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Desde que Comencé a Amarte

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Desclaimer: los personajes y todo lo referente a Naruto, sólo le pertenecen a Masashi Kishimoto.

-diálogo-

"Pensamientos"

N/A: bueno, bueno aquí estoy pero esta vez con una adaptación de un fic del mismo nombre que pertenece a la escritora de Fanfiction Eymi. Su historia que por los momentos, está en progreso es maravillosa y pensé en compartirla con ustedes. Si desean leer la original pueden buscarla dentro de los favoritos de mi perfil.

Espero les guste tanto como a mí y trataré de actualizar en poco tiempo. Otra acotación, el OC que utilicé es de mi hermana y aparece en sus historias y las que escribimos juntas. Si el nombre les suena similar no es mi creación.

¡Esta adaptación se la dedico a Eymi por crear tan fabulosa historia y a mi hermana menor por todo su apoyo en todas mis historias!


Capítulo 1


Ahí estaba él, Uzumaki Naruto, comiendo ramen instantáneo a mitad de clase. Con su indomable cabellera rubia, su piel bronceada por los rayos del sol, esas tres líneas a ambos lados de su rostro que le conferían un aire travieso y los dos pares de zafiros que tenía por ojos.

Y allí estaba ella, Hyuga Hinata, con su corazón acelerado, sus mejillas de un rojo escarlata, con pequeñas mariposas revoloteando en la boca de su estomago y observando tras el grueso libro de física con par de ojos soñadores, al amor de su vida no prestarle atención al problema que aparecería en el examen del jueves.

Sí, aquel rubio jovial era el chico del cuál llevaba enamorada durante seis largos años, seis años llenos de sonrojos, y mariposas en el estomago.

Lo más cerca que había estado de su lado eran dos pupitres tras de él, jamás habían cruzado una palabra y llegaba a creer que su presencia era completamente desconocida en la mente del joven.

Él era su amor secreto, sencillamente porque era demasiado tímida para confesarse y poco egoísta como para desear ser su novia.

Pero a pesar de todo, ella era sumamente feliz con el simple hecho de observarlo a la distancia –normalmente escondida tras algún objeto- y dándole apoyo moral silencioso en cualquier cosa que él hiciese.

Aunque no podía negar que su sueño más anhelado, el deseo más profundo de su corazón, era que algún día Uzumaki Naruto le regalara a ella y sólo a ella, una de esas sonrisas que parecían iluminar el mundo entero y que sólo él era capaz de hacer.

Pensar en ello la lleno de vergüenza y terminó escondiendo completamente su roja cara tras las páginas del libro, cómo si las fórmulas que se encontraban escritas fueran algo muy interesante.

El timbre sonó y ella aún se mantenía oculta en las páginas.

-¡Hinata!-

La susodicha se sobresaltó por el grito que el libro resbalo de entre sus dedos y cayó al suelo, completamente avergonzada se agachó inmediatamente para recogerlo.

-¿Hinata?-

Sus ojos perlados se alzaron hacia arriba y vio a dos jóvenes de su misma edad con sus morrales al hombro.

Uno de ellos, era de piel morena, ojos negros, cabellos cortos color chocolate y un par de tatuajes rojos con forma de triángulo en las mejillas. Mientras que su compañero, mantenía gran parte de su rostro oculto en la capucha de su chaqueta, su piel era clara y llevaba un par de lentes de sol.

-¡K-kiba-kun, Sh-Shino-kun!- tartamudeo Hinata con las mejillas sonrosadas y el libro abrazado contra su pecho, debajo de la mesa de su pupitre.

Ambos jóvenes no se sorprendieron de la torpeza de la chica, después de todo los tres eran mejores amigos desde el kínder.

-¿ya recogiste tus cosas?- le preguntó amistosamente Kiba con una sonrisa

Hinata sólo pudo negar con la cabeza, hablar no era su mejor fuerte.

-entonces, levántate de allí y vayamos a comer un helado- le incentivo el moreno mientras ayudaba a la joven a levantarse.

-h-hai, gracias Kiba-kun- contestó ella mostrando una dulce sonrisa en sus labios, cosa que logró pintar las mejillas de Kiba, sintiéndose repentinamente nervioso.

Siempre observador, Shino percibió esto último pero como era natural en él, prefirió no decir nada, hacerse el desentendido y ayudar a sus amigos a recoger las cosas de la chica.

-¡Teme!-

El estruendoso grito de Naruto resonó por toda el aula, logrando que a Hinata se le cayera todo lo que tenía en las manos. Pero aquello era normal, pareciera que su cuerpo había sido creado para responder a todo lo que hiciera su amado.

-sí que tienes manos de mantequilla- dijo Kiba en tono divertido mientras se agachaba a recoger las cosas.

-l-lo siento- soltó la chica apenada y guardando todo lo que le pasaban en su bolso.

Automáticamente, los ojos perlados de Hinata se debatieron en si mirar o no a Naruto, pero el resultado final fue obvio.

Frente a ella, se encontraba Naruto dirigiéndole miradas de odio a su rival Uchiha Sasuke, quién le correspondía de igual forma y en medio de los dos, se encontraba la mejor amiga de ambos, Haruno Sakura.

La verdad, es que aquella situación era muy natural dentro de aquel salón.

Desde que se conocieron, Naruto y Sasuke jamás se llevaron bien, siempre terminaban peleando siendo el Uchiha, la mayoría de las veces, el vencedor. Pero a pesar de todo, ambos chicos parecían disfrutar de la compañía del otro.

Sakura como buena amiga de ambos, simplemente trataba de disminuir el número de conflictos.

Una vez terminaron, se fueron juntos del salón con rumbo al puesto de helados del parque que quedaba frente a la estación de autobús, al pie de la colina donde estaba ubicada la preparatoria.

Kiba comenzó a platicar sobre lo grande que se había puesto su perro Akamaru y la urgencia de su madre porque le consiguiera un sitio más grande donde dormir, pues su antigua cama ni siquiera cubría un cuarto de su cuerpo.

Satisfecha, por haber visto a Naruto una última vez en el día, le prestaba mitad de atención a la conversación de su mejor amigo.

-¡traidores!-

Los tres voltearon a ver a la responsable de aquel insulto.

-¿cómo osan irse sin mí? ¿Qué clase de amigos son ustedes?- preguntaba indignada una chica que se acercaba al trío con ambas manos sobre la cintura.

-g-gomen n-nasai Kurumi-chan- se disculpó Hinata muy bajito y apenada.

-no es culpa nuestra que te hayas tardado tanto en el baño- se excusó Kiba sin darle importancia.

Shiragiku Kurumi era una joven de baja estatura, con el cabello de un rojo rubí que le llegaba hasta el nivel de su barbilla y un par de ojos castaños que tenían un brillo natural muy característico de ella.

-¡eso no es excusa!- reclamó molesta y tomando las mejillas de Kiba comenzó a estirárselas –igual me pudiste haber esperado-

-¡Auu! ¡Suéltame Kurumi!- pedía Kiba, pues con cada palabra que decía la susodicha halaba las mejillas del chico con mayor fuerza.

Shino en ese momento le envió una mirada significativa a Hinata, quién entendió y con determinación se giró hacia su amiga.

-k-Kurumi, ¿q-quieres ir p-por unos he-helados?- tartamudeo la ojiperla deseando que aquello funcionase.

-¿helado de vainilla?- preguntó Kurumi con voz seria y disminuyendo el agarre sobre las mejillas de Kiba -¿barquilla doble con chispas de colores?-

-s-si- dijo Hinata mirando esperanzada a su amiga que no se hizo de mucho rogar.

-¡sí! ¡Helado de vainilla!- dijo Kurumi emocionada olvidándose de Kiba -¡Arigatou Hina-pon!-

La nombrada sólo sonrió dulcemente mientras su única amiga femenina la tomaba del brazo y prácticamente la llevaba arrastrada colina abajo, siendo seguida por los dos chicos.

-¿por qué siempre a mí?- se quejaba Kiba mientras se acariciaba el rostro

-porque siempre dices cosas de más- explicó Shino encogiéndose de hombros.

-ni yo lo hubiese dicho mejor Shino- dijo Kurumi con una gran sonrisa.

Hinata caminaba en silencio disfrutando de la compañía de sus queridos amigos.

-loca- refunfuñó Kiba metiendo sus manos en los bolsillos.

-con orgullo- agregó Kurumi sacándole la lengua en modo burlón.

Los cuatro se rieron juntos.


Al día siguiente, antes del comienzo de clases

Caminaba por los corredores llevando en las manos las fotocopias de la actividad de la clase de Bilogía que la profesora Shizune había preparado para ese día, y que le había pedido el favor a ella de ayudarla a llevarlas al laboratorio.

Como no eran muchas, no tenía que preocuparse de que se le cayeran o de perder la concentración depositada en que sus pies funcionasen como era debido y la mantuviesen de pie, alejada del piso.

Estaba a punto de llegar, cuando escuchó un par de voces que reconoció y su cuerpo se detuvo involuntariamente.

-¿es en serio?-

-porque habría de mentirte Sakura-chan-

Eran Naruto y Sakura los que hablaban cerca de la puerta del laboratorio.

Se acercó a la esquina de la pared. No quería ser una fisgona pero ¿les había mencionado que estaba perdida e irremediablemente enamorada de Naruto?

-¿pero estas seguro de que no te molesta?- preguntó Sakura acercándose un poco al rubio –después de todo, se suponía que iríamos los tres-

-no te preocupes por eso, disfruta del sábado con el teme- contestó Naruto pasándose una mano por los desordenados cabellos –de todas maneras ya tenía cosas que hacer~ttebayo-

-¡gracias Naruto!- soltó Sakura llena de felicidad y se lanzó con los brazos abiertos.

Él la frenó suavemente con la palma de su mano en la cabeza y con una sonrisa.

Nunca, desde que había comenzado a mirar a Naruto lo había visto sonreír así, de una manera extraña.

-No deberías tocar a alguien que no es el chico que te gusta, Sakura-chan-

Ella se cruzó de brazos un tanto ofendida.

-antes no te molestaba que te abrazara-

-Pero ahora sales con el teme y no es correcto–

Para nadie era un secreto el amor que Sakura le profesaba a Sasuke Uchiha, desde que el rubio los había presentado la chica sólo tenía ojos para el joven. Además de que en los últimos meses, se rumoreaba que el chico de fría mirada tenía interés en Sakura, por el hecho de que él no negaba nada.

-bueno, de todas formas gracias Naruto- dijo Sakura sonriéndole

-para eso están los amigos, para ayudarse- le dijo Naruto de forma cariñosa

Así que Naruto también podía ser así de tierno.

¿Es que acaso él no tenía ninguna imperfección?


Más tarde, en el comedor

Durante toda la mañana sus pensamientos se mantenían en un constante ajetreo de confusión y preocupación, tanto así que por primera vez en toda su vida no le había prestado atención a la clase de Literatura.

¿Cuál era la causa de tanto ajetreo? Pues la respuesta era simple, la inusual sonrisa de Naruto en la mañana.

De tanto pensarlo, se dio cuenta de que aquella sonrisa no era como las otras, de esas que te llenan de un sentimiento cálido dentro de tu pecho. Adicional a eso, estaba la oscuridad que se percibía bajo su azulina mirada la cual estuvo presente durante toda la clase.

¿Por qué el rostro de Naruto había mostrado esa expresión tan inusual, extraña y misteriosa?

Por más que le diera vueltas y vueltas en su cabeza, no lograba dar con la respuesta.

Entonces, involuntariamente sus ojos perlados se dirigieron hacia la figura de Naruto, quien jugaba con la comida unas mesas más adelante, alrededor de un corro de personas, riendo a carcajadas escandalosas pero aún con esa oscuridad en los ojos.

¿Por qué nadie aparte de ella notaba eso?

-¿Qué tanto miras Hinata?- preguntó la voz de Kurumi sacándola velozmente de sus pensamientos.

-n-nada, s-sólo… no v-veo n-nada- negó ella sumamente nerviosa

Pero antes de que pudiera apartar su vista de él. La curiosa mirada castaña de su amiga encontró su objetivo y una sonrisa divertida se formó en sus labios.

-¿estabas viendo a Naruto?-

Y como si las hubiese escuchado, el susodicho dirigió su vista hacia ellas.

Hinata sintió como aquella nueva mirada penetraba su cuerpo, de una manera aturdidora.

Descendió rápidamente los ojos al suelo.

Está era la primera vez que Naruto la miraba y a pesar de que el gesto la incomodaba, no podía evitar sentirse feliz de que él la haya notado entre tanta gente.

-¡Hinata! ¡Estás completamente roja!-

Con la vergüenza aflorando en cada uno de sus poros, se apresuró a taparle la boca a su amiga.

No quería que él la llegase a escuchar. No quería que se enterara de que ella se había enamorado de él antes de conocerlo siquiera.

Porque a pesar de que lo observaba todos los días, no sabía realmente mucho sobre él.

Kurumi se calló apenas ella hizo un ademan de soltarla y no le preguntó nada más hasta que estuvieron fuera del comedor.

-¿cómo no me pude dar cuenta?- soltó Kurumi en un tono dramático -¿qué clase de mejor amiga soy?-

Una gotita asomó en su cabeza inmediatamente.

Kurumi siempre, siempre exageraba.

-de verdad discúlpame, me siento tan arrepentida- pidió Kurumi tomando sus manos y mirándola directamente a los ojos -¿te gusta mucho Naruto?-

Como tantos años de ser extremadamente cautelosa, se habían ido a la basura con sólo una mirada.

¡Demonios! no le podía mentir, no formaba parte de su personalidad el engañar a las personas, menos aún a sus amigos.

Asintió sin decir nada.

Lentamente los labios de Kurumi formaron una sonrisa victoriosa.

Su amiga siempre hacía eso cuando pasaban cosas que tenían que ver con el amor.

-¿Por qué no me lo dijiste?-

-y-yo no… n-nadie d-debe saber e-esto-

-descuida Hinatita, el secreto está muy seguro conmigo-

¿Por qué no podía confiar del todo en aquellas palabras?

-¿y ya intentaste algo para acercártele?-

Sus ojos se abrieron como platos y un rojo intenso coloreo sus mejillas.

-no, no, no- negaba con la cabeza sumamente avergonzada -yo… yo no f-fui hecha p-para alguien c-como Naruto-kun-

-Pero que dices Hinata- le reclamó Kurumi entusiasmada -¡eres perfecta!-

¿Perfecta… ella? No, para nada. Ella solo era una chica estúpida que se había enamorado de un chico que no sabía nada de su existencia.

-No resultará Kuru, somos de d-distintos mundos–

Descendió su cabeza y la trenza que se había hecho en la cabeza para que sus mechones de cabello no limitasen su visión cayó sobre sus hombros.

-y-yo soy patosa, tímida, no soy buena en los deportes, no soy bonita- dijo Hinata mirando sus pies –además él no s-sabe que existo-

Pero a pesar de que sabía eso, no podía si quiera intentar estar cerca de Naruto. No podía dejar de mirarlo.


Al día siguiente, en las canchas deportivas

-Verás, he pensado sobre lo que me dijiste-

-¿Que fue lo que te dije?- Preguntó sin mucha atención tomando un poco de su botella de agua

Ambas se encontraban sentadas en las bancas junto con otras compañeras, esperando a que la profesora Anko las llamara para realizar la prueba de velocidad.

Más al fondo, se encontraban los chicos jugando fútbol. Naruto lo hacía realmente bien, esquivaba a cada uno de sus oponentes con una habilidad asombrosa, pero aún sus ojos se encontraban oscuros.

-Acerca de Naruto…-

Escuchar eso hizo que se ahogara con la bebida y comenzara a toser agitadamente. Sólo imaginarse lo que seguía a continuación la mataba de los nervios.

-¿Hinata te encuentras bien?- le preguntaba Kurumi dándole suaves palmaditas en la espalda.

-s-si, ya... estoy m-mejor- respondió Hinata después de unos minutos -aún no me a-acostumbro a que lo sepas-

-lo sé… pero estoy muy feliz de que me lo contaras –Dijo mientras se acomodaba un poco las mini coletas que se había hecho.

–m-más bien, de haberme d-descubierto. –Le reprochó en un puchero.

La pelirroja simplemente ignoró el último comentario.

-Estuve haciendo muchas averiguaciones el día de ayer y descubrí que aunque no lo parezca, Naruto es muy popular entre las chicas- le explicó Kurumi observando al susodicho -y me sorprendió el hecho de que jamás, de los jamases ha tenido alguna novia-

Ahí estaba otra vez. Su amiga volvía a exagerar.

Abrazó sus rodillas a la vez que trataba de ocultar su rostro, hablar de Naruto la ponía nerviosa, no quería ser descubierta.

-ni un cuadre, nada, ni siquiera en el kínder-

-¿Y que con eso?-

-pues que de acuerdo a esto sólo existen dos posibilidades- dijo Kurumi poniendo un tono serio de voz –y déjame decirte que ambas son horripilantes-

-t-te escucho- le dijo con atención, levantando el rostro.

Sabía desde antes que cualquier idea que involucrase su nombre y el de Naruto en una frase sería funesta incluso antes de ser pensada.

-o es homosexual y le gustan los hombres o… está enamorado de alguien-

Enamorado de alguien…

Sus ojos se trasladaron a Naruto quien con el borde de su camisa se secaba el sudor. El profesor Gai les había dado unos minutos de descanso a los chicos.

¿Por eso sus ojos mostraban luces tan apagadas?

-¡Shiragiku!- la llamó la profesora con el ceño fruncido captando la atención de todos -¿podría dejar de estar cotilleando y venir a hacer la prueba?-

-¡Si!- contestó Kurumi y rápidamente se acercó hasta donde estaban otras tres chicas, colocándose en posición.

Anko sopló fuertemente el pito, indicando la salida y atrayendo la atención de Hinata.

Con una agilidad sorprendente y sin una pizca de esfuerzo en el rostro Kurumi pasó a sus tres compañeras y llegó diez segundos antes que ellas hasta la línea de meta.

Todos se quedaron con la boca abierta, impactados ante la habilidad que tenía la pelirroja, inclusive la profesora Anko quien usualmente no se sorprendía con nada que hiciesen los mocosos que tenía por estudiantes.

-vaya, mocosa no está nada mal tu tiempo- mencionó la profesora con una sonrisa de medio lado –deberías inscribirte al club de atletismo-

-me lo pensaré, gracias por la oferta- respondió la pelirroja con una gran sonrisa y sentándose al lado de Hinata quien la miraba con un brillo de admiración.

-¡oye teme! ¿Viste eso?- preguntó Naruto asombrado -¿viste qué rápido corrió? Hasta lo hizo mejor que Sakura-chan-

Sasuke simplemente guardó silencio mientras su negra mirada observaba fijamente a la pelirroja conversando con su amiga. La verdad, es que la chica tenía talento y aunque no le gustaba admitirlo, le había llamado un poco la atención.

Aquel gesto no pasó desapercibido por una joven rubia de ojos azules casi cristalinos, quien formó una sonrisa divertida con sus labios llenos de brillo labial.

Después de aquello, el día transcurrió sin mayores emociones, Shino, Kiba, Kurumi y ella habían estudiado para los próximos exámenes, luego habían ido por unos helados y ahí estaba ahora encerrada en su habitación, sobre su cobertor de color lila.

Eran días así en los que deseaba que su vida no fuese tan monótona.

En su casa reinaba el más absoluto de los silencios, ni un solo ruido se percibía. De todas formas, desde hace mucho tiempo que nada pasaba ahí.

A veces deseaba que le pasaran cosas, un poco más interesantes.


Miércoles por la mañana, oficina del Rector de la Preparatoria.

Ahora, justo donde estaba pensaba que los dioses la habían escuchado, pero que se reían de ella descaradamente.

Miró a su lado y aún no podía creer lo cerca que estaba de él. Su estomago se comprimía de sólo pensar en ello.

Hoy por primera vez en su vida llegaba retrasada a clases. Su trabajo de artes aún no estaba terminado y lo traía encima con un montón de pintura para cemento, sin darse cuenta de que había olvidado cerrar las tapas antes de salir de casa.

Los minutos habían avanzado demasiado rápido y necesitaba correr, la simple idea de perderse una clase de matemáticas era sumamente atroz para ella.

Y así sin más, mientras corría por los pasillos de la escuela evitando que sus pies se tropezasen, un cuerpo fuerte había chocado contra ella y había tirado al suelo tanto su trabajo como las pinturas.

El alma se le fue del cuerpo cuando descubrió que era él mismísimo Uzumaki Naruto al que había embarrado con pintura desde la cintura hacia abajo.

Y para aumentar la mala suerte que tenía, en esos momentos el Rector Ebisu pasaba por allí y al ver el desorden los llevó inmediatamente a su oficina.

-Uzumaki Naruto, porque siempre que hay problemas de cualquier tipo usted siempre se encuentra cerca- dijo el rector mirando al rubia de forma severa tras las gafas negras –no crea que se me ha olvidado, el incidente con los bebederos del año pasado-

Una mueca apareció en el rostro de Naruto, mientras contenía la risa de sólo recordar aquella pequeña broma que hizo en su primer año de preparatoria. Tenía los brazos cruzados tras su cabeza.

Ebisu era el hombre más severo y estricto de toda la preparatoria, en aquellos momentos caminaba lentamente como si se tratara de un cazador frente a su presa.

-pero no lo puedo de usted señorita Hyuuga –le dijo mirándola –nunca nos había causado algún tipo de problema-

-n-no hemos hecho n-nada r-rector–dijo ella temerosa en un tono casi inaudible que no escuchó el mayor.

-no me queda de otra, que aplicarles horas de castigo- explicó el rector con aire de suficiencia -la pintura que llevaba la señorita Hyuuga no sale con nada, usted ha hecho que la escuela gaste mucho dinero en esto-

Su sangre ardió de rabia. De rabia y frustración por la incomprensión. Jamás en toda su vida había sido castigada.

-¡Ella, le ha dicho que no hemos hecho nada~ttebayo!-

Naruto se había exasperado, para él era normal recibir castigos, pero le parecía injusto que el creído de Ebisu se metiera con la joven.

Hinata se sintió agradecida y avergonzada, él había dicho lo que ella a duras penas había tratado de decir.

-¿cómo has dicho Uzumaki?- preguntó Ebisu con clara muestra de enojo.

-que no hemos hecho nada, viejo pervertido cara de caballo- insultó Naruto con una sonrisa zorruna -¿o acaso no recuerdas ese incidente?-

Hinata observó a Naruto, entre la sorpresa, vergüenza y admiración por haber insultado así al rector Ebisu. Pero en ese momento, cayó en la cuenta de que él la estaba ayudando y sus mejillas adquirieron el rojo de los tomates.

Nunca había estado tan cerca de él, que casi podía dirigirle la palabra.

-¡Basta!- gritó Ebisu fuera de sus cabales y con mucha indignación, pues aquel mocoso sabía jugar sus cartas.

Ambos lo miraron atentamente, sin decir palabra alguna.

-¡He decidido que deben tener un castigo! No pienso pasarles esta ofensa a mi persona- dijo el rector mientras se empujaba un poco las gafas y tomaba asiento tras su escritorio -desde mañana y hasta que termine este semestre tendrán que realizar todos los trabajos que sean necesarios en el club de Teatro y tienen prohibida cualquier actividad extracurricular-

-¡¿Qué?- gritó Naruto acercándose con actitud desafiante -¡Ni loco pienso perder mis prácticas de fútbol!-

Ella no había podido decir nada.

Que tuviesen que hacer labores en el teatro sólo le permitía pasar más tiempo viendo a Naruto y eso para ella era casi una bendición.

-pues eso le enseñará a pensar las cosas antes de decirlas Uzumaki- sentenció Ebisu arrastrando las palabras y cruzando sus manos sobre el escritorio –ahora salgan de mi oficina-

Aun entre quejas Naruto abandonó el salón siendo seguido por ella.

Definitivamente, ese hombre debía tener algún problema con el abuso de poder.

Naruto caminaba rápido. Por cada paso de él ella tenía que dar dos.

Se apresuró para alcanzarlo. Quería decirle algo, cualquier cosa, pues lamentaba demasiado el hecho de que él se hubiese visto envuelto en todo aquello.

-Lo siento- dijo finalmente observando la amplia espalda de su amado.

-¿Por qué?- preguntó él sin mirarla y sin detenerse. Era la primera vez que él le hablaba.

Más pronto que tarde los nervios la embargaron.

-p-por haber t-tropezado, y-yo me p-pase por tu c-camino y-y e-entonces el r-rector… y t-tu ropa… y-yo…-

No pudo terminar porque la risa de él, se había alzado de forma armoniosa y llena de vida.

Su corazón se aceleró rápidamente y sus mejillas se volvieron sonrosadas. Nunca había escuchado esa risa desde tan cerca, y era lo más maravilloso que hubiera escuchado jamás.

-si que eres rara y graciosa, no puedes disculparte por un accidente~ttebayo ¡Ebisu es el estúpido en esta historia!-

Naruto se había girado y ahora se encontraba mirándola por fin, con aquellos hermosos ojos azules que por esos pequeños instantes se encontraban luminosos fuera de la sombra de los últimos días.

Y así comenzó todo.

¿Parece divertido no?

La verdad en esos momentos, su corazón feliz y animado no esperaba todos los dolores y sufrimientos que tendría en el futuro, no pensaba en agonías.

Por hoy ella vivía feliz sin saber lo que le deparaban sus días junto a Uzumaki Naruto.


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Un beso

Kirumi