Luego de la muerte de Marco, Jean siempre estaba solo.
Mikasa siempre estaba con Armin o Eren, Sasha con Connie, Annie con Berthold y Reiner, pero Jean ya no tenía a nadie, tampoco es que quisiera a alguien de su lado más que Marco.
Después de eso, Jean cambió, ya no era un cínico egoísta como antes, demasiado sincero sí, pero no egoísta. A pesar de sus duras palabras, siempre decía la verdad y lo hacía de manera realista, ponía a pensar a todos los que lo rodeaban cuando se ponía a hablar en serio.
Tal como Marco había dicho, Jean resultó ser un buen líder, porque a pesar de parecer demasiado rudo, en realidad era amable, no poseía la inteligencia de Armin, pero podía analizar las situaciones desde un punto de vista objetivo, siempre pensando en los pros y los contras, pensando en salvar todas las vidas posibles aún si para esto debía sacrificar algunas y por sobre todas las cosas, era capaz de hacerse responsable por la vida de sus compañeros caídos.
Su costumbre de besar las espadas era su forma de sellar el pacto que hizo el día que sostuvo un hueso cremado entre sus manos, de vivir por ambos, de alcanzar la libertad lejos de esos muros, pero sobretodo, de no permitir que su cuerpo también terminara sin nombre consumido en el abrazador fuego, no quería eso.
El incidente con la titan hembra había hecho crecer la obsesión de Mikasa con Eren, y había alejado a Armin de ellos dos porque sus superiores habían reconocido su basta inteligencia para deducir las cosas y lograr detectar pequeños detalles, así que lo tomaron en cuenta para formar una nueva estrategia.
Armin no fue el único, Jean había sido reconocido por sus superiores también, Mikasa era una más, pero ella estaba alejada en su pequeño y fastidioso mundo llamado Eren, o al menos así lo veía Jean.
Luego de que la tormentosa batalla se acabara, Jean logró ver en Armin a un soldado respetable y gracias a que ya no lo miraba como un perfecto maricón, se habían acercado más. Armin ahora era una persona a la que Jean podía llamar amigo y eso de alguna forma los aliviaba a ambos. A Armin por saber que tenía de su lado a un potencial líder y a Jean por saber que tenía de su lado a un cerebrito estratega.
Habían dejado a Mikasa y a Eren solos en una habitación en el sótano, cosa que le pesó a Jean, a pesar de todo, Mikasa aún le gustaba por su hermoso cabello negro y sedoso, pero luego de su relación con Marco las cosas habían cambiado y la joven no era más que una belleza de cabello negro a quién admirar físicamente.
Después que acabara del trabajoso veredicto, ambos chicos se refugiaron en uno de los cuartos superiores. Este tenía una ventana y mucha más ventilación que el cuarto donde dormía Eren. Comenzaron a platicar sobre cosas serias, más que todo especulando el incierto futuro de la humanidad. Armin decía sus especulaciones al aire y Jean sus opiniones realistas que de vez en cuando hacían a la pequeña cabeza de Armin replantearse las cosas.
Su conversación a pesar de deprimente se volvió entretenida y solo se detuvo cuando Jean giró hacia la ventana para notar que la luz del sol comenzaba a apagarse y encendió las veladoras para iluminar un poco. Armin, que estaba sentado en la cama se puso de pie para ayudar a Jean en su labor y cuando por fin hubieron terminado ambos se recostaron en la mesa de madera que daba a la ventana. Un silencio que a Armin le pareció extraño se formó entre ellos, pero no podía romperlo… Algo le decía que no lo hiciera. Una suave brisa entró por la pequeña ventana y Armin cerró los ojos suspirando, dejándose refrescar. Escuchó la ventada cerrarse y entonces abrió los ojos. Se sorprendió al ver a Jean aprisionándolo en contra de la mesa, pero antes de que Armin pudiera hablar encontró sus labios siendo tomados por otro par de labios.
Cabelleras negras ¿no se suponía que eso era lo que le gustaba? Esa explicación se había dado cuando terminó en la misma cama que Marco, pero ver a Armin tan relajado al lado suyo hizo que cierto impulso indetenible creciera dentro de él y se posesionó de sus los labios.
Se separó para observar la reacción, encontrándose con un intenso sonrojo y una mirada de sorpresa, pero nada indicaba disgusto, sonrió para sus adentros acercándose para lamer los labios de Armin, provocándole un leve jadeo de incomodidad, aprovechó para introducir su lengua y comenzar un intenso beso apasionado.
Con los torpes movimientos de la lengua de Armin, Jean se dio cuenta que era su primera vez besando así, "ya te enseñaré" pensó. No lo beso una ni dos veces, ni Jean sabía cuántas, apenas se separaban para respirar. Armin jadeaba cuando era liberado, pero sus jadeos eran acallados otra vez por el siguiente beso.
Se estaba derritiendo, se sentía como gelatina debajo de los labios de Jean, era una sensación entre miedo y placer. Había encontrado guapo a Jean desde hace un par de años, con el tiempo había llegado a gustarle y su gusto terminó en un amor no correspondido. Ahora se encontraba aquí, siendo besado por ese hombre que observó de lejos por dos años, el hombre demasiado honesto que le había dicho maricón aquí y allá, el hombre que no era hombre, aún era un niño como él, uno que tuvo que crecer demasiado rápido.
Nunca se enojó cuando fue llamado "marica" por algunos de los soldados, era Eren quien se enojaba por él, Armin sabía bien que no era nada diferente a esa palabra, en aquel entonces se consideraba una carga, era débil y la mayor razón era que le gustaba Jean, estaba celoso de Mikasa y luego sus celos recayeron en Marco, pero no podía hacer nada porque para Jean él no era más que una aberración de hombre. A veces deseaba por lo menos tener el pelo negro, al menos así tendría algo que a Jean le gustase, pero nada, no había ni una sola esperanza para él.
Pero ahí estaba, besándose con aquel que se suponía que no tenía esperanza y aunque su mente quería escapar o esconderse en algún lado por el hecho de no poder hacer menos evidente que las acciones de Jean por demás de molestarle, le gustaban, su cuerpo se quedaba ahí estático.
Cuando por fin se separaron jadeantes, Armin se sintió aún más idiota. Jean ni siquiera se esforzó en hacer un ambiente antes del beso y se separó de golpe para dirigirse a la puerta, dejando a un atónito Armin que no se contuvo y tuvo que preguntar -¿Por qué te vas?- No entendía nada, pero su mente no dejaba de decirle que se estaban burlando de él.
Jean suspiró pesado abriendo la puerta, pero antes de salir hizo una pausa, -Me gustas… o eso creo…- Se sobó las sienes antes de verdaderamente salir de esa habitación-
Si Armin antes estaba atónito, ahora estaba realmente sin palabras, vio la puerta cerrarse e inmediatamente su rostro se volvió completamente rojo y con su mano cubrió sus labios. No sabía si lo habían utilizado como a un juguete, pero la vergüenza no le dejaba pensar en ese momento. Ahora solo le quedaba averiguar si en verdad le gustaba a Jean.
