No soy nueva en fanfiction, pero es mi primera historia como Terrytana algo a lo que ya le traía ganas, este relato es completamente mío, pero partiendo de alguna forma del libro Eve and Adam, no es una adaptación solo sirvió en su momento como idea original. Advertencia AU

Los derechos de los personajes no me pertenecen…

Nos vemos abajo

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Deseos no deseados

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—¿Los has entendido? — Candy miró a Anthony después de repetir la lectura una décima vez, pero este ya ni siquiera se atrevió a declarar lo evidente y es que en absoluto estaba concentrado, su mente era un revoloteo de ideas que no se atrevía a expresar.

—Candy— su nombre salió de sus labios en un susurro tan suave que Candy se sonrojo de pies a cabeza

No podía creer que él tuviese ese poder sobre ella

—Bueno tal vez necesites descansar— exclamó levantando sus cosas— yo me iré y si quiere continuamos ma…

—No te vayas— susurró de nuevo poniéndose de pie junto a ella, la biblioteca estaba vacía, pero Candy no se fiaba, y Anthony estaba alarmantemente cerca, y antes de que pudiera reaccionar ya la estaba besando, Candy no opuso resistencia alguna y Anthony profundizó el beso envolviendo su cuerpo mientras ella se embriagaba en ese olor a colonia que ya conocía

Soñó tanto con ese momento, con que él la besara así, pero…

Se alejó de él de golpe.

—¿Qué ocurre? — exclamó el sin aliento

—Olvidas algo

Él la miro confundido

—Tú tienes novia Anthony— recriminó su nombre como si fuera un niño

—Ah Eliza— respondió como si fuese un tema insignificante— termine con ella Candy, ya no es nadie para mi

Se acercó a ella de nuevo esta vez Candy no se alejo

—Entonces…

—Lo hice para estar contigo

Y se fundieron en mil besos mas

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Cuando Candy llegó a su casa sentía que flotaba en nubes de azúcar ni siquiera le importo el hecho de que su madre no estaban otra vez, que la habían dejado estando tan cerca su cumpleaños 17 y que seguramente habían dejado un sobre con dinero en la mesa del comedor, tomo este sin mirarlo y lo lanzo sobre la cama.

Miro la foto de su padre sobre la cómoda, en su perfecto uniforme de militar sonriendo con añoranza, desde que él había muerto nada fue igual, su madre se alcoholizo y refugio en el trabajo, cada día más distante, cada día peor, y mucho peor cuando decidió que era buena idea volver a casarse, en ese momento la pedio para siempre.

Solo se tenían ella y Albert, pero su hermano se había ido a estudiar al extranjero y no volvería pronto

Pero ahora estaba envuelta en una burbuja de amor y añoranza que opacaba lo que era su vida en esos momentos

Anthony tendría mañana su práctica previa al campeonato y la había invitado, no podía esperar más para verlo, se dejó caer en su cama lista para el gran día.

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Le sonrió a Paty y a Annie a lo lejos que ya la esperaba en las gradas agitado las manos, ese día había optado por un vestido blanco primaveral que solo le cubría la mitad del muslo y se abrochaba a la espalda, se había alaciado el cabello por que recordó haber escuchado a Anthony decir que las prefería lacias aun que lograrlo había sido toda una odisea que no quería recordar.

Se sentó junto a ellas recibiendo el abrazo de la más cercana

—Luces muy linda Candy— exclamo Annie con picardía

—Es que hoy es un día importante— aclaro Paty al verla sonrojarse como era tan característico en ella, de una forma tan poco discreta que no podía ocultarlo, tanto que llegó a odiarlo.

Saludó a Anthony desde las gradas cuando este le miro y él le sonrió en respuesta.

—Candy— la llamo Paty delicadamente, pero Annie no fue tan discreta.

—¡Arpía a la derecha!

Eliza venía con su sequito de amigas subiendo las gradas, Candy sintió su mirada venenosa, pero prefirió ignorarla y centrarse en Anthony que estaba increíble.

El juego termino y decidió acercarse, pero Eliza llego antes, se colgó del cuello de Anthony y lo beso largamente

Candy se rompió

Cuando el beso termino Anthony la vio cubierta en llanto intento acercarse, pero Eliza se lo impidió

—A donde crees que vas Anthony, tu eres mi novio y esa mosquita tiene que entenderlo y dejar de revolotearte.

Este no respondió solo le suplico un perdón a la rubia con la mirada, pero Candy se dio la media vuelta y salió huyendo de ahí. Humillada

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Para mejorar su situación se había desatado un diluvio, le ardió el cuerpo de frio, pero más le ardió el corazón, huyo para que nadie pudiera alcanzarla, pero ahora lejos de la escuela no se apresuró a llegar a casa, al pasar por la casa de al lado se encontró con su particular vecina, una mujer no mayor de 30 años muy extraña pero que le agradaba bastante, tenía una belleza no convencional pero admirable, una elegancia acompañada con locura que la hacía particularmente irresistible y una altura que Candy envidiaba su nombre era Karen Klaise.

Esta al verla llorosa y empapada corrió hacia ella.

—Candy que te pasó, porque estas así— esta solo negó dejándose mimar

—Es una larga historia

—Bueno yo no tengo nada que hacer— declaró sin más pese a que ya olía que había dejado algo en la lumbre

Candy apenas sonrió, le alegraba tenerla de amiga

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Después de contarle lo ocurrido Karen se tomó la libertad de pasear por su casa, era la primera vez que entraba, llego a la cocina después de mucho curiosear y le preparó un té a Candy con un olor horrible pero que según ella sería muy efectivo.

—Tengo una idea— grito de pronto— tendremos una pijamada terapéutica

—¿Qué? ¡NO! — exclamo— y si mi madre…— se detuvo a media oración estaba harta, sabía que a su madre no le gustaban intrusos en su casa, aunque fuesen un par de amigas, pero… ¡Al cuerno su madre! Ya había tenido suficiente — Me parece genial llamare a Paty y a Annie

Ellas llegaron tan pronto como llamó pues se encontraban muy preocupadas cuando ella desapareció, aceptaron gustosas y así les llegó la noche.

Contaron anécdotas, se quejaron de los todo un poco y comieron hasta reventar, Candy hacia mucho que no reía tanto y cuando estaba por quedarse dormida en el piso de su sala llegó Karen con un brillo de suspicacia en los ojos y una caja de cartón.

—Esto lo tengo desde que era joven, es un juego que tenía con mi hermana— sacó un par de muñecos de tela

—¡¿Es vudú?! — exclamó Paty alarmada

—Tranquila sirve para desahogarse, nunca he creído en esas cosas— entregó uno de los muñecos a Candy que ahora volvía a parecer algo ida recordando

—¿Qué es esto? — señalo el intento de muñeco de trapo

—Puede ser quien tú quieras solo piensa en esa persona que odies y entiérrale alfileres hasta que te canses

Paty y Annie se miraron asombradas

—No creo que eso sea buena idea— susurró Annie

—Bueno bueno, yo solo quiero ayudarla— reclamó Karen molesta— entonces hazle lo que quieras

Suspiró ofendida levantándose para irse, Candy reaccionó

—Espera Karen no te enojes, dijiste que no creías en esas cosas

—Pero pensé que podría relajarte— recalcó ofendida pero volviendo al suelo—pero ya que al parecer tus amigas son una bola de pacifistas probemos otra cosa

Tomo una hoja de papel y una pluma

—¿Cómo sería tu chico perfecto para sustituir a Anthony?

Candy se quedó helada con esa pregunto

¿Un chico que pudiera sustituir a Anthony? La primera idea no la pensó mucho

—Que sea honesto— sentencio y Karen comenzó a escribir mientras Annie y Paty observaban

—Que sea aún más alto que él— secundo Annie comenzando a divertirse con la idea.

Patty y Candy asintieron con risas

—Que sea seguro de quien es y lo que quiere— añadió Paty uniéndose

—Que este siempre a mi lado— siguió Candy con una mirada soñadora

—Que les parece si dejan de ser tan sentimentales… ya sé que este como para chuparse los dedos— todas rieron ante la idea de Karen mientras ella seguía escribiendo.

Siguieron añadiendo y quitando cosas entre risas y gotitas de felicidad hasta que ninguna soporto más despierta, al finalizar Karen pego el papelito en el muñeco ayudada por un cabello de Candy ninguna discutió más sus extrañas aficiones de Karen y se decidieron a dormir.

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Candy despertó al poco tiempo, pero ya no encontró a nadie… y nada en realidad, no había nada, solo un vacío blanco

—¿Dónde estoy? — susurró para si

Siguió caminando si encontrar nada hasta que una voz la detuvo muy cerca de su espalda

—Que es lo que buscas pequeña pecosa— Candy se atragantó

¿Qué había sido eso? ¿Y por qué de pronto se sentía su rostro tan caliente? Se había sonrojado sin razón.

Se giró abruptamente pero no había nadie

De pronto alguien la tomo por la espalda con tal velocidad que no se atrevió a gritar. La hizo girarse lentamente.

—Hola Candy— frente a ella estaba un chico alto, mucho más alto que ella, de unos grandes ojos azules y un cabello largo alborotado y lacio color canela, su voz estaba en una octava tan abajo que le ponía los pelos de punta y le sonreía con cierta picardía. Candy se intimido.

—¿Tú quién eres? — trato de alejarse, pero él no se lo permitió, Candy tenía que admitir que era fuerte, pero sin llegar a lastimarla— Responde

Pero el chico solo sonreía mofándose de su incredulidad

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Candy despertó abruptamente completamente empapada en sudor, las chicas aun no despertaban, se decidió a dar un baño y preparar el desayuno por suerte apenas era domingo

Annie y Paty se fueron poco después de que despertaron y por la tarde Karen también, Candy se sentía revitalizada pero algo nerviosa también y ese sueño le ponía los pelos de punta y le provocaba un sonrojo que no comprendía, se enjuago la cara y se dispuso a recoger.

Cuando levantaba los colchones del piso se encontró con el desabrido muñeco de tela de Karen y decidió dejarlo en la mesa para regresárselo después.

El día se terminó y una parte de ella hubiese deseado que su madre estuviera ahí, para aconsejarla y acompañarla, pero sabía que no tenía caso y ya no quería discutir.

Durmió sin muchos ánimos sabiendo lo que le esperaba al día siguiente, ser el objeto de burla y reproche por el resto de la escuela.

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Legó al colegio tarde esperando que ya nadie recordara el incidente en la cancha, pero al llegar todos se enfocaron en ella, algunos con mofa, otros con recelo, Elisa se había encardado de hacerles saber a todos que Candy era una arrastrada roba novios y todos se lo había tragado ya fuera por miedo o estupidez.

Eliza no se hiso del rogar

—Candy Candy Candy—dijo Eliza con burla— mira que tenemos aquí, eso te pasa por meterte donde no te han invitado, enserio creíste que Anthony vería algo en ti ¡en ti! Solo fuiste su juguete de diversión, y como todo hombre se aburrió y volvió al nido y espérate porque esto solo ha empezado.

Sin dejarla reaccionar le lazo su bebida encima, Candy comenzó a toser mientras Elisa reía, Candy se sintió al borde de dos cosas del deseo de cometer asesinato y el deseo de soltarse a llorar, no por lo que Eliza pudiera hacerle, sino porque sus palabras le dolieron, porque eran duramente ciertas. Pensó en otra cosa.

—Pues estamos a mano, yo también le utilice para darle celos a mi novio y ahora que lo he recuperado no lo necesito más.

—¿Novio? ¿Cuál novio Candy? jajajaj— se mofo la pelirroja y antes de que Candy se quedara sin argumentos alguien llego corriendo a su lado

Una de las chicas de primer año

—Candy un chico te busca

Casi se atraganto, Eliza también.

—Déjate de mentiras Candy solo te humillas mas— sentenció Eliza torpemente, pero Candy no le atendió estaba más ocupada viendo hacia la puerta donde un apuesto chico entraba vestido de pies a cabeza de negro, fue el centro de atención al instante.

Lo recordaba

Fue con quien soñó la noche anterior

Y tenía la misma diabólica sonrisa mientras con una lentitud demencial caminaba hacia ella.

Esta historia continuara…

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Y es todo por ahora tratare de actualizar dos veces por semana

Espero que les haya gustado este inicio de una historia que les volverá locos (espero, lo intentare XP)

Que tengan una bella semana

Anjiluz