Libenter homines id quod volunt credunt

Para Raki, todas las Claymores son iguales: altas y bellas, de esbelta figura y ojos que son tan afilados como las espadas que portan. Pero Clare es Clare y no puede ver más que una niña con la forma de un guerrero. Un infante perdido con el alma forjada en hierro, que merece ser protegido. Él no es un juguete, porque le hace feliz acompañar a Clare. Aunque en cierta forma, le gustaría serlo. E incluso más. Querría ser el hombre que protegiera a Clare. Que ella lo abrazara y aclamara por destrozar con su espada a una pila de yomas, con más orgullo que ternura en la mirada. No puede evitarlo. Es un hombre y necesita que lo tomen más en serio. Se maldice por ser un niño tan joven y lanza su espada recientemente adquirida contra enemigos imaginarios que le asechan desde las sombras. Y puede con todos, por supuesto.