"Takahiro Tsukiyama, muerte por asfixia en buque de guerra, número mil setecientos cuarenta y seis.." Miró el número escrito. Pensó un momento. Bufó al percatarse de su equivocación. Borró el cuarenta y seis y colocó encima un cuarenta y siete. El hijo del soldado, quien ostentaba el mismo nombre, había muerto de la misma forma a unas millas de distancia. Un error fácil de cometer si no se era cuidadoso.
Hoozuki suspiró feliz con haber finalizado los recuentos del día. Ya llevaba cuatro meses en el mundo humano y aún no terminaba de llenar las listas de fallecidos producto de la Gran Guerra. Observó nuevamente la lista.
"Menuda casualidad.." Morir del mismo modo llevando el mismo nombre...debía tratarse de algo más que una casualidad. Pero él no sabía mucho de esos asuntos. A él también lo había encontrado de "casualidad" y aún no terminaba de comprender el significado de todo aquello. Solo sabía que desde que se había topado con ese boticario, hacía ya tantos meses, no había podido quitárselo de la cabeza. Tanto así, que había aceptado aquella tediosa misión tentado ante la posibilidad de verlo de nuevo...Y de hecho lo había visto. Japón no era un país extenso y su tarea lo había llevado a recorrerlo casi por completo. Solo unas preguntas adecuadas aquí y allá y pronto había dado con su objetivo..después de todo él no se caracterizaba por pasar precisamente desapercibido.
Tres días habían pasado desde que lo había divisado circulando por un camino. Había optado por no dejarse ver aún. Por un lado porque había notado algo extraño en él y por otra parte porque no estaba del todo seguro de qué decirle. No sabía muy bien como interactuar con otros. Siempre había sido reservado a nivel social. Cada vez que entablaba alguna conversación se encontraba guiado por un protocolo diplomático o por necesidad del rey Enma. Sus intereses siempre se habían limitado a los animales y a atender a sus flores pez dorado y había sido feliz..hasta que ese kitsune se había aparecido en su vida revolucionando su mundo y sus placeres simples.
Así que a eso se habían resumido los últimos días, a observar desde lejos a aquel curioso personaje, y a llenar interminables listas de humanos fallecidos. Pero eso tenía que terminar, el jamás se había caracterizado por su paciencia, así que guardando los expedientes en el morral decidió que ese sería el día. Finalmente se presentaría ante el kitsune y..algo haría. Aún no sabía qué, pero algo se le ocurriría.
Eventualmente se había permitido descansar a la sombra de un gran cerezo. Después de días de marcha ininterrumpida, la fatiga le había ganado a su necesidad de sentirse seguro. Eso y el dolor. Aunque su pierna ya no se veía tan mal como antes, el esfuerzo de la marcha no le había hecho nada bien a su recuperación.
Había cerrado los ojos un momento para disfrutar de la cálida brisa y de la relajación de sus agotados músculos, cuando sintió movimiento a su izquierda. Sin inmutarse, elevó la comisura de sus labios en una secreta sonrisa..
"Al fin decides mostrarte. Te he sentido hace algunos días. Me preguntaba qué..Oh!"
Él no era de impresionarse fácilmente. Los años de cazar mononokes lo habían expuesto a una variedad de escenarios de lo más extraños y terroríficos. Sin embargo, encontrarse frente a frente, a plena luz del día, con peces que le gritaban en la cara era de lo más... Novedoso que le había ocurrido últimamente. Por decirlo de alguna manera.
Hoozuki se encontraba frente a él con una rodilla en el suelo. No lo había saludado, no se había anunciado de ninguna manera y le ofrecía un ramo de flores pez dorado como si esa acción se explicara por sí misma.
Los segundos pasaban y ninguno de los dos se movía. Un sudor frío comenzó a recorrer la espalda del oni.
"Oh" Volvió a reiterar el boticario y saliendo de su pequeño trance producto de la impresión, estiró una mano para tomar las flores.
"Que detalle, gracias" Con una finísima uña acarició las cabezas de los peces. "¿Qué te trae por aquí ésta vez?" Preguntó sin dejar de observar a los animalitos que chillaban de vez en cuando.
"Trabajo. Me han pedido que cotejara unas listas que comparan el número de .." Hoozuki frunció el ceño interrumpiendo su relato, había captado algo "Algo anda mal."
"Mmm?" El boticario centró su atención en el oni frente a él.
"Algo anda mal contigo.." Podía percibir el aire enrarecido en torno a la figura del kitsune. Cuando lo había seguido de lejos no había podido situarlo, pero ahora era inconfundible. "Estás herido"
"Ah..si" El boticario dió un rápido vistazo a su pierna. " Debo admitir que ha sido producto de una torpeza de mi parte. Me he topado con una de esas trampas que los humanos colocan para los zorros. Ha sido una gran ironía a decir verdad.." De hecho en otra situación le habría hecho gracia. Claro, si el impacto de los dientes de acero contra su pierna no hubiese dolido tanto, ni le hubiese ocasionado tantos contratiempos.
Por unos minutos ninguno dijo nada más. Cada uno sumido en sus propios pensamientos. Finalmente, como si el oni hubiera alcanzado una conclusión ineludible, en un instante se acercó al tendido boticario y lo alzó en sus brazos. Luego, haciendo uso de su fuerza demoníaca, colocó la pesada caja del vendedor en su espalda en una maniobra tan eficiente como fugaz.
"Oh?!" El boticario lo observó con curiosidad.
"El lugar donde me hospedo no está lejos de aquí. Es mejor hacer las curaciones en un lugar cubierto.."
El vendedor, bien sujeto entre los brazos del demonio, optó por no preguntar nada más. El inesperado encuentro con Hoozuki luego de tantos meses de no verse, las flores pez dorado que descansaban sobre su pecho, su necesidad de ayudarlo, más tarde procuraría pensar más detenidamente en todo eso... Por el momento disfrutaría de la agradable sensación de, por primera vez en su vida, dejarse llevar.
