Hola! mis queridos amigos volvi! no estaba muerta andaba de parranda XD ok no la verdad termine mis proyectos gracias a aquellas personas que me decieron bien las amo!, bueno antes que nada me ha estado gustando la idea de escribir hentai si ¬3¬, pero ay ciertas cosas que no me salen muy bien que digamos u.u, a por cierto son varias historias, cosa que el siguiente capitulo no sera lo mismo :D, bueno creo que eso es todo.
Handy x Petunia
Handy practicaba mucho deporte, recientemente había sufrido una lesión en la pierna derecha mientras jugaba futbol, había caído mal después de saltar para intentar bloquear la pelota y ahora tenía que estar en cama hasta que se recuperara. En cuanto a las tareas, todos los días su amiga de la infancia –compañera y vecina, además– lo visitaba para llevárselas; a decir verdad se sentía un poquito –muy grande– acosado por ella. Había llegado hasta pensar que el destino era el que los estaba uniendo de esa forma, debido a todos los sucesos que habían vivido con anterioridad.
Ella tenía cierta obsesión con la limpieza, sus compañeros solían burlarse de ella hasta el punto en que Handy se cansó de aquello, terminando por defenderla. Desde ese día fueron conocidos como "la pareja de enamorados" en salón, y lo peor de todo es que ella no negaba nada al momento en que le preguntaban si era cierto, no, ella solo se sonrojaba y en lugar de alejarse, al contrario, siempre buscaba estar con él.
Escuchó, desde allí arriba, que tocaban la puerta; esa era la hora habitual en que ella llegaba de la escuela a pasar toda la tarde en su casa. Los padres de ambos se llevaban muy bien, demasiado bien en su opinión, hasta hablaban sobre ser estupendos suegros, cosa que molestaba un poco.
—Ah, eres tú, linda Petunia, pasa —Dijo la madre del Handy con una sonrisa en los labios. Estaba demasiado bien vestida para solo andar en su casa.
—Con permiso —Sonrió la chica, entrando con mucha calma.
Tenía el cabello, de un azul brillante y sedoso, sujeto en una coleta de caballo, vestía una blusa blanca y una falda azul que hacia juego también con sus ojos, profundos y radiantes cómo el mar, para rematar, llevaba una mochila marrón que cargaba en su espalda. Ante los ojos de la mujer, ella tenía, no una buena, sino una excelente educación y un carácter amable y dulce. La nuera perfecta.
—Handy está en su habitación —Le informó—. Por cierto linda, ¿podrías quedarte esta noche con él? Lo que pasa es que tengo que salir con su padre y no quiero dejarlo solo —Le miró con una cara de genuina preocupación, rogándole con la mirada.
—Por supuesto —Respondió Petunia muy rápido, sin dudarlo dos veces. Un brillo iluminó más, de por sí, sus lindos ojos. —
—Hable con tus padres hace un momento y dijeron que podías quedarte a cuidarlo —Suspiró aliviada—. Y, para serte sincera, en verdad me serías de gran ayuda —Le dedicó una sonrisa agradecida, para luego tomar su bolso—. Bueno te dejo, mi esposo me espera en el auto, cuida mucho de Handy ¿Sí? —Besó su frente con cariño, cómo lo haría una madre y luego salió, cerrando la puerta tras de sí.
Escuchó cómo el auto se alejaba gradualmente. Los padres de Handy se habían ido sin avisarle que no iban a pasar la noche en su casa y que les dejarían totalmente solos. Enseguida, la chica subió las escaleras de forma animada rumbo a la habitación de este. Ni siquiera tocó, solo abrió la puerta de golpe, cómo era su costumbre.
—¡Handy! —Exclamó feliz—. Te tra…je la ta…re…a…
Un sonrojo se apoderó de sus toda su cara al verlo. Handy no llevaba playera, solo vestía un short café que dejaba ver mucho, al menos para ella y su imaginación.
—¿Eh? —Se sobresaltó él en primera instancia, más luego bufó—. Ah, Petunia, ya te dije que no necesitas venir a mi casa todos los días —Le dijo con un poco de fastidio—. Y por el amor de Dios, toca antes de entrar.
—Handy… —Musitó ella desviando la mirada. Sentía las mejillas arder y su sangre cómo lava hirviendo—. ¿Por qué no traes puesta la playera?
—Hace mucho calor —Respondió el cómo si fuera lo más obvio del planeta—. Además, el yeso me hace sudar mucho —Añadió, señalando su pierna.
—¡Ah! —Exclamó con ánimos renovados—. ¡Entonces tendré que bañarte!
—¡Ni lo pienses! —Contestó Handy con las mejillas coloreadas—. ¡Puedo bañarme solo!
—Claro que no puedes solo —Insistió Petunia, acercándose más a él—. Necesitas MI ayuda.
—¡En lo absoluto! —Refutó el peli-anaranjado—. Para eso tengo a mi madre, así que no necesito que de TU ayuda.
—Tus padres salieron —Canturreó la peliazul—. ¡Y adivina quien se quedara contigo! —Añadió con una risa malévola.
—¡Eh! ¿Qué cosa? —Increpó Handy, más Petunia comenzó a acercarse un poco más—. ¿Qué haces? ¡No te acerques!
—Vamos, no seas tímido —Dijo Petunia en un tono divertido mientras se subía a la cama con cuidado de no tocar su pierna.
—¡¿Qué?! ¡No! ¡Estás loca!
En unos ligeros movimientos, Petunia ya se encontraba muy cerca de la cara de Handy, ambos se miraron a los ojos y el color se hizo presente nuevamente en sus mejillas.
—Handy ¿Por qué no me dejas ayudarte? —Dijo con sus mejilla rojas y mirándolo directamente. Sus ojos tenían explícitos una leve tristeza.
—Porque no quiero tu ayuda —Respondió, volteando la mirada hacia cualquier otra cosa que no fueran esos ojos azules.
Petunia sintió como su corazón se rompía ante esas palabras, es más, casi pudo escucharlo. Muy en el fondo, ella quería a Handy desde que se mudó a su vecindario, fue amor a primera vista. Él le gustaba tanto así que, cuando supo que quedaron en el mismo grado y en la misma escuela, sintió que era el destino quien los quería juntos. Sus sentimientos parecieron crecer más y tocar tope cuando él la defendió de sus compañeros. Solo él la aceptaba como era y, a cambio de eso, ella haría cualquier cosa que el deseara con una sola palabra.
—¿Qué tengo que hacer para que aceptes mi ayuda? —Susurró.
—Tú lo que quieres es verme desnudo —Le acusó Handy, torciendo el gesto a uno de "sé lo que piensas, pequeña pervertida" —. A ver… ¿porque no te desvistes tu primero, mejor?
—¿Eh? —Su cara se encendió aún más ante esas palabras, que solo provocaron que su corazón golpeara con fuerza en su pecho. Petunia no titubeó al responder, a pesar de que le temblaban las piernas—. Está bien lo haré.
—¿Qué? —Inquirió él, que no se esperaba esa respuesta—. Qué estás diciendo, yo solo estaba bromeando.
—Handy, si tú quieres verme desnuda, entonces te dejaré hacerlo —Musitó ella de forma tímida, así que, poco a poco, se subió la blanca blusa hasta pasarla por sus brazos y solo se quedó en un sostén igual de blanco y con un encaje alrededor. Estaba muy nerviosa, por lo que acaba de hacer, pero lo que más le ponía de esa forma era que él no despegaba sus ojos de ella.
—P-Petunia —Balbuceó Handy—. ¿Pero qué… qué haces? ¡Ponte de nuevo la…!
El chico se calló abruptamente, la chica se había mucho a él, de cerca, podía ver el rojo de sus mejillas de cerca, así como unas pequeñas pecas sobre su nariz. Petunia lentamente se fue acercando hasta dejar caer sus labios sobre los suyos. Handy no sabía qué hacer, si quitársela de encima, o aceptar ese beso.
Petunia delineó con la punta de su lengua "su cálida y suave lengua" añadió para sí, la comisura de sus labios, pidiendo de esa forma la entrada, entrada que le fue concedida sin más. Acercándose un poco más, se adentró en él y sus respiraciones se entremezclaban entre sí. La traviesa lengua de la chica recorrió cada recodo de su boca por unos segundos y luego se separó de improviso, dejando un fino hilillo de saliva entre ellos.
—Ese fue mi primer beso —Le susurró de forma quedita, más a él le sonó demasiado erótico para ser real.
Petunia siguió sin más, bajando sus manos para desabrochar su falda y aventarla lejos, a algún lado de la habitación que realmente no le importó ver.
—No hagas esto —Le pidió con voz ahogada, más su propio cuerpo le traicionaba y no podía despegar su vista de ella.
— ¿Por qué no? Tú me lo pediste —Respondió ella. Handy iba a responder algo, sin embargo, su poca fuerza se vio menguada cuando ella puso un dedo sobre sus labios para acallarlo—. Shh…
Las dulces y pequeñas manos de Petunia siguieron un rumbo fijo sobre él y desabrochó el botón del short con un poco de torpeza. Estaba sumamente nerviosa, no sabía casi nada sobre sexo y lo poco que sabía era por leer algunos artículos de algunas revistas para adultos… y ahora, ahora estaba sobre él en ropa interior… ¿De allí que seguía?
Handy no podía creer lo que veía, aquel lado de petunia no lo conocía y realmente jamás imaginó verlo, pero verla de esa forma, con las mejillas sonrojadas y los rosados labios entreabiertos… Sintió un leve calorcillo recorrerle el cuerpo como una corriente eléctrica, era algo que antes había sentido, sí, pero no con una chica real.
"Handy me está mirando" —Decía Petunia en su mente—. "¿Ahora qué debo hacer?"
—Petunia… —Murmuró Handy, ella le miró fijamente a los ojos.
— ¿Sí?
— ¿Puedes soltarte el cabello?
—C-Claro —Tomó la coleta y, lentamente, soltó su cabello cuan largo era. Éste cayó como una cascada por su espalda—. ¿Así está bien?
—Te ves… hermosa.
— ¿En serio? —Los ojos azules se iluminaron de felicidad y ella se lanzó a abrazarlo.
—Handy me gustas mucho —Le confesó—. Si esta es mi primera vez… me alegra que sea contigo.
—Petunia…
Handy buscó los labios de Petunia y le besó de forma lenta y pausada, disfrutando de la caricia. Con ayuda de la peliazul, terminó de despojarse de la poca ropa que vestían, incluyendo la interior y, después, ella misma se quitó el sostén. Handy no pudo evitar notar –de nuevo– que Petunia tenía unos pechos prominentes, cosa que en el interior le gustaba en sobremanera. Oh, bendita naturaleza que había sido generosa con ella.
—Acércate un poco más —Le pidió de forma ansiosa.
—Está bien —Susurró Petunia, obedeciéndole.
Cuando estaba muy cerca de él, Handy posó las manos en su cintura y la alzó con suavidad para poner su cara a la altura que deseaba. Sacó su lengua y, con suavidad, comenzó a lamer aquel botoncito rosado en la punta del pecho derecho. Petunia jadeó por el cálido contacto y no pudo evitar estremecerse cuando lo metió por completo en su boca. Un travieso mordisco le hizo gemir.
—Eso me dolió, tonto —Dijo, aunque de una forma cariñosa que daba a entender que no estaba molesta. Handy dejó escapar una risa suave y aterciopelada, muy sensual a oídos de Petunia.
—Aún falta quitarte algo —Susurró a su oído con diversión, mientras delineaba con la yema de sus dedos el borde del encaje blanco de las pequeñas bragas.
Petunia asintió y ella misma comenzó a quitárselas, aunque con un poco de indecisión. Handy no despego la mirada mientras la bajaba por sus piernas, hasta lanzarla a un lado. La ojiazul le tomó del mentón, haciendo que le mirara a los ojos. Se sentía un poco cohibida por estar completamente desnuda frente a él, aunque Handy estaba exactamente en las mismas condiciones. Él colocó nuevamente las manos en su cintura, acariciando su dorso y el vientre con su pulgar.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Petunia, su piel, parecía derretirse ante el toque de Handy, fue bajando lentamente, bajo la orden no dicha de aquel joven de ojos ambarinos, y se topó con algo que… realmente le erizo la piel.
—Petunia —Jadeó Handy al sentir la humedad de la chica hacer contacto con su virilidad—. Voy… voy a meterlo ¿Estas lista?
Petunia asintió, incapaz de emitir palabra y comenzó a descender. Apretó los ojos y se tensó al sentir la intrusión dentro de sí.
—H-Handy… me duele…
—Tranquila —Le susurró, prodigando pequeños besos por la extensión de su cuello y su clavícula, subiendo nuevamente hasta sus labios.
La acarició durante un momento, esperando a que se acostumbrara él. Petunia fue descendiendo poco a poco y lentamente, acoplándose a Handy, hasta que dejó reposar todo su peso. El peli-anaranjado le abrazó disfrutando de la calidez de sentirse envuelto por ella. Petunia era calidad y le apretaba placenteramente con mucha suavidad. Recorrió con sus manos la espalda, que se arqueaba levemente con su toque. Un movimiento de caderas por parte de ella, aunque leve y sutil, le indicó que podía comenzar a moverse. Esa era la señal. Las embestidas comenzaron suaves y rítmicas, mientras en su oído escuchaba los leves ruiditos que hacia la peli azul. Estos solo hacían que se excitara más.
—Escuchar tus gemidos es hermoso, Petunia.
—Eres un tonto —Jadeó—. Pero se siente bien…
Handy le ayudó a trazar un ritmo, que aumentaba de fuerza cada vez más. Petunia se sentía de gelatina en sus manos, cómo si él la estuviera moldeando a su antojo. Al principio de ese día jamás hubiera creído que acabarían de esa forma, más no se arrepentía en lo absoluto.
—Siempre… —Dijo entre pequeños gemidos—. Siempre he querido decirte que me gustas mucho —Handy gruñó, cómo pensando que no era momento para hablar, más no dijo nada más, solo siguió suspirando en su cuello—. Pero como todos nos molestaban y te enojabas, yo… no quería ser una molestia para ti…
—Está bien —Respondió Handy de forma ahogada—. Acepto tus sentimientos…
Petunia ya no contesto, en ese momento Handy comenzaba a acelerar la velocidad de las estocadas, golpeando cierto punto en su interior que le provocaba querer rogar por más.
—Uhm, esto se siente bien —Gruñó Handy, nublado por el placer.
—M… Más —Jadeó ella—. Más, Handy, más rápido.
Handy sonrió de medio lado. ¿Quién iba a decir que la dulce e inocente Petunia le estuviera pidiendo más en su primera vez? Le complació, regodeándose de sentirla desfallecer en sus brazos. Comenzó recorrer su cuello con la lengua, sintiendo el sabor salado de las pequeñas gotitas de sudor perlado que cubrían el menudo y curvilíneo cuerpo de petunia. Bajó un poco más, lamiendo esa parte esponjosa y suave que significaban sus pechos. Petunia se quejó cuando chupó con demasiada fuerza.
—P-Petunia… mírame —Pidió de forma entrecortada, ella se alejó un poco y posó sus ojos azules, nublados por el deseo en los ambarinos.
La besó de forma apasionada, siendo él ahora quien tenía el control. Su lengua recorrió todo espacio posible, mientras se deleitaba con el sabor dulce de aquella boca. Se separó, sintiendo que ya estaba llegando a un punto en el que no había retorno. No podía aguantar más, estaba seguro de que explotaría.
—Petunia, me voy a correr…
—No importa —Gimió ella—. Hazlo, hazlo dentro de mí… yo tampoco creo aguantar mucho más.
De un movimiento certero, Handy se deshizo, abrazándose a ella. Petunia arqueó la espalda instintivamente, sintiendo como su interior era llenado completamente por una calidez que jamás había sentido, el placer oscureciendo todos sus sentidos.
Handy se apoyó en ella, jadeando de cansancio. Ambos respiraban agitadamente y parecían fundirse en uno en ese abrazo. Petunia acaricio el cabello de Handy con cariño, mientras este parecía entrar en una especie se sopor. El peli-anaranjado cerró los ojos y ella sonrió al sentirlo quedarse dormido en sus brazos, aún sin romper la unión.
Cuando Handy abrió los ojos, el sentimiento de vacío le sorprendió. Podía sentir el calor de Petunia a su lado, pero ella no estaba. ¿Y si lo había soñado?
— ¿Petunia? —Dijo—. ¿Dónde estás?
—Aquí —Dio un respingo, mirando hacia la puerta por donde ella iba entrando con un pañuelo en la cabeza y una escoba en la mano—. Es hora de limpiar tu habitación.
— ¿Nunca vas a cambiar, verdad? —Inquirió con ironía.
—Pero así me quieres —Sonrió ella cariñosamente.
—Hmm… No lo sé.
—Admítelo o no tendremos sexo la próxima vez —Le amenazó, el chico compuso una mueca de espanto.
Petunia sonrió satisfecha. Oh sí, estaba cien por ciento comprado, tenía a Handy comiendo de la palma de su mano.
bueno al principio se lo imaginaron sin brazos verdad, pero no queria ser cruel asi que en mi historia tienen :D, (esta pareja es pervert muy al fondo XD), en cuanto a mis otros fic les prometo que los subire pronto ! no se desesperen por favor :D
un saludo especial a Saori Bell ! me encantan tus fic y gracias por el favor que te pedi! eres un amor *w*, me desespere y ya subi el fic ;w;
y amiga Neki que le pedi consejos , y este es el resultado me dijo " nunca había escrito lemon, me siento corrompida y es tu culpa" lo se XD pero me ama aun asi jaja, seguiran mas asi que se acostumbre ¬¬.
bueno y gracias a ustedes por sus reviews y comentarios, asi les prometo subir pronto !
