Después de tres años, si mal no recuerdo, decidí iniciar el proceso de edición de mi primera historia completamente ajena al fandom de Naruto, digamos que quise darle una segunda oportunidad, arreglando los muchos errores que tuvo la primera vez que la publiqué.

Quería dejarla más decente hahaha

Los personajes tanto de Inazuma Eleven como los de Tokyo Ghoul no me pertenecen.


[ Twists of Life ]

Capítulo 1

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Un hermoso cielo despejado recaía sobre la ciudad de Tokio y durante la puesta del ardiente sol un grupo de amigos transitaba por las calles con el objetivo de retornar a sus hogares luego de finalizar una extensa jornada en la secundaria Raimon, entre ellos yacía Fey Rune, un chico de tan solo catorce años de edad, de verdes cabellos y unos ojos de un mismo color.

En esos precisos momentos iba en compañía del resto de sus amigos, siendo estos seis en total. Saru Evans es un chico de un singular cabello blanco, piel bronceada y azulados ojos, no solo tendía a ser el bromista del grupo sino que también era su mejor amigo, Alpha es un joven poseedor de unos grises ojos y morado cabello quien a decir verdad, resulta ser todo lo opuesto a Saru en el ámbito de la personalidad, ser reservado a sus ideas es una característica común en él. Gillis es el último chico del grupo, quien posee un corto cabello color crema y de ojos azules acompañados de unas gafas.
Entre ellos también yacían tres chicas, Meia es una joven dueña de un largo cabello color lavanda y ojos azules, no solo era amiga cercana a ellos sino que además es la actual pareja de Gillis e igualmente es muy unida a Beta, una muchacha de cabello verde agua con ojos poseyentes de un tono violeta, ignorar la presencia de ambas era un hecho imposible de realizar, eran una dupla inseparable, y finalmente yacía Roko, quien luce un cabello que sobrepasaba ligeramente sus hombros, el cual permanecía atado en dos coletas a cada lado de su cabeza, sus ojos destacaban por el tono anaranjado que estos enseñaban.

Llegado cierto punto del recorrido cada uno de ellos acababa por marcharse por su propio camino, exceptuando de la regla a Saru y Fey, quienes tenían la tendencia de tomar la misma ruta, prolongando así su mutua compañía.

Tanto Rune como Evans intercambiaban palabras con suma calma y naturalidad, todo parecía ir en perfecto orden hasta que con el rabillo del ojo, Fey observó como Saru, sin detener sus pasos, abría su mochila para extraer un objeto de su interior para luego guardarlo en el bolsillo de su pantalón.
Desconcertado, Fey preguntó. –¿Por qué traes eso guardado en tu mochila?

–¿Eh? ¿A qué cosa te refieres?

–No estoy bromeando, Saru. Sabes muy bien de lo que estoy hablando.

Al comprender la causa de las constantes preguntas de su amigo, Saru contestó. –¿Acaso no es evidente? Es para defenderme de los ghouls, quién sabe si alguna vez tendré la desdicha de toparme con alguno de ellos estando completamente solo.

–Lo entiendo pero ¿No te parece que es demasiado? Podrías tener problemas si alguien descubre que tienes una auténtica pistola entre tus cosas. –Replicó Fey. –Creí que habías dejado todo eso.

–Y no te he mentido, solo conservé una ¿Ok?, la llevo conmigo por precaución y nada más.

–Todos los SSC entregamos toda arma que pudiéramos tener, me sorprende que consiguieras ocultar aunque sea una.

–No fue un trabajo fácil, tuve que ocultarla en varios lugares diferentes para que no la hallaran. –Agregó Saru, riendo ante su propio comentario. –Pero estoy seguro que valdrá la pena.

–Piénsalo bien, a pesar de ser un arma de fuego no creo que cause un daño significativo, si hablamos de los ghouls.

–Aún así no pierdo nada con intentarlo, podría usarla al menos para hacer algo de tiempo y poder huir ¿No lo crees?

Dejando salir un corto suspiro, Rune prosiguió a responder. –No lo sé, sé que es inquietante que unos seres come carne estén rondando por la ciudad con libertad, pero dudo que vayamos a tener la mala suerte de vernos frente a frente con uno.

–Puede que tengas razón, pero no hay nada más que podamos hacer sin recurrir a los investigadores. –Contestó el joven, posicionando ambos brazos por detrás de su cabeza. –No me apetece morir a tan temprana edad ¿Sabes?

–No eres el único que lo piensa, solo estoy diciéndote la verdad de las cosas.

Aquella fue la última frase que se formuló con respecto al tema en cuestión, seguir discutiéndolo por más tiempo acabaría volviéndose incómodo para ambos y luego de transcurrir unos cuántos minutos más de camino, Saru frenó sus pasos y dijo. –Bien, aquí es donde nos separamos ¿Estás seguro que no quieres venir conmigo a ver al resto de los chicos?

Tras finalizar el Ragnarok hace tan solo unos cuantos meses atrás, los jóvenes que solían conocerse como los "Second Stage Children", continuaron con sus vidas como todo ser humano común y corriente, todos fueron distribuidos por distintas escuelas de la ciudad, por lo que tendían a reunirse cada vez que sus agendas se los permitiera.

–Lo estoy, ya te dije que tengo unos asuntos que resolver en casa. –Se justificó el joven Rune. –Será para la próxima vez.

–De acuerdo, pero si llegas a cambiar de opinión solamente escríbeme y te diré donde estamos. Hasta mañana amigo.

Luego de despedirse de Saru, Rune prosiguió a continuar con su propio camino tras pasar junto a una construcción y mientras lo hacía pudo divisar la silueta de dos personas a lo lejos.
Una de ellas era un hombre poseedor de un corto cabello negro, quien contaba con la compañía de una muchacha de largo cabello púrpura y gafas, debido al afecto que la chica le transmitía al chico, abrazándolo y por unas cuántas palabras que Fey alcanzó a oír dedujo que eran una pareja, no sintió interés alguno al verlos tan unidos el uno con el otro, por lo que sin darles demasiada importancia, no hizo más que mirarles de reojo y pasó de largo, sin embargo, momentos después de haberlo hecho pudo escuchar un estrepitoso sonido a sus espaldas, un grito.

Extrañado por lo que sucedía a sus espaldas, Fey se giró sobre sus pasos con tal de descubrir la causa que pudo haber generado aquel sonido tan desgarrador.
El grito que llegó a sus oídos fue provocado por el chico que estuvo junto a él hace tan solo unos momentos atrás y lo que sus ojos estaban contemplando era algo que hubiese preferido ignorar. Ver como aquel joven yacía en el suelo con la sangre brotando de su hombro lo dejó helado, había recibido una violenta mordida en dicha zona por parte de su acompañante.

Todo pareció cobrar sentido entonces, la naturaleza de la chica quedó más que demostrada con las acciones cometidas por su parte sobre su compañero, Fey permaneció inmóvil frente al asombro que brotó en él al contemplar tal escena, no fue necesario ver más como para saber que estaba sellando su fatídico destino con tan solo quedarse ahí de pie y marcharse fue la primera idea que llegó a su mente, no obstante, el espanto fue tanto que le impidió siquiera moverse.

Lo siguiente que sus ojos apreciaron fueron los desesperados intentos del hombre por huir, verlo correr en su dirección fue lo que necesitó para espabilar, recobrando las fuerzas suficientes para animarse a mover sus piernas y escapar.

A sus espaldas oía los constantes jadeos y gritos de auxilio por parte del joven, pero le quitó importancia y se centró en si mismo para alejarse de aquel sitio, sin embargo, sus pasos se vieron interrumpidos al sentir cómo algo parecía enrollarse a su pierna derecha haciéndolo caer estrepitosamente al suelo, para cuando fue capaz de notar lo que ocurría ya había sido arrastrado y elevado en los aires, quedando así cabeza abajo.
Fey yacía incapacitado de realizar cualquier movimiento que lo ayudase, su estado actual se lo impedía y con su corazón latiendo con fuerza solo le quedó observar lo que sucedía a su alrededor, distinguiendo así como el hombre involucrado había sido capturado igualmente por una especie de tentáculo que sobresalía de la espalda de la muchacha, poseyendo cuatro de estos en total contando además el que lo retenía de su libertad, pero a diferencia de él, este yacía atravesando su cuerpo, con la sangre surgiendo de la zona herida.

–Vaya, y yo que pensé que solo contaría con tu compañía, Kaneki. –Fey se estremeció al sentir la intimidante pero a su vez burlona mirada de la joven recaer sobre él, oyendo las constantes risitas que los labios de la joven de morados cabellos emitían. –Te sientes más cómodo ahora que tienes a alguien más acompañándote además de mi, ¿Verdad?

A continuación, un punzante dolor se presentó sobre el vientre de Rune, provocando que un quejido escapara de su garganta y expulsando un poco de sangre en el transcurso, haciéndolo estremecer. La mujer había incrustado en él uno de sus tentáculos restantes sin siquiera mostrar arrepentimiento alguno, al contrario, parecía estar divirtiéndose y al retirarlo, la cálida sensación del rojo líquido surgiendo de su cuerpo machando sus ropas albergó en él.
Al momento en que aquella extremidad había sido separada de su cuerpo, el otro joven fue golpeado contra el muro del edificio junto a ellos, quedando imposibilitado de cualquier movimiento mientras yacía desplomado por los suelos.

–Ya no es tan terrible como parece ¿No es cierto? Ya no duele tanto como creías ¿No?

Finalizadas sus palabras, aquella mujer tuvo el atrevimiento de ejercer su poder sobre el joven Rune una vez más haciendo uso sobre la zona sangrante nuevamente para luego azotarlo con violencia contra unos escalones que yacían a una distancia no muy lejana a ellos, Fey jadeó ante el potente golpe que recibió en su costado izquierdo al momento de la caída, dificultándole incluso el trabajo de respirar.

Quien estaba haciéndolo pasar un infierno, volteó con una satisfactoria sonrisa a ver a su acompañante. –Él si que está pasándola mucho peor que tu, Kaneki. Todo lo que le he hecho hasta ahora podría hacértelo a ti una y otra vez, ¿No se escucha eso divertido?

Lo único que Fey consiguió pensar en esos momentos fue en lo asegurada que estaba su muerte, realmente lo creía, acabó envuelto en la situación que tanto temía estar y no existía forma en la que pudiera liberarse de ello, su cuerpo dolía de una manera que nunca antes había experimentado y del mismo modo jamás había visto tanta sangre fluir de su cuerpo, en ese punto ya no era de importancia para él lo que pudiera sucederle y simplemente se dejó ir, perdiendo las pocas fuerzas que le quedaban para realizar siquiera el más mínimo movimiento, a duras penas era posible para él distinguir lo que yacía a su alrededor, su visión era borrosa y tenía dificultades para girar su cuello. Pero, un curioso sonido proveniente de las alturas llegó hasta sus oídos, no supo cómo fue que sucedió, pero para cuando se dio cuenta de lo que ocurría, varias vigas de metal cayeron en la zona en la que ellos estaban ubicados, no obstante, dejando recaer su peso únicamente sobre aquella persona que había tenido la osadía de atacar a ambos jóvenes.

Lo último que sus ojos contemplaron fue la sangre de la muchacha esparciéndose por los suelos bajo las vigas, luego de ello fue incapaz de reconocer algo más, sus párpados se cerraron sobre sus verdes ojos a pesar de su constante lucha por mantenerlos abiertos, todo yacía en completa oscuridad. Desconocía cuánto fue el tiempo que transcurrió después de eso, pero ante la lobreguez en su vista, únicamente fue capaz de oír las voces que rondaban a su alrededor.

–Ambos pacientes han perdido cantidades abundantes de sangre y algunos de sus órganos se vieron gravemente dañados, ¿Qué debemos hacer, doctor? –Enunció una voz perteneciente aparentemente a una mujer.

–Necesitan una transfusión de sangre de inmediato, pero primero preparen el cuerpo de la paciente fallecida, sus órganos son los suficientes para los dos.

–Pero no podemos hacer uso del cuerpo de la joven sin el consentimiento de la familia y no hemos conseguido contactar con ellos.

–No hay más tiempo que desperdiciar, no podemos dejarlos morir si tenemos una solución al alcance de nuestras manos. –Afirmó el doctor al mando. –Realizaremos los trasplantes, yo tomaré la responsabilidad por todo.

Aquellas palabras fueron las últimas que oídos consiguieron escuchar, sus tímpanos dejaron de distinguir todo sonido proveniente del exterior.
Cuando recuperó la conciencia y con un poco de esfuerzo y lentitud, Fey levantó sus párpados, notando así cómo yacía recostado en lo que era claramente una cama de hospital y allí permaneció hasta que llegó el día en que fue dado de alta al pasar tres semanas desde su cirugía, Wandaba fue por él conduciendo la Caravana, tardando uno insignificantes minutos en regresar a casa.

–Bien, ya hemos llegado. –Informó Wandaba, exhalando tras tomar una buena bocanada de aire. –Es un alivio que al fin saliéramos de esta, nos tuviste a todos con el alma en un hilo ¿Sabes? Estábamos realmente preocupados por ti.

–No fue mi intención asustarlos de forma innecesaria... lo lamento.

–No tienes que disculparte, tu no planeaste nada de lo que ocurrió. ¿Cómo te sientes?

–Estoy bien, mucho mejor después de haber salido de esa habitación, era agobiante. –Agregó Fey, esbozando una gran sonrisa en sus labios. –A todo esto... ¿Dónde está mi padre?

–Está trabajando, ya sabes como es él, no es que disponga de mucho tiempo libre.

Al recibir tal respuesta, la tenue sonrisa reflejada en el rostro del joven Rune acabó por esfumarse. –Creo que debí suponerlo, sus constantes ausencias no son ninguna novedad.

–No creo que lo haya hecho a propósito, estuvo yendo a verte al hospital constantemente para asegurarse de que todo estuviera en orden. –Defendió el oso. –Ha de haberse retrasado un poco con sus labores.

Consciente de la decepción que se plantó en el rostro de Fey, Wandaba se apresuró en darle un giro a la conversación y enseñando una gran sonrisa, agregó. –¿Qué te parece si comes algo? Estoy más que seguro de que allá solo te daban porquerías.

Tanto Fey como Wandaba tomaron por dirigirse hacia la cocina en busca de algo de comer, Rune no pareció negarse ante la idea que le había sido propuesta luego de haber permanecido confinado en un espacio cerrado durante un tiempo tan prolongado, en consecuencia de sus heridas no se le era concedida la posibilidad de salir al pasillo siquiera y era de gran alivio para él poder tener su libertad de vuelta y las fuerzas para valerse por sí mismo.

Sin embargo, durante aquellos días de encierro algo estuvo preocupándole e incluso ahora, pero prefirió olvidarse de ello, relajarse en compañía de su azulado amigo era lo único que quería y necesitaba en esos precisos momentos.