Capitulo 1
La sangre abarcaba todo el suelo, pintandolo de un color carmesí ya existente. Ivan agarró la parte baja de su majestuosa vestimenta para que no se manchara de ese precioso rojo. No pudo evitar sonreir aún más de lo que lo hacía, divertido.
"Aquella macabra escena combinaba tanto con su cuarto. Con su reino…"
Ivan rió con suavidad, cual niño pequeño que había cumplido su sueño.
-A veces podías ser tan molesto,da~.
Un golpe seco se escuchó por todo el lugar. Ivan alzó la cabeza de forma infantil sin borrar su sonrisa. La puerta de sus aposentos estaba abierta mostrando a su más leal y fiel sirviente, Toris. Al parecer estaba agotado, seguramente de correr hacia allí después de que le dijeran la situación. Ivan rió divertido ante ese pensamiento y más al ver como su fiel sirviente habría los ojos enormemente ante el horror que tenía justo delante. La verdad, le compadecía…Ver una escena así no debía ser divertido…para ellos.
Aterrorizado, retrocedió al ver la escena frente a él. Por muy leal y valiente que fuera, era en ocasiones así en las que podía denominarse cobarde y con razón. En frente suya se encontraba su Majestad, la persona a la que ofreció su lealtad, su Rey, rodeado de un gran charco de sangre y sujetando, en su mano derecha, una de las hachas más grandes y majestuosas del reino, que antes había sido una simple decoración en la pared de los aposentos de Ivan. Pero, ahora, no era solo una decoración. Su Rey la había cogido y la había usado para matar, más exáctamente, para cortarle la cabeza a alguien. Como tantas veces había ordenado, pero nunca había hecho con sus propias manos.
Lo peor era que no había matado a alguien cualquiera. Había matado a la "reina" o se podría decir "consorte por compromiso", porque el muchacho, que en Paz descanse, no había tenido ningún derecho de mandar en el reino, a pesar de que muchas veces se denominó a sí mismo un "héroe".
Toris no pudo evitar pensar que en realidad nunca fue un héroe. Los héroes no se convierten en el consorte del villano, aunque sea por obligación y compromiso. Lo héroes no mueren…
De pronto, un golpe sordo le hizo sobresaltarse y parar en el carril de sus pensamientos. Su Rey había soltado el hacha y lo había tirado al suelo. Toris no pudo evitar sentir un escalofrío al darse cuenta que su Majestad era la única cosa limpia y viva de la habitación. Erguido en toda su realeza.
Aunque fuera un desalmado seguía siendo el Rey y debía dar ejemplo.
Además de que llevaba un buen rato observandole fijamente, sonriente. Como si no pasara nada. Parecía esperar algo de él…
-Toris, limpia todo esto.-ordenó con rigidez en su palabras. Toris no pudo desviar la mirada de él.
Lentamente, Ivan se acercó a la puerta para salir. Cuando pasó por su lado rozando su monárquica ropa levemente con la suya, sintió un escalofrío. De pronto, su Rey se quedó quieto junto a él, le observó y puso una mano suavemente sobre su hombro. Su agarre, por el contrario, era firme.
-Esto no se lo dirás a nadie. ¿Verdad, Toris? -dijo de forma infantil, pero amenazante en sus palabras.
- P-Por supuesto, señor.- contestó tembloroso. Ivan rió con suavidad y se fue lentamente. Su vestimenta carmesí moviendose con gracia tras él.
- M-Majestad…-se atrevió a decir. ¿Por qué lo hizo? No lo sabía, simplemente, la curiosidad le había vencido. Su Rey paró despacio y se volteó hacia él. Su rostro denominaba una graciosa curiosidad, típica de un niño.
-¿Por…Por qué lo hizo?- preguntó temeroso de la respuesta. Ivan alzó la mirada hacia arriba. Como si la respuesta fuera a estar en el techo. Sonriendo alegremente, pensando. Intentando recordar de una forma muy infantil algo importante que había pasado hace pocos minutos.
Un silencio sepulcral inundó el pasillo y los aposentos.
-Se burló de mi…-se escuchó, finalmente decir.- Se rió de mi forma de gobernar, dijo que al final me quedaría solo, que nadie me quería…
Hubo un silencio tenso.
-Se ha burlado de mi muchas veces, pero hoy…hoy no iba a permitir que dijera esas cosas. No iba a permitir que las dijera nunca más…
De pronto, recordando lo dicho anteriormente dijo:
-¿Toris me quiere? -me preguntó mirandole de una forma algo preocupada, pero su sonrisa no se había ido.
Toris se sorprendió por la pregunta. No se la esperaba…
- Y-Yo…ehm…supongo que sí.- respondió sin atreverse a decir lo contrario. Bueno, sentía cierto cariño hacia su Rey, pero no sabía si era porque lo sentía de verdad o por puro miedo. La sonrisa de Ivan se ensanchó:
-Entonces, lo que Alfred decía era mentira,da~.- respondió feliz antes de marcharse.
-¿Qué…Qué les diré a los demás?
Volvió a frenar en seco y le miró de reojo.
-¿Los demás?- preguntó con curiosidad.
-Si me preguntan por…Alfred.-quiso añadir Toris.
Su Rey volvió a sonreir y prosiguió su camino.
-Diles que ha ido a un lugar mejor.- contestó sin voltearse. Saliendo por las puertas. La forma en la que lo dijo fue lo que hizo que a Toris se le pusieran los pelos de punta.
OoOoOoOoO
La sonrisa de Ivan se acrecentaba más y más. Ver que la noticia se extendía poco a poco y que todos murmuraban cada vez que pasaba cerca de su corte le hacía sentirse importante. Una importancia de la que se sentiría orgulloso un niño. Se dirigía a la Sala del Trono y aún no había llegado cuando la noticia ya estaba en todas partes. El simple hecho de que todos sintieran un escalofrío cada vez que pasaba por su lado hacía que le latiera el corazón. Cuando llegó, la Sala parecía vacía.
Sus pasos se hacían eco por todo el lugar que contenía su color favorito, el Rojo. Su reino consistía primariamente de ese color y el de los corazones. Se sentía orgulloso por eso. Hasta su vestimenta consistia del color rojo y blanco para el suave pelaje de las mangas y el cuello. También tenía corazones de todos los colores, principalmente negro y rojo, por las mangas y el abrigo, excepto por su capa. Esta solo tenía un bello tono carmesí. Su pequeña corona sobre su pelo beige era de color oro y rojo, con minusculos corazones en sus puntas. Por el contrario sus ojos eran violetas. Un color completamente distinto a los otros.
Se acercó al Trono que le pertenecía y se sentó muy sonriente. Observó con pura curiosidad infantil la pequeña mesita a la derecha de su asiento. Contenía una bolsa de caramelos y una caja de bombones con forma de corazón. Sonrió alegre y cogió uno, empezando a comerselo.
De pronto, le pareció oir un ruido parecido al de algo balanceandose. Dirigió su mirada hacia el sonido y rió ante la escena. Feliks se encontraba totalmente en su mundo de color rosa y ponis del mismo, balanceandose en su caballito de madera que podríamos decir…no era de color marrón. A Ivan le caía bien Feliks. Era de esa gente que, a pesar de que sabía que eras peligroso, te trataba con naturalidad. Aunque, a veces, podía ser algo entrometido y muy caprichoso.
Feliks dejó de balancearse en su caballo de madera y le miró. Ivan graciosamente alzó la mano saludandolo. Haciendole saber que llevaba un buen rato observandole hacer el idiota con el absurdo caballito rosa.
-Hola, hombre grande.- le dijo Feliks. Ivan rió ante la gracia.
-Buenos días, Feliks.
-Osea como que ya me enteré de lo que hiciste esta mañana. Qué bien te lo montas, ¿no?- dijo moviendo levemente sus pies hacia delante y hacia atrás con su caballo, mientras su rostro lo tenía posado en este, mirando a Ivan.
-¡Da~! -contestó el mayor comiendose otro corazón de chocolate alegremente, sin darle mucha importancia al asunto.
- Bueno, como que podía ser algo irritante, pero osea no era un mal tipo.- siguió Feliks. Ivan tardó en responder terminandose el bombón.
-Eso lo dices porque no tenía que soportarle las 24 horas que dura el día. ¡Ufuu~!
Feliks decidió no seguir con el asunto. De pronto, se dió cuenta de la bolsa de caramelos y bombones que tenía Ivan a su derecha. Feliks se levantó del caballito muy indignado.
-¡Osea como que eso es tope injusto!- dijo de pronto.
Ivan que tenía los ojos cerrados de felicidad mientras se comía otro bombón alegremente, le miró sin comprender. Vió hacía donde se dirigía la mirada de Feliks y comenzó a reirse sin responderle.
- ¡Osea como que por lo menos podrías tener el detalle de darme una piruleta! -volvió a decir pataleando el suelo infantilmente.
-Espero que Feliks no olvide quien es el que manda aquí,da~.- comenzó a decir Ivan de forma siniestra.- Demo…de todas formas Feliks es un niño demasiado caprichoso.- terminó de forma graciosa haciendo un mohín de enfado y tristeza. Cuando Ivan y Feliks tenían ese tipo de peleas los dos llegaban a ser muy infantiles.
-Tu tienes muchos dulces. Como que no importa si me das uno.-dijo alzando la mano esperando su pedido ansiado. Ivan rió graciosamente y le dio una piruleta con forma de corazón y sabor a fresa. Feliks lo cogió al vuelo y rápidamente se lo metió en la boca.
-La próxima vez si Feliks quiere algo debe pedirmelo con mejor educación,da~. Puedo hacer que te corten la cabeza con una sola orden.
-Esta bien, hombre grande.- dijo Feliks mientras se acercaba a su caballo y lo recogía para salir de la Sala.
- De todas formas, eres un simple paje. No entiendo como puedes ser tan caprichoso.- dijo Ivan, aún con su buen humor.
-Osea como que debe ser de familia. Bye bye~.-dijo antes de marcharse alegremente con su caballito.
Ivan rió graciosamente y se puso cómodo en su asiento. Dentro de poco tenía trabajo que hacer, jugar un partido de croquet por la tarde y entrada ya la noche una charla con la corte. La corte…No pudo evitar reir y pensar en Yao. Le hubiera gustado saber que cara puso cuando se enteró de la noticia sobre la muerte de Alfred. Por supuesto se hiva a aprovechar de la situación.
