Disclaimer: Todos los personajes que aparecen en esta historia pertenecen a Hajime Isayama.
Me fue imposible no escribir algo sobre estos dos luego de leer tantas y tantas perfecciones. De verdad que los amo, cada vez más. No estoy tan conforme con el final, pero me siento desahogada. Anyway, disfruten.
Conteo de palabras: 576.
Casi sin querer.
Armin&Jean.
Un jadeo. Un grito ahogado.
Puede sentir como la persona que duerme en la cama bajo la suya se mueve inquieta, tratando de despertar de la pesadilla que lo atrapa aquella noche.
Su corazón le ruega que vaya a acompañarlo, pero su cerebro lo frena, quitándole el mando de su propio cuerpo. Respira hondo, esperando oír su nombre proveniente de una voz estrangulada en la penumbra.
Cuando está exhalando el aire que le sabe a desesperación, lo oye. Conoce tanto esa voz que le llega a asustar de vez en cuando lo egoísta que se siente de pies a cabeza.
Sabe que lo está llamando en sueños, porque si no fuese porque no hay ningún sonido aparte de los jadeos del castaño, no lo escucharía. Su compañero de cuarto no es precisamente de hablar bajito cuando está despierto.
Entonces, cuando Jean articula en un susurro bastante claro su nombre, Armin ya se encuentra con la mitad del cuerpo destapado, preparándose para bajar de su cama.
—¿Armin? —ahí está, de nuevo. Esta vez lo dice perfectamente, alzando indebidamente la voz asustada entre el tartamudeo y los jadeos que inundan la oscuridad. Y el nombrado, quien no ha dormido en toda la noche por miedo a no escuchar a Jean, se sorprende cuando su corazón empieza a latir más fuerte.
—Jean.
Dice su nombre para que sepa que lo ha escuchado, para que sepa que ha esperado toda la noche que lo llamara. Baja con cuidado la litera hasta tocar con la punta de sus pequeños pies la madera fría a la que llaman piso, pero no deja que se acostumbren, porque rápidamente se escabulle en las sábanas de la cama de abajo, rozando casi sin querer la piel caliente de Jean Kirschtein.
—¿Estás bien? —susurra el rubio, aunque ya sabe la respuesta.
El castaño jadea, articulando con dificultad un "no". Puede sentir que su acompañante todavía está temblando a causa del sueño que lo ha hecho despertar.
Arrastra su brazo por debajo del cuello del más alto, y éste se acomoda en él, como si estuviesen acostumbrados, como si fuese cosa de cada noche. Lentamente lo estrecha contra su pecho, por miedo a que los monstruos con los que está seguro que Jean sueña se lo arrebaten. Puede sentir su pesada y agitada respiración en el cuello, lo cual le quita el frío que alguna vez pudo sentir.
Se acomoda, bajando su cabeza, y siente la respiración de Kirschtein rozar sus labios. Sonríe sin querer.
Deposita un pequeño, casi imperceptible beso en la recta y afilada nariz con la cual comparte aire y siente que Jean lo abraza, aferrándolo.
—¿Alguna vez me contarás sobre qué son tus pesadillas? —murmura, antes de cerrar los ojos y enredar sus dedos en el suave cabello de su acompañante.
Puede sentir un gruñido contra sus labios, lo que lo hace sonreír sólo un poco más, pero al mismo tiempo no puede evitar que un suspiro se fugue de sus propios pulmones.
—Sólo no te vayas, Armin.
Una sonrisa no puede evitar sembrarse en su rostro luego de escuchar el susurro de Jean, mientras una corriente eléctrica se almacena en su estómago.
No necesita responderle con palabras, porque no se imagina tener alguna vez la intención de alejarse de él. Nunca. Jamás. Y se lo hace saber con un suave beso en la frente mientras aguanta la respiración.
Esa madrugada, acaricia una vez más la nuca de Jean antes de finalmente dormirse.
