Prologo

Era un viernes aburrido por no decir muy aburrido, cuando a punto de dar las 23:00, mi móvil al que llamo cariñosamente chatarra, puesto que lo mío no son las nuevas tecnologías, sonó con uno de esos tonos predeterminados, leí la pantalla y vi reflejada la llamada de una de mis mejores amigas Rosalie, rápidamente colgué.

Hoy no tenía ganas de hablar con nadie, para empezar mi examen de matemáticas había sido desastroso, tanto como para llegar al punto de acompañar a Alice en la hora correspondiente al examen, la cual se paso dibujando (he de admitir que esa muchacha tiene un don con el lápiz), mas tarde tras el almuerzo mis padres habían comenzado a discutir como siempre por cuestiones económicas y la que pague los platos rotos fui yo por meterme en donde no me llaman según ellos y para concluir el maravilloso día, había tenido que quedarme cuidando durante 4 horas de los gemelos del vecino, un par de rubios muy monos pero que pueden acabar contigo en menos de media hora como te descuides.

Así que cuando llegue a mi casa lo único que hice fue coger mi portátil y tumbarme sobre la cama a escuchar algo de música, no tenia apetito ni ganas de hablar con nadie, solo quería relajarme un rato. Cuando por fin conseguí quedarme un poco dormida entro mi madre en la habitación, porque si, en mi casa la intimidad es una palabra desconocida.

- Bella, Jessica al teléfono

- Voy mama

Baje las escaleras pacientemente para procurar no tropezar.

- Dime fea, ¿Qué quieres ahora?

- ¿Puedes hacer el favor de coger el teléfono cuando te llaman?

La voz era de Ángela, no sé como mi madre después de 15 años viéndonos crecer juntas las sigue confundiendo.

- ¿Eing?

- A Rose! Bueno escucha con atención a las doce aproximadamente me paso a recogerte, así que date prisa tienes 15 minutos para arreglarte.

- Per...

No pude contestar rápidamente corto el teléfono.

Subí corriendo a mi habitación y me enfunde unos vaqueros claros, me puse mi camiseta negra ajustada y mi camisa favorita encima para no llamar mucho la atención de mi madre, me solté mi pelo y me calce los primeros tacones que pille, apague el portátil y cogí mi chatarra y el bolso, con el dinero y mis carnets.

Unos minutos más tarde el claxon de un coche estaba sonando, me despedí de mi madre y le solté que iba a casa de Valeria a echar la noche, pero sabía que esto tan repentino solo podía significar que salíamos de fiesta, por fin parecía que iba a suceder algo bueno.