Rosaline no sabía exactamente dónde estaba. No eran las cercanías del Bosque Encantado,tal vez estaba un poco más allá de los límites, los árboles eran diferentes y no reconocía la vegetación. El mar rodeaba lo que parecía ser una isla que se conectaba al resto del lugar con un estrecho camino de tierra y piedras.
Se bajó del árbol y se miró en el reflejo de un río. Su rostro seguía igual; ojos oscuros, labios rosados y pelo castaño ondulado.
'Debo haber estado inconsciente poco tiempo' pensó, pero ella sabía que no era verdad, se levantó cansada y mareada.
'Papá me lo advirtió.' aún recordaba las palabras que le dijo a modo de despedida
La muchacha subió delicadamente los escalones de la torre sabiendo a dónde se dirigía. Su padre nunca le ha permitido entrar en el laboratorio y ella nunca se ha atrevido a desafiar su mandato, estar allí era muy extraño.
Se acercó junto a su padre a una de las mesas y miró atentamente las manos rápidas de su progenitor. Él cogió una aguja y se dio media vuelta para hablar con su hija.
"Cuando tu dedo toque la punta notaras que todo tu cuerpo se duerme de repente. Te recogeré y te llevare a un lugar seguro para que no te afecte la maldición. Al despertarte te sentirás como si estuvieras enferma. pero se te pasará en medio día."
Ella le miró atentamente, con mil dudas que no iban a poder ser reveladas. Agarró con su mano derecha el objeto y volvió la mirada a su padre.
"¿La única manera de despertar de una maldición del sueño no es con un beso de amor verdadero? ¿Como me despertaré si tu no estarás conmigo?"
Su padre le colocó un mano sobre su hombro para darle ánimos y le sonrió haciendo que la tensión del principio se disipara.
"Esta maldición es un poco diferente" le explicó poniéndose a su altura. "Te despertaras automáticamente cuando Emma rompa la maldición."
"Y entonces irás a buscarme." su padre asintió en respuesta y se abrazaron a modo de despedida.
"Todo saldrá bien mi pequeña flor."
Rose miró curiosa desde la copa de un árbol a las dos chicas que traían la guerrera y la princesa de este reino. Sus ropas eran extrañas y la pelinegra le recordaba tremendamente a Blancanieves. Las metieron en el refugio y las dejaron encerradas.
No pasó mucho tiempo hasta que las sacaron, las reunieron con Lancelot, un caballero de la mesa redonda que había terminado allí por error. Blanca y él se saludaron con ánimo y pronto terminó su tiempo como prisioneras.
Las cuatro mujeres abandonaron el campamento con varias armas y provisiones. Se hizo de noche y decidieron acampar en un claro. Rosaline siguió vigilándolas desde la distancia. A media noche comenzaron a pelearse entre ellas y una de las extranjeras, la de la chaqueta roja, provocó un sonido fuerte con una arma que la joven desconocía. Poco después empezaron a oírse fuertes pisadas.
'Ogros.' pensó.
Sacó una de las flechas que había hecho ella misma durante los últimas semanas y apuntó al ojo de la bestia, cuando estaba a segundos de matar a una de ellas disparó, haciendo que cayera muerto.
"¿Estáis bien?" preguntó acercándose a la rubia.
Ella la miró sin articular palabra y cuando se dio cuenta de la pregunta comenzó a hablar. "¿Cómo sabías..?
"La única manera de matarlos es esa. Deberíais tener más cuidado la próxima vez. Soy Rosaline, pero dígame Rose."dijo tendiéndole una mano para ayudar a levantarla.
"Emma Swan."
"¿Emma?" repitió el nombre en voz alta, la nombrada asintió.
'Emma... su billete para volver a casa.' se dijo a sí misma la castaña.
El camino al castillo de Blancanieves no fue largo, pero se le hizo extremadamente costoso oír quejarse a la princesa Aurora todo el rato. Estaban yendo para intentar abrir un portal que hiciera regresar a Emma y Blanca a su reino, Storybrooke le habían llamado.
Cuando entraron en la vieja habitación de bebé en busca de el armario que envió a Emma al mundo no mágico. Madre e hija comenzaron a tener una conversación algo más privada mientras que la adolescente investigaba.
"El armario solo podía usarse una vez, no creo que podamos utilizarlo aquí" dijo Rose una vez que pararon de hablar.
"¿Y el interruptor?" preguntó la rubia.
"¿Interruptor? ¿Qué es un interruptor?" dijo la jóven.
"Es más complicado que eso. Hay que llevarlo a la isla, allí habrá alguien con la magia suficiente para re-activarlo." dijo Blanca.
"¿Cómo llevaremos este trasto" volvió a preguntar Emma.
"Con la ayuda de un viejo amigo" dijeron desde la puerta.
Rosaline se se separó de las mujeres mientras miraba al caballero. En el ambiente notaba una gran cantidad de magia oscura que provenía de él. Disimuladamente se tenso para la batalla mientras que ellos hablaban.
"¿Por qué te interesa tanto?" le preguntó Blanca.
"Por que quiero que volváis con vuestro esposo y con vuestro hijo." contestó Lancelot. "Henry. Os echarán de menos."
Blanca hizo un leve movimiento y desenvaino la espada, Rose cargó una flecha y le apuntó a la cabeza.
"Apártate de él Emma." le dijo a su hija."No es quien dice ser."
"¿De qué hablas? ¿Quién es sí no?" preguntó Emma alarmada.
"Solo hay una persona a la que dijistes el nombre de Henry."
"Cora." dedujo.
Lancelot se envolvió en una nube de humo morado y nada más desaparecer paró una flecha proveniente de Rose que había quedado a menos de medio metro de su rostro. Emma se mareó ante lo que acababa de ocurrir.
"Que bienvenida más calurosa Rosaline." le dijo a la niña.
"¿¡Y Lancelot?!" insistió ella.
"Ya no está, lo maté hace tanto tiempo."
Blanca podía notar rabia en su interior, pero lo único que importaba era proteger a su hija y volver a casa.
"¿¡Y simulas ser él desde entonces?!" preguntó.
"A él le hacen más caso que a mi; además todo reino necesita un héroe… ¿no creeis?"
Blanca intentó atacar pero Cora levantó una mano para detenerla contra la pared usando magia, Emma intentó ayudar a su madre pero le ocurrió igual.
"Suéltelas." dijo Rose apuntándola con el arco.
"Oh Rose, querida, ambas sabemos que no vas a matarme."
"Suéltalas ahora o tendremos que comprobarlo."
Cora soltó por un momento a Emma pero aprovechó para enrollar a Rose con una de las alfombras y volvió a retener a Emma. Rosé callo de boca al suelo, intentó soltarse pero le resultaba imposible. Vio el armario he hizo lo primero que se le ocurrió.
'Déjate llevar por tus emociones.' se dijo así misma.
Rosé siguió a su padre por los jardines de rosas del castillo oscuro. Desde que su madre murió hacía un año no había vuelto allí. Era el lugar favorito de su madre (después de la biblioteca) y gracias a su falta muchas de las flores se habían marchitado. La falta de su madre había provocado cierto distanciamiento entre padre e hija, ambos habían perdido a alguien a quien amaban con locura y Rose sabía que su padre se echaba la culpa. Rumpelstinskin no mostró ninguna debilidad a su hija más allá de la consolación, creía que su hija le culpaba por no haber protegido a su madre; y dios, se sentía tan culpable, ella solo tenía 9 años, nadie debería crecer sin madre y él lo sabía muy bien.
'Quizás debería de encargarme yo del jardín.' pensó Rose mirando lo que quedaba del jardín..
Se detuvieron en la parte con menos obstáculos y su padre le tendió un pañuelo.
"Quiero que te lo coloques en los ojos. Yo me pondré a moverme y tendrás que pararme."
"¿Como jugar al escondite?" su padre le asintió con la cabeza y se agachó para atarle el pañuelo. Al acabar, la agarró de la barbilla para mirarla, aunque ella no le viera.
"Recuerda que esto no es un simple juego pequeña. Es magia y ya sabes que..."
"Toda magia conlleva un precio." dijo la niña junto a su padre. El ser Oscuro se levantó del suelo y acaricio la cabeza de su hija.
"Intenta pararme Rosaline." le dijo desde alante, o atrás tal vez, su padre se estaba teletransportando.
"¡Eso no es justo papa!" le dijo a modo de puchero. Ella comenzó a mirar hacía donde había estado su padre, pero siempre tarde.
"Piensa en algo que te enfade e intentalo."
Rose recordó una de las tarde que fue con su madre al pueblo cuando tenía unos 6 casi 7 años. Ambas estaban comprando comida y paja para el castillo. La gente murmuraba sobre ellas y las rehusaba; comenzó a escuchar insultos sobre su madre y eso empezó a molestarla, antes de darse cuesta su madre la había agarrado fuerte de la muñeca para que no se tirara sobre unos vendedores.
Rose retiró el pañuelo; ella no estaba siendo agarrada, pero sí tenía sus uñas clavadas en la chaqueta de piel de dragón de su padre. Su padre le dio una mirada llena de orgullo y Rose no podía desear nada más.
Rose invocó una bola de fuego y se la tiró al armario, todo comenzó a arder vivamente. Enfadada, Cora cogió parte de ese fuego e intentó lanzarselo a Emma pero Mulan apareció deteniéndolo con su espada. Cora desapareció.
Todas se levantaron del suelo y se quedaron hablando de Cora.
"No debí prenderle fuego al armario. Mis disculpas su alteza." le dijo Rose a Blanca.
"No te preocupes" dijo sobándose el cuello dolorido. "¿Cómo es que Cora te conocía? ¿Y por qué tienes magia?"
Rose apartó la vista y negó con la cabeza. "No es nada importante."
