Capítulo 1

Sofia The First no me pertenece.


"¡Oh, ¿no es emocionante?, por fin llego el día!" - comentaba emocionada la nueva reina de Satin, Amber.

"Si mi amor, hace tan solo unos días que regresaron de su luna de miel y hoy será la coronación" - exclamó su esposo Desmond, tan alegre como ella.

"Aún no me hago a la idea de que se hayan casado pero pobre de él si le hace daño a mi hermana" - aseguró James, quien era ahora el nuevo rey de Zumaria.

"James, basta, sabes que él adora a Sofia" - le regañó su esposa, Vivian.

"Es verdad hermano, eres demasiado exagerado, nos ha demostrado un millón de veces que la ama, créeme, yo también lo mataría si la lastima pero sabes que ella lo ama y lo más importante es que sea feliz, ¿o no?" - explicó la reina rubia.

Amber tenía un año de casada con Desmond y ahora estaba embarazada de 4 meses, James y Vivian también tenían un año de matrimonio pero aún no habían tenido hijos, para los mellizos de Enchancia les fue un poco difícil al principio, el adaptarse a otro reino pero a pesar de todo lograron acostumbrarse.

El año anterior Hugo por fin le pidió matrimonio a Sofia, los preparativos de la boda duraron más de lo debido ya que Amber no permitiría por nada del mundo que su hermana tuviera una boda sencilla, no importaban las protestas de los novios, la rubia saco la casa por la ventana y por supuesto que su padre y el del novio la apoyaban cien por ciento pero eso sí, a cambio les permitieron tener una luna de miel de un mes completo, incluso invitaron a la reina Elena de Avalor y toda su familia, quien ahora estaba casada con Mateo y esperaban a su primer bebé.

Y ahora estaban allí, el salón de baile del castillo de Enchancia estaba lleno, ya las sillas que les pertenecerían a los nuevos reyes estaban listas, hechas de la misma forma que las de Miranda y Roland pero con los colores que les correspondían, lavanda para Sofia y negro para Hugo, mientras que las coronas eran las mismas.

Después de este día, Sofia y Hugo serían conocidos como los nuevos reyes y los antiguos, Miranda y Roland II, serían la reina madre y el rey padre y se irían a vivir en una nueva mansión.

"Es cierto James, mi hermanito se desvive por Sofía" - aseguró Axel, el nuevo rey de Albuquerque.

"El anillo de compromiso que Hugo le dio a Sofia era el que uso tu mamá, ¿verdad cielo?" - le preguntó su esposa Astrid.

"Si, se lo pidió a papá y él emocionado se lo dio" - comentó con cierta sonrisa nostálgica el hermano mayor de Hugo.

Axel y Astrid se casaron hace dos años, la nueva reina de Albuquerque estaba embarazada de 5 meses, su padre estaba tan feliz con la noticia que había llorado y su hermano estaba contento de ser tío.

"Por cierto, ¿donde están papá y mamá?" - preguntó James.

"Fueron con Garrick a ver a Sofia y a Hugo" - le informó su hermana.

"Te ves tan hermosa mi amor" - le decía con una sonrisa Hugo a su esposa, mientras está estaba frente al tocador terminando de arreglarse el cabello.

Desde que regresaron se instalaron en la habitación que antes era de los padres de Sofia, mientras que la de ella estaría cerrada, después de todo ahora eran un matrimonio y serían los nuevos monarcas.

"Gracias querido, tú te ves muy guapo" - respondió ella de igual modo, dejó su cepillo sobre la mesa del tocador y se acercó a él para terminar de arreglarle su corbata - A partir de hoy tendremos muchas más responsabilidades"

"Pero sé que unidos podemos lograrlo" - le hablo con voz suave, rodeando su talle con sus brazos y dándole un beso tierno en la frente. Sabía que estaba nerviosa por dar un paso tan grande, se convertirían en los reyes del reino y esperaban hacerlo bien - "Todo saldrá bien"

Después de tanto por fin eran marido y mujer, no había nada en el mundo que podría separarlos.

Sofia estaba preocupada, le tomó tiempo acostumbrarse a ser princesa y ahora sería la reina, su esposo y ella estarían a cargo de todo el reino pero estaba feliz de poder tenerlo a él junto a ella, con su amor sentía que podía afrontar lo que sea. Con una sonrisa colocó sus manos en el pecho masculino y se alzó un poco, ya que él era más alto que ella, con la misma sonrisa, él se inclinó y con gusto, cerraron sus ojos para unir sus labios en un beso profundo, se hubieran quedado así de por vida de no ser porque sus padres tocaban la puerta por lo que les permitieron pasar.

"Veníamos a ver cómo estaban pero por lo que veo están muy bien" - comentó Miranda, era divertido ver a su yerno y su hija apenados.

"Oh, miren, mi campeón se va a convertir en el rey de Enchancia y va a gobernar junto a su encantadora esposa" - comentó bastante orgulloso Garrick, mientras su hijo sonreía avergonzado - "Todavía recuerdo cuando Elisabeth y yo heredamos los tronos de Albuquerque y cuando nacieron tu hermano y tú, los días más hermosos de mi vida. ¿Sabes Sofia?, desde bebe Hugo era muy inquieto y obstinado y ahora será el rey de toda una nación, ¡mis hijos crecieron tan rápido!"

La oji azul sonrío entre alegre y enternecida por el amor paternal que mostraba su suegro hacia su esposo, desde que se casó con Hugo, el antiguo rey de Albuquerque la trataba como si fuera su propia hija, Astrid y ella eran sus nueras pero para él eran más que eso, formaban parte de su familia y además pronto sería abuelo por su hijo mayor.

Axel ya la trataba como a una hermana y su relación con su cuñada Astrid era muy buena, era increíble la diferencia entre Hildegard y ella.

"Papá" - Hugo agradecía que su padre lo quisiera mucho pero como cualquier ser humano le apenaba que contase anécdotas de cuando era un bebé frente a los demás.

"No puedo esperar el día en que me den nietos" - comentaba con gran ilusión.

"En eso estoy de acuerdo contigo Garrick, yo también añoro el día en que tengan un hijo" - concordó Roland.

Cabe destacar que la pareja enrojeció completamente al mencionar la palabra hijo, si, ellos también querían uno, sin embargo aún no podían evitar colorarse al saber cómo es que se crean los bebes, habían comenzado a tener intimidad desde su luna de miel, prácticamente aún eran unos recién casados.

"Oigan, hace poco que se casaron todavía falta para que vengan los hijos, no los agobien" - les dijo levemente divertida la antigua reina de Enchancia.

Ambos le dieron una sonrisa de agradecimiento. En ese momento llego Bayliwcik para avisarles que ya era hora de iniciar la ceremonia de coronación, de esta forma se fueron al salón de baile.

Después de ser anunciados se les dio a cada uno las capaz de reina y rey, juraron proteger y velar por toda Enchancia y los habitantes que la conformaban, tomaron asiento en los tronos reales correspondientes y se les coloco a Sofia la corona de reina y a Hugo la de rey, todo el tiempo estaban tomados de la mano y sonriéndose el uno al otro.

"¡Es un honor para mí presentar a los nuevos reyes de Enchancia, la reina Sofia y el rey Hugo!" - presentó Bayliwcik y el público aplaudió entusiasmado y luego empezó el baile.

Recibieron las felicitaciones de sus amigos, familia y demás miembros de la realeza, hasta la abuela, la madre de su papá, estaba presente pues esta era una celebración que no podía perderse, le hizo saber que no podría estar más feliz de tenerla como su nieta y mencionó que Hugo, su nuevo nieto político era encantador.

Miranda y Roland se quedarían esa noche en el castillo y por la mañana se mudarían a su mansión.

Al caer la noche se fueron a su habitación a descansar.

"Estoy muerta" - le decía con un bostezo a su esposo mientras movía las cobijas para acostarse junto a él.

"Es verdad, yo también estoy agotado" - le dijo mientras la abrazaba con mucho amor - "Te amo mi amor, a partir de mañana comenzará esta nueva aventura de nuestras vidas"

"Pase lo que pase, siempre estaremos juntos" - pronunció Sofia para luego sellar aquella promesa con un beso y así se durmieron abrazados.

A la mañana siguiente se levantaron temprano para despedirse de los padres de Sofia.

"Adiós hija, sé que serás una gran reina" - le decía Miranda mientras la abrazaba - "Hugo, la dejo en tus manos, cuídala muy bien"

"No se preocupe Sra. Miranda su hija es lo más importante en mi vida" - aseguró su yerno. Miranda estaba feliz de tener a Hugo como su hijo político, ella era muy observadora y podía ver en los ojos del joven el enorme amor que le tenía a su pequeña Sofia y este la consideraba como una segunda madre.

"Mamá, papá, no tienen que irse, el castillo es grande y pueden vivir aquí" - les ofreció la oji azul, estaba triste ya que no podría ver a su madre tan seguido como antes.

"Gracias Sofia pero ahora ustedes son los reyes, aquí formarán a su familia y sabemos que dejamos el reino en buenas manos, ya nosotros cumplimos nuestro tiempo ahora les toca a ustedes" - pronunció Roland y con un último abrazo se subieron al carruaje y se fueron volando hasta su nuevo hogar.

Los días fueron pasando y aunque aún Sofia no estaba del todo acostumbrada a su nuevo cargo de reina, ponía su mayor empeño junto con su esposo para cumplir con sus deberes, quería gobernar tan bien como lo hicieron sus padres, sabía por su amiga Ruby que todos en el reino los consideraban grandes personas y reyes, muy parecidos al rey Roland II y dentro de la realeza eran un ejemplo a seguir.

Algo que era muy agradable de escuchar pero ella era de origen humilde antes de ser princesa y su meta era ayudar a todos, sin ningún reconocimiento a cambio, cosa que su esposo entendía y compartía.

Un día Hugo tuvo que ir con Baileywick y Cedric a la cumbre anual de reyes de todos los reinos en Galdiz, el mes siguiente sería la de las reinas, por lo que ella se quedó en el castillo terminando de revisar y firmar el papeleo que el suplente de su mayordomo le entrego.

Mientras lo hacía, dio un vistazo a su alrededor y se fijó en el reloj que estaba en el despacho, pronto sería la hora del almuerzo, estaba triste porque tendría que comer y dormir sola, sabía que regresaría al día siguiente pero ya extrañaba mucho a su esposo.

Se escucharon unos toques en la puerta que la regresaron a la realidad.

"Adelante" - era el mayordomo sustituto.

"Majestad, disculpe la interrupción pero en el salón del trono una aldeana que ha solicitado una audiencia con usted" - le informó con una reverencia.

"Oh, bueno, enseguida voy" - dejó todo sobre el escritorio y salió a sentarse en su trono y dejaron pasar a la señora.

Era una anciana pequeña un poco rechoncha con los ojos grises y el cabello corto y blanco por las canas, todo recogido en una coleta, al parecer traía consigo una cesta con unas flores que parecían destrozadas.

"Buenos tardes, su majestad" - le hablo con voz dulce la anciana mientras hacía una reverencia que parecía costarle un poco por lo que preocupada se bajó hasta donde estaba para ver a la señora y ayudarle a sentarse en una silla que había pedido para ella - "Gracias pero no quiero molestarle"

"No se preocupe no es molestia, ¿se encuentra bien?, la noto muy exhausta" - le preguntó mientras la revisaba y es que de verdad se veía agotada - "Si lo desea, puedo llamarle un doctor"

"Es usted muy bondadosa mi reina pero solo necesito un poco de agua, a mi edad no es tan fácil caminar sola el trayecto del pueblo de Downwilding hasta aquí" - le dijo al tiempo que le servían un vaso con agua.

"Y ¿no tiene a nadie que lo haga por usted o la acompañe?" - le preguntó con curiosidad.

"No, lamentablemente vivo sola, mi nieto es un bebé y aún no camina, sus padres murieron hace apenas un año" - comentaba la anciana con algunas lágrimas en sus ojos

"Oh, ¿qué pasó?" - quiso saber, era demasiado triste lo que le contaba, un niño había perdido a sus padres tan joven.

"Los acecinaron, fue la dictadura del malvado rey de Aztlan, el rey Rodrigo, yo tuve que huir con él, viaje mucho, hasta que llegue al pueblo, se de jardinería, así que sembré semillas de diversas flores para venderlas pero con él huracán que golpeó el pueblo todas mis flores se vieron afectadas" - le mostró las que traía en la canasta.

Hace una semana un fuerte huracán había atacado al pueblo de Downwilding, muchos hogares se inundaron, afortunadamente los grupos de rescate que mandaron lograron salvar a los aldeanos, incluso ellos habían ido personalmente y ayudaron a varios de los damnificados.

"Nunca había escuchado de ese reino" - le comentó mientras hacía memoria, cuando era niña y durante su adolescencia había visitado varios reinos pero jamás había oído de ese.

"Es pequeño, casi nadie lo nota, ceca a las Northern Islands, el rey Rodrigo era un tirano" - siguió contando la señora mientras les servían a ambas un poco de té

"¿Era?" - cuestionó confundida.

"Cuando estaba en la aldea Summerset, me contaron que su hijo había heredado el trono. Él es muy distinto a su padre, es bueno y amable, como su esposo y usted, hacia lo que podía para ayudarnos pero su padre se lo reprochaba y comenzó a esconderle la realidad de nuestro reino, nos amenazo con encerrarnos a todos si le contábamos que nos tenía en zozobra" - Sofia estaba cada vez más asombrada, ¿cómo era posible que un hombre fuera tan malvado?

"¿Como se llama el príncipe o mejor dicho el nuevo rey de ese reino?" - le preguntó sería, si pudo ayudar al reino de Avalor podría ayudar a este, si era verdad que su nuevo rey era muy diferente a su padre podría hablar con él para que salve a su pueblo.

"Nicolás, siempre velo por las personas de mi edad, por todos pero su padre es horrible, subió al trono engañado" - hablo con pesar la anciana.

"Bueno, no se preocupe hablaré con él en cuanto pueda para que sepa qué clase de persona es su padre, tan pronto llegue nuestro hechicero real le pediré que siembre algunas semillas en su campo, que las haga crecer rápido con su polvillo mágico y que sean fuertes antes las tormentas, si necesita algo para su nieto no dude en pedírmelo" - le aseguro con una sonrisa.

"Oh, mi reina, Dios se lo pague, tiene un corazón muy grande" - la anciana estaba tan conmovida que hasta estaba llorando a mares - "Ojalá tuviera algo para pagárselo"

"No es necesario, con que pueda serle de ayuda es suficiente para mi, por cierto ¿cuál es su nombre?" - le preguntó.

"Anastasia y mi nieto se llama Connor tiene un año de nacido" - respondió, fue entonces cuando supo cómo pagarle - "Ya sé, puedo leerle su futuro con la lectura de sus manos" - Sofia la miro impresionada - "Si, yo tengo el don de ver el futuro"

"Bueno, ¿por qué no?" - la señora le pidió que abriera las manos para así leer claramente las líneas que estaban en las palmas, al principio todo iba bien pero de pronto el rostro de la mujer se tornó serio - "¿Sucede algo malo?"

"Aquí puedo ver un gran amor, su esposo y usted están unidos por el hilo rojo del destino pero sobre todo por sus corazones, él la ama y mucho y usted a él, desde que nacieron están destinados a estar juntos, el uno para el otro, por lo que veo han tendió que luchar varias veces contra la maldad de terceros" - la joven reina sabía a qué se refería - "Sin embargo… veo una gran tragedia, su esposo podría estar en peligro, la sombra del mal lo perseguirá"

"¿Qué?, ¿qué le pasara?" - estaba angustiada, su corazón le dolía de solo pensar que la vida de Hugo podría estar en riesgo.

"No sabría decirle, las visiones nunca son claras pero entre toda la oscuridad al año siguiente se verá una luz en el camino, un hermoso regalo de él para usted, uno que no se puede comprar ni vender" - la pobre de Sofia no entendía nada y estaba asustada - "No tenga miedo majestad, según lo que veo lo importante es que se mantengan juntos, unidos, nunca olviden que su amor es el arma más poderosa que pueden usar, eso es todo lo que puedo decirle, el resto depende de ustedes pero estoy segura que podrán lograrlo"

"Está bien, gracias, le pediré a nuestro mayordomo que ordené que se le lleve en un carruaje hasta su casa" - antes de salir la mujer le dio las gracias por última vez y ella regresó al despacho pero la verdad es que su mente no dejaba de pensar en aquellas palabras que le había dicho, ¿sería verdad, su esposo estaría en un gran peligro?, rogaba a Dios porque no, sin embargo tomaría en cuenta el consejo que le dio, aún no le diría nada a Hugo, no quería preocuparlo.

El resto del día intentó alejar los malos pensamientos de su mente y al llegar la noche se acostó en su cama pero sin poder consolidar el sueño.

"Hugo" - pronunció, mientras miraba el retrato en pequeño de su boda, la mujer le había dicho que no temiera pero no podía evitarlo. Abrazo el retrato con fuerza contra su pecho y luego de un rato se quedo dormida.

Por la mañana el carruaje con Hugo, Baileywick y Cedric había aterrizado y el joven rey se moría por ver a su esposa. Subió las escaleras hasta el lecho conyugal, al entrar la vio todavía dormida, con el retrato de su boda entre sus brazos, le pareció raro pero supuso que era porque lo extrañaba, con aquella sonrisa traviesa tan suya se sentó cerca de ella y se inclinó para darle un beso, al cual su mujer correspondió pues conocía perfectamente a quien pertenecían aquellos labios, solo sus besos podían hacerla sentir aquellas mariposas en el estomago y que su corazón brincara de alegría.

Al terminar el beso lo abrazo como si no lo hubiera visto en años, casi se le escapaban las lágrimas, algo que lo preocupo.

"Sofia, mi amor, ¿estás bien?, te noto triste" - le preguntó con confusión y preocupación.

"Sí, estoy bien...es solo que me hiciste mucha falta" - su esposo le sonrió con ternura, la comprendía, mientras estaba de viaje no hacía más que contar las horas para regresar con ella, el dormir no era igual sin sentirla en sus brazos.

Más tarde fueron a desayunar y le dio los regalos que compro para ella, al tiempo que su pequeña esposa se decía que debía olvidarse de aquellas cosas, no quería ofender a la anciana pero pensó que no tenía que tomárselo enserio, quizás se había equivocado, si eso debía ser.

Mientras él se ocupaba de sus labores ella estaba terminando de ordenar el equipaje de su esposo en el armario, es cierto que tenían un enorme personal que habría podido hacerlo pero desde que se casaron era ella quien se ocupaba personalmente de las cosas de él y eso jamás lo cambiaría. No importaba que fueran el rey y la reina lo más importante para ella era ser su esposa.

Antes de la hora de la cena le contó sobre la señora y su terrible historia pero decidió obviar la parte de lo que vio en sus manos, inmediatamente Cedric fue hasta la casa de la misma e hizo lo que se le ordenó.

"Entonces el rey de ese reino vive engañado por su padre y si tomamos en cuenta lo que dice esa señora iría preso, el asesinato es una acusación muy grave" - Hugo estaba muy serio, ese hombre era verdaderamente peligroso, un dictador y su hijo asumió el trono sin ser consciente de sus fechorías.

"Tenemos que hacer algo, su hijo es el rey pero mientras el padre siga libre podrá hacerle daño a más personas" - la antigua portadora del amuleto de Avalor no quería que otros pasarán por lo mismo que ese bebe, no podía imaginarse lo terrible que era crecer sin tus padres.

"Lo sé, yo también quiero hacer algo pero sin pruebas no podemos hacer nada, si ha vivido tantos años engañado no nos va a creer, una cosa es que su padre abuse de su poder otra muy distinta es que lo use para matar a las personas que están en desacuerdo con su forma de gobernar, no podemos solo decírselo y ya" - le explico con calma.

"Pero Hugo..." - quiso refutar aunque sabía que él tenía un buen punto pero le prometo a aquella mujer que haría lo que estuviera en sus manos para ayudar a la gente de ese reino.

"Te entiendo, yo también me siento impotente pero es su padre, va a creerle más a él que a nosotros, además pondríamos en peligro la vida de esa gente, ya que él podría desquitarse con ellos y nuestro reino también estaría afectado" - su esposo tenía razón, debía pensar en frío, no era tan fácil, necesitaban más pruebas que solo el testimonio de una anciana, era su palabra contra la de un hombre que ha engañado a todo el mundo incluso a su propia sangre.

"Es verdad" - reconoció con pesar.

"Descuida, ya pensaremos en algo" - le dijo mientras la abrazaba para reconfortarla, no sólo estaba preocupado por la gente inocente de ambos reinos también por ella, ese hombre era capaz de matar, se moriría si por su culpa la lastimaran.

Confiaba en sus habilidades pero él era su esposo, el hombre que la amaba más que a nada en este mundo y que sería capaz de morir por ella si fuera necesario.

Meses después la vida en el reino había vuelto a ser la misma, la temporada de tormentas había pasado y todo había regresado a la normalidad, los aldeanos que habían perdido sus hogares ya estaban disfrutando de sus nuevas casas.

Esa mañana Sofia había decidido acompañar a Marcy al mercado del pueblo, quería sorprender a su marido con un almuerzo con todos sus platillos favoritos, era el mes de octubre y el otoño estaba presente, el mes más preferido por los niños después wassailia, ya pronto sería Halloween y todos estaban deseosos por usar sus disfraces para pedir dulces de puerta en puerta.

"Su majestad, en qué puedo servirle" - había dicho con una reverencia la vendedora del mercado.

"No se preocupe, no tiene porque ser tan formal, vine a comprar algunas cosas para hacerle un rico almuerzo a mi esposo, yo misma, además quise salir un rato, hace un tiempo que no vengo al pueblo" - comentó con amabilidad, desde niña no podía alejarse del pueblo que la vio nacer.

"Y con mucha razón" - exclamó en tono bromista una voz conocida detrás suyo, al voltear se dio cuenta que era su mejor amiga Ruby.

"¡Ruby!" - ambas se dieron un gran abrazo emocionadas - "¿cómo estás?"

"Muy bien, Joel está en la escuela así que aproveche para comprar algunas verduras que necesito, recuerda que el mes pasado se cumplió 3 años" - le comentó con un deje de tristeza en su voz.

Ruby se casó hace 4 años, poco después del nacimiento de su hijo, Joel, su esposo murió de una enfermedad, fue muy triste para todos, más que todo para ella pero con el apoyo de su madre y sus amigas pudo salir adelante, ahora era un niño muy alegre y vivas.

"Y ¿qué tal esta?" - Ruby escogió a Sofia, Amber y Jade como las madrinas de su hijo, mientras que Hugo y James eran los padrinos, cada vez que su amiga le pedía cuidar de él aceptaba con gusto, se sentía tan lindo cargarlo y velar por su sueño, sin duda despertaba su instinto maternal.

"Muy contento, le encanta jugar con sus amigos" - comentó mientras pedía los vegetales que llevaría - "Oye y ¿cuándo piensan Hugo y tu tener hijos?, Jade, Amber y yo ya queremos ser tías"

La peli castaña enrojeció de golpe, también añoraba convertirse en madre pero era paciente y sabía que tarde o temprano llegaría ese momento.

"Bueno, todavía no me ha tocado pero en algún momento será" - le comentó tímida.

"¡Vamos amiga!, otras quisieran estar en tu lugar, no me lo tomes a mal pero muchas sueñan con el cuerpo atlético de Hugo, aunque la única que se lo conoce muy bien eres tú" - le bromeó jocosa.

La cara de de la joven reina ya parecía un tomate maduro, casi todas las noches su esposo le demostraba la pasión y el amor que sentía por ella, de hecho, noche y día pero hablar de eso con alguien más, así fueran sus amigos y familia los apenaba.

Si, sentía celos de aquellas mujeres que deseaban tenerlo pero sabía que ninguna podía lograrlo, la verdad es que a veces se reprocha el tener el deseo de estrujarles el cuello y mandarlas a volar por los aires sin embargo su hermana y sus amigas le decían que era algo muy natural y que además era muy inocente y debía ponerse las pilas.

"¡Sofia, estás tan sonrojada como una colegiala¡" - se reía a carcajadas la morena pero entonces la mirada de la peli castaña recayó en el gran ramo de girasoles que había en la canasta de su amiga y el rostro de Anastasia llegó a su memoria.

"Ruby, ¿donde conseguiste esos girasoles?" - le cuestionó con seriedad La hija de la ex líder de las maravillas se desconcertó ante la repentina seriedad de su mejor amiga.

"Me las vendió una anciana que tiene un bebé, su nieto que se quedó huérfano. Pobrecita, no tiene a nadie más. Es cierto, todos en el pueblo supimos que el Sr. Cedric ayudó a que sus flores crecieran fuertes ante las tormentas gracias a su polvillo y nos contó que le brindaste tu ayuda ante cualquier necesidad de su nieto, algo muy característico en ti" - la reina sonrío un poco pero luego mostró inquietud - "¿Pasa algo malo Sofia?"

"Dime, ¿sabes que ella puede ver el futuro?" - le preguntó con el ceño fruncido.

"Si, a varios les ha leído su suerte de diferentes formas y siempre acierta" - comentó, la cara de su joven amiga se puso pálida y podía ver la angustia en su mirada - "¡Sofia, ¿qué tienes?, estás más blanca que el mármol!"

"No puede ser Ruby, Hugo..." - Sofia no podía aguantar las lágrimas, Hugo, su Hugo, no podía ser verdad.

"¿Hugo que Sofia?, mejor siéntate. ¿Puede darme un vaso con agua por favor?" - le preguntó a la vendedora y está de inmediato fue a buscarlo.

"¡Reina Sofía, ¿qué le sucede?" - preguntó angustiada Marcy.

"No, no es nada Marcy, solo me siento un poco mal" - mintió para no asustarla - "¿Ya compraste todo lo necesario?"

"Si majestad" - respondió aún preocupada.

"Bien, regresa al castillo, yo me quedaré al charlar un poco con Ruby y luego iré para haya y preparar la comida para mi esposo, ¿sí?" - le pidió al tiempo que tomaba un sorbo del vaso con agua que le facilitaron, recitaba hablar a solas con su mejor amiga, solo a ella podía confiarle algo así.

"Como ordene majestad" - y así la mucama pagó por la comida que se compro y se fue en dirección al palacio.

"¿Ahora sí me dirás que pasa?, porque esto no es por nada, ¿verdad?" - inquirió con firmeza.

Sofia agradeció la ayuda a la vendedora y tomo a la morena del brazo hasta un lugar donde nadie las escuchara.

"Ruby, la Sra. Anastasia me leyó la fortuna por las manos, al comienzo iba bien pero luego se tornó preocupada" - comentó a explicar.

"¿Te dijo algo malo?" - quiso saber.

"Si, relacionado con...Hugo" - le dijo con temor.

"¿Cuáles fueron sus palabras exactas?" - interrogó tratando de ayudarla.

"Dijo que nuestro amor es muy grande, que Hugo y yo estamos hechos el uno por el otro, incluso vio las dificultades que hemos tenido que pasar para llegar hasta donde estamos" - le explico.

"Pero y entonces, ¿qué fue lo que te dijo sobre Hugo?" - cuestionó con impaciencia la chica.

"Es que, eso es lo malo, me dijo que veía una gran tragedia, ¡la vida de Hugo podría estar en riesgo, que el mal lo perseguirá!" - le contó con angustia, a lo cual su amiga quedo horrorizada - "¿Ahora entiendes porque estoy así?, el hombre que amo, mi esposo podría correr peligro, ¿qué voy a hacer?"

"Espera Sofia, tal vez la señora se equivocó, es un ser humano y como todos puede errar, de repente es algo sin importancia, ¿dijo algo más?" - analizo para ver si podía calmarla.

"Me dijo que no olvidáramos que nuestro amor es el arma más poderosa que tenemos y que después de la oscuridad, al año siguiente me dará un regalo de él para mí, algo que no se puede comprar ni vender" - le comentó haciendo memoria.

"¿Ves?, es probable que no sea algo grave, además si dice que él te dará un regalo al año siguiente es que estará bien" - trato de levantarle el ánimo, la verdad es que ella misma también dudaba de su interpretación pero no quería ver a su mejor amiga sufrir por lo que intentaba parecer confiada.

"Tal vez tengas razón, Hugo está conmigo y está bien, ya ha pasado año y medio y nada malo le ha sucedido" - mencionó después de respirar profundo para tratar de calmarse.

"¿Viste?, todo estará bien, ven, te acompaño al castillo" - le dijo mientras comenzaban a caminar.

Para pasar el mal rato y desviar la mente de la oji azul de la preocupación, comenzaron a charlar sobre cosas de sus familias y otras trivialidades, mientras que unos pocos metros de ellas estaba un hombre joven y bastante distinguido, con traje blanco y negro, rubio, piel blanca, ojos zafiro, muy apuesto, a simple vista notabas su amabilidad y buena voluntad. Se veía que estaba acompañado de un hombre parecido pero con mayor edad, su chaqueta de color marrón y su pantalón negro, su corbata era amarilla y sus botas negras, pero lo que este señor emanaba era frialdad y maldad, sus ojos eran de color oro y su cabello rubio pero se le notaban algunas canas.

"No entiendo porque no ha llegado el carruaje, un rey no debe caminar entre los aldeanos y menos debe esperar por sus sirvientes se muevan y a ti te da por caminar" - cuestionó el hombre mayor al joven.

"Por favor papá, este es un reino que jamás he visitado, quiero ver todo, conocer su gente y sus costumbres, dicen que Enchancia es un lugar maravilloso y lleno de magia, ¿no te parece interesante?" - preguntó con alegría y paciencia el joven.

"Entiendo que para ti sea una emoción estar aquí pero te recuerdo que vinimos a ver a los reyes de Enchancia y comerciar con ellos, nuestro mensaje ya debía haber llegado a su palacio" - hablo con superioridad el padre de aquel muchacho.

"Es cierto pero sería buena idea caminar un poco y luego iremos en carruaje al castillo para la cena con los reyes" - respondió amablemente el chico.

"Está bien" - repuso después de un suspiro su padre, ya que aún no estaba contento con la idea. El chico estaba tan maravillado con todo a su alrededor que casi no se fijaba por dónde iba y sin poder evitarlo choco de espaldas con nada más y nada menos que con Sofia, la pobre casi se cae de cara al suelo de no ser por qué la sostuvo de la muñeca, hasta su corona se le había caído.

"Disculpe sonorita, no la vi y..." - se excusaba avergonzado pero al ver el rostro de la oji azul quedó impresionado con su belleza, podría decirse que estaba enamorado.

"Descuide, solo fue un accidente" - exclamó la joven reina con la amabilidad que la caracterizaba, mostrándole su radiante sonrisa, sin saber que con eso había terminado de flechar al chico, tan ido estaba que no noto la sortija de compromiso y la de matrimonio, ni siquiera la corona de reina en el piso, todo lo que veía era el rostro y los ojos azules de Sofia - "¿está bien?" - le preguntó confundida por su repentino silencio y algo incomoda ya que la observaba mucho.

"Oh...he...si, perdone, hermosa dama" - tartamudeo pero agregó con cortesía y caballerosidad - "Si gusta, puedo acompañarla a usted y a su amiga hasta su destino"

"No gracias, es muy amable pero estamos bien" - respondió intentando no sonar grosera, entonces se dio cuenta de que todavía tenía su muñeca sostenida - "Disculpe, ¿podría devolverme mi muñeca, por favor?"

"¿Qué?" - estaba embobado para luego reparar en lo que la chica le estaba hablando - "Oh, perdón...por eso..." - se rió nervioso y algo sonrojado, al mismo tiempo que la soltaba.

"Gracias" - Sofia no entendía porque este hombre se comparta así, para ella no era más que otra persona amigable y amable que había chocado con ella.

"¡Hijo ya tenemos que irnos, el carruaje está aquí!" - hablo el padre de este, Sofia se sintió intimidada con su mirada, era como si vieras la maldad reflejada en sus pupilas.

"Si papá, perdone de nuevo señorita, espero volver a verla algún día" - le dijo con una reverencia y con una sonrisa.

De esta forma, el hombre y su padre se fueron, mientras que Rubi recogía la corona del suelo y se la daba a Sofia.

"Eso fue un poco raro" - comentó la oji azul mientras se acomodaba la corona en la cabeza.

"Si" - Ruby no era tonta y sabía que este chico misterioso se había enamorado de su reina y mejor amiga pero no importaba ni le sorprendía, era un efecto muy común que causaba la peli castaña en la mayoría de los hombres pero esta solo tenía a uno en su corazón, su esposo Hugo. Más tarde llegaron al castillo, la joven reina de inmediato fue a la cocina a preparar todo, cuando hubo terminado fue al despacho para buscarlo.

"Pase" - escucho después de llamar a la puerta. Al verla entrar una sonrisa encantadora se formó en el rostro del joven rey y es que si fuera por él pasaría el día entero solo con ella.

Canción: Hasta el fin del Mundo de Jennifer Peña

Tú no te imaginas

lo que siento por ti

Como me haces falta

cuando estas lejos de mi

Si tú me dejaras

no sabría qué hacer

Cambiaría mi vida

me podría enloquecer

Pido a Dios que ese momento

nunca llegue y que proteja nuestro amor.

Como tú no existen dos

Contento se levanto de su asiento y la tomo en sus brazos para besarla con pasión y anhelo y luego abrazarla con fuerza. Últimamente tenía más necesidad de tenerla cerca, sentirla, era como si algo le dijera que pronto podría perderla pero supuso que solo eran cosas suyas. Pero no se imaginó que ella estaba igual, aún tenía miedo de que aquella señora no se equivocara y la vida de su esposo estuviera en riesgo pero si algo sabían todos era que ella no se quedaba de brazos cruzados y no importaba que mal los atacara, lo protegería, no dudaría ni un segundo en hacerlo.

"¿Y eso porque fue?" - le preguntó levemente divertida y aún abrazada a él.

"¿Necesito una razón para besar a mi esposa?" - le preguntó de igual modo pero susurrándole al oído haciéndola estremecer.

"No" - respondió feliz y roja, se separaron un poco solo para acariciar sus rostro uno con el otro - "Hugo, querido, promete algo, ¿sí?"

"Dime" - pronunció él con una tierna sonrisa.

"Promete...que nada ni nadie nos va a separar" - le rogó.

(Coro)

Hasta el fin del mundo

te iría a buscar

De ti nada me puede separar

Cruzaría los siete mares

Hasta llegar a ti.

Hasta el fin del mundo

te seguiré

Donde sea que estés

yo te encontraré

Nada en mi es más importante

que vivir junto a ti.

Al principio quedo extrañado pero luego la beso en la frente con dulzura - "Te lo prometo, te amo Sofia, te adoro, mi amor por ti es tan extenso como el universo, el destino nos unió y nada nos separara, aunque pasen mil años nunca dejaría de amarte"

La joven reina trataba de contener las lágrimas, su corazón se hinchaba de emoción al escucharlo hablar así, para cualquiera podrían ser solo frases pero ella podía leer su mirada, su sonrisa, sabía que eran reales, sus sentimientos eran verdaderos, se conocían desde niños.

Me da tanto miedo

esta gran necesidad

De tenerte siempre

y quererte mas y mas

Es un sentimiento

muy difícil de explicar

Lo loca que me pongo

si demoras en llegar

Pido a Dios que no me dejes

y por siempre que proteja nuestro amor

Como tú no existen dos

Emocionada unió sus labios con los suyos en otro beso apasionado al cual él correspondió de la misma forma, no podía imaginarse la vida sin él, rogaba a Dios que la anciana vidente se haya equivocado por qué en un mundo sin Hugo ella no sería feliz.

"Venía a decirte que él almuerzo pronto estará listo y hice los platillos que más te gustan" - le comentó ya más animada, al separarse.

"¿Alguna vez te he dicho que eres la mejor?" - le pregunto bromista y con una gran sonrisa dándole un dulce beso en sus manos pero luego recordó que tenía que decirle algo - "Sofia, llegó un mensaje del rey Nicolás de Aztlan"

En ese momento quedo sorprendida, desde hace tiempo habían intentado hablar con él, hasta que a Hugo se le ocurrió hacer un tratado de comercio como la excusa perfecta para hacerlo ir a Enchancia, no habían recibido respuesta hasta ahora.

"¿Enserio y que dijo?" - preguntó ansiosa, ahora podría cumplir la promesa que le hizo a aquella mujer.

"Vendrán hoy a cenar con nosotros para discutir lo del tratado de comercio" - le respondió serio.

"Espera, ¿vendrán?" - cuestionó confundida.

"Su padre viene con él" - se impresionó, eso aria que realmente fuera difícil hablar sobre la verdad - "Si, lo sé, esto lo complica todo, debemos ser cautelosos y esperar el momento adecuado para decirle todo" - Sofia se entristeció creía que por fin podrían desenmascarar a ese malvado hombre ante su hijo. Su esposo lo noto y le levantó sutilmente la barbilla mientras que le dedicaba una sonrisa reconfortante - "No estés triste cielo, lo lograremos, yo sé que si, no hay nada que Sofia I no pueda hacer" - agregó en broma pero también con orgullo y ella se rió bonito para luego darle un tierno beso en su mejilla y abrazarlo con fuerza.

"Te amo tanto Hugo" - le dijo mientras se aferraba a él y aspiraba aquel perfume masculino.

A él le encantaba oír eso pero tenía la sensación de que había algo más que la preocupaba que solo cumplir aquella promesa que le hizo a la anciana.

(Coro)

Como imaginarme

esta vida sin tu amor

Si te necesito

igual que al agua

Me derrumbaría

si me dejaras de amar

Me harías una herida

mortal, mortal.

...Por eso mi amor...

(Coro)

...Hasta el fin del mundo

Más tarde esa noche, se pararon en los escalones que daban a la entrada principal del castillo, listos, para esperar la llegada de Nicolás y su padre.

Para sus adentros, Sofia deseaba que aún pudiera tener el amuleto consigo pero las reglas eran claras y su tiempo había terminado, aun tenía el brazalete morado de protectora, así como Hugo el suyo de color rojo pero extrañaba poder entender a Clover y sus otros amigos animales, aunque sabía que si Hugo y ella los necesitaban seguro irían en su auxilio. Luego de unos minutos, el carruaje volador del rey de Aztlan se escuchó llegar y aterrizó mientras ellos bajaban las escaleras hasta su encuentro.

"¡Presentando, al rey Nicolás y su padre Rodrigo del reino de Aztlan!" - anunció Baileywick.

Ante la mención de aquel nefasto hombre, Sofia frunció el ceño, por fin estaría cara a cara con él, sin embargo sucedió algo que no se esperaba, tan pronto sus invitados descendieron del vehículo quedo sorprendida, eran los mismos hombres que conoció en el mercado del pueblo junto con Ruby.

Por su parte Hugo estaba extrañado por la expresión que ponía su esposa al ver a los recién llegados pero al mirar al rostro del hombre rubio encontró que estaba igual de sorprendido que ella, incluso podría jurar que había señales de decepción en su mirada, mientras que el padre del chico lucia casi imperturbable pero la verdad es que al verlo a él se había impresionado.

"Sus ojos, son iguales a los de ella" - había pensado al ver los ojos verde oscuro de Hugo para luego ver la franca tristeza que mostraba su hijo.

"Bienvenidos a nuestro castillo, soy el rey Hugo y ella es mi esposa la reina Sofía" - había dicho él presentándoles.

"Es un...honor su majestad pero la verdad...ya tuve la fortuna de conocer a su esposa - mencionó el chico dedicándole una sonrisa tierna a Sofia, aunque sin abandonar su aire depresivo.

"Choque con él en el mercado del pueblo, no me imaginé que fuera el rey de Aztlan y su padre" - respondió con clama Sofia al notar el desconcierto de su esposo por las palabras de joven.

La oji azul no notaba la mirada de gran admiración que le daba el recién llegado pero para el padre de este y su esposo si, por lo que colocó la el brazo alrededor de la delicada cintura de su mujer y a pesar de estar incomodo los invito a pasar adentro y se sentaron en el jardín a tomar el té para hablar sobre el tratado de comercio pero había una pregunta que el padre de este rey se moría por saber.

"Disculpe rey Hugo pero ¿cómo se llaman sus padres?" - preguntó, tenía que saberlo.

"Mi padre es el antiguo rey de Albuquerque, Garrick, mi hermano mayor Axel es ahora el rey y nuestra madre se llamaba Elisabeth, era la princesa Cimmeria, antes de ser la reina de Albuquerque" - lo último que se había escuchado era la taza del rey padre de Aztlan cayendo al piso y rompiéndose al instante, mientras el mismo hombre tenía la cara pálida como si hubiera visto un fantasma. Elizabeth, su gran amor era la difunta madre del nuevo rey de Enchancia y por demás el segundo hijo del hombre que se la quitó y por el que sentía un odio tan inmenso como un gigante.

Se disculpó por su torpeza y observo las miradas compungidas de su hijo a la reina Sofía y entendió todo, esta vez se aseguraría de que su familia saliera victoriosa y vengarse de Garrick de una vez por todas.


Información: Hola, ¿cómo están?, hoy les traigo un regalo por parte de mi querida amiga y mía, si Dios me lo permite la próxima semana se subirá el siguiente capítulo del fic hermanos, de ante mano aprovecho para agradecerles su apoyo con esa y todas las otras y sobre todo su enorme paciencia, esta historia se encuentra dentro del universo de Leah, así como la historia de Amber y Desmond "Nuestra Forma de Amar", como podrán ver se ubica un año antes de su nacimiento, al igual que las demás se irá cambiando y adaptando a los hechos que sucedan en el programa pero siempre con las mismas parejas y la explicación del porque Hugo tiene un brazalete de protector, será explicado en otra historia aparte. Bueno, esperamos que les guste y les deseamos un feliz día.