-Le gustas.
Tan solo esas dos palabras, dos palabras pronunciadas por Tony Stark mientras el otro pobre hombre abandonaba la escena con el rubor invadiendo su rostro tras prometerle que firmarías sus cromos.
Había muchas cosas que no entendía de la época en la que se había despertado y la idea de gustarle a un hombre era algo que no podía entrar en su cabeza.
El Capitán America era el defensor de los inocentes, el que luchaba por sus derechos vistiendo con los colores de su nación. Siempre justo, siempre valiente, el tipo de hombre que los niños querían llegar a ser.
Pero dentro del Capitán America estaba Steve Rogers, un hombre con la mentalidad de la época en la que había nacido, un hombre que aun viviendo para ser un soldado seguía siendo un hombre sencillo.
No es que le repugnara la idea, no tenia nada en contra de aquel agente que se dedicaba a seguirle por toda la base alabando el valor que había demostrado hacia mas de medio siglo, pero aún sentía algo de rechazo, en su época el ver a dos hombres juntos de esa manera era inadmisible.
Pasó el resto del día dándole vueltas a aquello, tratando de concienciarse de que la homosexualidad estaba a la orden del día en esa época, al igual que muchas otras cosas y un héroe no podía sentir rechazo hacia alguien solo por quien le gustara.
Aun estaba en eso durante la cena con sus nuevos compañeros de equipo, pero nadie pareció darse cuenta exceptuando a aquel que había hecho que empezara a darle vueltas al tema, pero para su sorpresa, Tony Stark no le dirigió ningún comentario ofensivo, se limitó a fingir que no pasaba nada y a tratar de que Hulk saliera a hacerles una visita.
Fue algo, mas tarde, terminada ya la cena, cuando Steve decidió que era hora de ir a su cuarto a tratar de descansar cuando escuchó la inconfundible voz de Iron Man a su espalda, gritando "Capi" mientras corría hacia él.
A penas tuvo tiempo de girarse cuando sintió los labios del otro hombre sobre los suyos, devorándole y apropiándose de él de forma obscena, aquel beso era muy distinto al último que había recibido y dudaba de que alguien en la época en la que había nacido se atreviera a besar así.
Y tan rápido como se abalanzó sobre él se retiró, sonriendo perversamente y cubriéndose, preparado para los golpes que estuviera dispuesto a lanzarle el Capitán America, pero, para sorpresa de ambos, este se limitó a asentir, disipando las dudas que habían surcado su mente.
-Ahora lo entiendo.
