Hoy vengo con un fic nuevo, será corto probablemente de cuatro o cinco capitulos. La idea se me ocurrió después de ver un anime que cuenta el sentimiento que tiene su gato hacia su dueña y la manera que tiene de ver su vida: ve sus momentos felices, sus momentos malos, todo. Y pensé, ¿y si Harry tuviera la oportunidad de lo mismo?

Espero que les guste :)

Creditos a la imagen: Horrocruxmachine


A través de sus ojos

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Se sentía tan borracho que el mundo daba vueltas y vueltas. Apenas podía mantener los ojos abiertos y sabía que en pocos minutos estaría vomitando como si la vida dependiera de ello. Escuchó la risa de Seamus y Dean, y varias palmaditas en la espalda. Últimamente se juntaban los tres a beber cada vez que tenían una noche libre, Harry se había encontrado disfrutando de su compañía más que nunca porque era el momento en que se sentía más ajeno de todos sus malditos problemas.

—¿Has visto lo sexy que se ha puesto Hermione? —les preguntó Dean sirviéndose otra copa, el azabache apenas podía mantenerse sentado pero aun así escuchó perfectamente sus palabras.

Hermione...

Al escuchar ese nombre sintió como le arrebataban la poca alegría que tenía. Hace meses que se cruzaban en el Ministerio pero no se dirigían palabra, ambos demasiado orgullosos para ceder ante el otro.

—Oh, sí. Ron es muy afortunado, ¿no lo crees, Harry? —suelta Seamus arrebatándole la botella al otro moreno.

El elegido se encogió de hombros despreocupadamente aunque en realidad no quería ni siquiera tocar el tema. Ya no soportaba escuchar a la gente hablar de lo felices que eran Hermione y Ron, extrañamente comenzaba a molestarle y mucho.

—¡Vamos, Harry! ¡No me digas que nunca has pensado que está buenísima! —insiste su amigo sin poder creerlo.

—Hermione es como mi hermana —repitió por billonésima vez pero en aquel momento esas palabras sonaron tan vacías y desgastadas dentro de sí, como si la frase hubiera perdido sentido alguno.

Estaba pensándolo demasiado otra vez. Harry maldijo en voz baja y dio otro sorbo a su whiskey haciendo que un dolor agudo le taladrara la cabeza.

—Amigo, creo que ya es suficiente —suspiró Dean levantándose de la mesa y ayudándolo a levantarse. Siempre era el más sensato de los tres —. Te ayudaré a desaparecerte, ¿de acuerdo?

Oh... desaparecerse no le parecía una opción muy bonita en ese estado pero de todas formas asintió.

—¡Pero si la noche recién comienza! —se quejó Seamus levantando las botellas, se veía tan borracho como él, pero mucho más animado.

—Llevaré a Harry y luego vendré por ti. No hagas locuras cuando no esté —le advirtió el moreno y luego apareció en el departamento —. ¿Estás bien?

—Sí... —mintió el azabache apoyándose en la mesa de la cocina —. Ve a buscar a Seamus antes de que haga enojar a alguna chica.

Dean se rio —Y tú vete ya a la cama o terminarás durmiendo en el suelo, colega. Nos vemos la próxima.

Apenas su amigo se marchó, las náuseas no tardaron en abrumarlo. Harry corrió hacia el fregadero y vomitó gran parte de lo comido del día. Abrió el grifo y se limpió la boca entre jadeos. Hace mucho que no había bebido hasta ese extremo, se sentía tan mal que temía desmayarse en cualquier momento o vomitar hasta que no le quedara nada adentro.

"¡No entiendo cómo puedes vivir tu vida así, Harry! ¡Nunca creí que serías uno de esos que viven solo de alcohol y mujeres!"

Harry comenzó a caminar aferrándose a lo que podía para poder llegar a su despacho.

"¡¿Hace cuánto que no vienes a la Madriguera?! ¡¿Hace cuánto que no pasas tiempo con Ron y conmigo?! ¡¿Quién eres y qué has hecho con mi mejor amigo?!"

Abrió la puerta trastabillando y se lanzó hacia el cajón de pociones. Necesitaba algo que le sacara la borrachera y lo hiciera tener un buen sueño... Necesitaba algo que lo hiciera dejar de pensar... Se sentía tan triste de repente. Otra vez ese dolor en el pecho y la garganta, esa cosa insoportable que solo ella le podía ocasionar.

Tomó su copa y las dos pociones como pudo, para hacer esa mezcla tan eficiente que siempre le daba resultados. Sus manos temblaban, sus reflejos y su vista no ayudaban para nada, el trabajo se le hizo dificultoso.

"¡Es mi vida, Hermione! ¡¿Es qué no lo puedes entender?! ¡Si tanto te molesta mi nuevo yo aléjate de mí de una buena vez por todas!"

«No debería haber dicho eso» pensó Harry. La había alejado, la había perdido por esas estúpidas palabras, por sus estúpidos celos... Acercó la copa a sus labios, deseando que esa poción borrara aquellos dolorosos pensamientos, y luego todo se volvió negro...

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Se sentía demasiado cálido y por primera vez en mucho tiempo, en paz. ¿Qué era esa sensación tan reconfortante? Una mano le acariciaba la cabeza suavemente y él no podía dejar de ronronear.

¿Ronronear? Abrió los ojos de repente y se encontró con una escena que lo dejó completamente atónito. Hermione Granger, su mejor amiga de toda la vida estaba sentada en la cama y acariciándole el cabello. Le sonreía... ¡¿Qué rayos había pasado y cómo él estaba... ahí?!

—Buenos días, Crookshanks —le dijo la castaña suavemente y se levantó de la cama para arreglarse frente al espejo.

¿Crookshanks? Harry no salía de su asombro, ¿Qué estaba pasando?

En el momento en que intentó levantarse de la cama, la verdad vino a él. Pudo sentir que en vez de dos patas, tenía cuatro, ¡cuatro!

"Debo estar soñando" intentó decir y aquello terminó saliendo como un maullido. Hermione volteó y le sonrió.

—Debes tener hambre. Te daré el alimento en la cocina, ¿de acuerdo?

Su mejor amiga salió de la habitación tarareando una canción, y dejando a Harry completamente solo y asustado.

Bajó su mirada y vio que tenía unas patas peluditas y anaranjadas, muy gatunas. Soltó una maldición que volvió a salir como un maullido.

¡No podía ser cierto! ¡No!

Saltó de la cama con una elasticidad y facilidad que lo sorprendió, y se subió al escritorio para poder verse al espejo. Lo que vio allí lo dejó sin habla: era el fiel retrato de Crookshanks, ese gato que Hermione había apreciado tanto desde las épocas de Hogwarts. ¡¿Cómo era posible?!

Tenía que ser un sueño, una alucinación por beber tanto la noche anterior, sino... ¿cómo se explicaba? ¡¿Y cómo carajo iba a salir de allí?! Harry comenzaba a desesperarse, su corazón gatuno latía con mucha fuerza.

—¡Crookshanks! ¡Ven! —exclamó Hermione desde la otra habitación.

Debía decirle a Hermione de alguna manera lo que estaba sucediendo, ¡aunque no tenía ni la más mínima idea de cómo! Saltó con gracia hacia el suelo y camino rápidamente con sus patitas hasta llegar a la cocina.

Ella estaba allí, tan hermosa como siempre, con el cabello recogido en una coleta improvisada y un delantal puesto. Le sonrió, de una forma que hace mucho no veía, de tal manera que lo dejó inmóvil en el lugar, sin saber qué hacer.

Le señaló el plato de gato que había en un costado, que se encontraba rebosando de comida, pero le hizo caso omiso.

"Hermione, ¡soy Harry! ¡No entiendo que es lo que sucedió pero estoy en el cuerpo de tu gato!" exclamó pero volvió a salir como largos maullidos, los cuales hicieron a Hermione fruncir el ceño.

—¿Qué es lo que sucede, Crookshanks? ¿Estás enfermo? —le preguntó preocupada inclinándose hacia él y tomándole la carita.

Otra vez se encontró ronroneando, ¡no podía tener control de ello! Es que tenerla tan cerca y tocándolo se sentía tan agradable que el sonido salía solo.

¡Concéntrate, Harry! Se regañó a sí mismo ¡Enfócate!

Si Hermione no podía entenderlo, ¿qué otra cosa podía hacer? Tal vez... si podía llegar hasta su casa podría encontrar la forma de volver a la normalidad, con su varita, ¡o con lo que sea! ¿Verdad?

Harry miró hacia arriba y notó que la ventana estaba abierta. Era su oportunidad. No esperó más y saltó sobre la mesa para luego hacer una salida triunfal hacia afuera.

—¡Crookshanks! —gritó Hermione sorprendida —. ¡Ven aquí!

Se encontró caminando por los techos de las casas vecinas, todavía podía recordar el camino hacia su casa, era bastante lejos pero si prestaba atención podría llegar. Vio a su mejor amiga salir de su casa rápidamente y seguirlo desde la acera entre gritos. Se sintió mal por ella, ¿pero qué más podía hacer?

—¡Ven aquí gato malo! —exclamó llamando la atención de varios vecinos —. ¡Ven aquí ahora!

Pero Harry no podía hacerle caso, no en ese estado, necesitaba volver a su cuerpo si no quería volverse loco, porque la idea de quedarse en ese cuerpo peludo y anaranjado lo aterraba. Dio un salto para pasarse al siguiente techo, sin sentir nada de miedo, como si fuera natural, algo que le pareció increíble. Hermione seguía corriendo con una mezcla de enfado y preocupación, tenía que perderla de vista antes de que lo pudiera atrapar...

—¡Crookshanks!

Saltó a uno de los jardines y antes de que pudiera continuar su camino, unos fuertes brazos lo agarraron. Harry maulló sorprendido.

—¡Gracias Ben! —exclamó la castaña llevándose las manos al pecho.

¿Ben? Harry levantó la mirada y vio a un hombre de ojos azules y bastante musculoso, que miraba a Hermione de una forma que no le gustaba para nada.

Harry fue pasado de sus brazos a los de la castaña, que lo abrazó con fuerza.

—De nada, Mione.

¡¿Mione?! ¡¿Se atrevía a llamarla Mione?! ¡¿Quién era ese muggle infeliz?!

—Nunca ha intentado escapar de casa —suspiró ella tristemente —. Es extraño...

—Es normal en los gatos, a veces Mishu desaparece por días.

¿Mishu? Harry comenzó a sentirse muy molesto y un bufido de gato salió de su boca.

—¡Oye! ¡Estás portándote muy mal hoy! —lo regañó Hermione mirándolo severamente —. Nos vemos pronto, Ben, y gracias nuevamente.

—Cuídate, Mione.

Otro bufido más de parte de Harry al escucharlo llamarla así.

—¿Por qué te comportas así? —murmuró Hermione entre dientes mientras caminaban hacia su casa otra vez.

¡Quería salir de ese cuerpo ya! ¿Cuánto más iba a tener que soportarlo? ¡Estaba ronroneando solo por estar entre sus brazos! ¡Quería ser capaz de controlar sus emociones otra vez!

La bruja entró al departamento y dejó a Harry en el suelo.

—No volverás a escaparte nunca más —dijo señalándolo con el dedo y luego comenzó a cerrar todas las ventanas y puertas con seguro —. Me iré a trabajar y no harás nada malo mientras no esté, ¿de acuerdo?

Después de tomar su bolso, Hermione abandonó el departamento, dejando a Harry en un completo desorden mental.

Encerrado en un departamento. Sin poder hablar. Y como si fuera poco, en el cuerpo de un gato anaranjado y peludo.

¿Cómo iba a salir de esa situación? No tenía ni la más remota idea.

...Continuará...

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