Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2016" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
N/A: Como ven este fic ha sido creado en base a una petición de la personita que me ha tocado. Debo admitir que me rompí la cabeza para ver la forma en cómo plasmarlo y más por buscar que quedara como mi cabeza pedía... En serio espero y se asemeje aunque sea un poquito a lo que tenías en mente.
Con mucho cariño y porque ella se lo merece, aquí te dejo la petición que no se me fue de la cabeza. Para ¡Druida!
Un agradecimiento especial para MrsDarfoy, mi magnifica beta. Que me ha tenido paciencia desde que me le pegué como lapa xD. ¡Un beso y abrazo hermosa!.
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Cuando menos te lo esperas, el destino te puede dar una sorpresa.
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El flash de las cámaras iluminaba el rostro de los jugadores y del entrenador Richard Rafferty. Los reporteros trataron de que se les diera la palabra para poder preguntar a cualquiera de los chicos frente a ellos.
El equipo Nacional Australiano se mostraba confiado y orgulloso, mostrando sus impecables uniformes y luciendo los colores que les representarían en el Mundial de Quidditch de ese año.
La más joven de sus integrantes sonreía disimuladamente al escuchar su nombre. Todos querían unas palabras de cualquiera de ellos; era momento de que el entrenador pusiera un poco de orden.
—Damas y caballeros, no hay que perder los papeles. Todos tendrán su momento de hablar con los muchachos. —Richard señaló en ese momento a una bruja de la primera fila, cuya vuelapluma hacía juego con su atuendo color salmón.
—Narel Cooper, corresponsal del Diario Nueva Ventura. Señorita Wilkins, ¿qué se siente al ser seleccionada como guardiana en un evento de tal magnitud como es la Copa Mundial de Quidditch?
Perdita Wilkins tomó su varita para hacer un sutil hechizo amplificador antes de responder. Sin perder la pose, con la espalda erguida, comenzó a hablar.
—Es todo un honor. No podrían darse una idea de la sorpresa que fue el enterarme de la decisión tomada por los directivos. —Sonrió ante la nueva ronda de flashes proveniente de las cámaras mágicas—. Voy a mostrar mi capacidad a todos; me romperé un brazo antes de permitir que una Quaffle entre por nuestros aros.
Perdita sintió como su compañero, Andy Tsaneva, le daba un par de palmadas en el hombro antes de que comenzaran a responder las preguntas de los demás periodistas.
Habían sido dos horas agotadoras entre preguntas y repuestas, pero al menos el tiempo estuvo sazonado con bromas de sus compañeros de equipo y el mismo entrenador. Era refrescante ver los ánimos en lo alto ante la posibilidad de repetir el triunfo del sesenta y seis.
—¡Perdita, Perdita, una última pregunta! —El reportero, al ver que se le concedía la petición, se puso de pie— ¿Qué expectativas tienes sobre el equipo anfitrión?
Perdita sonrió al escucharle. Los rumores decían que el equipo inglés era uno de los más fuertes de ese año. Los habían estudiado a todos y debía admitir que sus golpeadores y el capitán darían buena pelea a sus compañeros en algún encuentro, pero sus cazadores no le preocupaban.
—Confío en la capacidad de mis compañeros y, aunque se ve que son un equipo fuerte, nosotros lo somos aún más. Espero que tengamos un encuentro emocionante para sacar lo mejor de nosotros. Que no les quede duda: regresaremos con la victoria.
Con esa última declaración, Perdita y sus compañeros se despidieron para, en unas cuantas horas, realizar el viaje por traslador a la sede de ese año de la Copa Mundial de Quidditch 2019: Inglaterra.
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Hermione suspiró al llegar a casa; había sido un día agotador en el Ministerio, por no decir que todos estaban atentos a los partidos de Quidditch que se estaban llevando en esos días y por lo mismo el trabajo comenzaba a retrasarse un poco.
—He llegado, ¿Ron? —le llamó como cada día, para saber si había sido la primera en llegar o si él salió antes de la tienda.
—¡En la cocina!.
Ella sonrió, dejando su portafolio en la mesa y su capa en el perchero. Al parecer Ron ya llevaba un rato en casa, o por lo menos el olor proveniente de la cocina así lo indicaba. Al entrar, lo encontró frente a la estufa, apagando el fuego y limpiando después sus manos con el mandil.
—Te he dicho que no te limpies en el mandil, Ron. Para eso están las servilletas.
Él se limitó a sonreír mientras se acercaba para abrazarla y besarla. Hermione lo abrazó y le devolvió el beso, sintiendo la calidez del hombre frente a ella.
—Con un fregoteo queda como nuevo, amor. Ya está listo; anda, vamos a comer, que de seguro has olvidado almorzar.
Hermione se sintió un poco culpable, pues sabía que Ron desaprobaba que se centrara tanto en el trabajo y olvidara pequeñas cosas como el almuerzo. Después de ayudarle a colocar la mesa, ambos se sentaron a comer. Era extraño no escuchar las preguntas de Rose o ver cómo Hugo trataba de separar las habas del estofado, pero, por otro lado, era agradable poder centrarse solamente en ellos, algo que comenzaron a notar la primera semana que su hijo menor fue a Hogwarts.
—¿Cómo les ha ido en la tienda esta semana? Dijiste que George había sacado banderillas de los equipos de quidditch.
Ron asintió al mismo tiempo que mordisqueaba un pedazo de pan y esperaba a terminar para comenzar a hablar; Hermione estaba agradecida de que Ron mejorara sus modales en la mesa, sobre todo después de que Hugo empezara a imitarlo y ambos terminaran regañados por ella.
—Todo se vendió prácticamente en los dos primeros días. George está pensando en hacer unas que lancen chispas al momento de agitarlas. En verdad, Hermione, todo lo que tenga los colores de cualquier equipo se vende al instante.
Ella podía ver la alegría en los ojos de Ron al hablar del éxito que estaba teniendo la tienda de sortilegios. Al principio, sólo se había involucrado en ello para ayudar a George, pero con el tiempo se vio sumergido en la creación de diversos artículos y se había convertido en su trabajo hasta la fecha.
—Eso es maravilloso, esperemos que las nuevas banderillas tengan el mismo éxito que las de ahora.
Después de levantar la mesa, ambos se acomodaron en el sillón, ella con el libro que había comenzado esa semana y Ron sintonizando la radio mágica para escuchar los comentarios sobre los partidos de esos días.
Había estado sumergida en su lectura cuando escuchó algo que le llamó la atención, tal vez de forma inconsciente. Dejó de leer pero sin despegar la vista de su libro, atenta a la voz de Lee Jordan, el comentarista desde hacía diez años, y su compañero, que resumían los últimos partidos de esa semana.
«Así es, radioescuchas: Australia viene con todo. No se ha andado con rodeos, ha arrasado en el primer partido. Tsaneva no se ha tentado el corazón y estuvo a punto de tirar de su escoba con la bludger a Bukoski, la cazadora de Polonia. Pero la estrella de este partido ha sido la guardiana de Australia: Perdita Wilkins.»
Wilkins.
Hermione contuvo la respiración por un momento. Ese apellido era uno que rondaba su mente y la había obsesionado hasta el punto de la desesperación. ¿Cuál era la posibilidad de que se tratara de alguien relacionado con ellos?
«¡Esa chica es una fiera! ¿Viste cómo desvió la Quaffle con la escoba a escasos centímetros del aro? Esa chica tiene talento… ¡Talentosa y hermosa! Amigo mío, una australiana ha robado mi corazón».
El peso de una mano sobre su hombro la hizo alzar la mirada y se encontró con el rostro de Ron, que la miraba preocupado. Sí, él se había dado cuenta; había sido él quien la abrazó y la sostuvo en aquél entonces, cuando la felicidad por encontrar a sus padres se convirtió en desesperación al no tener rastro alguno de ellos.
—Dime que sólo es una coincidencia, Ron. Dímelo, por favor.
Ambos desviaron la mirada hacia el sonido de la voz de los locutores que seguían hablando sobre los jugadores australianos, sin dejar de mencionar a su guardiana especialmente.
«Ahora que lo mencionas, Ian… Observándola bien, Perdita Wilkins tiene un gran parecido con una antigua compañera de casa. Tú debes de recordarla: Hermione Granger. Solo que su piel está más bronceada por el sol y el cabello recogido. Con todo el respeto para su esposo y cuñado —Sí, me refiero a ti, George Weasley—: si Hermione hubiera jugado al quidditch en la escuela habría tenido a más de uno a sus pies».
El apretón en su hombro se intensificó y sus miradas volvieron a encontrarse. Ella había estado mordiendo su labio sin darse cuenta y Ron se veía aún más mortificado.
—Eso se escucha como más que una coincidencia para mí. Solo hay una forma de averiguarlo si lo deseas, Hermione.
Ella tomó la mano de su esposo y la apretó entre las suyas, tratando de poner en orden todas las posibilidades que rondaban su cabeza. Pero sólo una seguía constante y brillando como si quisiera llamar su atención.
Tenía que ver y hablar con Perdita Wilkins.
Continuará...
