Ninguno de los dos podía recordar a ciencia cierta cuando una amistad entre ellos había surgido, su relación había marcado un antes y un después.

Para él, ella era la damisela en peligro que había rescatado en un par de ocasiones, intentando dar una buena impresión hacia ella por qué después de todo la conocía, Marinette era su amiga, de hecho era la primera amiga que había hecho cuando llego al instituto, pero solo eso.

Para ella, él era su compañero de batallas que en ocasiones podía llegar a ser algo tonto para hacerla reír o enojar, dependiendo del contexto del que se desenvolvieran sus bromas, y quien siempre veía por ella, pero más allá de eso no lo conocía, solo eran compañeros por la situación.

Ninguno de los dos sabía mucho del otro, y quizás justamente eso fue lo que logró que buscaran una conexión.

Marinette pensó entonces que él siempre estaba ahí cuando lo necesitaba, fuese para salvarla del Akuma en turno o para levantar su ánimo, y el pensar que no sabía algo de él que fuese importante comenzó a crear un malestar en ella, puesto que él siempre buscaba saber más.

Adrien pensó entonces, que ella era una amiga que debía atesorar, su valentía para defender a sus compañeros a pesar de meterse en problemas era algo que admiraba de ella y quería saber un poco más de sus gustos aparte de la alta costura.

Pero cuando Ladybug estaba con Chat Noir, él solo podía hablar de ella y preguntar sobre ella.

Pero cuando Adrien estaba con Marinette, solo en pocas ocasiones podía intercambiar palabras con ella, y eso era cuando se encontraba concentrada en algo en específico.

No fue muy raro que, ambos decidieran usar su otro yo, incluso pensándolo al mismo tiempo.

Aunque sus primeros encuentros habían sido más una casualidad que otra cosa, ambos no tardaron en aprovecharlo.

Solo eran amigos que querían afianzar el voto de confianza entre ellos, conocer a quien en su interior habían llegado a admirar por sus hazañas.

Y, ahí se encontraban. Chat Noir extendía su brazo hasta Marinette quien tomaba con delicadeza su mano, pasando una fina brocha sobre las garras de este, pintándolas de un carmín intenso.

― En ocasiones siento que soy tu maniquí, Marinette ― Dijo mientras llevaba una mano a su boca, aminorando un bostezo.

Ella rodó los ojos.

― Eso te sacas por romper mi maniquí ― Sentenció, llevando la pequeña brocha hasta un frasco de pintura para uñas, hundiéndola.

Adrien sonrió bajo la mascará del héroe de París, grabando bien en su memoria que Marinette nunca olvidaba algo, puesto que aquello había sucedido dos semanas atrás.

Marinette intentó no reír cuando Chat Noir pretendía apreciar sus uñas al puro estilo Bourgeois, grabando en su memoria lo tonto que podía llegar a ser solo para sacarle una sonrisa.

Solo eran amigos, un par de tontos que apreciaban esos detalles que nadie más podía ver.

Solo eso.