Gignit
Pairing: Dean Winchester/Sam Winchester. (Destiel Unilateral)
Para Castiel el desear a Dean fue como respirar.
Podía ver en su alma una luz demasiado pura, inmaculada, incluso cuando su carne estaba llena de manchas…
A Castiel le gusto eso. Era un gesto destacable en un humano muy pequeño.
El único problema que presentaba aquel humano derivado de la terquedad, era su hermano menor, Samuel. No importaba cuantas veces los labios de ese monstruo pronunciaran su nombre el no bajaría, incluso si el tiempo les era apremiante.
O si el cielo se caía a pedazos, incluso los ángeles tenían dignidad.
Sin embargo, solo era necesario un desliz de Dean quien llevaba la marca de su mano en el hombro roja y radiante, pero no en el pecho.
Nunca sobre el corazón.
Su pecho había sido cruzado hace mucho tiempo por un monstruo.
Para su desgracia, Castiel no podía odiar a aquel monstruo.
Eso sería casi lo mismo que odiar a Dean pero, si podía ignorarlo lo suficiente.
Dean era una persona táctil, demasiado táctil a él no le importaba tocar a la gente si era necesario, si no lo era tampoco le importaba, para Castiel cada roce sutil entre el cuerpo de Jimmy Novak y el de Dean Winchester era sorprendentemente complaciente.
Era una suave presión en el hombro, un palmoteo en la espalda, una sonrisa con todos los dientes y arrugas en las esquinas de los ojos. Si Castiel no observara a Dean lo suficiente no sería capaz de notar que con Sam… Era casi lo mismo.
El toque en el hombro dura eones, miles de mundos han nacido y se han destruido en el momento en el que Dean deja la piel de Sam. La forma en la que el toque no permanece en el hombro sino que se desliza hasta la clavícula, tocando un punto en el pectoral izquierdo el cual Castiel nota que cada día duele un poco más.
El Dean que Castiel conocía se esfumaba, lentamente deslizándose como arena entre los dedos.
No es que Dean dejara de ser Dean, es que se volvía más puro, más extraño, porque esos ojos suaves no eran destinados a él, eran destinados a la criatura que se sentaba con la cabeza encerrada en libros de antiguas leyendas, perdida entre idiomas que Castiel conocería en un canto.
A Dean no le interesaba Castiel.
Y a Castiel le interesaba Dean.
A Dean… a él solo le interesa Sam.
.
Castiel sabe que podría eliminar cada parte de Dean Winchester con un movimiento de los dedos, podría crearlo desde cero, podría arrancar cada pedazo y lanzarlo lejos, entonces al reunirlo todo algo no habría cambiado.
Era una astilla de cristal envuelta firmemente entre la aorta, moviéndose y expandiéndose.
Si Castiel no hubiera sido tan joven, podría fácilmente haberlo llamado amor.
Por otro lado, Castiel se preguntaba qué sucedería si eliminara a Sam… Quizás el cristal desaparecería, y tendría la vía libre para tomar a Dean y consumirlo hasta el final… Esperaría llegar al paraíso. Con la única dificultad que en el paraíso de Dean Winchester no existía un solo Sam Winchester; existían miles.
Eso no le confirmaba que Dean Winchester seguiría siendo Dean, es más probable que solo consiguiera una vasija vacía, una cascara rota de lo que una vez fuera un cazador brillante.
Castiel podría sobrevivir con las sobras… Pero Dean no, él se consumiría a sí mismo, se caería a pedazos hasta dejar de existir, Castiel sabe que Dean no permitiría ni siquiera que quedara el polvo de sus huesos.
Le había tomado tiempo a Castiel comprender que la cuerda que Dios le había lanzado para que se ahorcara tenía el nombre de Dean Winchester.
Y el nombre de la única persona que lo sabía era Sam Winchester.
Quien era la cuerda en el cuello de Dean.
Notas:
Siempre había querido escribir el Wincest desde el punto de Castiel…
Un pequeño Drabble.
