-Mami quiero ir con Sanny al paseo—

-Ya te lo dije Rach, tienes que ir a la escuela y luego de eso encontraremos algo divertido que hacer—

-Pero mami…-contestó la pequeña haciendo uno de sus más famosos pucheros, Shelby sonrió ligeramente y negó con la cabeza dando por terminada la conversación.

-No es para tanto Rachie—la consoló Santana mientras se servía un poco de cereal—El museo es aburrido y podemos ir cualquier otro día, además no creo que la señorita Pimrose te deje ir—

-¿Por qué soy pequeña?—Santana abrió la boca para contestar pero se contuvo, sabía lo mucho que su hermana odiaba que la trataran como a una bebe, la última vez que lo había hecho Rachel se había pasado dos semanas enteras leyendo el periódico para probar lo grande y madura que era, su mamá había tenido que cancelar la suscripción cuando comenzó a tener pesadillas.

-No, porque…..—tomó una cucharada de cereal para ganar algo de tiempo y entonces vino a su mente—porque ninguno de los maestros en Mckinley quiere que rompas tu record de asistencia, sería la primera vez en años que alguien lo logra—

Rachel miró a su hermana con el ceño fruncido un par de segundos, Santana podía ver la batalla que se estaba librando en la mente de la niña.

-Bien—cedió—¿pero podemos ir el fin de semana?—

RING RING RING

-¡No puede ser!—gruñó dando golpes a ciegas sobre la mesita de noche intentando encontrar el botón de apagado, odiaba levantarse temprano, odiaba la escuela y odiaba ese estúpido despertador, cuando finalmente su mano golpeó el lugar adecuado la habitación quedó sumida en un profundo silencio, se giró para volver a dormir pero entonces lo recordó, hoy era el día, se levantó de la cama de un brinco sintiendo unas repentinas ganas de llorar y caminó con rapidez a través del pasillo hasta llegar a la enorme recámara principal, sin detenerse a pensarlo siquiera un segundo se subió a la cama y se metió bajo las cobijas tapándose por completo.

-¿Qué pasa San?—preguntó una muy adormilada Shelby mientras envolvía a su hija en un abrazo, la adolescente se acurrucó contra ella y suspiró sin saber exactamente que decir.

-No es nada—susurró simplemente, la castaña abrió los ojos en señal de alarma, algo andaba mal, Santana jamás se levantaba tan temprano si podía evitarlo, además había estado en el negocio de la maternidad demasiado tiempo, podía oler una mentira a millas de distancia.

-No creo que sea nada—dijo alejándose un poco para poder verla mejor, su hija levantó la mirada y se encogió de hombros, fue entonces que lo entendió—Lo se cariño—susurró abrazándola de nuevo y comenzando a acariciar su cabello, la joven se relajó ante el contacto y cerró los ojos esperando volver a dormir, la castaña por su parte limpió un par de lágrimas de sus ojos y se concentró en la pequeña foto de la mesita de noche; madre e hija permanecieron en la misma posición durante la siguiente media hora, ninguna de las dos habló porque no había necesidad de palabras, no había necesidad de un "lo siento" o de un "todo va a estar bien", no había necesidad de "tratar" de entender porque ambas sabían exactamente lo que la otra estaba sintiendo, hacerse compañía y estar juntas en esos momentos era aún más curativo que las propias palabras, habían pasado ya tres años pero seguía doliendo tanto como la primera vez, si bien era cierto que habían aprendido a vivir con el dolor eso era todo lo que habían podido hacer y seguramente era todo lo que alguna vez lograrían, no había cura y no esperaban encontrarla porque era precisamente el dolor lo que las ayudaba a recordar cuanto los habían amado y cuanto los extrañaban.

PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN - PAIN

-¡Mamá! ¡¿Has visto mi uniforme?!—Shelby gruñó contra la almohada, no era la primera vez que Santana le hacía esa pregunta, ¿cuándo sería el día en que buscara más allá de su armario? Quizá si la ignoraba lo suficiente…..—¡Mamá!—frunció el ceño dándose por vencida y se sentó sobre la cama profiriendo un largo bostezo, estaba agotada, en definitiva un par de horas más de sueño no le vendrían mal pero tal parecía que cuando tenías a una adolescente en casa la palabra "descanso" estaba prohibida-¡Mamá, debes decirle a Carmen que pare de ocultar las cosas!—se quejó Santana entrando a la habitación y recargándose en el marco de la puerta, la castaña levantó la mirada y no pudo evitar fruncir el ceño ante la imagen de su hija, solo llevaba encima su ropa interior y esta parecía ser diez veces más pequeña que las partes que necesitaba cubrir.

-San, hazme un favor y ponte algo de ropa—ordenó todavía algo adormilada

-Eso intento—contestó dramáticamente—pero no encuentro mi uniforme—

-Quizá si buscaras en lugar de gritar como si estuviéramos en un incendio no correrías el riesgo de que te diera pulmonía—

-Muy graciosa, no veo como te molesta, esto no es nada diferente a un traje de baño—

-Buen punto—meditó observándola de pies a cabeza—Ya que lo pones de ese modo creo que deberíamos ir a comprarte otro traje de baño, quizá uno de buzo—Santana negó con la cabeza y se encogió de hombros.

-¿Podrías ayudarme?—

-Bien—se levantó de la cama y caminó directo a la lavandería, tan solo dos minutos después tenía el uniforme en la mano, la joven sonrió un poco ante la mirada de frustración de su madre y le plantó un beso en la mejilla.

-¿Qué haría yo sin ti?—bromeó.

-Seguramente ir a la escuela desnuda, apresúrate y baja a desayunar, se va a hacer tarde para la escuela—la sonrisa de Santana se transformó de inmediato en una mueca.

-No tengo muchas ganas de ir hoy—confesó

-Lo se—contestó Shelby acercándose y plantándole un beso en la frente—pero debes ir, la vida tiene que seguir—

-La vida puede seguir el resto de los días pero hoy simplemente no estoy de humor—

-Ellos querrían…..—

-¡Como puedes saber lo que querrían!—gritó separándose de su madre y llevándose ambas manos a la cabeza-¡Ellos no están aquí, nunca vamos a poder saber lo que querrían!—la castaña observó a su hija sin decir una sola palabra, sabía que debía permitir que explotara de vez en cuando, la conocía demasiado bien como para saber que era lo único que la mantenía cuerda el resto del tiempo, era un tema delicado y a pesar de que Santana creía ocultarlo sabía que se culpaba de todo lo que había pasado, había intentado convencerla de lo contrario en más de una ocasión pero sus palabras parecían no tener influencia alguna.

-Lo siento mamá—balbuceó Santana luego de un par de minutos, Shelby asintió y se acercó a ella envolviéndola en un abrazo.

-Está bien, es un día difícil lo se, pero debemos intentar pasarlo lo mejor que podamos—

-Es solo….es difícil….y yo….—

-Lo se San—la tranquilizó mientras limpiaba un par de lágrimas de sus mejillas—Es difícil para todos pero debemos seguir adelante, eso no quiere decir que los olvidemos o que sean menos importantes—

-Lo se, siento haberte gritado—

-Está bien—sonrió—sólo no lo hagas costumbre—

-Lo intentaré—la castaña soltó una carcajada y le dio una suave nalgada haciéndola pegar un brinco.

-Iré a servirme algo de desayunar—

-Asegúrate de comer algo de fruta—

-Sí mamá—Shelby observó a su hija salir del cuarto y entonces se derrumbó, lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y tuvo que recargarse en la pared para poder permanecer de pie, si ese día era difícil para Santana para ella era la muerte misma, podía parecer que lo había superado pero el simple hecho de ver niños de la misma edad o escuchar sus nombres hacía que le flaquearan las piernas y que sintiera unas tremendas ganas de llorar; cerró los ojos con fuerza y suspiró profundamente intentando recobrar la compostura, debía ser fuerte y sobre todo debía enfocar su mente en algo más, después de todo esto último era lo que le había funcionado los últimos tres años, ser ganadora de dos premios Tony y un Grammy no era casualidad, había trabajado duro, lo suficientemente duro como para no pensar en nada más durante el día y caer rendida por la noche, claro que eso no lo hacía menos difícil, cada desayuno, cada festival, cada canción, aún las cosas más cotidianas le recordaban lo que había perdido y lo peor de todo era que no podía dejar de imaginar lo diferente que sería su vida si nada de aquello les hubiera pasado, ¿Estaría aún en Broadway?¿Habría ganado tantos premios? Sabía que era inútil pero eran preguntas que jamás saldrían de su cabeza, la incertidumbre la mataba un poco más cada día pero nadie debía saberlo, no su familia, no la prensa y por supuesto no su hija.

Una vez que tuvo la fuerza suficiente para recomponerse bajó a la cocina, donde Santana comía un enorme plato de cereal con una rapidez que sobrepasaba lo impresionante.

-Vas a atorarte San, la comida no irá a ningún lado—

-Lo sé—contestó la joven esforzándose por hablar mientras se metía otra enorme cucharada en la boca—pero se me hace tarde—

La castaña suspiró dándose por vencida mientras se sentaba al lado de su hija y comenzaba a comer su platón de frutas.

-Mamá, necesito que me firmes algo—dijo la joven levantándose de un brinco y sacando un bonche de papeles de la mochila—Es para las animadoras—aclaró al ver la cara de confusión de su madre.

-¿Estás segura que eso es?—preguntó Shelby mientras comenzaba a revisarlo—podría jurar que estás comprando una casa, o todo un país—

-Ya sabes como es Sue, lo que dice en resumen es que no se hace responsable por fracturas, golpes o incluso la muerte de ninguna de nosotras durante prácticas—

-Eso definitivamente me hace sentir mejor—contestó con sarcasmo-¿estás segura que esto es lo que quieres?—

-Daaaa, es lo que siempre he hecho—

-Eso no quiere decir que sea lo que quieres—Santana paró de comer y miró a su madre con furia, no podía creer que lo estuviera haciendo de nuevo, dejando sin terminar el desayuno tomó su mochila con rapidez y caminó hacia la puerta.

-¿Podrías solo firmarlo y ya mamá? De verdad se me hace tarde—

-Santana….—

-No quiero hablar de eso—

-Debemos hablarlo—

-¡Claro que no!—contestó comenzando a exaltarse—ya te lo he dicho más de mil veces, no quiero entrar al estúpido club glee, no quiero tener nada que ver con esos ñoños—

-¿Estás segura que es solamente eso?—Shelby sabía perfectamente que el hecho de que su hija no quisiera saber nada de música no era cuestión de ñoños o de popularidad, sabía lo mucho que le gustaba cantar y sabía que estar lejos de eso era difícil pero tampoco quería presionarla, no cuando la razón de que no quisiera hacerlo implicaba sentimientos y emociones que quizá jamás lograría comprender del todo—¿Sabes algo? no importa—dijo tomando la hoja y garabateando su firma rápidamente, no tenía caso comenzar una pelea sobre algo tan absurdo, Santana tomó los papeles y le dio beso en la mejilla.

-Gracias—suspiró aliviada-¿Te veo por la tarde?—

-No iré a ningún lado, ¿Aún tienes gasolina?—

-Positivo—sonrió—Nos vemos—

Una vez que la adolescente se hubo ido la castaña tomó su teléfono y marcó el número de su hermana, necesitaba escuchar su voz, sobre todo en un día como ese donde nada parecía sentirse bien.

-Hola Shelbs—saludó Maggie del otro lado de la línea.

-Hey—murmuró la castaña apenas siendo capaz de contener las lágrimas

-Cariño, todo va a estar bien—la consoló de inmediato sabiendo perfectamente lo que sucedía, había recibido esa misma llamada durante los últimos tres años y hasta la fecha aún le seguía rompiendo el corazón escuchar tanto dolor en la voz de su hermana.

-Acabo de tener una discusión con Santana—explicó la castaña limpiándose un par de lágrimas de los ojos—le pregunté porque no entraba al Club Glee y simplemente explotó, no debí haber hecho eso, sobre todo hoy—

-No seas tan dura contigo misma, estás haciendo un buen trabajo incluso aunque en ocasiones no lo parezca—

-Lo se…..es solo que…yo….todos sabemos que Rachel es la razón de que no quiera cantar de nuevo—

-Es su modo de lidiar con el dolor Shelbs, volverá a hacerlo cuando esté lista, solo dale tiempo—

-Tiempo—murmuró, si algo había aprendido en los últimos años era que esa estúpida frase de "El tiempo lo cura todo" no era más que una maldita mentira, en definitiva habían días mejores que otros pero la sensación de que algo faltaba siempre estaba ahí y era precisamente esa sensación la que la mataba por dentro, de algún modo había aprendido a vivir con ello pero aún dolía como el mismo infierno.

-¿Shel?—preguntó su hermana del otro lado de la línea.

-Estoy aquí—

—No te preocupes—la tranquilizó—todos sabemos que San siempre hace las cosas a su propio ritmo-

-Lo se—

-¿Tu como estás?—

-No lo se—contestó sinceramente—Aun tengo días en los que quiero dejar todo e irme tan lejos como sea posible, aún tengo días donde no puedo escuchar música porque no puedo superar el hecho de que Rachel no esté ahí para cantarla conmigo o días en los que no puedo mirar a un niño o a un bebe porque recuerdo que ni siquiera tuve la oportunidad de llegar a conocer al mío—Shelby se limpió un par de lágrimas y continuó—la más ligera sensación de normalidad me hace sentir culpable, me recuerda que ellos no están aquí conmigo cuando deberían estarlo—Maggie simplemente guardó silencio, no había nada que pudiera decirle que la ayudara a sentirse mejor y lo sabía, todo lo que le quedaba era escucharla y tratar de entender por lo que estaba pasando.