Rated: Explicit.

Género: Romance, Drama.

Pareja: Shiro/Keith.

Capítulos: 7

Dedicatoria: a Mundo Crayzer, por escuchar (leer) mis desvaríos mientras escribía esta Hidra de Lerna. Love you to Arus and back!

Disclaimer: Los personajes Voltron: Legendary Defender son propiedad de DreamWorks, Netflix, Lauren Montgomery y Joaquim Dos Santos (y otro montón de gente). La historia a continuación es de mi autoría, tomo responsabilidad por ella y no gano más que paz mental por publicarla.


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Acción y Reacción

Maye Malfter

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Capítulo 1

—¿Y estás completamente segura de que no se puede acelerar el proceso? —preguntó Keith, por quinta o sexta vez en lo que iba de ciclo diurno.

Allura ni siquiera subió la mirada para verle, dejándola fija en la pantalla azul que se expandía en medio del aire a la altura de sus manos. Sin embargo, una sonrisilla condescendiente le decoró los labios.

—Sólo unos ticks más, Keith —repitió con calma.

—Siempre son unos ticks más —farfulló Keith a su vez, cruzándose de brazos y enfurruñándose como sólo él sabía hacerlo.

Shiro pendía de un soporte invisible dentro de la crio-cápsula, recuperándose de la enorme herida recibida durante el ataque de Voltron a la nave de Zarkon, para recuperar a Allura de las garras del Imperio Galra. Quizá la herida no hubiera necesitado tantas vargas dentro de la cápsula si no hubiera pasado lo segundo, cuando la Haggar envenenó el agujero de gusano e hizo que los paladines se desperdigaran por todo el universo.

Fue una suerte que Keith cayera en el mismo planeta desolado que Shiro, porque al final terminó usando al León Negro para rescatarle de las garras de enormes panteras alienígenas. No obstante, Keith no podía dejar de pensar en todo lo que pudo haberle pasado a Shiro si no llega a ser porque él se encontraba cerca. Era ridículo lo mucho que su amigo era propenso a las calamidades.

Si no lo logro, quiero que tú seas el líder de Voltron.

Todavía no podía creer que Shiro dijera aquello antes de que Pidge, Allura y Coran los encontraran. ¡Keith ni siquiera tenía madera de líder, para empezar! Así que era completamente imposible que alguien como él pudiera liderar al Equipo Voltron.

Sí, puede que durante las pocas veces en el Cuartel Galáctico en las que sus profesores no lo estaban gritando, Keith recibiera unos cuantos elogios por sus capacidades para la estrategia, pero aun así. Ser líder de una misión espacial terrícola no era nada comparado con ser el líder de algo tan importante como Voltron.

Y aun incluso si Keith tuviera madera de líder, él jamás pensaría ser quien guiara a Voltron. Él único y verdadero líder del equipo era y siempre sería Shiro. Él era perfecto para aquella tarea, y si de Keith dependía salvarlo las veces que hiciera falta para mantenerlo con vida y completo al volante del León Negro, pues él lo haría con ganas.

Shiro volvió a removerse dentro de la cápsula, gimiendo por lo bajo, como si algo le doliera. Keith apretó más los brazos contra su cuerpo.

Cuando Hunk preguntó qué era lo que pasaba, Allura explicó que algunas veces el proceso de curación generaba impulsos neuronales involuntarios. Hunk dijo que parecía estar teniendo una pesadilla y aunque Keith lo contradijo, varias vargas después y habiendo mirado a Shiro quejarse y gemir lo suficiente, él también comenzaba a creer que las palabras de su amigo tenían algo de razón.

Keith miró a su alrededor. Lance y Hunk yacían sentados en el piso, espalda contra espalda y dormitando con completo descaro. Allura y Coran seguían en su tarea de revisar los sistemas del castillo en busca de fallas relacionadas con el agujero gusano envenenado. Y Pidge estaba sentada en un escalón, con el computador portátil sobre el regazo y tecleando alguna clase de código que Keith no alcanzaba a comprender.

Sabía a ciencia cierta que todos y cada uno estaban tan preocupados por Shiro como él mismo. Ninguno se había movido apenas del lado de la crio-cápsula desde que Keith y Coran cargaron a Shiro hasta dejarlo dentro. Sin embargo, a Keith todavía le impresionaba que fueran capaces de hacer algo más aparte de esperar a que Shiro se recuperara. Él ciertamente no podía.

Keith ya había intentado entablar alguna clase de conversación con sus amigos, interesarse por los arreglos del castillo e incluso entender lo que Pidge hacía en su portátil. Pero nada parecía distraerle lo suficiente del muy inconsciente Shiro flotando y gimiendo a pocos metros de distancia.

Así que al final se conformó con caminar de un lado a otro, con el ceño fruncido, los brazos cruzados sobre el pecho y la firme convicción de que Allura sólo decía lo de los "pocos ticks más" para fastidiarle.

La voz de Shiro resonó dentro de su cabeza: "La paciencia trae concentración." El consejo le había venido realmente bien en innumerables ocasiones, sobre todo considerando lo muy impulsivo que podía llegar a ser. Pero en ese preciso momento, la paciencia, la concentración y los "algunos ticks más" de Allura podían irse todos a dar un paseo por Wozblay.

Tendría mucha más paciencia si estuvieras fuera de esa maldita cápsula, pensó, dedicándose a mirar el gran armatoste como si le hubiera ofendido de forma personal. Y como si de alguna clase de conexión rara se tratase, la crio-cápsula brilló y se abrió, liberando a su ocupante.

Keith se apresuró a ayudarle, sosteniéndole antes de que se diera de bruces contra el piso del puente de mando. Los demás corrieron de inmediato a su encuentro. Hunk, increíblemente espabilado para alguien que estaba babeando sobre su pecho algunos doboshes atrás, fue el primero en llegar junto a Keith y Shiro. Entre ambos lo ayudaron a sostenerse en pie.

Allura se acercó a su rostro, examinándolo con ojos entornados, como si buscara indicios de algo que los demás no alcanzaban a entender. Shiro enfocó la mirada hacia ella y logró componer una sonrisa, que la alteana devolvió junto con una pequeña caricia en la mejilla de Shiro.

—Bienvenido, paladín —dijo con voz solemne, como quien recibe a un viejo amigo después de no verlo en mucho tiempo.

Para frustración de Keith, un pinchazo de algo desagradable se instaló en su estómago tras ese gesto. Bonita manera de recordar que siento cosas por mi lider de equipo, se reprendió mentalmente, obligándose a pensar en todo menos en el pequeño monstruo posesivo que definitivamente no estaba haciendo una pataleta dentro de su cabeza.

Pasada la emoción inicial, resultaba más que evidente que Shiro necesitaba descanso más allá de una crio-cápsula. Así que incluso antes de que Allura lo sugiriera, Keith y Hunk comenzaron a ayudar a Shiro para que pudiera llegar a su recamara.

Durante el camino al ala de dormitorios nadie dijo palabra alguna. Y fue solo cuando Shiro estuvo recostado en su cama que Keith volvió a escuchar la voz de Hunk.

—Me alegra mucho que estés bien, Shiro —comenzó, de pie en medio de la alcoba y balanceándose sobre sus tobillos—. Me gustaría quedarme más rato, pero tengo que ir a buscar a Lance y también voy a ir a hacer la cena. Si te animas, eres bienvenido más tarde en el comedor. Nos vemos luego.

Y como si alguien le hubiera pedido que se fuera, Hunk salió por la puerta automática.

Keith se quedó demasiado tiempo mirando el hueco por donde acababa de desaparecer su amigo, tan confundido con su actitud que estuvo a punto de dar un salto cuando Shiro rompió el silencio.

—Keith… —Shiro le llamó desde la cama, con la voz áspera y patosa propia de alguien que no ha tenido que usarla en muchas vargas.

Keith se giró para verle, notando que el hombre se había incorporado sobre la cama y ahora estaba semi sentado, apoyado sobre los codos. Lo que fuera que Shiro quería hacer no tenía pinta de involucrar demasiado descanso.

—¿Te das cuenta de que te trajimos aquí para que reposaras un poco más? —reprendió Keith, acercándose a la cama y sentándose en la orilla del colchón, de tal forma que él y Shiro quedaban casi frente a frente—. Deberías intentar dormir algo antes de la cena.

—¿Qué no dormí suficiente dentro de esa cápsula? —replicó Shiro, sentándose un poco mejor y tomándose el costado de manera inconsciente. Puede que la herida ya no estuviera, pero por lo enconosa que parecía antes de que los rescataran, seguramente ahora habría una gran cicatriz en su lugar.

—Eso no es dormir. Es más como estar suspendido en el tiempo. No creo que Lance lo aprobaría como sustituto a su "sueño de belleza". —Shiro se rio por su comentario y Keith no pudo evitar sonreír también.

Recordaba claramente la vez que a Lance se le olvidó quitarse la mascarilla nocturna y apareció en el entrenamiento con toda la cara cubierta de pegote blanquecino. Hunk, Pidge y él no dejaron de molestarlo en quintantes, e incluso Coran comenzó a decirle "paladín blanco". Lo que casi nadie sabía era que el mote se lo había puesto Shiro, sólo que Keith se encargó de difundirlo.

Eran buenos recuerdos, recuerdos alegres de cuando ser un paladín de Voltron no había probado ser ni de lejos tan angustiante y peligroso como en la última semana.

Después de la broma de Keith, se quedaron en silencio un rato. No se estaban viendo a los ojos ni nada por el estilo, o al menos Keith no creía que eso era lo que hacían. Con Shiro jamás había sabido distinguir entre "un pequeño destello de complicidad" y "hace varios doboshes que se miran a los ojos sin hablar". Nunca, ni siquiera cuando era un cadete, Keith había podido separar entre lo que era normal o no entre dos chicos que no tiene más relación entre ellos que una profunda e inocente amistad, como Shiro alguna vez le dijo que tenían.

Profunda e inocente amistad. Si Shiro supiera la mitad de los sentimientos de Keith hacia él, seguramente no escatimaría en lo profundo, pero se quedaría corto con lo de inocente.

—Lo que dije en ese planeta es cierto, ¿sabes? —dijo Shiro de repente, sacándole de sus pensamientos—. Si algo llegara a pasarme, quiero que tú seas mi sucesor.

—Deja de decir esas cosas, que nada va a pasarte —replicó Keith. Shiro tenía ese gesto resuelto que él tanto se empeñaba en pretender que no le gustaba—. Mientras yo esté contigo estarás bien.

Shiro esbozó una sonrisa, pero no cedió ni un ápice en su determinación. Bastardo testarudo.

—Está bien, pero puede que no siempre estés ahí para cuidarme la espalda —insistió.

—Siempre lo estaré —contradijo Keith—. Pase lo que pase. Así que deja de decir tonterías.

La sonrisa de Shiro después de ese comentario fue mucho más genuina, y Keith se sorprendió perdiéndose en ella como el gran imbécil que era. Recompuso el gesto a tiempo para fruncir el ceño de manera casual.

—Ya que estamos en la misma página, me parece que es mejor que te deje descansar.

Keith hizo ademán de levantarse de la cama, pero Shiro le retuvo al halarle suavemente por una muñeca. Lo hizo con su mano humana, por lo que Keith podría sentir con claridad el calor del otro al contacto con su piel.

—No era sólo eso de lo que quería hablarte —dijo Shiro, en un tono dubitativo que hizo que a Keith se le erizara la piel.

¿Acaso querría discutir…? ¡No! Esas cosas no le pasaban a él. Y menos con Shiro. El tipo lo consideraba un hermano menor en el mejor de los casos y una molestia digna de lástima en el peor. Aparte, nunca había dado señales de notar lo que Keith sentía por él. Así que era virtualmente imposible que justo ahora quisiera hablar de ello.

Keith se obligó a prestar atención, apartando su muñeca del agarre de Shiro lo más normalmente que pudo.

—¿Qué pasa? —preguntó—. ¿Es algo de Voltron?

La mirada de Shiro cambió, algo centelleando en esos ojos marrones a demasiada velocidad para que Keith lo pudiera reconocer. Al final, Shiro exhaló.

—No estoy seguro, pero creo que alguien me ayudó a escapar de los galra.

...

Shiro se sentía exhausto, tanto física como mentalmente. El último quintante probó ser una verdadera montaña rusa de acontecimientos, comenzando cuando Keith le convenció de decir a todos lo que vio mientras dormía en la crio-cápsula y terminando con la desaparición de Ulaz, el doble agente galra que le ayudó a escapar.

Con Ulaz muerto, también morían las esperanzas de Shiro por saber qué paso exactamente durante su estadía en el crucero enemigo. Incluso sabiendo que no era lo ideal, Shiro se había permitido entretener la idea de recuperar sus recuerdos perdidos. Pero como era de esperarse, al final todo terminó yéndose por un caño.

Y ni qué decir de Ulaz y su sacrificio. Sabía que el galra tomó sus propias decisiones, pero Shiro no podía evitar sentirse culpable de su muerte. De no haber sido por él y su insistencia de encontrarle, jamás habrían dado con el Taco Espacial, y probablemente Ulaz seguiría con vida.

Por supuesto, no había manera de saber que Zarkon lograría rastrearlos dentro del bolsillo espacio-tiempo. De hecho, la extraña forma en la que el robestia logró encontrarlos gritaba a voces que algo raro estaba pasando. Sin embargo, lo que realmente le impedía a Shiro dormir era pensar en cómo había estado tan cerca de saberlo todo y aun así no lo había conseguido. Sentía sus recuerdos escapársele como agua entre los dedos y cada día que pasaba, Shiro iba perdiendo más y más las esperanzas.

Un golpe metálico resonó en la habitación e hizo que Shiro regresara al presente.

—Adelante —dijo hacia la puerta.

Shiro se incorporó sobre la cama y encendió la luz. Keith entró un instante después, ataviado como él en ropa para dormir. Aparentemente, Shiro no era el único a quien el sueño lo esquivaba.

—Siento molestar, ¿ya estabas dormido? —se disculpó el muchacho. Estaba de pie en medio de la habitación, con un gesto vacilante en el rostro. Shiro no pudo evitar esbozar una sonrisa.

Por mucho tiempo que hubiera pasado, Shiro siempre se sorprendía a sí mismo pensando en Keith como aquel cadete inteligente pero solitario que conoció en su último año de academia.

—Descuida —desestimó, haciéndole un gesto con la mano para que se acercara—, no puedo dormir. E imagino que tú tampoco.

Keith negó con la cabeza.

—No puedo sacarme a Ulaz de la cabeza —dijo sin rodeos—. Sigo pensando en todo lo que nos contó: que hay galras en contra de Zarkon, que incluso hay infiltrados dentro de sus filas y también… —Keith parecía deseoso de decir algo más, pero prefirió dejar la frase inconclusa. Shiro estaba más que acostumbrado a aquello. Guardarse cosas para sí mismo era básicamente un rasgo de personalidad de su amigo.

—Lo que yo todavía no entiendo —agregó Shiro— es por qué Ulaz decidió salvarme a mí. Según recuerdo, fue porque el León Azul estaba en la tierra y Zarkon quería hacerse con él. También algo acerca de que ser un guerrero y un líder me hace un símbolo de esperanza, pero… No lo sé. No es como si Ulaz hubiera podido saber que liderar Voltron estaba en mi destino, ¿o sí?

Keith le miró y se encogió de hombros, con expresión de estar verdaderamente apenado por no saber las respuestas a las preguntas de Shiro.

—Tal vez vio algo en ti —ofreció—. Algo especial.

—¿Algo como qué? —insistió Shiro—. Dudo mucho que yo fuera el único guerrero competente en la Arena. O que haya sido el mejor gladiador de los últimos diez mil años. ¿Qué hace que un doble agente arriesgue su posición y su vida para ayudar a escapar a un terrícola don nadie como yo?

Ante esto, Keith colocó una mano sobre el hombro de Shiro, en un gesto confortante. Buscó su mirada y Shiro no pudo evitar percatarse en lo raros y hermosos que eran los ojos del muchacho: un gris tan particular que con la luz correcta podía parecer violeta oscuro.

—No saber lo especial que eres es lo que te hace más especial —dijo Keith por fin—. Todos estamos aquí gracias a las más increíbles casualidades; si alguno hubiera decidido hacer algo diferente a lo largo de su vida, probablemente no estaría aquí ahora. Si me lo preguntas a mí, de todas las posibilidades imaginables yo sólo puedo agradecer ser capaz de compartir esta loca misión suicida contigo.

Shiro sonrió, sintiendo las mejillas calentársele un poco y dando gracias a su constitución y ascendencia por no ser de los que se sonrojan fácil. Colocó su mano galra sobre el antebrazo de Keith, intentando que el contacto dejara entrever lo mucho que significaba para él todo lo que el chico le decía.

—A mí también me alegra estar contigo —dijo honestamente—. Después de todo, eres mi persona favorita.

Lo siguiente que pasó, Shiro jamás pudo haberlo previsto.

Al principio su cerebro lo registró como un abrazo. Keith y él solían abrazarse constantemente, así que no hubiera sido raro para los dos sellar el momento con un abrazo fraterno. Pero eso definitivamente no era lo que pasaba, siendo que el rostro de Keith, en lugar de descansar sobre su hombro o el hueco de su cuello, ahora estaba unido al suyo por medio de sus labios.

Shiro tenía los ojos abiertos, pero por la cercanía todo lo que alcanzaba a ver eran borrones color carne y negro, y retazos sueltos de la pared del fondo. Sentía a Keith tomarle el rostro con ambas manos y sus pulgares acariciarle los pómulos mientras sus labios apenas estaban en contacto con los de Shiro. Fue entonces cuando pasó la segunda cosa inverosímil de la noche.

Shiro suspiró dentro del beso, cerró los ojos y acercó a Keith por la cintura, convirtiendo lo que antes era simple contacto en algo mucho más profundo. No supo por qué lo hizo, si se sintió atrapado en el momento o fue algo más complicado que eso. Lo cierto fue que una vez comprometido con el beso, Shiro no estaba ni cerca de dejarlo pasar por algo ligero.

Acercó tanto al otro que prácticamente lo sentó sobre su regazo. Comenzó a besarle a conciencia, lamiendo y succionando los labios entre los suyos con total determinación. Por su parte, Keith parecía estar tan sorprendido como Shiro había estado en principio, pero se dejó llevar sin oponerse.

Las manos que antes le sostenían las mejillas ahora estaban apoyadas sobre sus hombros. Había cierta tensión en ellas, como si fueran el único soporte de Keith para evitar fundirse por completo con Shiro.

Sin pensarlo demasiado y probablemente llevado por el mismo impulso inicial, Shiro comenzó a recorrer la espalda de Keith con una mano, acariciando su columna sobre la tela suave de la camiseta. Keith gimió dentro del beso y Shiro sintió un corrientazo recorrerle la espalda. Decidió que quería seguir escuchando los sonidos de Keith, así que renunció a comerle la boca para dedicarse a dejar besos por su mandíbula y cuello.

Sin proponérselo, el nombre de Keith se escapó de sus labios. Keith pareció reaccionar con aquello, utilizando las manos sobre sus hombros para apartarle.

—Shiro —jadeó, sin mirarle a la cara—. Yo… Lo lamento.

Sin dejarle reaccionar, Keith se levantó de la cama y salió de la habitación. Shiro se quedó varios doboshes mirando el lugar por el cual Keith había desaparecido, intentando dar sentido a lo que acababa de ocurrir y fallando masivamente.

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CONTINUARÁ...


Notas del capítulo:

Ollo! Regreso de mi cueva para traer el primer capítulo de la primera parte de mi monster fic, como he comenzado a llamarle desde que la trama se salió de control y se adueñó de toda mi vida.

Acción y Reacción es neta y exclusivamente Shiro/Keith, partiendo del episodio 2.01 y tomando sus propias ramificaciones, giros y desviaciones. La historia es la primera parte de una serie de cuatro, que al final termina en una relación poly #shklance. Sin embargo, este fic se puede leer sin problemas como un Shiro/Keith independiente, lleno de drama, acción, romance y buena cantidad de smut.

Si deciden acompañarme, espero que también se animen a comentar. Me encanta saber qué van pensando y sintiendo con los acontecimientos del fic. También pueden pasarse por mi twitter, tumblr y mi página de facebook. ¡Incórdienme todo lo que quieran!

Actualizaré cada lunes, así que ¡nos vemos el próximo lunes! c;

Maye~