Disclaimer: Personajes no me pertenecen.

Advertencias: OoC.


Capítulo único.

Mensaje.

Un jadeo se escapa de sus labios al momento en que siente como una mano se desliza bajo su ropa y le acaricia la espalda baja. Sus puños rosados dan contra las clavículas del moreno y aprovecha para alejarse un poco o lo que le fuera necesario para poder respirar, mas éste, como el buen gato que es y conociéndole secretamente durante años, predice cada uno de sus movimientos y, sin queja ni protesta, dispone a su favor.

K-Kuroo-sa…

Dilo.

Kei intenta zafarse una vez más, pero tampoco es como si no conociera al muchacho, sabe que no lo dejará hacer. Tiene las manos muy bien aferradas a su cintura y su cuello atrapado entre los dientes. La calidez de aquella lengua le estremece hasta los huesos y le hace flaquear las rodillas, temiendo en cualquier momento un golpe al suelo.

Hacía pocos minutos, Tsukishima Kei se encontraba sumido en la tranquilidad de su habitación después de un arduo día de trabajo. Había preparado un café e incluso había pensado en encender la televisión para descansar las orejas y acompañar por un momento corto su relajo.

Tetsuro le había preguntado si había llegado bien a casa.

Kei le respondió lo que sentía.

Luego de eso no supo realmente en qué momento aquel gato se había adentrado tan bruscamente a su apartamento, tomándole del rostro con firmeza y robándole un beso tras otro como si su vida dependiera de ello.

Tal vez era su culpa, pensó. Tal vez no debió haber enviado aquel mensaje tan bochornoso.

Kuro-san…

Dilo, Kei, por favor…

Traga saliva sin importar la lengua que se le paseaba por la yugular. La mano que le abrazaba de las caderas asciende hasta levantarle la camiseta y pellizcarle suavemente los pezones. Kei tiembla. Siente sus pies enredándose de pronto y se aferra a los hombros de Kuroo. Éste aprovecha para profundizar el contacto. Acaricia con ambas manos la piel suave de la espalda de Tsukishima y desciende hasta llegar firmemente a los glúteos.

Moriría ansioso, al parecer.

T-Te…

Y Kei moriría de la vergüenza.

Te amo…

Su cuerpo se vio estampado ahora contra la pared, y Tsukishima puede jurar nunca haber visto una mirada tan intensa en sus veinte años de vida. Una mirada que no hacía más que gritarle en silencio su respuesta.

Dilo.

Te amo.

Más.

Te amo Kuro-san…

Una vez más.

Ku-ro-san…

Tetsuro atrapó sus labios con rudeza, insistiendo en que deseaba escucharle una y mil veces más. Tsukishima intentó, pero era Kuroo quien, desesperado y ansioso, mordía, lamía y unía sus labios robándole las palabras y transformándolas en suspiros, jadeos y gemidos ahogados.

Tal vez al final no había resultado tan repentino. Tal vez ambos habían esperado demasiado para ello.

Y así, ambos se quedaron un largo rato repitiéndose una y otra vez las mismas palabras que habían estado sepultadas por dos largos años. Ignoraron cualquier tipo de interrupción, como que pequeños cristales se infiltraban a través de las ventanas y se apegaban al visillo, ignoraron que algunas lograban derretirse en el suelo de aquella habitación acalorada o que el celular de Kei yacía desbloqueado en algún punto, vibrando por los recientes mensajes de Yamaguchi y mostrando parte de aquel que él había enviado, arriesgándose a cambiar y dar un giro completo a su relación con aquel gato meloso. No sería necesario guardarlo. Ya lo borraría después.

Te amo, Kei…


No existe título más directo que este. Espero les haya gustado esta pequeña idea que me ha comido la cabeza desde ayer por la noche. Mi móvil es el culpable de todo.

Buenas madrugadas,

-Matssuo-