Harry Potter y los domadores de dragones
Disclaimer: Todos los personajes conocidos son de J.K. Rowling. El resto son míos y los uso nada más que para divertirme un rato, ¿lo que hace el ocio no?
Capitulo 1: Dragones sobre Londres
Harry Potter, huérfano desde que tenía un año de vida, vive con sus tíos los Dursleys, a los once años descubre que es un mago cuando le llega la carta de inicio de curso en la escuela de magia y hechicería Hogwarts, en donde conoce a sus dos grandes amigos Ron Weasley y Hermione Granger, cuatro años han pasado desde entonces, ahora Harry se encuentra por comenzar su quinto año como mago, pero es hora que descubra su pasado.
Las calles cercanas a Privet drive se encontraban vacías, vacías claro está para los ojos no entrenados, vacías para todos los muggles que vivían en ese lugar, pero cualquier mago entrenado que se dignase de llamarse auror sabía muy bien que las cosas no eran así, alrededor del número 4 tres personas se encontraban rondando. Un jardinero, que más que jardinero parecía pirata con su pata de palo y su ojo de vidrio que parecía tener vida propia, una señora de avanzada edad que desde el interior de su hogar vigilaba los alrededores y una joven muy guapa que en una esquina cercana se encontraba paseando a su perro, un gran perro negro. Todas aquellas personas se encontraban allí cuidando, protegiendo a aquel que había visto el retorno del mayor mal que había visto Inglaterra, al que no debe ser nombrado a Voldemort.
Los días se transformaban en semanas y estas en meses, y Harry Potter se encontraba impaciente, dentro de su cuarto con su cabello negro alborotado como de costumbre sobre su almohada y con sus ojos verdes clavados al techo, asía más de un mes que no sabía absolutamente nada sobre sus amigos, los cuales parecían haber sido tragados por la misma tierra, ya que ni señales de vida le habían dado, día tras día había mandado a su blanca lechuza Hedwig con cartas para ellos, pero ninguno le respondía, lo había intentado todo un mes hasta que su propia lechuza se había hartado y lo había picoteado salvajemente cuando mencionó el nombre de su amiga Hermione.
Con cada ruido que surgía en su ventana Harry giraba, esperando, deseando que fuera una señal de sus amigos, mientras por su cabeza volvía a pasar aquella pequeña posibilidad, tal vez ellos también creían que todo lo que había dicho eran mentiras, tal vez ellos también creían que había mentido cuando dijo lo del retorno de Lord Voldemort, de la… de la muerte de Cedric.
La muerte de Cedric Diggory, Harry debía aceptarlo jamás hasta el año anterior había cruzado más de dos palabras con él, hasta que inicio el torneo de los tres magos, aquel torneo en que durante la prueba final ambos habían sido llevados a aquel cementerio del pequeño Hanglenton, en donde Voldemort había vuelto, en donde ese demonio había matado al pobre chico Diggory, en donde él una vez más había salido con vida gracias a la ayuda de sus padres, gracias a esa misteriosa conexión de su varita con la de Tom Ridlley.
Un gran estruendo se escuchó en el salón y tras eso gritos de pavor por parte de los Dursley, ¿acaso los estaban atacando?, Harry velozmente cogió su varita y con ella en alto saltó los últimos escalones de la escalera y cayó en guardia dispuesto a lanzar algún expelliarmus o tal vez algún desmaius con tal de salvar a su "familia", porque después de todo eran su familia, pero en cuanto puso ambos pies en el primer piso unos brazos delicados rodearon su cuello y una espesa melena castaña caía sobre su rostro, era su gran amiga Hermione.
-Harry ¡Harry!- se escuchaba sollozar a la castaña- Harry lo siento mucho, lo siento, yo quería, si quería, pero nos lo prohibieron, nos dijeron que lo mejor era que no te enteraras de nada, que lo mejor…
-Hermione me estás ahorcando- dijo como pudo el chico Potter esperando a que su amiga se alejara.
Cuando la voluminosa melena de Hermione se hubo retirado, Harry pudo ver el panorama completo, sus tíos junto con su primo Dudley se encontraban arrinconados en una esquina temblando de pies a cabeza y como de costumbre su tío Vernon gritando a los recién llegados, frente a ellos se encontraba una guapa muchacha cuyo color de cabello cambiaba constantemente mientras intentaba convencer al robusto hombre que detuviera sus gritos, claramente era Nimphadora Tonks, pegado a la puerta y observando por la ventana se encontraba nada más y nada menos que aquel que era llamado el mejor auror de todos los tiempos, aquel que solo el año anterior había tenido un horrible himpas con un mortífago, claro él, el más rudo de todos Alastor "ojo loco" Moody y mirando directamente a sus ojos verdes se encontraba tan harapiento como la última vez, pero ahora con unos kilos de más, su padrino, Sirius Black.
-¡Harry!- gritó Sirius acercándose velozmente a él y brindándole un fuerte abrazo- cuanto has crecido muchacho.
-¿Cuánto he crecido? ¿Qué les sucede a todos ustedes no sé nada de ninguno de ustedes durante más de un mes y ahora se aparecen aquí?- suaves sollozos se escucharon tras la espalda de Harry, Hermione parecía estar a punto de lanzarse a llorar, en ese instante Harry recordó las pocas palabras de la muchacha y su furia se redujo- está bien no es el momento, lo entiendo.
-¡Potter!- gritó desde la puerta Moody- sube rápido muchacho y ve por tus cosas que nos vamos.
Harry como poseído subió corriendo a su cuarto y lanzó dentro de su baúl todo lo que pudo, con su baúl en una mano y la jaula de Hedwig en la otra bajó en menos de dos minutos, ¡al fin se iba de ese lugar, al fin volvería a su mundo!, sus amigos le debían muchas explicaciones, pero eso sería después, ahora se quería marchar, quería volver a su hogar, quería volver a Hogwarts.
-¿Nos estabas esperando Harry?- preguntó muy entretenida Tonks al ver que había bajado en menos de dos minutos de su cuarto- eres más rápido que Hermione.
-¿Y Ron?- preguntó de manera casual Harry.
-Nada de Ron- comentó Sirius- el plan básico era ir a buscar a Hermione y después venirte a buscar a ti.
-Pero Herms cambió todo en cuanto te nombramos, se rehusó irse si no venía primero por ti, hasta nos amenazó- comentó casualmente Tonks cuyo cabello era ahora de un fuerte color rojo.
Harry lentamente giró a ver a su mejor amiga y la pudo ver realmente cambiada, había crecido bastante, era casi de su porte y su cabello se encontraba levemente más ordenado y en ese preciso instante se encontraba completamente ruborizada, su rostro se encontraba del mismo color que el cabello de Tonks.
-¡No lo iba a dejar solo!- gritó de repente la castaña- suficiente tuvo con no saber nada de nosotros por más de un mes.
Obviamente, era ella, la misma Hermione de siempre, la misma que desde primer año se preocupaba por él, incluso desde antes de ser su amigo, era su amiga, su mejor amiga, y no podía negarlo era también su profesora particular, una Mc Gonagall de bolsillo que andaba siempre junto a él, era como su madre lo regañaba por todo y más de una vez se había quedado en la enfermería cuidando de él, no importaba cuanto cambiara físicamente ella siempre iba a ser igual, entre esos pensamientos a Harry le dio una risa incontenible que atrajo las miradas de todos.
-¿Harry que pasa?- preguntó alarmada Hermione colocando su mano sobre la frente de él.
-No es nada Herms, solo recordaba. ¿Bueno y cuándo nos vamos?- preguntó ansioso mirando asía su padrino Sirius.
-Nos vamos de inmediato- dijo Sirius señalando la puerta sobre la cual se encontraba sostenido Moody.
-Bueno fue un gusto conocerlos- comentó Tonks asía los tíos de Harry mientras atravesaba la puerta.
-Adiós señores Dursley- dijo Hermione mientras cruzaba la puerta para seguir a Tonks.
Moody salió en completo silencio y con su ojo mágico girando en todas las direcciones, Sirius salió en el mismo silencio que Ojo loco, pero cuando hubo atravesado la puerta se transformó en un enorme perro negro.
-¡Muchacho!- gritó el tío Vernon justo cuando Harry iba saliendo- que no vuelvan.
Eso era tan… ¿obvio?, claro que Vernon Dursley no le había agradado para nada aquella "visita" de los amigos de su sobrino, después de todo él era solo un muggle y como había dicho en su oportunidad la profesora Minerva Mc Gonagall "El peor tipo de Muggles que puede haber" después de todo lo que era relacionado con la magia le aborrecía.
Sin mirar atrás Harry salió a prisa para encontrarse con sus amigos, ansioso por ver como se marcharía en esta oportunidad, tal vez viajarían en escobas o en alguna criatura mágica, pero en vez de eso se encontró con un automóvil, como cualquier otro, no pudo distinguir el modelo, pero no era algo que le importara mucho, tras un suspiro por ver lo poco mágico que sería su viaje arrastró su baúl hasta el auto y lo deposito en la cajuela al lado de el de Hermione y se llevó a la parte delantera la jaula de Hedwig.
Al ver al interior del automóvil pudo observar a Tonks al volante y a su lado Hermione y ya instalados en la parte de atrás se encontraban Moody y aquel perro gigante que era Sirius, él tomo asiento en el espacio que sobraba y cerró fuertemente la puerta.
-Sostente- dijo Hermione mientras abrochaba su cinturón y le dirigía una sonrisa malévola a Harry.
En cuanto el auto se puso en marcha dio a entender que no era un auto muggles normal, ya que a menos de dos segundos de partir tomó una velocidad increíble, seguramente era un auto mágico, el cual al igual que el autobús noctambulo no podía ser visto por los muggles, cada giro que daba Tonks al volante casi asía salir volando al pobre Harry de su asiento y como pudo abrochó su cinturón para no salir disparado por la ventana.
Quince minutos exactos duró ese viaje, en el cual nadie dijo palabra alguna ya que cada uno estaba muy concentrado en lo que asía, Tonks conduciendo casi como una maniática, Hermione llevaba sus manos juntas, los ojos cerrados y murmuraba bajito lo que podía ser considerado como un rezo anti-choques o un mantra muy poderoso, Moody mirando concentradamente por la ventana y Sirius, Sirius simplemente miraba adelante con unos grandes ojos negros de perro y con sus uñas ensartadas en el asiento, mientras Harry intentaba no caer de su asiento.
En cuanto el automóvil se detuvo, todos salieron de él, en cuanto Harry se hubo bajado Sirius aun en su forma canina se dejó caer al pavimento y corrió a ocultarse entre unos arbustos.
-Eso lo sucede por ir con nosotros- comentó Tonks mientras observaba con atención a Sirius vomitar aun transformado en perro- Ya debería haber aprendido que los perros son muchos más volubles a marearse en un auto y debería agradecerme por venir lento.
¿Lento? Pensó el chico Potter, habían llegado a otra ciudad de Inglaterra, quien sabe cuánta distancia en quince minutos y ella lo consideraba lento, obviamente Tonks no tenía un pensamiento muy normal, pero que más se podía esperar de aquella aurora reconocida por su… ¿Cómo decirlo? ¿Animosidad?
-Bueno Harry, Hermione, bienvenidos a Grimuld place
El perro negro lentamente salió desde entre los arbustos y a paso lento se dirigió a un lugar vacio entre las puertas 11 y 13 en ese preciso instante una puerta apareció frente a él, el numero 12.
-Entremos ¡rápido!- apresuró Ojo loco mientras sacaba ambos baúles del portaequipaje con un poco de magia.
En cuanto atravesaron las puertas del número doce muchas voces conocidas comenzaron a llegar a sus oídos, tras unos pocos segundos gran cantidad de melenas naranjas llegaron a su encuentro, la familia Weasley en pleno. Tras rápidos saludos y palabras de bienvenida Harry pudo observar como su pelirrojo amigo, quien ni siquiera lo había ido a saludar, arrastraba a Hermione a otra sala contra su voluntad, Harry tenía todas las intenciones de seguirlos, pero la gran comitiva que se había formado a su alrededor se lo impidió.
Tras unos minutos se pudo enterar de casi todo, Harry logró saber que se encontraban en la antigua casa de la familia Black, la casa que había sido de los padres de Sirius, el actual dueño, quien la había cedido para que todos los que luchaban contra Voldemort se quedaran allí, obviamente esto tenía un trasfondo, que él se dio cuenta, indiscutiblemente se estaban agrupando para la siguiente guerra.
-¡Ronald Weasley, déjame en paz!- gritó Hermione mientras atravesaba la puerta y comenzaba a subir los escalones.
-¡Hermione! – gritaba Ron, quien subía tras la muchacha.
Ágilmente, como buen jugador de quidditch, Harry se escapó de sus compañeros y subió velozmente las escaleras tras sus dos mejores amigos, ignorando los gritos de la señora Weasley de que los dejara a los dos solos, si ellos tenían un problema era de absoluta incumbencia suya.
-¡Deja ya de seguirme Ron!
-No hasta que me expliques eso.
-¡NO!, no lo haré Ronald.
-Lo harás por las buenas o las malas.
Harry como poseído golpeo la puerta con su pie abriéndola de par en par y entró apuntando directo al pecho de su mejor amigo con su varita.
-¿Harry?- preguntó un atónito Ron que no podía desviar su mirada azul de la varita del azabache, después de todo Harry era conocido por la efectividad de sus hechizos.
-Déjala Ron- habló calmadamente Harry, dándose cuenta de lo que estaba asiendo y de la horrible cara de terror de su mejor amigo bajó su varita, pero Ron no se había movido ni un solo centímetro de donde tenía a Hermione- deja a Herms tranquila.
Hermione más hábil que Ron salió de aquella esquina en donde se encontraba acorralada y se dirigió raudamente donde Harry, quitándole la varita de las manos y mirando furtivamente a Ron.
-Ya todo pasó, esta no es una buena bienvenida, co… comencemos de nuevo, hola Ronald que tal tus vacaciones.
-Hola Herms, bien, creo que bien- dijo con voz tiritona el menor de los hombres Weasley sin apartar los ojos de su mejor amigo- Hola Harry ¿Qué tal la vida muggles?
Harry no contestó, muy por el contrario cogió la mano de Hermione y la sacó de ese cuarto.
-¿Qué sucedió? ¿Estás bien?
-Si Harry, son solo estupideces que se le ocurren a Ronald cuando está solo, tú lo conoces.
-Aun así esa no escusa para tratarte así.
-Harry… - la vista de Hermione se dirigió al piso- no es nada.
-Her…
En el preciso instante en que Harry iba a pedirle una explicación a su mejor amiga dos fuertes puff se hicieron oír, en ese preciso instante los gemelos Weasley hicieron su aparición dándoles un susto terrible.
-¡Harry!- gritaron los dos al unísono.
-Te tenemos grandes noticias
-y muchos regalos.
-Después de todo
-eres nuestro gran inversionista.
Dijeron turnada mente George y Fred ¿o sería Fred y George? En ese instante Harry comprendió de lo que hablaban los gemelos, era cierto al ganar el torneo de los tres magos el premio había sido dividido para los padres de Cedric y para él, Harry le cedió su parte a los gemelos para que estos pudieran cumplir con su sueño de crear una tienda de bromas con sus inventos, Harry sabía que los gemelos eran buenos en lo que hacían, pero haberlo hecho tan rápido era una sorpresa para él.
-¿Qué tienen que darle a Harry?- la voz de la castaña hizo que los tres jóvenes se quedaran mirándola un poco asustados- ¿y qué es eso de que Harry es su gran inversionista?
Los gemelos se miraron directo a los ojos y tal como habían llegado se marcharon con un simple puff dejando ahí a Harry balbuceando una respuesta para su amiga, quien no era muy partidaria de las bromas de los gemelos y sus inventos, por eso la gran condición que había puesto Harry era que nadie se enterase de que él era quien les había dado el dinero, Ron seguramente se sentiría menos y Hermione, Hermione seguramente le daría uno de sus conocidos sermones estilo profesora de Hogwarts.
-¡Chicos está servida la cena!- gritó Ginny la menor de los Weasley quien recién venía subiendo por las escaleras- ¿interrumpo algo?- preguntó mirando a ambos muchachos con una ceja alzada y una sonrisa en su rostro.
-Nada Ginny, nada- dijo Hermione por completo roja mientras cogía a la menor Weasley y la arrastraba asía la cocina.
En ese instante la puerta de uno de los cuartos se había abierto dejando ver la cabeza de Ron.
-Harry yo…
-Lo siento- lo interrumpió Harry- sabes que eres mi mejor amigo, no te haría daño, pero Hermione, la voy a proteger, ella es mi mejor amiga, ya te dije la voy a proteger aun de ti, ella es mi hermana.
-Ahí está el problema Harry, ¡Herms no es tu hermana!- el tono de voz de Ron parecía uno cansado, nada común en él, parecía incluso harto- ¿todo bien?
-Todo bien- respondió Harry, no había entendido más de la mitad de lo que acababa de hablar con Ron, pero él ya no estaba enfadado y no quería pelear con su mejor amigo.
Ágilmente bajaron a comer, al bajar ya todos estaban sentados a la mesa, Sirius como cabecera, ahí a su lado había un lugar vacio en donde Harry fue a caer, mientras Ron se quedó entre los gemelos, la cena pasó veloz, sin mayores interrupciones, solo con la llegada del señor Weasley y con los cuchicheos de Ginny, Hermione y Tonks, que parecían enfrascadas en un tema muy bueno pues no habían parado durante toda la cena dejando casi intactos sus platos, mientras veía toda esa escena las dudas atacaron una vez más Harry y sin poderlo aguantar más alzó la voz.
-Alguien me puede decir porque no recibí noticias suyas durante todo el verano- la voz de Harry rompió todo, los cubiertos se detuvieron y miradas fugaces iban de allá para acá situándose finalmente en Sirius.
-Harry la verdad es que… te tuvimos que ocultar algunas cosas, lo que te pasó durante el torneo… Harry era lo mejor
-Black te estás dando demasiadas vueltas- interrumpió Moody- muchacho, yo no soy quien para decírtelo después de todo el año anterior solo te vi tres veces y tu a mi no me conoces, pero dado que nadie tiene el valor lo haré yo…
-Alastor- lo interrumpió Moly, pero ya era tarde él estaba decidido.
-Muchacho, a los que tienes aquí y tal vez un puñado más somos los únicos que te creemos en lo que respecta a la vuelta del señor tenebroso, todos los demás no lo hacen.
Harry ya lo sabía, bueno no con exactitud, pero lo suponía, incluso en más de una oportunidad creyó que sus amigos tampoco le creían, mas al oírlo era otra cosa y decenas de preguntas surgieron de nuevo en la mente del chico Potter.
-¿Acaso la muerte de Cedric no es suficiente evidencia?
-Harry, muchos magos murieron en antiguas competiciones del torneo de los tres magos, incluso en uno anterior murieron los tres participantes, esa era la razón de que lo cancelaran- intentó explicar el patriarca de los Weasley.
-¿Pero y Barty?- preguntó casi desesperado
-El ministerio hizo creer que se había escapado de Azkaban de alguna forma solo para matarte, creo que eso es mi culpa, yo soy un precedente de aquello- respondió Sirius con una sonrisa de lado- además no alcanzó a testificar, lo sentenciaron al beso del dementor.
-Harry…- Ron se había puesto de pie y entre sus manos tenía un periódico ya amarillento, era el profeta, lentamente el periódico pasó de mano en mano hasta llegar a Harry.
En la portada del profeta aparecía una gran fotografía de Harry y a su lado una del ministro de magia, con el encabezado de Harry Potter ¿antiguo héroe y actual demente?, esa forma de escribir solo sería de Rita Skeeter, esa reportera que no asía nada más que expandir rumores de las cosas, al parecer la lección que le había dado Hermione el año anterior no había sido suficiente. Harry no quería leer más eso no respondía a sus dudas, solo corroboraba lo que él ya sabía que nadie le creería, así tomó el periódico y lo arrojó a una de las esquinas.
-Eso no me importa, quiero saber ¿Por qué nadie se conecto conmigo todo este mes?
-Dumbledore nos lo prohibió Harry- dijo Hermione con los ojos fijos en un punto de la mesa- queríamos responderte, pero no podíamos, nos dijo que no lo hiciéramos que lo mejor era que te apartarás de todo durante un tiempo, que no supieses de nada, que…
-¿Qué creyera que ustedes tampoco me creían?- preguntó Harry dejando salir todo lo que había sentido durante ese arduo mes.
Lentas lágrimas salieron de los ojos de Hermione y de la señora Weasley, ambas se encontraban afectadas y Harry lo sabía, sabía que si había alguien que daría todo por protegerlo serían ellas, pero también les había dolido tenerlo que tener al margen.
-Lo siento- susurró Hermione mientras corría a su habitación seguida muy de cerca por Ginny.
- Lo mejor será ir a dormir, mañana hay muchas cosas por hacer y tienen que visitar el callejón Diagon- cerró la conversación el señor Weasley y todos se retiraron a sus habitaciones.
Harry fue el primero en ponerse de pie, pero recordó que él no sabía cuál sería su habitación tras unos minutos mirando la escalera Ron llegó a su lado y le indico con un gesto que lo siguiera. Velozmente subieron al tercer piso, ahí entraron a uno de los cuartos más cercanos en el cual se encontraban dos camas a los pies de una de ellas se encontraba su baúl y a su lado su blanca lechuza, Harry se sintió cansado, muchas cosas habían pasado aquel día y realmente no tenía ganas de hablar nada, a pesar que la rabia que había sentido por Ron asía unos momentos se había desaparecido tampoco quería cruzar palabras con él, todos ellos le habían guardado muchos secretos, desde ese instante Harry decidió que él también guardaría sus secretos, así se tumbó en su cama y sin siquiera pensar en cambiarse de ropa se quedó dormido.
Al día siguiente se escucharon fuertes estruendos fuera de su puerta, pasos y más pasos se asían oír, personas corrían de un lado a otro, y de repente se escucharon gritos de mujeres, bueno de muchachas, después unas cuantas maldiciones al aire lanzadas por Ginny y un par de puff a su lado hizo que Harry despertara en un cien por ciento.
-Es hora de despertar dormilones- gritaron en coro los gemelos, mientras dos jarras de agua caían sobre Harry y Ron.
-¿Qué rayos les pasa?- gritó un furioso Ron, Harry que ya se encontraba despierto había alcanzado a esquivar gran cantidad de agua a diferencia del pelirrojo.
-Mamá nos mandó
-Deben estar listos en quince minutos saldremos.
-¿Y el desayuno?
-Ronald, pequeño Ronald…
-Se levantaron muy, muy tarde ya todos desayunamos.
-¡¿Qué? Eso no puede ser- gritó Ron con todas sus fuerzas tanto que logró despertar a Hedwig quien se comenzó a mover dentro de su jaula.
-Recuerden solo tienen
-Quince minutos.
Tras dar sus advertencias los gemelos volvieron a desaparecer con dos sonoros puff, Ron enojado como nunca, probablemente porque no podría desayunar tiró toda su ropa de cama mojada al piso y comenzó a cambiarse refunfuñando entre dientes algo como "Esos que se creen" y "mi desayuno", mientras Harry se cambio de ropa en completo silencio, jurándose una y otra vez que como todos le guardaban secretos el también lo haría.
Quince minutos y puntuales como el mejor reloj mágico suizo todos se encontraban en la parte baja de la casa, con cortos hola por parte de Harry y Ron se encontraban listos para partir al callejón Diagon, irían los cuatro jóvenes Weasley, su madre, Harry, Hermione y una colada Tonks, quien aprovechando su día libre en el ministerio los acompañaría.
-Ten Harry- Ginny le extendió un pequeño sobre con la marca de Hogwarts, velozmente Potter comprendió que aquello debía ser el listado de libros para su quinto año, al abrirlo se fijo en que para la clase de defensa contra las artes oscuras no habían pedido nada.
-¿Moody aun será el profesor de defensa?- preguntó más al aire, pero sabía que más de alguno de sus amigos respondería, la sorpresa fue quienes lo hicieron.
-¡No!- gritaron los gemelos al unisonó- cuando le preguntamos
-dijo algo de que él no tenía paciencia
-para educar a un montón de niños
-que no tomaban nada en serio
-y unas cuantas cosas más que no podemos reproducir.
-Realmente poco me sorprende, después de lo ocurrido el año anterior con Barty, supongo que muchas ganas no le quedan de volver a enseñar o bueno de enseñar- comentó Hermione mientras soltaba un suspiro.
Nuevamente su profesor de defensa sería un completo misterio hasta que llegaran a Hogwarts.
-Bueno nos vamos- dijo la señora Weasley- Fred, George ustedes primero, no pierdan tiempo y quédense ahí- miró a sus dos hijos con mirada amenazante
-Está bien mamá- respondieron al unísono mientras entraban a la chimenea y gritaban fuertemente Callejón Diagon.
A los gemelos los siguieron Ron y Ginny, tras eso se marchó Tonks y la señora Moly, para dejar al final a Harry y Hermione, ambos entraron en completo silencio a la chimenea, Hermione cogió el tarro con polvos flu y se los ofreció a Harry, este recordando su primera experiencia en viaje con polvos al callejón no los cogió.
-Hazlo tú- dijo en voz baja- si lo hago yo tal vez lleguemos a una calle de Alemania.
La última frase de Harry arrancó risas de ambos, así las tensiones que se habían sentido se esfumaron por completo, así con aun una sonrisa en el rostro Hermione lanzó los polvos y gritó con una fuerza sorpresiva Callejón Diagon, todo se volvió verde como las llamas del fuego su cuerpo se estrechó más y más hasta que de un de repente todo volvió a la normalidad, pero como ninguno de los dos estaba muy acostumbrado a viajar de aquella manera, se les olvidó inclinar sus pies, así que cayeron estruendosamente al piso lo cual los hizo soltar estruendosas carcajadas aun más fuertes que las de hace unos momentos, las cuales se detuvieron de un de repente al observar que todos los allí reunidos los estaban observando, entre ellos sus amigos, al menos habían llegado al lugar correcto.
Velozmente se pusieron de pie, Ginny cogió a Hermione de un brazo y Tonks de otro y la arrastraron hasta delante del grupo y se fueron susurrando muy bajo, Harry no pudo evitar sonreír, después de todo que su amiga no se sintiera culpable por dejarlo todo el verano valía la pena uno que otro golpe.
Los gemelos al salir de la tienda desaparecieron como almas que se lleva el diablo, Ron iba tras las muchachas tratando de escuchar la conversación de estás, recibiendo de vez en cuando un par de golpes de su hermana, él iba al lado de la señora Weasley, se sentía un poco apartado, pero al lado de ella no era tan así, ella era como una madre para él y tenerla tan cerca lo asía sentir un poco más protegido, de pronto muchos murmullos se escucharon y sintió muchas miradas a sus espaldas y algunas más descaradas que lo miraban de frente y hasta lo apuntaban.
-No les hagas caso querido, son solo unos incultos- le dijo Moly mientras sobaba su hombro de manera acogedora.
Harry solo pudo atinar a sonreír, el ya estaba acostumbrado a que lo miraran con aquellos ojos de desprecio, después de todo sus tíos y su primo se habían encargado especialmente de hacerle una mala reputación razón por la cual todas las personas que vivían a su alrededor lo miraban con desprecio incluso algunas con temor, después de todo ir a la academia san bruto para adolecentes peligrosos no debía hacerle una gran reputación de niño bueno.
La mañana pasó rápida, compraron todos aquellos útiles y libros para su próximo curso, se quedaron pasmados en la tienda de quidditch y tuvieron que obligar a salir a Hermione de la biblioteca, también Harry se enteró por parte de la boca de los propios gemelos cual sería su ubicación en el callejón el próximo año, ya tenían visto un puesto para instalar su tienda, al parecer los gemelos tenían todo listo para el éxito, pero tal y como le dijeron a Harry necesitaban reputación y que mejor manera de ganársela que dentro de Hogwarts.
En el instante en que la señora Weasley se disponía a decir que ya era mucho por un día, fuertes gritos se hicieron escuchar y todas las personas apuntaban al cielo, antes de que siquiera alguno de ellos alcanzara a girarse a mirar una fuerte ráfaga de aire se hizo sentir y los gritos de temor se intensificaron, un dragón de un fuerte color negro con una prominente cresta de color negro azabache a lo largo del lomo pasó volando sobre sus cabezas, pero antes de que alguien pudiese hacer algo siquiera un enorme bulto se dejó caer, era una persona, no se podía distinguir bien quién era, pues estaba completamente cubierta por una capa y con un grueso capuchón, tras caer se dirigió velozmente a la tienda de varitas de Olivanders y cerró la puerta tras de sí con un fuerte golpe seco, de la misma manera que como había llegado el dragón se marchó tras dejar a su dueño en su destino.
-¿Quién será?
-No quiero quedarme a averiguar- contestó la señora Weasley con un poco de temblor en su voz- nos vamos ahora mismo- cruzó una mirada con Tonks y ambas a empujones entraron a los chicos a la primera tienda y los hicieron entrar en la chimenea, dejándolos a ellos y a todo el mundo preguntando por quien sería aquel mago o aquella bruja que era capaz de domar a un dragón y había tenido la desfachatez para llevarlo al callejón Diagon , preguntándose una y otra vez lo que aquel dragón negro sería capaz de hacer sobre Londres.
