CORAZÓN EN EL BOLSILLO
Capitulo 1. Sangre Cambiada.
Algo no andaba bien. No solo el ambiente que se vivía en ese momento se lo demostraba, permaneciendo hostil y desafiante ante la brisa nocturna, que movía su largo cabello plateado y que la luna hacia brillar bajo ella; su instinto también se lo advertía, ocasionando que su rostro transmitiera intranquilidad y preocupación. El bosque a su alrededor reflejaba la peligrosidad en la que estaban envueltos. Sus ojos ámbar se desviaron de su objetivo a la joven Miko que se encontraba a escasos centímetros de su cuerpo detrás de él. Pudo oler con facilidad como el miedo se apoderaba de ella mientras la escuchaba decir su nombre con suavidad.
Sus demás compañeros de viaje, un Houshi joven de atuendo negro y púrpura, una Taiji-ya castaña con un boomerang gigante como arma, un pequeño zorro Youkai pelirrojo y una Mononoke gata, no bajaban la guardia a espaldas del Hanyou como respuesta a la amenaza hecha unos segundos antes.
-no tiene caso que se resistan-su voz era áspera, como si no la hubiera usado en mucho tiempo- entréguenme a esa mujer.
Inuyasha enarqueó la ceja y miro al anciano con atención.
Tenia un aspecto sucio y demacrado, con una extensa barba blanca que le cubría la mitad del rostro. El poco cabello que le quedaba estaba recogido en una coleta. Sus ojos saltones no le daban otra apariencia mas que de un enorme sapo con múltiples arrugas. En su mano derecha llena de lunares y uñas largas, sostenía una calavera que al parecer no era humana, sino animal. Sus ropas daban a entender que en un tiempo pasado fue un hechicero. El olor que ese anciano transmitía, aparte de suciedad, era de huesos mezclados con tierra. No cabía la menor duda de que era un ser que Naraku había vuelto a la vida con la ayuda de un fragmento de la perla de Shikon.
-Feh! Deja de decir tonterías viejo asqueroso- contesto en forma desafiante. Colmillo de Acero permanecía en sus manos firmemente sujeta-estas loco si piensas que te acercaras a Kagome-sus piernas actuaron por su cuenta y rápidamente se lanzo en contra del hombre frente a él-¡eso no lo permitiré!.
Inuyasha golpeó con estruendo la tierra con el filo de Tessaiga, en donde hace unos segundos había estado el anciano. O sus ojos le hacían una mala pasada o en verdad vio claramente como el sujeto se desvanecía antes de que él pudiera tocarlo con la espada.
-¡Qué¡Donde esta?- su cabeza volteaba a todas partes mientras intentaba olfatear el aire. El olor del viejo había desaparecido junto con él. "¡Maldición!" en esas condiciones no podría saber su ubicación. Solo le alteraba mas los nervios.
El anciano rió con cinismo, disfrutando de la cara impotente del Hanyou. Tenia que terminar su labor antes que llegara la mañana o el sol le impediría expulsar sus poderes al máximo, sino el hechizo no funcionaria.
-lo repetiré una vez mas Hanyou-replicó con un aparente control de la situación-entrégame a la Miko¡ahora!.
El joven gruño con fastidio, expresando su inconformidad absoluta. Mientras mas tiempo pasaba, mas era la necesitad que tenia de alejar a Kagome lo mas posible de ese viejo. Para su desagrado, la humana estaba lejos de él, y por lo tanto, de su protección.
-¡Miroku, Sango, llévense a Kagome lejos de aquí!-grito con voz casi desesperada.
El Houshi y la Taiji-ya asintieron, acercándose a la joven para sacarla del campo de batalla.
-Kagome-sama tenemos que irnos-la tomó del brazo para guiarla hasta Kirara, pero ella no se movió, permaneciendo fija ante el jalón de Miroku.
-no quiero irme Miroku, quiero quedarme con Inuyasha-Kagome volteo el rostro para mostrar unos ojos castaños, normalmente dulces, llenos de determinación.
-pero Kagome-chan es muy peligroso seguir aquí- Sango intentó hacer entrar en razón a su amiga y compañera de viaje. No pasaba por alto la reacción tan insegura de Inuyasha, muy poco común en él, y para ella eso era mas que suficiente para darse por enterada de que algún problema fuera de lo ordinario iba a surgir.
-lo siento muchachos, pero no puedo dejarlo solo-la joven también tenia un mal presentimiento y eso solo la orillaba a permanecer mas en ese lugar. Tenia que ayudar a Inuyasha como fuera. Tal vez no podía hacer mucho, pero cualquier cosa seria bueno, siempre y cuando él estuviera bien. El solo pensar que algo malo le pasase por protegerla le provocaba una opresión en el pecho.
-¿Qué demonios están haciendo¡Váyanse ya!- Inuyasha giro un poco su cuello para reclamar, algo que lamentaría enormemente.
Ante la mirada de horror de los demás y de la propia Kagome, el sujeto apareció de la nada delante de Inuyasha con el cráneo mostrándolo al nivel de su cabeza y permitiendo ver salir una luz púrpura en los orificios de los ojos y la boca.
-¡Inuyasha cuidado!
La voz de Miroku no dio el resultado esperado: hacer que el joven mitad bestia esquivara el conjuro. En su lugar, el maleficio le dio de lleno en el pecho. El muchacho sintió como una fuerza exterior lo lanzaba hacia atrás, semejando a una hoja siendo arrastrada por el viento.
Se escucho el sonido seco de su cuerpo caer al suelo al mismo tiempo que la Tessaiga se escapaba de su agarre, transformándose en la katana vieja y sin filo. Al tratar de incorporarse, sintió varias punzadas de dolor en sus brazos y piernas, haciéndole terriblemente difícil moverse y mucho menos levantarse.
"¡Maldita sea!" su cuerpo estaba ten pesado como si estuviera hecho de plomo puro. De alguna forma ese anciano decrepito lo paralizó hasta el grado de no poder separar su cuerpo del suelo.
-¡Inuyasha!-oyó la voz de Kagome y con algo de dificultad pudo distinguirla correr en dirección a él.
-¡no vengas!-le grito con todas sus fuerzas, pensando que también su voz habría sido afectada por el hechizo.
Kagome se detuvo a medio camino temerosa de lo que pudiera pasar a continuación, mas por Inuyasha que por ella misma. Denoto que él forcejeaba con algo aparentemente invisible que le mantenía inmóvil las extremidades y pegado a la tierra.
La desesperación comenzó a invadirla, ansiosa de evitar a toda costa que el mitad Youkai saliera mal herido de la pelea. Sus ojos cafés buscaron con ansiedad algo... algo que pudiera detener el conjuro... ¡lo que sea, se sentía tan inútil; en incontables ocasiones había puesto a Inuyasha en peligro solo por que ella no sabia defenderse adecuadamente, y no quería que ésta fuera una de esas ocasiones. Si tan solo tuviera su arco y flecha, pero para su infortunio éste se encontraba roto junto con las flechas, así que no podía utilizarlas.
Entonces la vio... "¡Tesseiga!" clavada en la tierra como la katana. Se le iluminaron los ojos y por fin pudo distinguir un pequeño rayo de esperanza. Sin pensarlo si quiera, se dirigió corriendo a ella, dispuesta a devolvérsela a su dueño. Solo estaba a unos metros de él, no seria mucho problema dársela. Esperaba que con la ayuda de la espada él recuperara el movimiento de su cuerpo. Rogaba a Kami que fuera así.
Tan pronto cerró su mano en el mango de la espada, sintió un presencia detrás de ella, formando una sombra a su alrededor. Inmediatamente su corazón latió con rapidez mientras escuchaba la risa triunfante del enemigo, que penetraba en su mente como dagas. En su rostro se reflejaba poco a poco el pánico. Esta vez... Inuyasha no estaba en condiciones para protegerla y Miroku no podía usar su Kazaana debido a que los insectos de Naraku vigilaban el terreno.
-¡Hiraikotsu!
La voz de Sango resonó en el bosque e hizo girar su arma violentamente en el aire hacia el ser, pero como anteriormente lo había hecho cuando el Hanyou lo atacó, solo desapareció segundos antes de que el Boomerang lo atravesara, para luego aparecer en el mismo lugar, enfrente de Kagome.
El viejo dirigió su mirada a la joven Taiji-ya con odio y desagrado, que en esos momentos recuperaba su arma con agilidad.
-¡insolente!- su mano huesuda se abrió por completo en dirección a Sango, empujándola con gran fuerza y estrellándola en el tronco de un árbol.
-¡Sango!- Miroku corrió a auxiliarla, seguido de Shippo y Kirara, dejando al hechicero continuar con su trabajo.
Volvió su atención a la joven humana de extrañas ropas mientras que ésta le devolvía la mirada llena de desprecio, manteniendo a Colmillo de Acero bien sujeta en sus manos. Por alguna razón se sentía mas segura con la Tesseiga cerca de ella, aunque no podía utilizarla.
-muy bien Miko- el hombre levanto el brazo, mostrándole a Kagome el hueso animal-es tu turno, vendrás conmigo quieras o no.
Una luz cegadora resalto de nuevo los ojos y la boca del cráneo, y una sonrisa mezquina se formo en la cara del brujo, marcando mas sus arrugas. Los ojos de Kagome se ensancharon esperando lo peor. "¡INUYASHA!".
-¡KAGOME!
Un haori rojizo la cubrió por completo antes de que el resplandor lanzado por el viejo pudiera tocarla y hacerle alguna herida. A sus oídos llego un grito de dolor que le parecía muy familiar, al mismo tiempo que sentía su cuerpo ser arrastrado con fuerza junto con alguien mas que se empeñaba en no soltarla de su agarre.
Los dos cuerpos cayeron a la superficie, uno contiguo al otro. Los brazos que salían de las mangas del haori se aferraban a la espalda de la chica, evitando que ésta se hiciera cualquier tipo de daño tanto por el ataque como por la caída.
Al abrir los ojos con lentitud, confundida de lo que sucedía o pudo haber sucedido en ese corto instante, lo único que pudo identificar en ese momento Kagome al caer, fue una cabellera plateada que le obstruía un poco la vista. Solo cuando sintió una respiración agitada cerca de su cara se dio cuenta de quien había sido el causante de la acción de protegerla, ocasionando que la angustia adornara su juvenil y bello rostro.
-I...nu...ya...sha...- Kagome pronuncio como si le pesara cada letra de ese nombre, temiendo lo peor.
-Ka...go...me...- el muchacho dijo con dificultad abriendo sus orbes dorados-estas bien?
-¿Inuyasha, por que lo hiciste? No tenias por que hacer eso!-musitó la chica apunto de escapársele las lagrimas, sin querer quitar a Inuyasha de encima suyo aun.
-baka... ¿acaso... no te prometí... que te protegería?- susurro mostrando una media sonrisa antes de dejarse caer sobre el cuerpo de Kagome y perder el conocimiento.
-Inuyasha... ¡Inuyasha!... –Kagome lo zarandeo un poco por los hombros para hacerlo reaccionar, pero no obtuvo ninguna respuesta de su parte. Sus ojos se llenaron de lágrimas que no dejaba salir todavía-despierta... por favor... ¡Inuyasha!
Mirándolos con sus ojos saltones, el anciano no podía creer lo que sucedía .que error mas grande había cometido. Tenia que arreglarlo como fuera, ya que sabia que las consecuencias no iban a ser buenas. El conjuro que había lanzado a la humana le produciría efectos secundarios al Hanyou, precisamente por no ser cien por ciento humano ni Youkai.
- maldito Hanyou...-dijo con rencor sin apartar la vista de la pareja- eres un imbécil...
Levanto el brazo con la calavera para empezar un nuevo ataque, dispuesto a acabar con la vida de ambos.
-¡Ya basta Kumei!- la voz prepotente de un hombre se escucho en el aire, obligándolo a detenerse-ya no tienes nada mas que hacer ahí, retírate.
-pero Naraku-sama... le prometo acabar con ellos...-se podía notar fácilmente el miedo y la rabia que sentía, y no era para menos, le había fallado a su señor, y las deducciones de lo que le iba a pasar ya estaban formándose en su cabeza-¡déme otra oportunidad!
-¡te dije que te retiraras!- aclaro con potencia, perdiendo la paciencia.
Kumei no tenía mas remedio que obedecer, sino el resultado seria peor. Con un movimiento de su mano hizo desaparecer el cráneo, para él ser el siguiente en hacerlo.
Kagome ya no podía mas. Dejo escapar una pequeña lágrima de impotencia. Lo había hecho otra vez; de nuevo por su torpeza e ineptitud Inuyasha estaba en peligro. ¿Por qué siempre las cosas tenían que resultar así? Como odiaba ser una simple humana que no tenia los suficientes poderes espirituales para defenderse ella misma. Como odiaba ser la causante de las múltiples heridas de su compañero solo por protegerla. A veces... a veces... deseaba ser como... Kykio.
De repente, sintió que todo el peso de Inuyasha encima suyo disminuía poco a poco, sus manos y piernas se hundieron en su ropa al igual que su rostro, hasta desaparecer dentro de ella. Su peso había disminuido considerablemente, para solo dejar un bulto que se podía notar debajo de sus ropas rojas y blancas.
Sentándose en el suelo, Kagome comenzó a retirar la ropa que le impedía ver lo que pasaba. Lo que vio la dejo completamente sorprendida.
Recostado de lado entre sus piernas, un perro de tamaño medio y cabello blanco casi plateado se mostraba ante sus ojos. Aparentaba ser un perro común y corriente, pero su semblante y sus orejas se parecían mucho a las de...
-Inuyasha?...
Las orejas del animal se movieron levemente al escuchar el nombre. Sus ojos se abrieron con suavidad, dejando ver unas pupilas ámbar llenas de brillo mientras giraba un poco su cabeza para ver a la dueña de la voz.
El perro se levanto sobre sus cuatro patas con algo de dificultad, quedando sus ojos a la misma altura que los de Kagome, que continuaba en cuclillas. La chica noto que el perro era mucho mas grande de lo que había calculado cuando éste estaba acostado.
La miro fijamente por unos segundos en donde Kagome pudo sentir como se le erizaba la piel y la sangre se le subía a las mejillas, ocasionando un sonrojo ligero. Esta sensación en ella, le era conocida, y solo existía una persona que podía provocarla.
Esa forma de mirar, tan penetrante y orgullosa, solo le podía pertenecer a un muchacho, el joven Hanyou que es el dueño de su corazón sin él apenas saberlo; esas orejas, son idénticas a las de él, su pelaje plateado, incluso tenia tantas facciones que el mismo Inuyasha poseía.
Era demasiada coincidencia, demasiada. No había nada que discutir. El único capaz de tener semejante mirada dorada, aparte de su hermano Sesshomaru, era Inuyasha.
-Inu... yasha...-Kagome le hablo de nuevo, todavía algo confundida.
El Hanyou, ahora convertido en un perro por completo, se acerco a Kagome con cautela, pero al mismo tiempo mostrando seguridad, sin romper el contacto visual. Se detuvo a unos cuantos centímetros del rostro de la joven Miko.
Kagome por fin lo comprendió. Esa actitud le estaba diciendo: "¡mírame, soy yo, no tienes por que temer!". Sin ninguna duda en su mente, se abalanzo al cuello de Inuyasha, en donde aun tenía el rosario que le coloco Kaede, y lo abrazo, dejando escapar las lágrimas que hace un momento había detenido.
-Oh Inuyasha... lo siento... lo siento tanto... por mi culpa...por protegerme estas así... perdóname... –se aferró mas a él y sintió como éste frotaba la cabeza en su cabello intentando reconfortarla.
De repente, se escucho un pequeño gruñido proveniente de Inuyasha, que ocasiono que Kagome se separar de él. Al hacerlo, se dio cuenta de la herida que poseía en su pata delantera derecha y la cual sangraba, no demasiado, pero si preocupante.
Los colmillos de Inuyasha estaban apretados, tratando de aguantar el dolor producido por la herida. Empezó a encogerse, manteniendo sus músculos tensos y oprimiendo sus parpados. Con esfuerzo entreabrió uno de sus ojos para ver el rostro lleno de aflicción y lagrimas de la joven frente a él. Poco a poco su mundo se oscureció. "Kagome".
O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O
Bueno...
este es el primer capitulo a peticion de mucha gente lo subi!
espero que les haya gustado
y no se preocupen que pronto empezara lo interesante
lo que les puede decir es que: INUYASHA VA A SUFRIR!
no es que me caiga mal, al contrario, LOAMO!
pero aveces tiene que admitir que AVECES se para de menso!
bueno... acepto comentarios sugerencias lo quesea!
manden reviews!
