CAPITULO 1

¿HERONDALE?

Acababa de llegar a Nueva York. Estaba delante de la puerta del instituto, indecisa. Podía dar media vuelta y volverme a madrid pero no había hecho un viaje de 12 horas para irme sin las respuestas que andaba buscando. Me decidí y llamé, podía haber entrado sin mas pero no me parecía del todo educado.

Una chica de pelo castaño y rizado abrió, mirando curiosa con sus grandes ojos.

-¿Quien eres?- se plantó frente a la puerta cerrandome el paso.

-Soy Jen, vengo del instituto de Madird, España, pensé que la clave hos habria dicho que venia...

Suavizó el gesto entonces, volviendose mas relajada y sonrió.

-No te esperabamos hasta mañana- se apartó para dejarme entrar- Soy Iris.

Pareció muy amable ahora. Caminamos por el largo corredor con algunos candelabros llenos de velas ecendidas que era la única luz que había en el lugar. Llegamos hasta un ascensor y entonces observé a Iris con mas detenimiento; vestia de negro, como la mayoria de nosotros y era un poco mas alta que yo aunque luego me fijé que llevaba unas botas con bastante tacón.

Salimos del ascensor y me acompañó hasta una habitación vacia.

-Supongo que querras descansar- asentí- En un rato estará la cena.

Asenti de nuevo y cerré cuando dio media vuelta para irse. Dejé mi escaso equipaje sobre la cama y me metí en el baño, abriendo los grifos de la bañera para que se llenara de agradable agua caliente. Me desvestí y me miré al espejo, mis ojos dorados habian empezado a oscurecerse ligeramente, lo ignoré y me metí en la tina, dejando que el agradable roce del agua caliente me envolveria, cerré los ojos y me quedé dormida.

Cuando desperte, unos ojillos oscuros, con largas pestañas y mejillas sonrojadas me observaban, sonreí y su rubor creció.

-Ho...hola, soy Aline Penhallow, Iris me mandó a decirte que la cena... esta lista- tartamudeó un poco, nerviosa, y me hizo reir.

-Ok, gracias- me levanté y cubrí mi cuerpo con una toalla que apenas tapaba hasta mitad del muslo- yo soy Jennifer, Jennifer Herondale.

Aline se quedó boquiabierta cuando escuchó mi apellido, ya me lo esperaba, ser la única familia que el famoso Jace Herondale iba a causar muchas habladurías.

-Pero no es posible... Jace no tiene hermanos

-No soy su hermana, soy su prima- le expliqué a la joven y preciosa asiática.

Tuve que dar la misma explicación varias veces durante la cena, a Isabelle y Alec, los hermanos postizos de Jace, a Simon, novio de Isabelle y a Clary... la novia de mi primo. Para mi desgracia estaban todos en el Intituto excepto él.

-Está en Idris, la Clave ha solicitado verlo- me explicó Clary.

-Ni siquiera nos dijeron para que- se quejó Alec, que al parecer era su parabatay.

Alec aun no había terminado de quejarse cuando un joven alto, delgado, con aspecto extrambotico y demasiada purpurina...

-MAGNUS!- Me lancé a sus brazos como hacia cuando tenia cinco o seis años- por el angel parece que hace un centenar de años que no te veo- rei y el lo hizo conmigo, reconociendome.

-Has crecido mas de un palmo por lo que parece- sonrio abrazandome muy calido- no eras mas que un microbio cuando yo te cuidaba

Lo miré mal y le saqué la lengua como niña mimada y entonces fue Alec quien interrumpió, al parecer era un poco celoso.

-¿De que os conoceis vosotros dos?

Magnus se sentó e hizo que Alec hiciera lo mismo en su regazo, muy tierno (nada del alocado y fiestero Magnus Bane que yo había conocido en mi infancia) mientras le explicaba que él había cuidado de mí durante algunos años, siguíendo ordenes de la Clave pero solo hasta que cumplí los diez años de edad, entonces él desapareció, por lo que parece para convertirse en el "Gran Brujo de Brooklyn".

-Pero todavia nadie nos ha explicado el por que nunca supimos que había otra Herondale- clavó la mirada en mí, no era precisamente una mirada amistosa.

-...- no era bueno poniendo excusas

-La Clave tiene sus motivos- lo miró y sonrio, acariciando su mejilla amoroso- eres un tonto celoso

Y hasta ahi llegó lo que vi, decidí retirarme, tal vez podria salir a tomar una copa, emborracharme ayudaria a controlar el monstruo que llevaba dentro.