y que me ataque hasta la mierda por hacer algo indebido. –Emmett había transformado a Jane hace casi más de un año atrás, gustándole su explosiva actitud y su pequeño y sexy cuerpo. Sin embargo, como Edward, Jane tenía un talento que no se mostró hasta que se transformó en vampiro. Tenía la habilidad de transmitir dolor con la mente y se sentía como si te hubiera golpeado una de esas armas eléctricas. Las armas eléctricas no funcionaban en los vampiros, pero Jane sí. Y cada vez que Emmett la enojaba, lo freía bien. Tuvo que soportarla, dado que había firmado el contrato, pero en cuanto el año estuvo terminado, se la envió a Aro, quien haría buen uso de su talento.

Las elecciones de sus hermanos dejaban agradecido a Edward por el hecho de que el aún no había tomado responsabilidad de un nuevo vampiro, aun cuando se sintiera solo algunas veces. Podía tener sexo a cada minuto, pero no era lo mismo que pasar tiempo con alguien, enseñándole las complejidades de ser un vampiro y solo disfrutarse el uno al otro, dentro y fuera de la cama.

–Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? –Emmett se inclinó hacia delante, sus músculos abultándose en su camisa polo negra cuando se agarró de la barandilla, sus ojos enfocados en la entrada del club.

Edward siguió su mirada y notó a tres chicas entrando al club, la chica caminando al frente era una rubia con un cuerpo asesino y la morena a su lado no estaba mal tampoco. Jasper lamió sus labios. La tercera chica era pequeña e iba un poco más atrás que las otras, aun sin ser notada.

–La rubia es mía. –Emmett declaró inmediatamente saltando por sobre la barandilla y aterrizando en una mesa de abajo. Hubo varios jadeos y chillidos de los humanos, por su comportamiento, porque aún no veían a un vampiro en acción.

–Bueno querido hermano, ¿qué dices? –Jasper preguntó, sus ojos puestos en la morena con cabello rizado.

–Toda tuya. –Edward le dijo. No se impresionaba mucho y ambas chicas tenían los pensamientos usuales. Quiero vivir por siempre. Luzco muy caliente. Imagínense tener este cuerpo caliente por toda la eternidad, con un novio vampiro caliente a mi lado. Blah, blah, etc.

¿Qué es lo que estoy haciendo aquí? ¿Es ese un vampiro? El chico de la puerta lo era, estoy segura. Esta fue una mala idea ¡No encontraré lo que sea que me falta en un club de vampiros, por el amor de Dios!

Edward inclinó su cabeza. Eso era diferente. Vio como ambos de sus hermanos aparecieron al lado de las chicas, ofreciéndoles sus manos que inmediatamente fueron aceptadas mientras se movían hacía la pista de baile.

Fue ahí cuando Edward la vio. La chica que no estaba segura de que debería estar ahí. Su roja mirada se volvió negra en cuanto sus ojos se movieron por su perfecta cara. Su piel era tan clara que casi era translucida. Edward inmediatamente se arrepintió de las luces del club porque quería ver su piel luminosa bajo una luz blanca en un cuarto totalmente oscuro. Realmente en donde sea. Sus ojos grandes y aterrorizados lo miraron, y sintió su mano apretar el borde de la mesa. Quería tocar esa suave piel, sentir esa suavidad en la punta de sus dedos y quitar el miedo de su cara.

Observó cómo se mordió su labio y miraba insegura a su alrededor. Sus amigas ya la habían abandonado por sus hermanos y podría decir, sin prestar atención a sus pensamientos, que estaba pensando en salir corriendo fuera del club. No podía permitirlo. Se levantó abruptamente y corrió abajo las escaleras pasando a su guardaespaldas. Nadie tenía permitido subir al segundo nivel del club sin una invitación especial de Edward, quien aún no había dado una, aunque estaba pensando en rectificar eso inmediatamente por la maravillosa chica en azul.

Ignoró a los cuerpos retorciéndose mientras caminaba lentamente a través de ellos. Aunque estaba impaciente por estar cerca de ella, saboreo el camino para llegar a ella. Sintió como si algo transcendental estuviera ocurriendo y casi podía jurar que su muerto corazón estaba latiendo en su pecho. Muy pronto, no tan pronto sin embargo, estuvo frente a la chica y era aún más gloriosa de cerca. Sus ojos la recorrieron hambrientamente.

Bella vio al hombre –no vampiro –con extraño cabello acercándose. Era difícil de decir, con las luces estroboscópicas apagándose por todo el lugar, pero ella podía jurar que era una mezcla entre café, rubio y rojizo. Sus ojos eran negros, lo que la asustó, pero algo en la forma en que la miraba le dijo que no tenía nada que temer. Se sintió como una pintura invaluable, debido a la mirada de él. Aguanto la respiración mientras se aproximaba, porque sabía que venía por ella.

Cuando se detuvo en frente de ella, jadeó debido a toda la belleza del hombre ante ella. El vampiro en la puerta del frente era guapo, los dos vampiros que se habían fugado con sus amigas eran aún mejores. Pero este vampiro, justo en frente de ella, que la miraba como si ella fuera la única persona en la habitación, era lo más maravilloso que alguna vez había visto en su vida.

Es hermoso. Edward sonrió por sus pensamientos.

–Hola, mi nombre es Edward Cullen. –Estiro su mano y espero ansiosamente a ver si ella la tomaba.

Bella miro desde su mano hasta sus ojos y luego de nuevo, y, antes de estar consciente de ello, tomo su mano en la suya. Jadeó ante la explosión de calor que sintió por su toque, lo que era extraño, porque su mano era muy fría. Ella lo sabía y podía sentirlo, pero todo lo que sintió fue un calor abrasador por dentro. Edward lo sintió también y gimió suavemente mientras su mano se flexionaba alrededor de la de ella.

– ¿Y tú eres? –Edward preguntó cuándo hubo recuperado su compostura.

–Isabella Swan. Mis amigos me llaman Bella. –Contestó. Su voz musical calentándolo junto con su toque.

Hermoso, pensó; que nombre más apropiado para esta maravillosa criatura. –Bueno entonces, espero que me permitas llamarte Bella. –Le sonrió, haciendo que el latido de su corazón aumentará exponencialmente. Edward estaba entretenido con la reacción porque siempre la obtenía, pero esta era la primera vez que anhelaba escucharla.

La respiración de ella se atascó y asintió tímidamente. Edward movió su pulgar sobre la parte de atrás de su mano y ambos sintieron hormigueos ante ese pequeño movimiento.

–Bella, ¿quieres ir conmigo arriba? Podremos hablar mejor allá arriba. –Y no habría molestosos humanos y vampiros mirándolos, aun cuando se movieran juntos en la pista de baile.

Sus ojos parpadearon desde el segundo piso del club y luego de vuelta a Edward. – ¿Supongo?

Era más una pregunta que una respuesta, pero Edward tomó la afirmativa y la guio a través de la masa de cuerpos girando. Gruñó silenciosamente hacia algunos pensamientos que le llegaron, dado que no fue el único cautivado por la belleza de Isabella. Tanto vampiros como humanos la notaron, aunque ninguno de ellos era lo suficientemente estúpido para hacer una movida con ella. Edward Cullen emanaba poder y nadie se metería con ello.

Llegaron a las escaleras y Edward asintió hacia Felix, quien se movió hacia el lado y cuidadosamente evitó mirar a la chica junto a su jefe. Sabia del talento de Edward y sabía que era mejor evitar la tentación de la hermosa chica. Ella podría no saberlo, pero había sido elegida por uno de los vampiros más poderosos del mundo –quien no dudaría en matarlo si tenía pensamientos lascivos por la mujer.

Edward guio a Bella arriba por las escaleras, permitiéndole ir frente a él, pero sin dejar de tomarle la mano, necesitando ese contacto entre ellos. Sus ojos se movieron por su espalda, admirando la abertura cruzada que revelaba su sexy piel, la curva de su trasero y esas perfectas, torneadas piernas. Ella tropezó en el último escalón y él soltó su mano, atrapándola por la cintura y acercándola rápidamente hacia él. Bella jadeó al sentir su duro cuerpo presionado al de ella y más calor atravesó su cuerpo. Nunca había deseado a nadie en la manera en que deseaba a este vampiro y, aun así, ella solo sabía su nombre. Ese hecho debería avergonzarla, pero, al contrario, encontró que le excitaba. Se preguntó si el club tenía habitaciones privadas y que podrían hacer en una de ellas.

La respiración de Edward paró ante sus pensamientos y peleó contra la urgencia de tomarla y llevarla a su recamara privada. Nunca ha llevado a otro ser a ellas, eligiendo solo follarlas en las habitaciones diseñadas solo para ello. Su espacio era privado y no sintió la necesidad de compartir. Pero se encontró a si mismo deseándolo.

Sacudió su cabeza y soltó su cintura, moviéndose a su alrededor para tomar su mano y guiarla a su cabina atrás. La mesa donde estuvo ya no era necesaria, puesto que ahora solo quería observarla a ella. Bella se deslizó en la cabina y él se movió junto a ella.

– ¿Puedo traerte un trago o algo?

Bella sacudió tímidamente su cabeza. –No, creo que necesito una cabeza clara.

Sonrió a sus palabras, dado que sus pensamientos indicaban que ella se sentía ebria alrededor de él sin el licor.

– ¿Agua, quizás? ¿Vino?

Mordió su labio y luego asintió. –Supongo que una copa de vino estará bien. ¿Tinto, tal vez?

Tinto, el color de la sangre. Si, él quería ver eso en sus perfectos labios rosados. Envió una orden silenciosa y una copa de vino tinto apareció en su mesa en menos de un minuto después; traída por el mismo barman, quien hizo una pequeña reverencia antes de desaparecer abajo por las escaleras.

–Vaya. –Bella dijo, sus ojos agrandados. – ¿Cómo hiciste eso?

Edward sonrió y paso su mano por la copa de vino de ella. –Tenemos una excelente audición.

–Supongo. –Bella cogió su copa y dio una probada delicada. Edward admiro la forma en que inclinó su cabeza, su hermosa garganta en exhibición. Ella tragó y él anheló acercarse y sentir el movimiento del líquido a través de su garganta, pero retrocedió, por ahora. Ella lamió una gota de su labio y Edward reprimió un gruñido. Su pene había estado duro desde que sus ojos se encontraron, pero ahora al estar cerca de ella, era pura tortura física –aunque la tortura más placentera de su existencia.

–Cuéntame sobre ti, Isabella Swan.

Ella se encontró con sus ojos otra vez y se encogió de hombros. – ¿Qué es lo que quieres saber?

Todo. –Cualquier cosa que quieras contarme. Haré preguntas, si es necesario.

Mordió su labio inferior de nuevo y Edward peleó contra la urgencia de morderlo el mismo. Era tan relleno y rosado y tentador.

–Tengo 21 años y tengo un título de periodismo en la UW. Soy de un pueblo pequeño que no está muy lejos llamado Forks. Mi padre es el jefe de policía de ahí. Y creo que eso es todo.

Edward rio. Eso era solo superficial. Se dio cuenta que no menciono a su madre y lo guardo. – ¿Qué te gusta?

La cara de Bella se fue a blanco y su mano se flexionó en la de él. – ¿En qué sentido? –Pensamientos sexuales llenaron su mente y Edward gruñó suavemente otra vez. Bella escucho su gruñido esta vez, pero en vez de asustarla, le intrigó.

Edward reprimió el gruñido y sacudió su cabeza ligeramente para deshacerse de sus propias imágenes de ello. Había mucho tiempo para ello. Él malditamente se encargaría de ello. – ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre, cuando no estas estudiando?

Bella se sonrojo un poco y él no se resistió esta vez, acercándose y tocando el pómulo de su mejilla. Ella se inclinó hacia su caricia y cerró sus ojos, deleitándose con el calor a través de su frío toque.

–Me gusta mucho esto. –Le dijo y él se rio silenciosamente.

–A mí también. ¿Qué más te gusta?

Sus ojos se abrieron y le respondió sin dudarlo. –Tú.

Él sonrió suavemente y su pulgar acarició sus labios, que se fruncieron cuando ella le besó la punta del dedo. –Me gustas también y debo admitir que esa es una primera vez para mí.

Sus ojos mostraron una emoción que él no pudo nombrar. –Estoy segura que en un lugar como este; conoces a muchas chicas.

Ah, celos. Sonrió al reconocer el tono en su voz. ¿No había sentido él lo mismo momentos atrás cuando los hombres mostraron sus deseos por ella en sus pensamientos?

No podía negar sus palabras, pero ella necesitaba saber cuan especial ya era para él. –Lo hago, pero nunca he traído a alguien aquí antes. –Sus ojos y su tono de voz le dijeron que no debía dudar de la veracidad de sus palabras.

Bella le creyó. –Gracias.

Él sonrió y trajo sus manos a sus labios, rozando sus nudillos suavemente. –El placer es todo mío. Eres fácilmente la mujer más hermosa que he visto. Humana o vampiro, si vamos al caso.

Bella sacudió su cabeza, riendo ligeramente. –Realmente lo dudo.

–Señorita Bella, los vampiros tienen una excelente vista. Sé lo que veo. –Se ruborizó de nuevo y Edward tragó el veneno que brotó por la vista de la hermosa sangre que se agrupo debajo de su piel.

–Bueno, gracias de nuevo entonces. –Él sonrió y apretó su mano gentilmente a la vez que la colocaba en la mesa, jugando con sus dedos ausentemente mientras la observaba atentamente. –Eres más que bienvenida. No respondiste mi pregunta sobre que más te gustaba, además de mí, claro está.

Su sonrisa era eléctrica y Bella se encontró queriendo besarlo, pero se retuvo y trato de enfocarse en la pregunta.

Edward quería besarla también, pero quería conocerla tanto como quería tocarla. Era un raro sentimiento en él y estaba disfrutando cada momento de ello.

–Bueno, me gusta escribir obviamente. Y amo leer. –Su mente se llenó de clásicos, como Jane Austen y Charlotte Brontë, Faulkner y Hemingway. Edward aprobaba una chica que apreciaba los clásicos. –Amo el baseball y ver televisión. Y me gusta coser.

Él sonrió. –Quizás puedas hacerme algo alguna vez. –La mente de ella se llenó de imágenes de un suave chaleco verde y él mentalmente aplaudió su elección.

–Me gustaría eso. –Ella murmuró suavemente. Tomó otro poco de su vino. – ¿Qué te gusta a ti?

Edward rio silenciosamente. –Me gusta el baseball también. Me gusta leer, nadar, conocer nuevas personas, el sexo… –Sus ojos la devoraban mientras pronunciaba la última palabra. El cuerpo de Bella reaccionó inmediatamente a sus palabras, sus pezones se endurecieron y sus bragas se humedecieron. Ella se movió y Edward capturó el olor de su excitación. Gruño más fuerte esta vez.

–Eso, uh, si, a todos les gusta eso. –Bella balbuceó, sus mejillas sonrojadas de nuevo.

–No a todos. –Edward dijo, observándola. – ¿A ti?

Su mente se remontó a un chico con cabello oscuro manoseándola y jadeando. Edward quiso asesinarlo de inmediato. –Cuando se hace bien.

El chico de su memoria no lo había hecho bien, eso podía decirlo. –Supongo que eso es verdad. –Él jugueteo con decirle que él sabía cómo hacerlo bien, pero escuchó en sus pensamientos que ella ya lo sospechaba; además no quería ser grosero.

En vez de ello, él le pregunto lo que había querido saber desde que la vio por primera vez. – ¿Qué te trae aquí esta noche, Bella?

Los ojos de ella mostraron algo parecido a la alarma y se movió en su asiento de nuevo. –Yo, yo no lo sé. –Su mente estaba llena de confusión y miedo. Él movió su pulgar sobre su mano, tratando de calmarla.

–No tienes por qué temerme, Bella. No te juzgare. Solo quiero saber porque estás aquí. –Era de vital importancia para él saberlo, porque la quería como no había querido a nadie más. Quería que fuera un vampiro.

Ella suspiró y se encogió de hombros, pero sus hombros se relajaron al hacerlo, liberando algo de la tensión que le provoco su pregunta. Ella sabía que podía decirle. Debería molestarle el que ella quisiera abrirse con este hombre, este vampiro, pero no podía evitarlo.

–Estoy aquí porque Lauren y Jessica querían venir. –Él la miró expectante y ella se abrió. –Estoy aquí porque estaba curiosa sobre ti –bueno, no tu específicamente porque nunca te había conocido antes, pero curiosa sobre los vampiros.

Él rio. –No hay nada de malo con la curiosidad. Y ahora que estas aquí, ¿qué es lo que quieres?

–A ti. –Esa respuesta era fácil y no era nada más que la verdad.

Edward sonrió y trajo su mano hacia su cara, presionando sus labios en su muñeca y sintiendo su corazón acelerarse. –Me tienes. ¿Qué más quieres?

–Emoción. –Él arqueó una ceja y ella soltó la respiración. –Toda mi vida he hecho lo que se espera de mí. Tuve buenas notas, fui una buena chica, salí con Jacob porque mi papá quería que lo hiciera. La única vez que lo he desafiado, fue cuando rompí con Jacob antes de venir a la escuela.

Jacob. Edward guardo el nombre. Se sintió furioso hacia el chico que había tocado a su Bella. Porque ella era suya ahora; esta era su más simple verdad.

–Quiero empezar a vivir por mí. –Bella le dijo.

– ¿Y eliges empezar a vivir aquí, conmigo? –Él pregunto, aguantando la respiración mientras esperaba su respuesta.

La respiración de Bella se paró. Ella sabía lo que él estaba preguntando y ella sabía la respuesta que quería dar. Era fuera de toda lógica. Si ella preguntaba por tiempo, ella sabía que él se lo daría. Pero si ella tenía tiempo, se diría a sí misma que lo que realmente quería era irse a casa y casarse con Jacob como todos querían, menos ella.

–Sí. –Su voz era fuerte con su convicción. Ella quería esto. Quería la emoción de un por siempre. Ella quería a este vampiro.

Edward sintió que el alivio lo llenaba con esa simple palabra. Estaba asustado de preguntar y él nunca ha tenido miedo de algo. ¿No había discutido con Aro, el jefe de todos los vampiros, con el problema de salir a la luz? Había peleado en guerras contra vampiros más fuertes y más grandes que él y nunca tuvo momentos de miedo. Pero esta mujer humana podía llevarlo a sus rodillas con solo una palabra. Era humillante y excitante. Él sabía que había encontrado a su compañera. Podía decirlo por la manera en que ella lo hacía sentir. Lo había escuchado en los pensamientos y mentes de otros vampiros, pero nunca lo experimentó hasta que Bella entro a su vida.

Envió una suave orden verbal y unos minutos después Jay Jenks era guiado arriba por Felix. Él era un abogado humano que estaba a cargo los contratos vampíricos del Club Venom. Miro a Edward con cautela mientras tomaba un gran montón de papeles fuera de su maletín y los deslizaba frente a él y Bella.

–Este es el contrato de humano a vampiro. Sé que no necesita leerlo, señor, pero ¿quizás la joven dama debería leerlo antes de firmarlo?

Jasper apareció en la cima de las escaleras, sin polera y con sus pantalones desabrochados, no muy feliz de haber sido interrumpido. –Estoy aquí, ¿qué es lo que… –Su voz apagándose mientras veía a Bella y a el contrato. –Jodida mierda, hermano. ¿Al fin encontraste a alguien a quien quieres transformar?

Bella jadeó un poco ante la vista de un Jasper sin polera y Edward podría haberse molestado, pero sus pensamientos eran de cómo se vería él sin polera. Edward sonrió y beso su mano porque lo vería pronto.

–Sí. Jasper esta es Isabella Swan –Bella para los amigos. Bella este es mi hermano, Jasper.

Jasper tomo la mano izquierda de Bella que estaba libre en la suya y la sacudió gentilmente. –Es un honor conocer a la chica que capturó la atención de mi hermano. Nunca pensé que encontraría a alguien.

Edward rio oscuramente. – A diferencia de algunas personas, no estaba dispuesto a asentarme. Ella es mi compañera.

La boca de Jasper cayó abierta y Bella miró a Edward con confusión.

– ¿Compañera?

Edward envolvió un brazo alrededor de ella y ambos sintieron el calor de su conexión, que iba más allá de sus pieles tocándose. –Es esta… esta sensación que tenemos entre nosotros. Esta es la sensación de un compañero uniéndose a otro. No sentiré esto con nadie más aparte de ti, ni tu sentirás esto con nadie más aparte de mí.

Bella lo miró tímidamente y sonrió. –Me gusta.

–Como a mí, amor. –Sus mejillas se sonrojaron ante sus palabras. Pasó su mano derecha a lo largo de su mejilla, pasando por sus labios y a lo largo de su mandíbula.

Amor. La palabra debería haberlo dado una pausa, pero no lo hizo. Por su parte, Bella estaba vibrando con la necesidad de estar sola con él lo más pronto posible. No sabía cuándo la transformaría, pero ella malditamente esperaba que no fuera antes de que la tocara.

Edward escuchó ese pensamiento y no pudo estar más de acuerdo. –Jasper y Jay será nuestros testigos. Siéntete libre de leerlo, o podría darte un resumen.

Bella lo miró con confianza. –Resumen, por favor.

–Solo dice que estás de acuerdo en transformarte en vampiro, renunciando a tu vida humana por una eternidad conmigo. Vas a acatar las reglas que los vampiros han acordado con los humanos. Para mí, dice que prometo cuidarte por lo menos un año, el tiempo más volátil para un vampiro neófito. Te ayudaré a controlar tu sed de sangre, enseñarte como alimentarte de un humano sin matarlo, y enseñarte como tomar una vida sin causar dolor. Después de que el año termine, serás libre de dejarme, sin ser mi compañera, pero puedo asegurarte que no te enviaré lejos, ni me dejarás.

Bella rio sin aliento. –No puedo imaginar el querer dejarte, jamás.

Él sonrió ante sus palabras, porque el pensamiento de ella dejándolo lo aterrorizaba. Él no podía profundizar cuanto esta chica había cambiado su vida en tan solo una hora. Era ridículo, pero extrañamente apropiado para él.

Jasper rio. –Estás realmente ido, hermano.

–Algún día te pasara a ti, y me asegurare de reírme a tus expensas. –Edward no quitó los ojos de Bella mientras hablo.

–Señorita Bella, necesita firmar aquí y aquí sí está de acuerdo con los términos. Necesito ver su licencia, dado que debe tener 21 años o más para transformarse en vampiro; de lo contrario, necesitará consentimiento de sus padres. –Esa fue una de las estipulaciones humanas. Si eres lo suficiente mayor para tomar, se dieron cuenta que podías ser lo suficiente mayor para morir, si lo querías.

Bella soltó la mano de Edward, saco su licencia de su bolso y tomó el lápiz que Jenks le estaba ofreciendo, y firmó en la línea punteada. Se lo entregó a Edward, quien garabateó su firma sin dejar de mirarla. Jasper firmó como el testigo vampiro y Jenks firmó como el humano.

–Archivaré esto con el condado en la mañana.

–Gracias. Déjennos, ahora. –Él estaba impaciente por estar solo con ella de nuevo, y lo había dejado claro en su tono.

–Felizmente. –Jasper murmuró, apurándose donde se encontraba Jessica esperándolo en una de las habitaciones inferiores. Jenks también se fue, tan rápido como sus piernas humanas lo permitieron.

–Así que, ¿qué hacemos ahora?

Edward sonrió ante su pregunta. Había muchas cosas que quería hacer antes de transformarla. – ¿Bailarías conmigo?

Ella sonrió y asintió.

Él se deslizó fuera de la cabina y gentilmente la tiró junto a él. En vez de llevarla abajo a la pista de baile, solo la presiono junto a él al lado de su cabina, balanceándose con las últimas notas que sonaban a todo volumen en el piso de abajo.

–Hay una canción que me hace pensar en ti. Bueno, no en ti precisamente, pero en los vampiros.

Edward ladeó su cabeza y miró hacia abajo a la hermosa chica en sus brazos. Su compañera. – ¿Qué canción es esa?

E.T de Katy Perry –le dijo.

Él rio. – ¿Soy un extraterrestre?

Ella sonrió tímidamente. –Bueno, de una forma, creo. Es como una sexy canción, y habla sobre tomarme y llenarme con tu veneno, y bueno… ¿no es eso lo que vas a hacer?

Sus ojos se volvieron más oscuros y sus brazos se apretaron alrededor de ella. Él murmuró algo y casi inmediatamente la canción paro y los primeros acordes de E.T comenzaron a sonar.

– ¿Realmente eres el jefe aquí, no? –Ella preguntó, riendo mientras se comenzaban a mover con la música, sus caderas presionándose mientras se balanceaban lentamente.

–Sí, lo soy, y tú también lo serás.

Edward escucho la letra de la canción y no pudo más que coincidir con ella. – ¿Crees que soy un diablo o un ángel?

Bella lo miró y deslizó sus manos a cada lado de la cara de él. –Cualquiera que quieras ser. No me importa.

Él bajó su cabeza hacia a ella y el agarre de ella en su cara se hizo más fuerte cuando sus labios tocaron los de ella por primera vez. Ambos fueron inyectados con calor al primer toque de sus labios. Él gimió y presiono su lengua contra sus labios. Ella abrió su boca y él se deslizó dentro, haciendo un baile perezoso con su lengua a la par con la música. Ella lo era todo para él, y él nunca se sintió completo hasta ese momento exacto. Él le pertenecía a ella completamente; y si hubiera podido decírselo, lo habría hecho, pero eso requería retirar sus labios de los de ella, con lo cual él estaba en contra de hacerlo.

Bella no necesitaba oír las palabras, ya que las sentía en su toque. Esto era correcto. Aquí es donde ella pertenecía, junto a él.

Kiss me, kkkkiss me, infect with your love babe, fill me with your poison. Take me, ttttake me, wanna be a victim, ready for abduction.

Las palabras invadieron su subconsciente y se retiró de sus labios con una sonrisa. –Creo que esta canción es muy apropiada. ¿Estas segura, no?

Ella movió sus pulgares sobre su sexy mandíbula. –Nunca he estado más segura de algo en mi vida. ¿Me tomarás ahora?

Edward no necesitaba otra incitación. Él tomó su mano y la llevó hacia la pared de atrás que resguardaba sus recamaras. Presiono un botón y la muralla se abrió. Bella balanceó sus manos entre ellos mientras caminaban juntos por el oscuro corredor. Ella confiaba en él para guiarla, como confiaba en él con toda su existencia

Él tocó otro botón invisible en la pared y se abrió, revelando una brillante habitación, iluminada por una chimenea. Había murallas con estanterías y un mullido sofá verde que parecía muy atractivo para Bella. Edward la guio a través de ella y abrió las puertas francesas, adentrándola en el dormitorio. Tenía una cama grande tamaño King size de cuatro postes, con una mullida colcha blanca. El cuarto tenía muebles de madera de cereza, y la cama y la cabecera combinaban.

Edward se detuvo a los pies de la cama y miró a Bella. – ¿Es esto lo que quieres? Podemos esperar si lo…

Ella lo cortó con un beso mordaz, presionando su cuerpo contra el suyo, sus pezones endureciéndose contra el pecho de él. Las manos de él encontraron su cintura y la tiró lo más cerca de él que podía sin estar dentro de ella, sus labios devorando los suyos.

Sus manos se movieron sobre la piel desnuda de su espalda, encontrando su cierre y bajándolo lentamente, trazando cada nueva pulgada de piel que era revelada cuando lo iba bajando. Sabía que debía hablar con ella, llegar a conocer a su compañera, pero tenía que tenerla. Aun así, había cosas que debía explicar.

–Bella. –Dijo su nombre sobre sus labios, y ella hizo un sonido y trato de besarlo más fuerte de nuevo. Edward sonrió y se retiró, pasando sus manos a lo largo de su columna, haciendo que le dieran escalofríos, a pesar del calor que su cuerpo estaba sufriendo.

–Bella, mi amor, hay algo que debo decirte.

El temor se mostró en sus ojos desde la primera vez que él se acercó a ella. Él sacudió su cabeza rápidamente ante sus pensamientos. No, no estaba casado. No, no estaba cambiando de opinión. Se apuró en asegurarle.

–Tengo que decirte sobre lo que estamos a punto de hacer.

Sus mejillas se colorearon ligeramente. –Edward, no soy virgen.

Él rio y sacudió su cabeza. –No Bella, eso no. Estoy hablando de después. ¿Sabes sobre la transformación?

La cara de Bella se aclaró de su aprehensión y asintió rápidamente. Él trazó círculos flojos en su espalda, no dispuesto a romper el contacto mientras ella hablaba. –Tú me muerdes y pones tu veneno en mí, luego de que hayas tomado casi toda mi sangre. Me desmayó y estaré muerta oficialmente unos pocos días después. Vi el vídeo que todos ustedes mostraron sobre la situación.

Él sonrió suavemente. –Me alegra de que sepas el proceso, pero lo que el vídeo no muestra es que sentirás un agudísimo dolor todo el tiempo de la transformación. No dejaré tu lado, lo juro, pero no hay nada que yo pueda hacer para disminuir tu dolor. –La culpa lo atravesó al pensar en todo el dolor que le causaría, incluso si era el dolor que hará posible que ella esté con él toda la eternidad.

Bella tocó su mejilla de nuevo, sus ojos cafés encontrándose con sus hambrientos ojos negros. –No te conozco aun, Edward, pero sé en mi corazón que cualquiera sea el dolor, tú lo vales.

Él gruñó y la besó duro de nuevo, abriendo la parte de atrás del vestido y deslizando los tirantes de sus hombros. Quería arrancárselo, pero quería tomarse su tiempo –esta vez. Su primera vez.

Ella sintió su toque en lo más profundo de su cuerpo a la vez que sus dedos se movían por sus brazos. Ella estaba impaciente por sentirlo, y lo alcanzó y desabotono su camisa negra, moviendo sus manos sobre la dura y fría carne en cuanto pudo alcanzar dentro de la camisa. Edward jadeó ante su toque. Sus manos eran como fuego moviéndose sobre su piel, provocando la quemadura más deliciosa que ha tenido el placer de experimentar.

Su torso estaba desnudo, y Edward retiró sus labios de los de ella para enfocarse en el cuerpo ante él. Su piel era la más hermosa que había visto, un color durazno rosado pálido. Sus pechos eran perfectos, y sus manos estuvieron en ellos antes de que pudiera pensar, ligeramente tocando cada uno de los rosados pezones con sus pulgares.

–Eres perfecta. –Murmuró.

Ella observó las manos de él acariciando sus pechos, su respiración volviéndose desigual cuando se acercó, presionándose más fuerte en sus manos. Él rodó sus pezones entre sus dedos pulgares e índices. La cabeza de Bella cayó hacia atrás mientras dejaba salir un gemido. Edward se quedó mirando el hermoso arco que formaba la garganta expuesta ante él y juro que en un siglo de alimentarse de humanos, jamás había visto una más hermosa rendición que la de su compañera.

Bella quería continuar tocándolo, pero la sensación de sus manos en su cuerpo la sobrepaso. Ella quería recostarse en la cama y dejarle hacer lo que quisiera con ella –cosas que ella nunca soñó que quería.

Rendición. Él la quería, él la tenía. Los pensamientos de ella lo estaban volviendo loco. Edward arranco el resto del vestido de su cuerpo, incapaz de esperar más para ver el resto de ella.

Bella jadeó, pero se mantuvo quieta, dejando que la tomara. Ella sabía, de alguna manera, que el necesitaba esto. Ella nunca había sentido un entendimiento instintivo de un hombre antes, pero de nuevo, ella nunca había conocido a su compañero hasta ahora. Ella realmente no conocía el concepto, ni oyó hablar de ello hasta ahora, pero se sentía correcto para ella.

Los ojos de Edward se movieron sobre su cuerpo, como si fuera la pieza de arte más fina que él había visto, saboreando cada milímetro de su piel. Había una marca de nacimiento en su cadera derecha, y sus dedos quemaban con la necesidad de tocarla. Él trazó la marca creciente que le recordaba a un cuarto de la luna. Se puso en sus rodillas y acarició ese lugar con su nariz.

Bella miró hacia abajo y vio cómo su lengua salía y trazaba la marca que había estropeado su piel. Ella siempre la había odiado, pero en ese momento, estuvo agradecida de que estuviera ahí. La forma en que la lengua de él se movía sobre su piel hacía que cada imperfección se sintiera hermosa. Ella pasó sus manos a través de su cabello y él la miró, raspando sus dientes sobre la parte más baja de la creciente. Su estómago se sacudió en su barriga, y sintió la presión creciendo en su vagina. ¿Era posible venirse solo por un beso?

Edward rio ante su pensamiento errante y consideró probar la idea, pero él estaba justo ahí, justo en frente de su vagina y su excitación lo estaba llamando. Se movió de su cadera y besó y lamió a lo largo de la línea de su braga. Bella dio un tirón a su cabello, tratando de que él fuera donde ella desesperadamente lo quería. Él alcanzó y gentilmente tiró su ropa interior negra de encaje, bajándola por sus piernas, sus ojos enfocados en la preciosa vista ante él.

Ella estuvo fuera de ella cuando llego a sus tobillos, pateándola a través de la habitación. Edward lamió sus labios y la miró. Ahora los ojos de ella eran casi negros, sus pupilas dilatadas, bloqueando el marrón. Ella estaba aturdida y excitada, su respiración saliendo en pequeños jadeos.

Edward sonrió mientras besaba su muslo derecho, y luego el izquierdo. Su esencia abrumándolo, y quería abrirse paso dentro de ella, pero había mucho que quería hacer. Pasó su nariz a través de los suaves rizos que la cubrían, inhalando profundamente. Ella abrió sus piernas, ofreciéndole lo que él más quería. Él se apodero de su cintura mientras tomo una larga, lenta lamida a su vagina. El calor y la sensación de su lengua eran embriagadores. Las manos de Bella dieron otro tirón a su cabello mientras un ruidoso gemido escapaba de ella.

Él hundió su lengua dentro de ella y la meneó mientras dejaba salir un gruñido. Él sabía cómo hacer llegar a una mujer, y Bella se deshizo en cuanto las vibraciones comenzaron dentro de ella. Él la mantuvo arriba mientras su cuerpo convulsionaba contra él, sin detenerse, prolongando su orgasmo mientras se venía una y otra vez.

Bella se afirmó de su cabello con todo lo que tenía, incapaz de controlar la fuerza de su agarre, dado que su cuerpo no era suyo. Sensación tras sensación barrió a través de ella a la vez que su lengua trabajaba su magia dentro de ella. Ella estaba jadeando, cantando su nombre mientras cada ola atacaba. Su vagina se empujaba contra su cara mientras él continuaba lamiendo y gruñendo.

Sus paredes se cerraron en torno a su lengua, el calor y la sensación eran algo de lo que él creía nunca tendría suficiente. Eventualmente, se retiró. Si tal cosa era posible, su pene estaría muy celoso de su lengua. Quería enterrarse dentro de ese calor, y no podía esperar mucho más.

Bella jadeó por aire mientras él la dejaba bajar de su nube. Ella soltó su cabello y limpió impacientemente las lágrimas que de alguna manera se habían formado en sus ojos.

Edward estaba horrorizado porque ella estaba llorando. – ¿Te hice daño? –El miedo lo invadió mientras se paraba y la tiraba dentro de sus brazos.

Ella se escondió contra su pecho y sacudió su cabeza en negación, una risa burbujeando mientras dejaba un beso en su corazón inactivo.

– ¿Por qué estás llorando?

–No tengo idea. Solo sé que nunca me he sentido así antes, y querido Dios… ¿lo experimentaré por toda la eternidad?

Edward rio y la abrazó hacia él. –Claro, cuan seguido lo quieras.

Ella sonrió. –Por favor transfórmame ahora, entonces.

Él sacudió su cabeza y besó su nariz. –Realmente me gustaría hacerte el amor primero, ¿si estas dispuesta a ese plan?

Sus ojos brillaron mientras asentía. –Me gustaría mucho eso. ¿Sabes que más me gustaría? –Edward escuchó lo que quería en sus pensamientos, pero guardo su alegría para sí mismo, esperando a que ella lo dijera.

–Me gustaría ir a casa y obtener mi vibrador y aplastar la mierda fuera de él.

Edward se unió a sus risas entonces, su pecho sacudiéndose contra el de ella. –Esa puede ser la tercera cosa en orden luego de que despiertes.

Ella ladeó la cabeza y lo miro con interés. – ¿Y cuáles serían las primeras dos?

Él acaricio con un dedo su mejilla. –Alimentarte, por supuesto.

Ella asintió. Eso tenía sentido para ella.

–Y luego, hacerte el amor de nuevo.

Él le sonrió, y ella sintió ese tirón de nuevo en su barriga. –Bueno entonces, te sugiero que lo hagas por primera vez, así podemos apurarnos y llegar a la segunda.

Adoraba a la mujer que tenía frente a él más y más cada momento que pasaba con ella. La levanto y la llevó hasta la cama, tirando lejos el cobertor y recostándola gentilmente en las sabanas de seda. Bella lo miró, el pelo de ella esparcido a través de la almohada, su cuerpo abierto como una invitación hacia él, y él dejo salir otro gruñido. Ella era de él. Al fin, la había encontrado. Tiró su camisa fuera y sus pantalones rápidamente la siguieron, su pene saliendo libre.

Los ojos de Bella se agrandaron ante la vista del cuerpo desnudo de Edward. Ella nunca ha visto algo que se pudiera comparar a él. Ella anhelaba tocar su blanco y suave pecho, sus músculos perfectamente moldeados y su largo, duro pene, que apuntaba directamente hacia ella, como si estuviera de acuerdo con el pensamiento de Edward de que era suya. Ella lo alcanzó, y él se agachó a sus brazos. Sus labios se encontraron a la vez que su cuerpo descansaba sobre el de ella, sus pieles frotándose y mandando olas de calor a través de sus cuerpos.

Frotó su pene contra su calor, queriendo estar dentro de ella más que cualquier otra cosa en el mundo. Ni siquiera la más deliciosa sangre que había probado podría compararse con la sensación de su compañera debajo de él. Bella abrió aún más sus piernas y se presionó contra él, la punta de su pene deslizándose dentro de ella. Ambos jadearon, y Edward se empujó dentro de ella con un rápido y suave movimiento. Sus ojos se miraron mientras se cuerpos eran unidos al fin.

Hogar, ella pensó.

La mente de Edward hizo eco a la de Bella. Nada se sentía más correcto que lo que ella hacía. Sus ojos se mantuvieron en los de ellas mientras se movía lentamente, dentro y fuera de ella. Ella envolvió sus piernas alrededor de él, alentándolo a que fuera más profundo, y él realizó un movimiento para acomodarla. Ella alcanzó y tocó su mandíbula, antes de trazar sus labios.

– ¿Edward? ¿Es posible que me muerdas ahora, sin transformarme?

El deseo en su voz hizo que el quisiera enterrar sus labios en su garganta y probarla, pero sabía que no sería capaz de detenerse ante solo una probada si tenía enterrado sus dientes en ese maravilloso cuello.

–Dame ese dedo. –Le dijo.

La sonrisa de Bella ilumino su cara, y él estuvo aturdido debido a cuan gloriosa era ella. Era más hermosa que cualquier mujer vampiro, que fuera más encantadora. Ella deslizó su índice izquierdo dentro de su boca, y él lo lamió y chupo, haciendo remolinos con su lengua, antes de retirarse ligeramente y pinchar la piel con solo un diente. Una gota de sangre se deslizó en su lengua, y él gruñó ante el sabor de ella. Bella gimió cuando este empujo más fuerte dentro de ella, chupando su dedo. Su vagina de apretó alrededor de él mientras se venía, el placer recorriéndola, su cabeza presionada hacia atrás en la almohada, su cuello ofrecido a él.

La única que él quería más que a su sangre era ella. Soltó su dedo y pasó la lengua sobre este, sellando la herida con un poco de veneno. –Eres exquisita. –Le dijo.

Sus ojos se abrieron. – ¿Tengo un buen sabor?

Él rio oscuramente. –Tú, querida, eres el vino más fino, el bistec más jugoso, y el whiskey más suave, todo en uno.

– ¿Quieres más?

Él gruñó ante sus inocentes palabras. Ella no sabía lo que estaba ofreciendo, tampoco sabía del control que él estaba tomando para no tomarse toda su vida, o el de enterrarse tan profundo dentro de ella que le quebraría algunos huesos. Si no fuera por el hecho de que la amaba, lo haría.

–Sí quiero, pero lo haré pronto.

Besó sus labios fruncidos, y ella abrió su boca para él. Él deslizó su lengua dentro de la boca de ella. Ella podía sentirse en él, su vagina y su sangre, y lo encontró extremadamente erótico. Edward había despertado un lado de ella que no sabía que existía, pero sabía que no quería perderlo otra vez.

Edward sintió esa sensación de hormigueo en sus testículos y supo que no podría aguantarse por todo el tiempo que él hubiera querido. Viendo su reacción a la sangre, sintiéndola chupar su lengua como si quisiera saborearse ella misma, era mucho para él. Él levantó sus caderas y se empujó más profundo dentro de ella, tragándose su grito de placer y dolor mientras la follaba más fuerte.

Sus caderas golpeaban las de ella, el sonido haciendo eco en toda la habitación. Las piernas de ella se apretaron a su alrededor, sus pies enterrándose en su trasero para impulsarlo a ir más rápido y profundo. Él cumplió, yendo más rápido mientras ella comenzaba a convulsionar bajo él. Su vagina se cerró en torno a su pene, y él quebró el beso, tirando hacia atrás la cabeza y dejando escapar un alto gruñido mientras se venía dentro de ella, su veneno frío derramándose en su fiero calor.

Él colapsó arriba de ella, y descansaron allí por un largo periodo de tiempo, él escuchando a su corazón, y Bella pasando sus manos por la espalda de él. Él eventualmente se recompuso y la miró. Ella estaba completamente saciada, sonriéndole perezosamente mientras lo miraba.

–Eso fue indescriptible. –Bella le dijo.

Él escucho el desorden de pensamientos en la cabeza de ella, las cosas que ella quería decir y que las rechazaba por ser muy pobres, clichés y aterradoras. Sin embargo, no lo eran. Él sentía lo mismo que ella.

–Lo fue. –Él quitó el cabello de ella fuera de su cara, maravillándose con su suavidad. –Sé que esto suena tonto, si consideramos todo, pero siento que tengo que decirlo antes de hacer esto.

Ella estaba confundida, y su nariz se arrugo un poco mientras le preguntaba. – ¿A qué te refieres?

–Me refiero a que, ya he comprometido mi vida a ti. Eres mi compañera. Fui hecho para amarte. Pero no lo he dicho, y necesito rectificar eso antes de seguir adelante.

– ¿Decir qué?

–Te amo.

Los ojos de ella se llenaron de lágrimas otra vez, y asintió. –Te amo, también. Es loco porque ni siquiera te conozco, pero solo lo hago.

–Llegaremos a conocernos el uno al otro. Tenemos todo el tiempo del mundo. –Él tendría que decirle que podía leer su mente. Se preguntaba si eso la molestaría y decidió lidiar con eso en otro momento.

–Lo sé. –Ella se inclinó y lo besó ligeramente.

– ¿Estás lista?

–Más lista de lo que he estado en toda mi vida.

–Tu vida ha sido fugaz, Bella. 21 años no son nada comparado con todo lo que se te dará.

–Lo sé. Sé que mi padre estará enojado. Sé que mis amigos estarán asombrados. Aunque simplemente no me importa. Esto es lo que quiero, Edward. Tómame. –Ella tocó su apuesto rostro otra vez. –Lléname con tu veneno, justo como dice la canción.

Él la besó, por un tiempo y duro. Liberó sus labios y beso la mejilla de ella, hasta llegar a su oreja izquierda. –Serás mía, para siempre.

–Eso es todo lo que quiero. – Ella murmuró. Ella la había encontrado, esa pieza que faltaba y ahora todo había caído a su lugar.

Él le besó el lóbulo de su oreja, luego detrás de su oreja, dejando que su lengua saliera para probar su suave piel. Se sintió como por siempre para Bella hasta que él alcanzo su cuello. Él chupo la piel delicada de allí, atrapándola con los dientes y pasando su lengua sobre la piel sin soltarla. Bella gimió y se retorció con impaciencia. La soltó y la miro, la belleza que lo había cautivado completamente.

Besó sus labios una vez más. Bella le sonrió y le asintió, confiando, con su vida, completamente en él. Eso era excitante para Edward, esa completa y total confianza. Besó su piel húmeda, probando su veneno mezclado con el sabor floral que ella tenía. Su mano izquierda se unió a la derecha de ella mientras abría su boca y enterraba gentilmente sus dientes en su garganta. La sangre de ella se derramo en su boca, y el agarre que tenía en su cabello aumento. Él lamió su cuello, tragándose los bocados de sangre caliente.

Aunque su sabor era algo que él jamás había probado, y aunque quería tomar toda su sangre, Edward no dejaría que lo sobrepasara su único, perfecto sabor. Escuchó como el corazón de ella comenzaba a fallar. Sintió que el agarre de ella en su cabello comenzaba a debilitarse, y él se detuvo, poniendo su veneno en la herida. No era difícil para Edward hacer el veneno necesario para transformarla. Solo necesitaba mirar a su pálida cara, el cuerpo desnudo bajo él, y su deseo comenzaría otra vez. Serían unos largos tres días, pero ella valía la espera.

Él selló su cuello con una larga lamida de su lengua, saboreando, por última vez, la sangre de ella que él obtendría. Los ojos de ella estaban cerrados, su corazón palpitaba débilmente, ya no era ese fuerte palpitar de antes, pero era lo suficientemente fuerte para llevar el veneno a sus venas. Edward se movió de encima de ella, rodándolos a ambos para que la cabeza de ella descansara en su pecho.

–Me quedaré, mi amor. Estaré justo aquí cuanto te despiertes.

Él se recostó y comenzó a contar los segundos hasta que se despertara, porque el tiempo era nada hasta que ella estuviera de nuevo con él.


N.T: Vi esta historia y supe que tenía que traducirla, realmente me encanta. Espero que esta historia las conquiste tanto como lo hizo a mi. Trataré en lo posible de actualizar los Domingos. Muéstrenme un poco de amor.

Suzie