¡Hola a todos!
¿Cómo están? Espero que hayan tenido un lindo día :D
Bueno, aquí me presento con este proyecto para el reto de Enero... debería estar estudiando, así que mi consciencia me carcome por eso. Pero, aunque sufrí escribiendo este reto, también me divertí mucho haciéndolo. Por lo tanto, creo que valió la pena que mi consciencia me estuviera torturando xD
Discleimer: Pokémon no es de mi propiedad, pertenece a Nintendo, Yamamoto y Kusaka.
Advertemcias: AU, por si alguien no lo había notado. Personajes que aparecen en el relato (lo pongo acá porque FF no me deja completarlo): Black, White, Green, Blue, Ruby, Sapphire, Cheren y Bianca. Insinuaciones de parejas completa: Agencyshipping, Franticshipping, Oldrivalshipping y Dualrivalshipping.
Dedicatorias: Le dedico esta historia a los administradores, jaja, porque siempre me están haciendo imaginar y escribir sin poner excusas. También se los dedico a los demás participantes. Chicos, sé que está vez estamos "obligados" (por favor, yo creo que siempre nos estamos leyendo, divirtiendo y apoyando) a leer lo que el otro escribió para votar los puestos y es por esa razón que les pido perdón por hacerles leer algo taaaan largo. Realmente no tengo idea de cómo pasó. Sólo empecé a escribir y así terminó. Realmente lo siento!
Este fic participa en el reto "New Universe" del foro "DexHolders del Prof. Oak". Como siempre te digo... espera, ¿no te lo dije? ¿Sí? Bueno, entonces lo repito: dale una oportunidad, te puedo asegurar que no te arrepentirás y que te divertirás muchísimo con todas nuestras locura-, ejem, con todas nuestras actividades llenas de genialidad. Siempre estamos buscando que puedas participar. Tanto como si quieres escribir como si sólo quieres leer, puedes darnos una oportunidad. Si sólo quieres leer, por ejemplo, en este reto tienes la oportunidad de votar por la historia que te gusta más :D
Me dejo de hablar xD Mis notas de autora están al final~
o-x-o-x-o-x-o-x-o
Retos y engaños
Parte I
1
Cuando observó por la pequeña ventana que daba al corredor dentro del salón destinado a los estudiantes de primero, Black pudo observar cómo todos sus compañeros ya se encontraban sentados en sus respectivos asientos. Todos ellos permanecían en completo silencio. O, al menos, él no había visto hablar a ninguno cuando se había asomado por la ventana de la habitación con la intención de observar lo que pasaba dentro. Pero realmente no creía que alguno lo estuviese haciendo. Sus compañeros siempre guardaban un respetuoso silencio cuando la profesora tomaba asistencia para ver quién estaba presente o ausente entre ellos y era justamente eso lo que ella estaba haciendo con tranquilidad en ese momento cuando él se había asomado para observar que estaba sucediendo. Él a veces también estaba junto a sus camaradas de aula cuando su profesora cumplía con esa obligación dictaminada por su empleo y, cuando estaba con ellos, al igual que sus compañeros, Black guardaba un respetuoso silencio. Pero, por supuesto, hoy no había podido hacerlo. ¿La razón? Había llegado tarde de nuevo. Y, sin embargo, no era muy raro que a él le sucediese algo como eso. Durante los seis días en los cuales debía asistir al colegio —los sábados también, debido a su entrenamiento—, e, incluso, a veces, durante los siete —cuando se acercaba peligrosamente la fecha de algún torneo—, Black llegaba o muy temprano o un poco tarde a aquel establecimiento, sin un término medio. Los días en los cuales debía entrenar durante la mañana, Black llegaba muy temprano a la institución escolar. No lo podía evitar. La rutina de entrenamiento matutina comenzaba tres horas antes que diera comienzo la jornada educativa. Cuando ésta finalizaba, todavía le sobraba una hora y media antes de que sus compañeros terminaran de llegar para llenar completamente el aula. Usualmente se pasaba dicha hora y media durmiendo con tranquilidad sobre la mesa. No tenía tiempo de regresar a casa para después volver a la escuela. Además, le parecía ridículo volver a su hogar si luego tenía que regresar al colegio de todas maneras. Incluso si le diera el tiempo de regresar a casa preferiría simplemente permanecer en el establecimiento durante esa hora y media. No le importaba esperar y, además, podía recuperar algo de sus energías perdidas durmiendo sobre la mesa. Toda la situación le parecía perfecta. Mientras, los días en los cuales no tenía que levantarse temprano para asistir al entrenamiento matutino que se llevaba a cabo en la cancha del patio de la escuela, Black decidía aprovechar y dormir más de la cuenta —aunque eso después supusiera tener que correr con todas sus fuerzas para que el metro de 7.30, que era el que lo llevaba a tiempo a la escuela, no le cerrara en sus narices las puertas—.
Cuando Black tenía torneo, directamente no dormía debido a la expectativa y a la emoción que causaba en él la inminencia de aquel evento. Pero, debido a no dormir de una forma correcta durante el día anterior a que se realizara el torneo —cuando, en realidad, debería hacerlo para mejorar en su rendimiento (aunque, por otro lado, Black era demasiado bueno aún sin todas sus facultades al ciento por ciento; el entrenador Brycen siempre decía que sus capacidades deductivas lo ayudaban especialmente en ello)— y debido a todo el ejercicio que en él había hecho; usualmente, al día siguiente, Black no asistía al colegio. Y es que estaba demasiado agotado como para intentar hacerlo. No solamente se debía a que su cerebro estuviese exhausto por la falta de sueño; su cuerpo también le pasaba factura después de las extenuadas semanas de entrenamiento previas al evento y después de todo el ejercicio hecho durante las largas horas en las que duraba el torneo.
Pero, como era de esperar, hoy Black no había tenido su matutino entrenamiento. Ésa era la razón por la cual había decidido aprovechar y quedarse otros cinco minutos durmiendo. Si dormía solamente otros cinco minutos más, aunque corriendo, alcanzaría sin problemas el metro que lo llevaría a tiempo al colegio. No obstante, su subconsciente había sentido que esos cinco minutos no habían sido suficientes para dejarlo totalmente satisfecho y decidió que descansar otra media hora sería lo realmente correcto para obtener un descanso del ciento por ciento. Así, si su mamá no lo hubiese ido a despertar, creía que habría llegado incluso más tarde de lo que lo había hecho.
Había corrido tan rápido el metro de 7.30 que cualquiera que lo hubiese visto podría haber alegado que intentaba levantar vuelo en lugar de estar corriendo. Incluso creyó que había llegado a tiempo, porque cuando tropezó con la estación todavía se podía ver el tren y no estaba en movimiento. Pero, cuando arribó en el andén después de sacar previamente boleto, el tonto metro de 7.30 cerró sus puertas en ese momento, sin darle tiempo a poner un pie dentro. Al final tuvo que esperar el metro de 7.50. Y viajar en él suponía llegar veinte minutos tarde a la escuela. En ese momento había pensado que tendría suerte si llegaba antes de que la profesora Juniper terminara de tomar asistencia. La había tenido, por cierto, pero, aun así, sabía que igualmente tendría problemas.
Se percató del absoluto silencio que generó el pequeño ruido que se produjo cuando él golpeó suavemente la puerta. Si bien sus compañeros ya se encontraban en silencio, éste se incrementó cuando la profesora también dejó de hablar y de tomar asistencia. El sonido de unos pasos —que no eran tacones porque eso no iba con la imagen que quería dar de ella— le indicó que pronto se encontraría cara a cara con la profesora que, hacia unos minutos, estaba constatando quien había asistido o faltado a la escuela. Entonces se abrió la puerta y Black pudo observar a la joven y elegante mujer que se encontraba tras ésta. Lo primero que llamó su atención fue la coleta que sostenía sus cabellos rubios sobre su cabeza. Después, reparó en su vestimenta. La profesora Juniper siempre mantenía el mismo patrón conforme a su apariencia. Una falda verde recta —que le llegaba hasta la mitad del muslo— tapaba sus piernas, mientras que una sencilla blusa blanca combinaba a la perfección con ella. Unas cómodas zapatillas de lona blancas con franjas naranjas —que combinan a la perfección con los pendientes, también naranjas, que adornaban sus orejas— la hacían parecer más baja de lo realmente era. Aunque Black creía que usarlas era conveniente para la joven maestra: con esas zapatillas a él ya le sacaba una cabeza. Creía innecesario el hecho de usar tacones si ya era alta por su cuenta —al pensar eso ignoraba la explicación que se había molestado en darle su madre (sin esperar que él realmente lo entendiera) con respecto a que la altura no era el único factor por el cual las mujeres usaban tacones, sino que también lo hacían para dar una respetable apariencia y porque estilizaban sus piernas—. Además, ¿por qué las mujeres iban a sacrificar la comodidad de la suela por aparentar ser más altas de lo que en realidad eran? Black no podía entender por qué ponían ese innecesario sufrimiento sobre ellas de esa manera —él había utilizado zapatos de vestir una vez en una fiesta y, aunque eran de hombres y entendía que había cierta diferencia, creía poder entender las penas que suponía llevar «cosas como ésas» puestas—. Sin embargo, su profesora no le trasmitía la empatía de sufrir las penas que suponía llevar «cosas como ésas» puestas y eso era una de las cosas que más le agradaban de ella: su simpleza. No obstante, no podía decir lo mismo con respecto a su rectitud, rigurosidad y exigencia. Un carraspeo lo hizo dirigir su achocolatada mirada al único de los aspectos que no hubiese querido observar, al menos en esos instantes, en ella: su mirada verde severa.
—Bueno, veo que te has dignado a llegar, Black —dijo, de una forma sarcástica, después de que él la mirara de una forma directa. La forma en que su profesora mantenía su barbilla erguida y la forma en que lo observaba sin bajar la cabeza, hacía pensar a Black que ésta, en lugar de mirar a uno de sus alumnos, miraba una partícula pequeña que le causaba una inexplicable molestia solamente por el mero hecho de su existencia. Aquello sugería que no iba a ser tan fácil convencerla de dejarlo entrar al aula sin problemas. Y sus brazos cruzados sólo reafirmaban esa creencia.
—Eh, ¡buenos días, profesora Juniper! ¿Cómo está? —preguntó él mientras se rascaba nerviosamente la mejilla izquierda. Esperaba que el trato casual ablandara el escepticismo que la mujer profesaba mediante su mirada sarcástica de alguna manera. Pero, al ver cómo la profesora aún no se descruzaba de brazos y no despejaba la puerta, comprendió que el trato casual no iba a convencerla. Decidió que lo mejor sería explicarle el por qué había llegado tarde a la escuela. Seguramente no lograría ablandarla y lo más probable era que en realidad se enojara. Pero, al menos podría entrar al aula. Él sabía que su profesora apreciaba la verdad más que a nada—. Bueno, tengo una explicación para mi retraso, pero, es muy graciosa en realidad y no creo que me sea de mucha ayuda. —Ahora se rascó nerviosamente la nuca. Un asentimiento sarcástico por parte de la profesora Juniper, que lo seguía mirando como si fuese una partícula molesta en lugar de un muchacho, le informó que lo estaba escuchando y lo instó a continuar con su relato. Sin embargo, no denotaba mucho entusiasmo por lo que Black le estaba contando y eso, al menos a él, no le infundió muchos ánimos—. Sólo quise dormir unos cinco minutos más. —Sonrisa que parecía decir: «lo siento, no lo pude evitar»—. Pero me quedé dormido otra media hora. Luego mamá no me podía despertar, así que optó por tirarme agua. ¡Eso en verdad te saca de la cama! —Movimiento de manos para reafirmar sus palabras. Una risilla proveniente del interior del salón le informaba que sus compañeros podían escuchar la charla. Pero, aunque le hicieron sonreír sus risillas disimuladas, sabía que no le ayudaban. La mirada sarcástica de la profesora Juniper que comenzaba a convertirse en una mirada enojada se lo recordó para ayudar a que se le borrara la sonrisa de la cara—. Pero después me tuve que secar —continuó esta vez con absoluta seriedad—, y perdí más tiempo del que en realidad disponía. Así, aunque corrí con todas mis fuerzas para alcanzar el metro de 7.30 me cerró en las narices sus tontas puertas. Por eso creo que no fue completamente mi culpa que haya llegado tarde en primer lugar, sino mía, del metro y de mamá. Aunque, si quiere que le hable con absoluta sinceridad, no creo que haya sido culpa de nadie en realidad. Sólo fueron una serie de circunstancias desafortunadas y ya.
—¡Eso no tiene ninguna relevancia, Black! —gritó la profesora Juniper ahora sí enojada de verdad. No había podido esconder su exasperación ni un segundo más—. ¡Deberías haber salido temprano, en primer lugar, antes de considerar dormir otros cinco minutos más y luego otra ridícula media hora! Como te dije la vez pasada, si no empiezas a preocuparte por tus retrasos y por tus faltas ¡suspenderás! —Sus cejas casi se fruncieron sin que, al parecer, lo pudiese evitar.
—¡Wah! Cheren ya me regañó con respecto a los retrasos y a las faltas. —La mueca de consternación, que parecía decir: «¡ya lo sé, no me regañen con respecto a eso otra vez!» que Black poseía en la cara, demostraba que ya lo había reprendido con esas mismas palabras—. Entiendo lo de suspender, ya me disculpé y prometo intentar no llegar tarde otra vez.
—Oh, bueno. —La expresión primero sarcástica y luego exasperada que habían predominado en la cara de la profesora Juniper mientras hablaban, dio lugar a una simple expresión que la hacía parecer sumamente cansada—, al menos llegas temprano los días que tienes que entrenar durante la mañana. —Ahora una auténtica sonrisa se había formado en su cara—. Además, escuché que ganaste el torneo local la semana pasada. Espero que pongas el mismo empeño para apoyar a tu clase durante el festival cultural de la próxima semana.
—¡Por supuesto que gané el torneo, había entrenado mucho para ello! —Una expresión orgullosa se le formó en el rostro cuando dijo eso. Black se golpeó con la mano izquierda el pecho y cerró los ojos en el proceso. Luego los abrió y la miró con ojos serios pero con una sonrisa de entusiasmo al mismo tiempo—. Y con respecto al festival cultural, ¡cuente con ello! Haremos todo lo posible para obtener el primer puesto.
La característica emoción que provocaban en él los retos comenzaba a reflejarse en su cuerpo. La profesora Juniper pudo darse cuenta de eso y si sus compañeros hubiesen podido verlo —el cuerpo de la profesora aún formaba una barrera entre Black y ellos— hubieran estado de acuerdo con la joven educadora al respecto. A la sonrisa llena de ánimo y entusiasmo, y a los ojos serios, se le sumaron los puños elevados para hacerles juego.
—Bien, entonces puedes entrar y tomar asiento.
Él obedeció en silencio, aunque todavía estaba sonriendo. Si debía ser completamente sincero, se había olvidado que la próxima semana sería el festival cultural del colegio. Ahora, estaba muy emocionado por la inmanencia de aquel evento. Y no sólo lo estaba porque suponía un reto —a pesar de haber dado a entender a sus camaradas de aula justamente ese hecho al hablar del primer premio—. Iba a ser el primer festival cultural para los estudiantes de primero. Y, como él formaba parte de ellos, estaba ansioso por compartir aquella nueva experiencia junto a todos sus compañeros.
Dentro, el salón contenía aproximadamente unos treinta asientos de madera de roble prácticamente nuevos —aunque, en realidad, no se trataba de eso, sino que se debía a que los alumnos cuidaban muy bien de dichos asientos y a que las autoridades eran muy estrictas con respecto al mantenimiento—. Todos ellos estaban ocupados por sus respectivos dueños, los cuales habían sido elegidos por sorteo cuando el nuevo año escolar había dado comienzo. Sólo uno de ellos no se había elegido por sorteo y eso se debía a que su ocupante había ingresado al colegio una semana después de que éste se hubiese llevado a cabo para los alumnos de primero. Un gran e inmaculado pizarrón negro se encontraba frente a los aproximadamente treinta asientos. Nadie había escrito nada en él hasta ese momento. Ésa era la razón por la cual había conservado su color verdadero, como si en realidad se tratase de un utensilio nuevo, y no aquel tono gris añejo que adquiría cuando lo usaban una vez, por lo menos. Tres ventanas, que daban al patio del colegio, se encontraban en el lado derecho y dos, que daban al corredor, se encontraban en el lado izquierdo. Estaban adornadas con cortinas color pastel que volaban cuando soplaba el viento. Incluso una leve brisa las hacía bailar como si se tratasen en realidad de jovencitas probándose vestidos nuevos. Las paredes eran de color beis y combinaban perfectamente con el simple aglomerado de madera clara que cubría el suelo. La mayoría de sus compañeros lo habían mirado, cuando él entró en silencio, sonriendo por su entusiasmo con respecto a la obtención del primer puesto en el festival cultural que realizaría la próxima semana el colegio. Bianca era una de ellos. Por el contrario, solamente dos de los que formaban parte de sus compañeros lo habían mirado con una expresión de reproche pintada en sus rostros hasta que Black tomó asiento. Conocía perfectamente a quienes lo estaban mirando así en ese momento y también entendía el motivo por el cual lo estaban haciendo. Cheren era uno de ellos y la presidenta era la que cerraba aquel círculo pequeño. Casi se lamentó por el hecho de que el asiento de una estuviese detrás de su propio asiento y de que el asiento del otro se encontrase al lado del suyo en el extremo derecho. Era el asiento de Bianca el que se encontraba a su lado en el extremo izquierdo. Y él se ubicaba en el centro, en medio de todos ellos.
El por qué Cheren lo estaba mirando con reproche en ese momento no era para él motivo de desconocimiento. Su amigo de la infancia había estado cuidando de él de ese modo desde que eran pequeños. Si tenía que hablar de forma exacta lo había hecho desde la guardería, más o menos. Cheren siempre se preocupaba de que hiciese las tareas después de su entrenamiento y de que estudiase aún luego de participar en algún torneo. Controlaba las faltas y retrasos que tenía en el colegio y lo regañaba siempre que éstas se acercaban peligrosamente al límite que le permitía a las autoridades suspenderlo aun cuando no reprobaba los exámenes y aun cuando profesaba una buena conducta hacia sus profesores y compañeros. También lo regañaba cuando las notas que poseía en cada materia estaban por debajo de la nota promedio. Sí, realmente no desconocía la razón por la cual su amigo lo miraba así en ese momento. No desconocía la razón y, en realidad, aunque suene raro, él le estaba totalmente agradecido porque él lo mirase con reproche mientras tomaba asiento. En serio, no tenía razón para avergonzarse u ocultar su agradecimiento. Apreciaba que su amigo se preocupase por él de esa forma todo el tiempo. Lo hacía sentirse apreciado y con suerte de tenerlo a su lado. Pero, ya lo había sermoneado tres veces con respecto a sus retrasos y a sus faltas al colegio y recién eran estudiantes de primero. Suspender en primero no era tan grave como hacerlo en quinto o en sexto; aunque, él no quería suspender durante ningún año si podía evitarlo. Por eso, le agradecía al pelinegro por preocuparse tanto y estar tan pendiente al respecto. Pero ya había conseguido que no faltara después de los torneos —y eso sí que le había costado, damas y caballeros, jamás había podido recuperar el sueño que había perdido después de no haber dormido por la emoción que le causaba ese evento, y había sobrevivido toda la semana yendo al colegio con doce horas menos que las personas promedio (y seguramente con catorce menos que todos sus compañeros)—. Ahora, para lograr que redujera sus retrasos, debía darle tiempo. El entrenamiento lo agotaba en exceso y la única forma de recuperar su energía sin recuperar las horas de sueño que había perdido debido a los torneos era dormir siete horas por lo menos.
El motivo por el cual la presidenta lo miraba con una expresión de reproche en ese momento mientras él tomaba asiento tampoco le era desconocido en un ciento por ciento.
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Había conocido a la presidenta hacia ya medio año, más o menos. Ella, extrañamente, había ingresado a la escuela una semana después de que el año escolar diera comienzo. Ésa fue la razón por la cual no obtuvo su asiento por sorteo, como fue el caso de todos sus compañeros. A diferencia de ellos, ella lo obtuvo por desdeño, por ser el último de los asientos que todavía no tenía dueño. Afortunada o desafortunadamente para él —no sabía cuál de los dos era el caso por el momento— aquel desdeñado asiento se encontraba detrás del que le había tocado a él en el sorteo.
—White, te sentarás detrás de Black, ése será tu asiento. Aquí todos tienen su propio lugar, los hemos elegido por sorteo. Sé que en otras escuelas los alumnos se sientan en donde quieren conforme van llegando al colegio, pero aquí no hacemos eso. Cada uno tiene su respectivo asiento —le había explicado la profesora Juniper en aquel momento—, al menos hasta que hagamos un nuevo sorteo después de las vacaciones de invierno. Black, levanta tu mano para que White sepa dónde estás y cuál es su lugar.
Él había hecho lo que la profesora le había ordenado en silencio. Intentaba mantener un semblante impasible y serio. No le había caído muy bien la alumna nueva que acababa de presentarse ante sus nuevos compañeros. Se había portado demasiado fría con todos ellos y no había mostrado ningún interés en querer llevarse bien o formar un buen grupo en el proceso. Trató de no fruncir el ceño para no delatar el descontento que estaba sintiendo. La iba a tener sentada detrás de él todo el tiempo. A esa chica altiva a la cual no le importaba ni interesaba llevarse bien con sus nuevos compañeros. Y él que se había sentido tan feliz porque nadie ocupase ese asiento… Debía ser sincero, se sentía especial por ello. Después de que se realizara un sorteo había sido el único que no tenía sentado detrás a ningún compañero.
La nueva había caminado hacia su lugar sin mirarlo en ningún momento y ni siquiera se presentó personalmente a ellos durante la hora de almuerzo. La molestia y descontento que había sentido con respecto a ella en un primer momento fueron en aumento. Decidió que si la nueva no tenía la buena educación de presentarse, él tampoco tendría que hacerlo. Mientras, siguió conversando con Cheren y Bianca siempre que tenía la oportunidad de hacerlo. Pensaba aprovecharlos lo máximo que pudiese todo el tiempo. Ya que, a pesar de ser amigos de la infancia desde la guardería más o menos, durante la escuela nunca habían tenido la suerte de sentarse junto a ellos. Al final, se había equivocado con respecto a tener que aprovecharlos al máximo antes de que tuviesen que cambiar de asiento de nuevo. La profesora Juniper no quiso que se vuelva a realizar un nuevo sorteo después de las vacaciones de invierno. Como eran de primero, y, como ella era una profesora nueva y era su primer curso en un colegio, tenía miedo de equivocarse con los nombres si cambiaban de asiento. Con respecto a la nueva, había creído que no hablarían hasta que llegasen las vacaciones de invierno, donde, a su regreso, cambiarían de nuevo los asientos por sorteo. También se había equivocado con respecto a eso. La nueva le habló al tercer día después de su ingreso al colegio. Lo hizo mientras él estaba gritando su sueño…
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Fue durante el día en que Cheren y Bianca habían ido a almorzar con los integrantes del Consejo para discutir un par de cosas con ellos. Al menos, una vez por semana se llevaban a cabo aquellos encuentros entre los delegados de clase y entre los representantes del Consejo. Para Black no era extraño que una vez por semana sus dos amigos de la infancia fueran a comer con ellos. Pero, ciertamente, nunca sabían cuándo se produciría el encuentro. Mayormente tenía que ver con la disponibilidad del Consejo y cuándo éste estaba libre de ocupaciones para atenderlos. Él solía comer en el salón con Cheren y Bianca el almuerzo. Cuando le dijeron que ese día no iban a hacerlo, él decidió comer en la azotea del colegio. Era su segundo lugar preferido después de la cancha de entrenamiento. Desde allí podía contemplar el cielo, respirar aire fresco y disfrutar del silencio y de su propia compañía por un momento. Además, desde allí podía gritar su sueño y realizar su juramento sin que ningún profesor lo regañara por hacerlo. Aunque todos sabían que era él el que gritaba desde la azotea del colegio. Justamente estaba haciendo eso cuando la nueva le habló por primera vez después de su ingreso.
—¡Voy a lograr llegar hasta el torneo nacional! ¡Voy a clasificar y voy a ganar! ¡Sólo esperen y verán, estoy total y absolutamente convencido de que voy a ganar! ¡Tengan cuidado Thomas, Park, Max, y Brad! ¡Esta vez, ninguno de los favoritos va a ganar, lo hará un novato de primero, ya lo verán, se sorprenderán! ¡Será el mejor torneo nacional que verán en sus vidas!
—Oye, para de gritar. —Aquella voz desconocida lo había hecho callar. Era la nueva (a punto de convertirse en «la presidenta»)—. ¿Tú eres Black?
Supuso que si la ignoraba, la muchacha se marcharía sin decir nada, enojada. Pero, un pensamiento le impidió ignorarla. En ese momento, Black había imaginado que quizás la chica podía ser tímida. Si ésa resultaba ser la verdad, Black había estado malinterpretando a la nueva. No era la chica altiva que había imaginado en primer lugar sino que, en realidad, no tenía la seguridad de acercarse a los demás. Eso lo había hecho sentirse mal. Ya se sentía incómodo teniendo a la nueva sentada detrás. No hablarle a un compañero de aula suponía un gran esfuerzo para Black. Pero, también era muy terco y orgulloso si tenemos que hablar con sinceridad. Y se había propuesto —encaprichado, en realidad— en no hablarle a la nueva hasta que lo hiciese ella. Pero si era tímida, en lugar de fría y altiva, Black creía que se podía remediar. Después de todo, le estaba hablando ahora, ¿verdad?
Sin embargo, resultó ser que White, próximamente la presidenta, no era tímida, altiva, fría o malcriada, sino que resultó ser que tenía los modales de una empresaria. La nueva no se había presentado a la hora del almuerzo el primer día de su ingreso porque había pensado que si los interrumpía mientras ellos hablaban la considerarían una maleducada. Pero ellos nunca paraban de conversar, así que ella nunca había tenido la oportunidad de acercarse a hablar. Al menos no hasta ese día en el que él había decidido disfrutar de la tranquilidad y comer en la azotea. Sin embargo, él no se enteró hasta mucho después de aquella realidad sobre ella.
—Sí, yo soy Black —había confirmado él con su simpleza habitual. Ahora que había supuesto que había malinterpretado a aquella chica sin haberle dado una oportunidad, le regaló la sonrisa abierta que era como su marca personal: «sonrisa especial marca Black» había dicho en una ocasión su mamá.
—Encantada, Black. Mi nombre es White. —Ella había concluido aquel saludo inicial con una pequeña reverencia—. Lamento molestarte mientras tratas de almorzar pero tengo que hacerte una propuesta.
Aquello provocó que la idea de que la nueva era tímida desapareciera. También provocó que una pequeña desconfianza y que una molestia aún mayor de la que ya había desarrollado hacia ella comenzara a crecer de una desmesurada manera. Y es que si sólo se había presentado a él para hacerle una propuesta, Black no pudo evitar pensar en que lo hacía sólo por conveniencia. Quizás sí estaba malinterpretando a aquella muchacha de todas maneras.
—¿Qué propuesta? —había preguntado mientras dirigía una mirada seria y desdeñosa hacia la nueva.
—Quiero que seas mi ayudante en la campaña electoral que pienso preparar para convertirme en la próxima presidenta del Consejo de Estudiantes de esta escuela.
No se había esperado aquella respuesta por parte de ella así que, debía admitirlo al menos en sus recuerdos, terminó mirándola con la boca abierta.
—¿Quieres postularte para ser presidenta? ¡Pero si eres nueva! Ingresaste hace tres días a esta escuela. ¿Por qué querrías ser presidenta? Además, ¿piensas comenzar ahora con la campaña electoral? ¡Sólo queda una semana para que se cierre el ingreso de nuevos candidatos y para que las votaciones se hagan!
—Ya lo sé. La profesora Juniper ya me ha informado sobre tales consecuencias. Ésa es la razón por la que te estoy pidiendo que colabores conmigo para hacerla.
—¡Pero si no nos conocemos ni desde hace una semana! ¿Cómo sabes que soy de confianza? Además, yo no sé nada sobre todas esas patrañas sobre las campañas, no creo que vaya a serte útil para nada.
—Estoy consciente de que no nos conocemos ni desde hace una semana por eso no te estoy pidiendo ayuda ni que hagas caridad con la chica nueva; sino que te estoy haciendo una propuesta que sé que nos va a ayudar a los dos de igual manera. No tienes que aceptarla si no la crees conveniente o si no te interesa. Pero creo que es una buena propuesta y creo que a los dos nos viene bien la oferta. Sobre si eres un chico de confianza no me faltan certezas. Te he estado observando durante estos tres días y se nota que eres un buen chico a leguas. Además, la profesora me ha hablado sobre ti más que de nadie cuando entré a esta escuela. Dice que eres un chico que siempre se esfuerza y que no se detiene hasta llegar hasta su meta. Eso dice de ti muchas cosas buenas. Además, me ha dicho que has clasificado en el equipo profesional del club de tenis de la escuela, aun cuando las clasificaciones recién empiezan y aun cuando eres un novato que nunca se había enfrentado a los miembros que siempre compiten y quedan. Eso quiere decir que eres muy bueno y que entrenas. Pero también me dijo que tienes problemas con algunas materias debido a que siempre llegas tarde o a que siempre estás perdido en tus pensamientos sobre tus sueños y tus metas. Y ahí es donde hace foco mi propuesta. Puedo ayudarte a aprobar esas materias. Sé que soy nueva y sé que es ridículo aspirar a ser presidenta si las campañas en una semana cierran y si nadie me conoce en esta escuela; pero, mi sueño es ser la presidenta de una agencia de talentos compuesta de grandes estrellas cuando crezca y creo que ser la presienta del Consejo Estudiantil de la escuela es una buena primera experiencia. Es por eso que necesito que me ayudes a hacer la campaña electoral aun cuando no falta nada para que se lleve a cabo la votación en la escuela. No importa si no tienes experiencia (aunque no te permito que digas que las campañas electorales son patrañas y que también lo es el Consejo Estudiantil y la presidencia), sólo quiero estar cerca de una persona de confianza y buena que me haga conocida dentro de la escuela a pesar de ser nueva. Tú eres una persona buena y, a pesar de que éste también es tu primer año dentro de esta escuela, eres conocido debido a tu carisma, a tu esfuerzo y a tu meta…, todos te aprecian. No tienes que hacer nada difícil o que no sepas. Sólo tienes que gritar «Voten por la presidenta, White no los defraudara de ninguna manera» o alguna otra cosa que se nos pase por la cabeza; aparecer en los carteles y ayudarme a repartir tarjetas. Y yo te ayudaré con las materias. Puedo asegurarte que soy buena. Estábamos un poco más adelantados en la que era mi otra escuela. La profesora Juniper me dijo que suspenderás si no las apruebas. ¡Puedo ayudarte sin problemas! ¿Qué dices? ¿Es una buena propuesta?
Sus manos habían sido apresadas y apretadas por las de la nueva. «Estúpida profesora que habla más de la cuenta», había pensado Black antes de que cualquier otra cosa se le pasara por la cabeza. Después, simplemente no pudo evitar sentir molestia, se sentía chantajeado por esa hermosa muchacha de alguna manera. Pero, era cierto que necesitaba aprobar esas materias y también era cierto que no había podido ignorar la desesperación que se había desprendido de la nueva. Sus labios se habían apretado en una fina línea mientras esperaba su respuesta y su tez se había vuelto más blanca de lo que ya era. Al ver eso no pudo rechazarla de ninguna manera.
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Pero, al final, la nueva no había logrado alcanzar la presidencia a pesar de todo el esfuerzo que habían hecho para que eso sucediera. Quien lo había logrado era un sempai de séptimo año, Green Oak, que, después de ganarle a la nueva, se consagró por quinto año consecutivo como presidente del Consejo Estudiantil de la escuela. Pero, la victoria no tenía un sabor tan malo de boca al saber que el séptimo era el último año de colegio. Era mejor que el sempai conservara y disfrutara de su puesto durante su último año como estudiante de aquel establecimiento.
La nueva se convirtió para él en la presidenta. ¿La razón? Así la llamaba en su discurso electoral para que la eligieran y se había acostumbrado a hacerlo porque creía que iba bien con ella. Además, lo hacía porque realmente deseaba ese puesto para la nueva. Toda persona que se esforzara tanto por sus sueños a Black le generaba empatía de alguna manera.
Cuando la presidenta no fue electa, él pensó que ahí se terminaba la relación que habían establecido ellos dos en base a la propuesta. Resultó que otra vez se había equivocado con respecto a ella.
—¿Qué estás sugiriendo, Black? ¿Piensas que como no llegué a la presidencia no cumpliré con mi promesa? No, señor, ¡voy a ayudarte a aprobar esas materias! Además, te aprecio, no quiero que suspendas.
Desde ese momento no pudo evitar confiar en ella. Y es que la presidenta realmente se había preocupado porque aprobara las materias y no suspendiera. Si no lo hubiese hecho, habría alegado que la propuesta se terminaba al no salir electa o no se hubiese dedicado tanto para que aprendiera correctamente los temas. A razón de eso, había nacido su confianza en ella. Y, por cierto, había aprobado las materias. Aunque, después de haberlo hecho, la presidenta no se había alejado de ellos, ni ellos de ella. Porque Cheren y Bianca también se hicieron amigos de la presidenta. Pronto no pudo recordar cómo era su vida antes de que ella ingresara a la escuela.
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—Oye, Black, ¿cómo pudiste volver a llegar tarde a la escuela? —La voz proveniente del asiento que se encontraba a su derecha lo hizo volver desde sus recuerdos hacia la Tierra—. Ya te dije que si sigues acumulando retrasos el que hayas dejado de faltar después de los torneos no valdrá la pena.
Estaba a punto de decirle que ya lo sabía, que no lo regañara con eso por decimoctava vez en la semana —aunque sabía que Cheren lo haría de todas maneras— cuando una voz proveniente del asiento de atrás lo hizo darse la vuelta.
—Cheren tiene razón, Black —dijo White con una expresión seria—. Ya te dije que puedo llamarte para despertarte si así lo deseas. Para mí no supone ninguna molestia. Sería una pena que suspendas después de haberte esforzado tanto para aprobar las materias.
La idea de que la presidenta lo llamara durante la mañana para despertarlo lo incomodaba y lo asustaba de sobremanera. ¿Y si le decía algo vergonzoso medio dormido cuando la atendiera? ¿Y si su mamá levantaba el teléfono en su lugar y comenzaba a molestarlo con respecto a ella? Se sonrojó sin poderlo evitar cuando esa idea cruzó por su cabeza.
—No tiene que hacerlo, presidenta. —Casi gritó debido a la vergüenza—. Prometo no llegar más tarde si me conceden ambos —dijo dirigiendo ahora una mirada fulminante hacia su amigo de ojos azulados, ya que él había sido el que lo había regañado frente a la hermosa muchacha de cabellos castaños, generando que otra vez ella le propusiera aquella medida que lo incomodaba tanto (a pesar de saber que, en realidad, la presidenta de igual manera le hubiese recordado su propuesta de telefonearlo para despertarlo, aun sin que Cheren lo hubiese regañado; sabía que ella también se preocupaba por sus retrasos)— el tiempo necesario para acostumbrarme al nuevo horario.
Cheren y la presidenta iban a decir algo más para replicar, pero la profesora los interrumpió carraspeando.
—Bien, ahora que estamos todos —comenzó la profesora Juniper sonriendo un poco— podemos empezar. Como recordarán, el festival cultural se llevará a cabo la próxima semana. Es por esa razón que a partir de hoy apartaremos una hora para decidir qué haremos. Representantes de la clase: delegado Cheren, subdelegada Bianca, acérquense por favor. A partir de hoy comenzarán a organizarlo todo.
Cheren se levantó de inmediato y Bianca lo siguió después de que Black le indicara que tenía que ir con una sacudida de brazo. Ambos caminaron hasta el frente del salón con un paso apresurado y se pararon ante sus compañeros que ya revelaban su expectación y entusiasmo.
—Profesora Juniper, gracias por concedernos el tiempo —agradeció el pelinegro, haciendo una pequeña reverencia al mismo tiempo. Luego se irguió y miró a su compañera con recelo—. Bianca, tú también deberías agradecer a la profesora Juniper por concedernos tiempo.
Pero en lugar de hacerlo, Bianca soltó distraídamente lo que estaba pensando en ese momento, sin escuchar el regaño que le había proporcionado su educado y responsable compañero.
—Me había olvidado del festival cultural del colegio —dijo sonriendo. Todos sus compañeros soltaron una risita nerviosa ante el comentario que ella había hecho… la subdelegada no debería olvidarse de ese importante evento—, ¡seguro nos divertiremos!
—Descuida Cheren, no te preocupes por eso —dijo la profesora Juniper con un tono cansado que revelaba que ya estaba acostumbrada a que Bianca no le brindara sus agradecimientos o a que soltara comentarios como esos—. Entonces, los dejo a cargo de los preparativos para el evento. Yo mientras iré a la sala de profesores a corregir el examen que tuvieron. No sean muy ruidosos cuando estén decidiendo y no se apresuren a hacerlo. Recuerden que todavía tendrán todos los días un poco de tiempo. Aunque tampoco les recomiendo confiarse demasiado de ello. Toda la semana les debe alcanzar para decidir y para ejecutar el proyecto. Pero traten de pensar bien en ello y traten de hacer que todos estén a gusto con lo que eligieron. La idea es que disfruten y trabajen en grupo al mismo tiempo. Ah, y recuerden que pueden usar el método del sorteo si no están de acuerdo. Descuiden, no les cobraré derechos de autor por hacerlo —canturreó la profesora perdiendo su semblante serio—. ¡Nos vemos! —los saludó guiñando el ojo derecho y se fue antes que alguien pudiese contestarle el gesto.
«No es como si usted hubiese creado lo del sorteo», pensó Black, molesto, y estuvo seguro que muchos de sus compañeros pensaron lo mismo en ese momento. Luego, todos miraron con una sonrisa forzada al responsable pelinegro. Cheren los miró con una sonrisa parecida al mismo tiempo.
—Bueno, compañeros, debemos decidir varias cosas para el festival culturas que llevará a cabo la próxima semana el colegio. Para empezar, debemos decidir un puesto. También, si alguien decide participar en la carrera de parejas, debe informarnos al respecto. Recuerden que si su pareja es de otro año no hay problema con ello. Si ganan, las aulas de sus participantes obtendrán una cantidad de puntos igual. Lo mismo sucederá con el concurso de príncipe y princesa. Como saben, también deben ser parejas y, al igual que sucede con la carrera, si ganan los puntos se dividirán entre las dos aulas de igual manera. Pero, recuerden, deben avisar si van a participar en alguna de las dos competencias. De esa manera, no los contaremos para realizar otras tareas. Aún tienen hasta mañana para charlar sobre la participación con sus parejas. Bianca y yo estaremos al pendiente por si alguien decide participar en el certamen o en la carrera. Como compañeros, les estaremos deseando buena suerte a quien guste participar en cualquiera. —Cheren le obsequió a sus compañeros una sonrisa auténtica—. Y, ahora, decidamos el puesto que nos llevará a ganar el primer lugar en el festival cultural de la escuela.
Todos gritaron entusiasmados en respuesta.
2
—¿En la que era su otra escuela no había carrera de parejas, presidenta?
—No —contestó simplemente ella—, sí se hacía el concurso de príncipe y princesa, pero no había carrera de parejas.
—Ya veo… bueno, éste es mi primer año, así que será la primera vez que participaré en el festival cultural de esta escuela, pero investigué todas las referencias antes de entrar en ella. Aunque yo lo hice por el tenis más que por otra cosa externa—dijo rascándose avergonzadamente la cabeza—. No tenía interés en los festivales culturales y en cosas como ésas. A pesar de eso, sabía que llegado el momento me entusiasmaría con la idea de alguna manera. Ya sabe lo que generan en mí la idea de llevarme bien con mis compañeros y las competencias —explicó de forma sincera—. Pero, volviendo a la carrera, escuché que antes ésa era una carrera como cualquiera. El director la convirtió en carrera de parejas porque la mayoría de los estudiantes quería inscribirse en ella para no tener que realizar las tareas junto con sus compañeros para los puestos que se abren durante el festival en la escuela. Así, redujeron bastante la participación en ella. Aunque aún parece que algunos fingen ser pareja para participar en la carrera. No obstante, yo creo que es muy vergonzoso llegar a ese extremo para no ayudar en las tareas. Toda la escuela puede llegar a verte con tu "pareja"… —declaró de una forma confusa e inquieta. Black realmente no entendía cómo alguien podía pasar por tremenda vergüenza.
—Oh, eso explica el por qué no se hacía en la que era mi otra escuela —contestó divertida ella. Black se escandalizaba por cosas que, al menos para White, eran muy pequeñas.
Caminaban por el patio en dirección a la azotea. Pensaban almorzar en ésta. Cheren y Bianca habían prometido sumarse a ellos en cuanto pudieran. Tenían que reunirse con la profesora Juniper para discutir sobre la decisión que el curso había tomado con respecto al puesto que harían para el festival cultural la semana venidera.
El patio era uno de los lugares más bastos de la escuela. No sólo contenía las incontables canchas para los distintos clubes que necesitasen de ellas sino que, además, contenía sectores con césped pulcramente cortado para que los alumnos comieran sentados en él si así lo quisieran. Frondosos árboles proporcionaban una sombra fresca, provocando que aquella fuera una muy tentadora idea. También había banquetas por si sentarse en la hierba, al final, no resultaba para los alumnos buena idea para comer su almuerzo o merienda. Además, había pavimento por si los integrantes de la escuela preferían estar parados en grupos e ignorar el césped y las banquetas. La institución también ofrecía un comedor para los alumnos que no quisiesen comer en el patio su almuerzo o merienda, o para cuando el día presentase algún aguacero o alguna tormenta. Aquél era otro de los bastos lugares que tenía la escuela. Aun así, ellos ya habían decidido que comerían en la azotea. Aquél lugar no era tan basto como el patio o como el comedor del establecimiento, pero tampoco era tan pequeño. Podría decirse que era mediano, casi grande si hablamos de un modo certero. También disponía de sombra y suelo. Pero, además, contenía dos características de las que carecía el patio y el comedor del colegio: tranquilidad y silencio.
Black y White caminaban tranquilamente acompañados por las risas y los murmullos de los que integraban el patio en ese momento. Antes de entrar al establecimiento para llegar a las escaleras que los conducirían hasta la azotea de un modo directo, los dos castaños se encontraron con tres sempais de los cuales se habían hecho muy amigos a pesar de estar en primero. Dos de ellos se encontraban discutiendo. La tercera observaba divertida y atentamente en silencio. Black decidió saludarlos a todos ellos para distraer a los dos participantes de la pelea de su pleito. Aunque, si debemos hablar de un modo sincero, esos dos siempre se encontraban discutiendo.
—¡Hola, Ruby-sempai, Sapphire-sempai, Blue-sempai!, ¿cómo están?
—Ruby ya te dije que no quiero hacerlo —gritó Sapphire extendiendo los brazos como si no pudiese contener más la impaciencia que estaba sintiendo. Obviamente, había ignorado a su compañero más pequeño que le había dirigido un amable saludo en ese momento.
—Pero Sapphire ya diseñé los atuendos de príncipe y princesa para el evento. ¡Te quedará de un modo estupendo! Vamos, participa conmigo en el certamen que hará el colegio —pidió pacientemente Ruby intentando convencer a Sapphire por décima vez de ello. Él había confeccionado ese vestido pensando en Sapp todo el tiempo (aunque nunca fuese a confesarle a ella eso). Necesitaba convencer a Sapphire de llevar ese vestido puesto y él necesitaba acompañarla en ese momento. Obviamente, él portaría un atuendo tan perfecto como el que ella usaría si aceptaba acompañarlo a ese certamen que se llevaría a cabo durante el festival cultural que realizaba el colegio y eso, a su vez, lo haría merecedor de ser su acompañante durante todo el evento. Ganarían el primer puesto. Estaba seguro de que podrían hacerlo. Sapphire era demasiado hermosa y aquellos atuendos resaltaban su hermosura sin que ella se diese cuenta de que lo estaban haciendo. Él quería demostrarles a todos los que la habían llamado marimacho, salvaje, bárbara y cavernícola cuánto se habían equivocado al hacerlo (aunque él también lo hacía la mayor parte del tiempo, pero por razones muy diferentes a comparación del por qué lo hacían ellos. Al principio sí había pensado que ella merecía llevar dichos calificativos debido a sus actos y a aquella errónea imagen que pretendía dar de su aspecto. Pero, cuando había descubierto que había malinterpretado a la muchacha desde un primer momento, entendió el error que había estado cometiendo. Sin embargo, continuó utilizando esos calificativos aunque no creyera en ellos. ¿La razón? Creía que Sapphire se veía hermosa cuando se enojaba durante sus pleitos y la mejor forma de hacerla enojar era hacerle comentarios como esos). Pero, no sólo pretendía demostrarle cuánto se habían equivocado a sus compañeros, sino que, además, pretendía demostrarles que aquella hermosura ya tenía dueño. Algunos de sus compañeros del club de aikido ya se estaban dando cuenta de la belleza que ocultaba Sapphire debajo de la falsa imagen que pretendía dar de su aspecto y él estaba comenzando a ponerse nervioso por eso. Estaba seguro de que todo saldría de un modo perfecto. Sólo debía convencer a Sapp para que lo acompañase al evento.
—No, Ruby, ya te dije que no quiero. No me molesta probarme tus ridículos —«aunque lindos», pensó en ese momento, a pesar de que no pensaba decir eso. Ella estaba decidida a no mostrar su lado femenino de nuevo. No desde que aquellos matones los habían acorralado cuando volvían desde la guardería a casa y Ruby se había sentido obligado a protegerlos después de que ella se hubiese paralizado del miedo sin poder mover siquiera un dedo. Ser femenina había supuesto dejar a Ruby solo durante el sufrimiento y el riesgo. Desde ese día, Sapphire prometió nunca dejar a Ruby solo de nuevo— atuendos para que puedas trabajar en ellos, pero no pienso mostrarme ante todo el colegio con esos disfraces puestos. Además, tú me prometiste que participaríamos en la carrera de parejas primero. —Un puchero se formó en su rostro en ese momento y Sapphire cruzó los brazos al mismo tiempo.
Black miró incómodo a sus sempais después de haber oído su pleito —sin pretender, en realidad, hacerlo—, y decidió saludarlos más alto para que lo escuchasen en su nuevo intento.
—¡HO-
—¿Cómo puedes decir que mi vestuario es un disfraz? Además, ¡mis atuendos no son ridículos! Tú eres la única cavernícola que no los encuentra lindos —contestó Ruby ofendido. Estaba comenzando a enfadarse por todo lo que Sapphire había dicho y su finalidad de convencerla para que utilizara el atuendo que había hecho para ella, mientras lo acompañaba en la competencia para ser príncipe y princesa, se había perdido en el olvido. Y, una vez más, el saludo de Black había sido omitido—. Y no pienso competir en la carrera de parejas contigo. Terminaré todo sudoroso y apestoso y mi ropa terminará sucia y llena de polvo; no pienso permitirlo. Además, no te lo había prometido. —Los brazos del chico se cruzaron al igual que los de la muchacha de ojos zafiros. A su vez, cerró sus párpados de un modo arrogante e impetuoso como si su orgullo no hubiese sido herido.
Black y White se miraron temerosos por el rumbo que estaba tomando la pelea de ambos chicos.
—Claro, todo lo que suponga un verdadero esfuerzo para ti no tiene sentido —gritó Sapphire mirando con odio y sarcasmo a Ruby, como si no pudiese soportar lo que hubiese dicho—. "Ay no, no quiero participar en la carrera porque transpiraré y me ensuciaré un poquito" —imitó cruelmente las expresiones del chico con una exagerada voz de mujer, que buscaba aparentar ser la de un hombre, sin parecérsele en lo más mínimo.
—¡¿Quieres decir que lo que hago yo no supone un verdadero esfuerzo?! —La ira de Ruby se había desbordado en ese momento—. Disculpa, pero estuve dos días sin dormir para confeccionar tu maldito atuendo. Sin mencionar que confeccionar atuendos no sólo lleva tiempo, las medidas deben estar perfectas para que se adapte al cuerpo de un modo correcto. La combinación de accesorios requiere una gran meditación para no sobresaturar al atuendo de adornos bellos que terminan por lucir horrendos. Debes diseñar algo decente y adecuado al guion, y, por lo tanto, debes leerlo. A veces la ropa habla mejor de una época y de una persona de lo que los actores pueden hacerlo. No cualquiera puede confeccionar un atuendo. Se necesita precisión y personalidad para hacerlo de un modo correcto. También se necesita concentración y esfuerzo. ¡Y yo realmente me esfuerzo en ello! —Los rojos ojos de Ruby brillaron debido a la impotencia que estaba sintiendo. Ese tema era uno de los pocos en los que su afecto por Sapphire no surtía efecto para detenerlo y así evitar que su discusión traspasara los límites que tácitamente había impuesto (y, al parecer, era el único por el que la animada muchacha de castaños cabellos no podía ocultar su desdeño, haciendo enojar al muchacho del gorro blanco de un modo serio). Evidentemente se olvidó de todo lo que estaba pensando sobre el evento de príncipe y princesa en ese momento. Su orgullo y amor por el diseño estaba en juego.
—Jojojo, queridos, no peleen más por eso. —La tercera sempai que se encontraba entre ellos en silencio, observando de un modo atento y divertido el pleito, habló en ese momento, interrumpiendo la discusión antes de que los dos muchachos se peleasen en serio y terminasen por no hablarse durante un mes entero. Ella no podría «ayudarlos» si llegaban a eso—. ¿Qué tal si hacemos un juego? —preguntó Blue guiñando el ojo derecho—. Cada uno participará en el evento en el cual quiere hacerlo —explicó levantando un dedo—. Si Sapphire gana, Ruby participará en la carrera de parejas el año venidero. Y si Ruby lo hace, Sapphire deberá participar en el certamen de príncipe y princesa sin poder oponerse a ello. Y ambos tendrán que respetar el esfuerzo del otro a pesar de no entenderlo. Ruby no le dirá más a Sapphire «mujer de las cavernas» por hacer ejercicio sin importarle si suda y se ensucia en el proceso, y Sapphire intentará ver el verdadero esfuerzo que supone elaborar diseños. ¿Qué les parece si hacemos eso?
—Blue-sempai, ¡me parece perfecto! —exclamó Sapphire contestando a la hermosa muchacha en ese momento. Luego miró a Ruby de un modo directo y serio, y lo señaló con el índice de sus dedos—. Ruby, si me ganas participaré contigo en el certamen de príncipe y princesa del colegio y prometo respetar tus diseños. Pero, si yo lo hago, tendrás que sudar conmigo sin oponerte a ello.
A Ruby le había gustado más como Blue-sempai había descripto el acuerdo pero prefirió no decir nada al respecto. En su lugar, se dirigió a su sempai de un modo serio:
—Pero, Blue-sempai, ¿con quiénes participaremos si yo no quiero participar en el evento de Sapp y ella no quiere participar en mi evento?
—Jojojo, para eso están los chicos de primero —dijo Blue apuntando hacia el lugar en donde estaban los dos castaños en silencio. Ambos se habían rendido en intentar saludar a sus superiores para distraerlos, pero también se habían preocupado demasiado por el pleito para irse sin asegurarse de que Ruby y Sapphire quedaran en buenos términos. Cuando Blue los señaló, ambos palidecieron. Fue en ese momento cuando Sapphire y Ruby los vieron—. A menos, claro, que a White le moleste prestarnos a su novio para eso.
—Se equivoca, Blue-sempai, yo no soy el novio de la presidenta —comenzó a explicar nervioso y sonrojado Black como siempre lo hacía cuando Blue lo molestaba con respecto a la chica. Pero, entonces, comprendió lo que su sempai decía—. Espere, ¿¡quiere que nosotros hagamos QUÉ!?
Las circunstancias por las cuales esos sempais se habían vuelto cercanos a los dos castaños no eran un hecho demasiado raro. Cuando White había perdido en las elecciones presidenciales de la escuela, había optado por ayudar en el club de teatro. No quería ser miembro, porque no le interesaba actuar, pero pensaba que ayudar en él era una buena experiencia para su sueño de ser la presidenta de una exitosa agencia de talentos repleta de grandes estrellas. El club no tuvo ningún inconveniente en que ella ayudara y, al mismo tiempo, aprendiera, y pronto se convirtió para sus integrantes en una gran colega. Habían comprendido que White era muy buena y pronto ella les enseñó a ellos más de lo que ellos le enseñaron a ella a pesar de ser nueva. White se había encargado de realizar coreografías y puestas en escena. Además, ayudaba a ensayar a los actores para que se vieran de mejor manera. Y su más grande éxito había sido realizar fondos para las fotos de las obras y de los actores para los carteles que pegaban para promocionar el club de teatro en las puertas de la escuela. El club de teatro se había hecho muy famoso y adulado gracias a ella. Pronto todos los integrantes y ayudantes se habían vuelto cercanos a la «ayudante nueva». Así, White había conocido a Ruby, que era el encargado de confeccionar los vestuarios del club de teatro. El muchacho que se caracterizaba por usar un gorro blanco también era muy adulado por las hermosas ropas que siempre estaba diseñando. Los dos pronto congeniaron —la verdad era que ambos se entendían demasiado—. White tenía que hablar con Ruby debido a que los fondos debían contrastar y destacar el vestuario y, al darse cuenta que los dos tenían perspectivas parecidas con respecto a los colores, a las combinaciones, a los accesorios y a los zapatos, se llevaron bien de inmediato.
También había conocido a Blue en el club de teatro. Blue era la mejor actriz desde que se había unido al club durante el tercer año. Podía interpretar cualquier papel que se le otorgara e, incluso, podía llorar sin esfuerzo si el libreto así lo indicara. Blue hipnotizaba a todos cuando actuaba, los transportaba hacia la trama, hacia la historia que la obra contaba. Aunque también era conocida por su manipulación, por sus tetras y por sus trampas. Aun así, casi todos los integrantes del club de teatro la admiraban y la estimaban. Y también lamentaban que ése fuera el último año de su sempai de hebras castañas.
Sapphire siempre iba a ver a Ruby al club de teatro y Blue siempre los estaba molestando. A su vez, White le pedía a Black de vez en cuando que viniera a ayudarla con algo y pronto todos congeniaron y se volvieron amigos cercanos.
—Quiero que ustedes finjan ser la pareja de estos dos para ver quién gana la apuesta que hicieron entre ellos. Así veremos quién tendrá que someterse al otro el año venidero. —Blue sonrió de un modo coqueto.
Black quiso gritar en ese momento debido a la frustración que estaba sintiendo. ¿Fingir ser pareja de Sapphire para participar con ella en la carrera por un estúpido juego? No, absolutamente no quería hacerlo. Él no quería mostrarse de esa forma vergonzosa delante de todo el colegio. Además, ¿la presidenta debería fingir ser la pareja de Ruby para el certamen de príncipe y princesa por el mismo tonto juego? Tampoco quería saber nada de ello. Aunque no podía entenderlo, aquella idea provocaba que una pequeña ira comenzara a nacer en su pecho. Black estaba a punto de oponerse totalmente a aquel acuerdo pero Ruby habló primero.
—¿De verdad me ayudarás, White? —preguntó Ruby mientras se acercaba y tomaba las manos de la muchacha. Sus ojos rojos parecían contener dos estrellas que titilaban con una luminosidad inesperada. Black apretó los puños en ese momento. Sentía una inexplicable molestia (que nunca hubiese creído estar sintiendo; no hacía ese chico, por lo menos), hacía su sempai pelinegro. No notó que a Sapphire también se le oscureció la mirada por completo—. Si tú eres mi pareja sé que ganaremos el primer puesto. Muero porque te pruebes el vestido que he hecho para el evento. Como tienes el mismo tono de cabello que el de Sapphire estoy seguro de que combinará con el color de un modo estupendo. Además, sé que con tu ayuda los fondos de las fotos que auspician a los candidatos de príncipe y princesa quedarán perfectos. Vaya, ya quiero que sea el evento.
Black estaba apretando los dientes de un modo tremendo. Estaba a punto de decirle a su sempai que soltara a SU presidenta cuando alguien lo agarró por el cuello.
Sapphire lo había hecho. Había rodeado con su brazo el cuello del muchacho de ojos achocolatados y, como él era más alto, al tironearlo lo había acercado peligrosamente a su pequeño pero firme pecho. Black se había sonrojado al percatarse de eso. Ruby había fruncido imperceptiblemente el ceño —aunque sus ojos rojos se habían tornado fríos sin ocultar su resentimiento—. White, por otro lado, había dirigido una mirada sorprendida hacia ellos. Su cara había palidecido y apretaba los labios de un modo discreto.
—Bien, entonces, nosotros nos iremos. Desde ahora debemos entrenar mucho para poder ganar esto —dijo Sapphire de un modo enojado y serio. Miró una vez más desafiantemente a la pareja a la cual ahora se estaba enfrentado y acercó un poco más a su pecho al avergonzado muchacho—. ¿Verdad, Black, que me ayudarás a someter a Ruby el próximo año? —preguntó sin esperar una verdadera respuesta del castaño. Después simplemente se llevó a Black de ese modo a algún lugar del patio, provocando que él la siguiera agachado, nervioso y sonrojado.
White y Ruby se miraron y luego los siguieron de inmediato.
Blue sonrió por el resultado. Esos cuatro le habían resultado más interesantes de lo que había esperado. No se dio cuenta de que un recién llegado se encontraba detrás suyo, observando.
—Chica ruidosa, ¿y ahora a quién has timado? —preguntó aquel serio muchacho provocando que Blue diera un salto. Ella se giró de inmediato, aunque ya sabía quién le estaba hablando. Blue reconocería aquella profunda voz en cualquier lado.
—Green, ¡me has asustado! —le dijo Blue al recién llegado, pegándole suavemente en el brazo. Había fruncido el ceño para fingir un pequeño enfado, pero falló cuando no pudo contener la sonrisa divertida que se le formó en los labios—. Además, no los estoy timando. Por el contrario, yo diría que les estoy echando una mano.
—No creo que ellos estén contentos con la ayuda que les estás brindando —explicó cansadamente el castaño, mientras cerraba los ojos y se tomaba el entrecejo con el dedo índice y medio de la mano.
—Oh, pero muy pronto lo estarán, puedo asegurarlo.
—Tú jamás cambiarás, chica ruidosa —soltó con un suspiro el muchacho. Aún mantenía los ojos cerrados y, ahora, se masajeaba los párpados.
—No, y ésa es la razón por la cual me amas demasiado —aseguró ella tomándolo del brazo.
—Ajá, como digas —contestó él poniendo los ojos en blanco.
—Green, vamos, acompáñame a ver los resultados.
—No —dijo él soltándose bruscamente del agarre en su brazo—, ahora tengo trabajo. No pienso perder mi tiempo en espiarlos.
—Oh, vamos, no me hagas hacer lo del puesto de besos de nuevo para mostrarte que te importo más que tu trabajo —amenazó ella con una sonrisa coqueta en los labios.
—¿Quieres que te recuerde lo que realmente sucedió ese año? —Al recordarlo, Green tuvo que cerrar en un puño sus manos para contener los celos y el enfado. Estuvo a punto de tomar con fuerza por la cara a la hermosa muchacha de ojos azulados con las manos y devorarle los labios como lo había hecho en esa ocasión cuando estaba tan enojado, para recordárselo. Pero se contuvo de inmediato.
—Sabes que a mí no me molestó para nada lo que sucedió ese año. De hecho, estuve muy satisfecha con los resultados.
Green volvió a poner los ojos en blanco.
—Mira, si quieres puedes acompañarme un rato mientras trabajo, pero no puedo acompañarte con tus jueguitos cuando estoy tan ocupado. Tengo que dejar todo listo para el presidente del próximo año.
Blue se hubiese conformado con el hecho de que sólo la hubiese invitado a tomar algo después del trabajo. Dijo lo del puesto de besos solamente porque le gustaba molestarlo. Se sorprendió cuando el serio castaño la invitó a acompañarlo mientras él estaba trabajando. No lo había esperado. Sonrió por el resultado. Volvió a tomar su brazo y dejó que Green la condujese al salón del Consejo Estudiantil olvidándose de sus pequeños kouhais y del juego que había pactado. Hoy había cosas interesantes por todos lados.
o-x-o-x-o-x-o-x-o
Chan, chan, chan *toca el piano*. ¿Qué pasará? ¿Aceptarán la apuesta los dos castaños? ¿Los celos le permitirán a los cuatro seguir participando? Todo esto y más si llegó a redactar la continuación para el sábado. De lo contrario, rueguen para que llegué antes de que el reto se dé por finalizado xD Okno, me siento como la promotora barata de algo raro. La verdad es que es la primera vez que decido escribir para el reto algo por separado. Pero, realmente se me estaba haciendo muy largo. Así que decidí partirlo en dos e intentarlo. Seguro se me pasaron algunos errores por alto y seguro está feo y mal redactado. Pero, preferí intentar subirlo a tiempo y luego ver si puedo mejorarlo. Realmente lloraré si a alguien llega a gustarle esto aunque sea algo y me sentiré feliz si alguien llega a esperar la continuación para el sábado. La verdad es que he olvidado cómo se siente subir algo por separado... No lo hago hace rato. De hecho, ahora recuerdo que da miedo que nadie llegue a esperarlo...
Con respecto a la trama... Bueno, siempre pensé que los AU eran complicados. Y es que tienes que encontrar la forma de explicar todo y compenetrarlo para que la personalidad de los personajes y sus historias se asemejen a las del manga de un modo acertado. Créanme que realmente me esforcé por lograrlo. De hecho, creo que es una de las razones por las cuales me quedó tan largo xD La verdad es que algunas cosas ya las había pensado para un fic que nunca escribiría porque no tengo el cerebro para desarrollarlo. Lo de la propuesta de White a Black es uno de los casos. Otras, pues también ya las había imaginado para otro relato que sí pensaba redactar en un futuro cercano. Ése tenía que ver con el encuentro de los cuatro. Pero, no iba a ser AU, si tengo que hablar de un modo exacto. Así que, aquí los terminé juntando. Fue la condición del reto la que me permitió juntarlos, aunque también me obligó a imaginar, pensar y escribir más para conectarlos. La condición, por cierto, que me había tocado en el reto era "Fingiendo": Personaje A y personaje B debían fingir ser algo que no son. Bueno, eso está cumplido por dos xD Ruby y White por un lado, Black y Sapphire por el otro. La verdad es que me gustan cómo se ven y la idea de cómo se llevarían los cuatro. Creo que se compenetrarían demasiado.
¿Lo ven? Al fin no hice Frantic dramático *festeja por haberlo logrado*. Perdón, era algo que tenía que mencionar, me lo había propuesto a mí misma xD Con respecto al puesto de besos del final, bueno, eso remite a otra de mis historias. Como siempre les digo, no tienen que leerla si no quieren hacerlo, pero me gusto muchísimo la idea de conectarla con ésta de alguna manera.
En fin, escribí mucho ya Dx
Si has llegado hasta acá, pues, muchas gracias por leer la historia y las notas de autora hasta el final. De verdad, de verdad muchas gracias por haber decidido entrar y darle una oportunidad!
Ya saben que cualquier crítica constructiva es muy bien recibida!
Espero vernos en la parte II gente bonita!
