Capítulo 1
Katherine Beckett salió del coche y cerró la puerta. A aquellas horas de la mañana olía a lluvia. Pronto empezaría a caer. Estaba de nuevo en Nueva York, enfrente de la puerta del portal en el que se encontraba el loft de ese escritor, su escritor Richard Edgar Alexander o más conocido por todos como Richard Castle.
Tras mirar a su alrededor, se armó de valor para cruzar la calle y llegar al edificio. Temía que en estos más de nueve meses sin verse, el paradero de Rick hubiese cambiado, pese a la determinación que se había propuesto mantener, le temblaban las piernas y este temblor se acentuó cuando tocó al timbre y le respondió Martha
-¿Katherine? – murmuró la veterana actriz
-Si… - respondió la inspectora de policía tragando saliva - ¿puedes abrirme?
Martha dudo y trago saliva carraspeando – mmm… supongo que sí hija… te abro..
Beckett empezó a maldecirse el haber decidido presentarse así como así sin avisar, pero lo cierto es que era importante el tema que la había llevado de nuevo a ese loft.
¿Encontraría a Rick con pareja? La verdad es que no se atrevía a pensar en lo que habría estado haciendo durante los últimos nueve meses y menos aún a pensar en las mujeres con las que habría salido. Si lo hacía, la pena la consumiría viva.
Subió en el ascensor callada y pensativa. Al llegar a la planta de Rick y arrimándose hasta la puerta, se apresuró a llamar antes de perder todo su coraje. Esperó un minuto y volvió a llamar. No hubo respuesta, de modo que, tras instantes de vacilación, intentó por fin abrir el picaporte. Para su sorpresa, la puerta se abrió, por lo que supuso que Martha la habría dejado así. Asomó la cabeza y lo llamó y entonces escuchó risas en la planta de arriba y se mordió el labio inferior con fuerza.
Vaciló por un momento a punto de marcharse y, por fin, decidió esperar a que bajase, ya que Martha le habría dado el aviso. Kate empezó a preguntarse cómo reaccionaría cuando la viese allí. En ese momento, se escucharon pasos en las escaleras y al girarse se topó con la figura de un rejuvenecido, atlético y sexy Castle que la miraba atónito.
Kate no supo decidir quién de los dos estaba más sorprendido. Ella profirió un grito callado antes de enderezarse, él permaneció inmutable. La mirada dura que le dedicaban aquellos ojos azules era el único indicio de que no era un bloque de piedra. Escudriñándola de arriba abajo, el escritor hizo achantarse a la detective y cuando las miradas de ambos volvieron a encontrarse, Kate se preguntaba cómo podía seguir manteniendo esa pose cuando por dentro temblaba como un flan.
-No puedo ni imaginarme qué te ha traído hasta aquí, pero ya conoces la salida - dijo con voz medio ronca el escritor
Abrió la puerta y se quedó inmóvil, con los brazos cruzados sobre el pecho. Beckett había imaginado aquel encuentro miles de veces, pero jamás había esperado encontrar tanto rencor por su parte, quedaba claro que la despreciaba.
-Rick… - su postura resultaba tan intimidatoria que la detective calló al momento y se colocó un mechón que le había caído a la cara por detrás de la oreja. Al hacerlo, él debió ver de reojo el anillo que llevaba en el dedo, porque de pronto pareció palidecer- Comprendo… comprendo que te enfade el encontrarme aquí así - continuó ésta con voz trémula—, pero tenía que venir a verte, tenía que…
- Sal de aquí, Beckett - ordenó él.
No había gritado, solo había musitado aquellas palabras entre dientes como si fueran un juramento. Beckett tragó saliva, quedaba claro que el hombre al que ella había amado, se había convertido en una persona a la que apenas reconocía. Ella había tenido que romper el compromiso que tenía apenas un par de meses antes de la boda, por razones que no podía contarle, pero nunca hubiese imaginado que Rick cambiaría tanto con ella.
Nunca la había tratado así en los cuatro años que fueron compañeros en la comisaría
-Me iré en cuanto te haya dicho lo que venía a decirte - susurró ella.
Una tensión palpable invadió el espacio y se hizo el silencio, pero Rick al menos cerró la puerta del loft y Kate así, reunió todo su coraje y continuó:
-Hemos estado juntos por más de 5 años, uno de ellos como pareja…y, lo cierto es que… tenemos un hijo Rick. Un niño que nació hace cuatro semanas, lo llamé Alexander, Alexander Rodgers Houghton
Le estaba costando decirle todo ello. Era lo más duro a lo que había tenido que enfrentarse con él, a excepción del día en el que tuvo que romper su compromiso y con ello su relación.
-Tenías derecho a saber que eres padre Rick – continuó- sobre todo porque dentro de dos meses voy a casarme con otro hombre, que será quien críe a tu hijo.
Era mentira, no había ningún otro hombre. No al menos como para llegar a casarse, sin embargo, resultaba imperiosa la necesidad de que Castle creyera que estaba comprometida con otro.
La palidez del rostro de Rick se hizo aún más patente. Era el rostro de alguien que había sufrido un shock.
-Creo que este tipo de noticias deben contarse cara a cara- continuó Kate - O, al menos, tú te lo mereces, pero no pude venir hasta que Alex estuviese fuerte para poder prescindir de la incubadora. Fue octomesino, pero no tuvo ningún problema, está perfectamente.
La expresión sarcástica de las cejas de Rick fue suficiente para mostrar con claridad lo que pensaba de toda aquella historia. Él dio un paso amenazador hacia ella. Aquel movimiento atrajo la atención de Beckett sobre su pecho, bien definido bajo la camiseta blanca, y sobre los poderosos músculos de sus brazos. Su fuerte masculinidad la sobrecogía. Hacía mucho tiempo que no se tumbaban juntos ni se besaban hasta perder el sentido.
Castle le miró durante unos segundos para acabar diciendo:
-¿Me cuentas todo esto y no me traes la prueba del delito contigo?
Aquellas palabras la hirieron como si acabasen de clavarle la peor de las puñaladas, pero se esforzó por respirar hondo y seguir de una pieza.
-El bebe es una réplica tuya, lo hubiese traído pero mi padre todavía no lo conocía, tampoco sabía como ibas a reaccionar tú… así que opté por dejarlo con su abuelo.
La mirada escéptica que él le lanzó la destrozó. Beckett estaba resistiendo, pero bastarían pocos minutos más para empezar a derrumbarse
-Puedes hacer lo que quieras Rick. Yo por el momento estoy en mi apartamento, sabes dónde se encuentra y allí permaneceré, si quieres ver a tu hijo, allí nos encontrarás – consiguió decir.
Tras esto ella misma tomo la determinación de marcharse y salió, cerrando la puerta a su paso. No esperaba que Castle la frenase, pero resultaba triste pensar que habían pasado de ser lo más importante el uno para el otro, a estar tan tirantes. Se quedó mirando hacía el loft una vez montada en su coche, y tras una serie de minutos, arrancó.
Volver a verlo le había producido una mezcla de miedo y excitación. Todavía estaba tensa y le costaba mantener su atención en la carretera. Decidió respirar hondo y tratar de calmarse.
"Por fin lo has hecho, Kate. Le has dicho la verdad. Era tu deber, por mucho que supusiera un enorme riesgo." le repetía su mente en el camino de vuelta.
Llegó al apartamento de su padre, ansiosa por volver a tener a su pequeño entre sus brazos. No tenía especial instinto maternal antes de la llegada del bebé, pero con Alexander se le había disparado y necesitaba verlo, estar con él, asegurarse de que no le había ocurrido nada en su ausencia.
No le había resultado difícil dejar a Alex con su padre, pues aunque lo ocultase, Jim tenía mucha mano con los niños. Sabía que no encontraría mejor persona a la que confiárselo cuando tuviese que separarse de él, pero todavía le costaba despegarse. Solo tenía un mes.
Pensó en Castle mientras entraba en el apartamento, sabía que vendría a conocer a su hijo y que al verlo, podría confirmar que efectivamente Alex era suyo y entonces un miedo la invadió. ¿Y si pedía la plena custodia?
Por mucho que la idea le resultara insoportable entraba dentro del marco de posibilidades. Además ¿y si Rick sí que estuviese saliendo con alguien? Podía estar incluso casado.
Cuanto más pensaba sobre las distintas posibilidades más se mortificaba por dentro. Entonces llegó la gran pregunta, ¿y si no acudía a ver a su hijo?
Beckett se dijo que en ese caso nunca cuestionaría su decisión. Lo más importante era concederle a Rick la oportunidad de conocer la existencia de Alex, él después sería el que decidiría. De ese modo ella cuidaría de Alexander y aquel sería su último adiós.
Alex era el amor de su vida, su futuro. Su hijo sería el recuerdo constante del escritor y del gran amor que un día habían compartido.
Abrió la puerta de la casa, tratando de evitar hacer mucho ruido y al entrar vio a su padre en un sillón con el bebé en brazos.
-¿Cómo están mis dos hombres favoritos?- les saludo dejando su cazadora en una de las sillas del salón- ¿ha llorado mucho nuestro pequeño hombrecito?
Jim sonrió - Apenas se ha despertado, ha sido todo un caballerito. ¡Es un niño tan bueno... tan diferente a la inquieta exploradora a la que tuve que cuidar yo en su día! – Kate sonrió mirando a su padre mientras éste seguía hablando –pensaba que tardarías más
-No le ha hecho mucha gracia volver a verme —contestó Beckett cogiendo a Alex en brazos
-Hija… - fue lo único que consiguió decir Jim mientras buscaba las palabras adecuadas para intentar animarla
-No… lo entiendo, y tú también. Entiendo que actúe así, es lo normal cuando yo lo abandoné dos meses antes de nuestro compromiso…
-Entonces, ¿no habéis arreglado las diferencias?
-Lo cierto es que no
Alexander eligió ese momento para dejarse notar y abrió sus ojos azules como los de su padre, mirando a su alrededor y al ver un rostro humano mirándole con una sonrisa, hizo lo propio esbozando una gran sonrisa mientras las babas le cubrían la barbilla.
