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Hola a todos ^^ este es mi primer fanfic,espero que os guste,tengo planeado hacerlo en 3 o 4 capitulos XD. Ante todo quiero avisar de que seguro tendrá faltas de ortografia,pero es que no lo puedo evitar XD. La historia es un AU pero sigue situandose dentro del anime de naruto, lo que pasa es que los personajes y el tiempo actuan de otra forma (no se si esto estaria incluido en AU, soy demasiado novata ^^U).
Se lo quiero dedicar a mis dannas, que me divierto mucho con ellas.


Silencio.

Es todo lo que quedaba tras la batalla.

Una nación entera había sucumbido al poder de un solo hombre. Una máquina de matar perfecta.

La luna llena iluminaba la brillante sangre que cubría el suelo, las paredes, los cuerpos inertes y amputados. Aquella imagen le era gloriosa. Gracias al fruto de sus manos, había conseguido una hazaña que se recordaría durante siglos.

Altivo, fue recorriendo lo que era ahora sus dominios. Todo era perfecto, hasta que un pequeño detalle llamo su atención. Un sollozo se oía en la lejanía.

-Vaya, juraría que había acabado con todos. Bueno, eso tiene remedio.

Siguiendo el sonido, llegó hasta una casa medio demolida. De un golpe abrió de par en par la puerta, dejando que la luz de la luna penetrase en su interior.

En medio de la sala, se encontraban 2 cadáveres descuartizados. Entre ellos, un niño sujetaba un osito de peluche.

-Asique eras tú el que perturbaba el esplendido silencio de la conquista. Supongo que esos son tus padres. No deberías llorar por ellos, pronto os reuniréis.

Rápidamente dos marionetas salieron de la oscuridad atacando por sorpresa al indefenso niño, pero justo antes de clavar sus mortíferas armas en su piel, quedaron paralizadas.

Aquel niño no lloraba de miedo, ni siquiera se movió para intentar defenderse. Estaba sentado, tranquilo, mirando fijamente al despiadado asesino. Sonriente.

-De qué demonios te ríes? Acaso no me tienes miedo?

-Tú pelo hace juego con la sangre. Y brilla por la luna.

Aquella respuesta le desconcertó. Cualquier ser consciente de su situación habría suplicado por su vida cayendo en la más profunda desesperación. Pero aquel niño no le temía. Una extraña curiosidad lleno su mente. Guardando las armas, se apartó de la puerta, saliendo de la casa.

-Ven. Sal a la calle para que te pueda ver mejor.

Poniéndose de pie, y arrastrando su osito de peluche, esquivó los cuerpos para salir de aquella casa. No mostró en ningún momento miedo hacia él, o hacia la precaria situación en la que se encontraba. Solo se limitó a obedecer, parándose junto a él. Sonriente.

Iluminado por la luz, Sasori pudo observar aquel pequeño y frágil cuerpo. Era un niño de piel blanca, esbelta y fina. Sus cabellos manchados por la sangre, eran rubios como la luz del sol. Pero lo que más le llamo la atención, fueron sus brillantes ojos. Inmensamente azules. Inmensamente inocentes.

-Cuántos años tienes?

-6 años.

-Cómo te llamas? Lo sabes?

-Sí. Me llamo Deidara. Y tú?

Una leve sonrisa se dibujó en la inexpresiva cara de Sasori. Rápidamente atacó al muchacho de nuevo, pero este siguió sin moverse.

No llegó a tocarle. Permaneció sujetando su peluche. Sonriente.

-Por qué no me tienes miedo?

- No lo sé.

Una marioneta levantó al pequeño niño. Agarrándolo como si se tratase de un saco, lo colocó en sus hombros. Sasori siguió patrullando el pueblo sin decir nada. Miraba de vez en cuando al joven Deidara, para ver si por fin sentía miedo. Estaba observando los cadáveres de sus vecinos y de sus antiguos amigos.

Tranquilo, agarrando de la pata a su osito de peluche. Sonriente.

Al día siguiente.

-Pero estas loco o qué? Esto no es un juego, y mucho menos un sitio donde cuidar de un bebé!

-No lo tienes que cuidar, solo no le pegues si le ves por ahí andando, ahora es mi nuevo juguete.

-Já. Espero que te canses de él cuanto antes. Solo nos retrasará en nuestras misiones. En qué demonios estarías pensando anoche. Debiste matarlo junto a los demás.

-Orochimaru, déjalo. No me importa que Sasori lo tenga. Es tan solo un capricho. Cuando se canse de él podrás experimentar con un nuevo sujeto. Míralo más como una inversión.

-Pero! Aaahh, hacer lo que queráis, a mí ya no me importa.

Marchándose de la sala, Sasori agradeció al líder el permitirle esa tontería. No tenía otro nombre.

Cuando entró en su taller, el pequeño Deidara estaba dormido en su diván, abrazando tiernamente el osito. Sonriente.

Sasori comenzó a trabajar en sus marionetas perdiendo la loción del tiempo.

El Pequeño rubio, se incorporó quedándose sentado, mientras se frotaba sus ojos llenos de legañas. Bostezando, empezó a mirar la habitación donde había pasado la noche. Era un lugar muy oscuro. Solo unas velas iluminaban una mesa. Por todas partes, miles de ojos le devolvían la mirada al despeluchado rubio. Más cuerpos inertes.

Realmente a Sasori le encantaban, pero el joven Deidara no lo entendería hasta pasados muchos años.

Deslizándose hasta tocar el suelo con sus pequeños pies, Deidara caminó hacia la iluminada mesa. Cuando llegó, permaneció quieto, con la cabeza elevada, observando curioso el impasible movimiento de su nuevo amigo. Sonriente.

Tras unos minutos, sintió un pequeño escalofrió en su espalda. Jalando de la larga capa, sacó de su profunda concentración a Sasori.

-Tengo ganas de hacer pipi.

-Pos bien por ti, qué quieres? Un premio? No me distraigas, estoy con algo mucho más importante que tu propia vida niñato.

-Pero…tengo ganas de pipi.

-He dicho que no me molestes más! Sal de la habitación y a mano derecha encontrarás el baño!

-Gracias hum

Con su pequeño peluche, se encaminó hacia la salida del taller. Sasori quedo por un instante anonadado. Le había agradecido esa estupidez. Sin darle mayor importancia reanudó su minucioso trabajo.

Saliendo por la puerta entreabierta, descubrió un largo pasillo mucho más iluminado. Despacio pero firme, fue recorriéndolo a la vez que escuchaba varias conversaciones al final del todo.

Una puerta quedaba a la derecha, tal y como le habían indicado. Empujando con debilidad, consiguió entrar en el baño, cerrando tras de sí la puerta.

No había nadie, así que dejando a Tedy, su osito de peluche, en el bidel, se dispuso a levantar la tapa del WC. Mientras hacía pipi, no paró de explorar sus alrededores. Cerró de nuevo la tapa e intentó tirar de la cadena. Esta estaba muy alta, por lo que escaló el retrete y tiró de ella.

Aliviado por fin, volvió a abrazar a Tedy y se quedó mirando la puerta. No podía abrirla. Necesitaba una silla. Por suerte, había una cesta donde el resto del equipo, dejaba la ropa sucia. Dándole la vuelta, pudo pararse encima y volver a abrir la puerta.

Asomando la cabecita, comprobó que no había nadie en el pasillo. Correteando por él, se dirigió de nuevo al taller. No conocía ningún otro sitió al que volver. Al entrar, vio que nada había cambiado, todo seguía en su sitio. Sin perturbar a su nuevo amigo se volvió a colocar a su lado. Sonriente.

-Puedo ver qué haces?

-Para qué? Tu ínfima consciencia no entendería nada de lo que pudieras ver.

-Me puedes enseñar hum

Sería una pérdida de tiempo. Pero no pudo evitar subirle a la mesa, tras ver su rostro. Esos ojos iluminados por la luz de las velas, ilusionados por descubrir que era lo que tanto le entretenía. Y su permanente sonrisa. Acaso nunca la perdería? Eran demasiado distintos, pero no podía evitar verse a sí mismo cuando aún era un niño humano.

-No toques nada ni me molestes, si lo haces te mataré, entiendes niñato?

-Sí hum!

No volvió a pronunciar palabra durante toda la mañana. Solo observaba feliz como poco a poco se construían las mortíferas marionetas de su compañero.

Silencio.

Pasaron las horas. Poco a poco un pequeño ruido iba aumentando en el taller. No estaba siendo producido por Sasori. Molesto, miró fijamente al niño. Su estomago no se callaba por mucho que le mirase mal. Suspirando, decidió tomarse un descanso.

Bajó de nuevo a Deidara al suelo.

-Ven mocoso. Me estas molestando con tu estúpida necesidad de comer. A ver si ha sobrado algo de los demás para ti.

Sasori caminó sin fijarse más en el pequeño Deidara. No le importaba si se perdía por la estancia mientras le seguía hasta la casi olvidada cocina para él.

Sin separarse mucho de su amigo peli-rojo, Deidara y Tedy miraban con los brillantes ojos todas las dependencias por las que iban pasando.

Cuando llegaron a su destino, trepó una de las sillas y se sentó en la mesa, hipnotizado por las acciones de su amigo. Sonriente.

Sasori no paraba de rebuscar en la nevera cualquier tipo de comida ya cocinada. Solo encontró medio filete empanado y media mandarina.

-"Esto bastará para un niño pequeño"

Sacándolo, se dirigió hasta la mesa donde lo depositó sin delicadeza alguna.

-Ala, come de una vez.

-Y los cubiertos?

Demasiado tiempo sin probar bocado. Es cierto que antaño los usaba. Si pudiese hincharse alguna vena de su cuerpo, sería la de la frente.

-Ten y come maldita sea!

-Guau! Como lo has hecho?

-El qué niñato?

-El que los cubiertos vengan solos hasta la mesa.

-Ncht, no han venido solos, los he cogido yo.

-Jejejeje.

-De qué te ríes? De mí? Se acabo, te mato.

-No, de ti no, contigo. Eres increíble. Yo no puedo hacer eso hum.

Un suspiro salió de su boca. Aquel niño realmente le sacaba de quicio y, a la vez, le agradaba.

Se sentó a su lado, observando cómo se llevaba pequeños trozos de comida a su boca. Le costaba manejar los cubiertos, pero aprendía rápido a moverlos correctamente. Quizás no era tan tonto como parecía. No era de una familia de ninjas, por lo que no estaba obligado a saber cuidarse por sí mismo, sin embargo, tampoco se comportaba como un crio. Era algo más maduro, demasiado tranquilo para solo tener 6 años. Sí sobrevivía, quizás con el tiempo le enseñase a defenderse.

-"En qué demonios estoy pensando? Me he debido romper la cabeza. Yo enseñar a esté? Para qué?"

Cuando terminó de comer, permaneció cayado, mirando a los inexpresivos ojos del peli-rojo. Sasori se perdía en esos azules ojos. Transmitían tanta tranquilidad, tanta inocencia, tanto calor.

-Bien, vuelve al taller mientras lavo los platos. Y no toques nada.

-Sí Sasori.

Empezó a recoger la mesa mientras el pequeño rubio corría en dirección al pasillo. Sonriente.

-Kukukuku, veo que has hecho buenas migas con el chiquillo, Akasuna no Sasori.

-Ncht, qué quieres? No me molestes, estoy ocupado.

-Nada, solo te venia a recordar que me tienes que ayudar con una investigación.

-Ya lo sé, iré cuando limpie esto.

-Te estaré esperando entonces en el laboratorio. No tardes demasiado kukuku.

No le hacía gracia que le hablase así. Aunque fuese su compañero no tenía derecho a inmiscuirse en sus asuntos.

Terminando en pocos minutos de lavar los cubiertos, se dirigió directamente al laboratorio. Se había olvidado de la pequeña pelusa que andaba suelta en su taller.

Deidara se sentó en el diván, esperando con impaciencia a que su amigo volviese y le aupase una vez más a la mesa. Al pasar media hora, vio que no volvería. Seguramente se había entretenido con otra cosa. Bajó del diván con Tedy y emprendió el camino de vuelta a la cocina.

Ya no estaba allí. Una conversación a lo lejos llamó su atención. Creyendo que allí encontraría al peli-rojo, salió corriendo en su dirección.

Llegó hasta un gran salón. Dentro, había un grupo de personas, sentados alrededor de una mesa de cristal. Algunos hablaban, otros jugaban a las cartas y uno gritaba enfurecido.

-Seguro que has hecho trampas! Maldito hereje, no me creo que puedas volver a ganar!

-Hidan, siéntate y dame el dinero que te has apostado.

-Pero chicos, a qué estáis de acuerdo conmigo?, ha hecho trampas, lo sé!

-Dale su dinero de una vez, quiero seguir jugando.

-Tú cállate anchoa! No le pienso dar ni una sola moneda! Ha hecho trampas!

-Hola.

Todos se voltearon, extrañados de aquel saludo.

-Eh? Y quién cojones eres tú eh?

-Me llamo Deidara.

-Y a mí que me cue…gggg

Kakuzu estaba estrangulando a Hidan mientras cogía el dinero de su bolsillo. Tras contar que había cogido la suma de la apuesta, le lanzó contra la pared.

-Cof, cof…maldito… has usado al enano para que me distraiga!

- Un buen ninja debe estar siempre atento.

Sin hacer caso al alboroto que estaba montando la pareja, Deidara se acercó hasta la mesa. Miraba uno a uno buscando entre ellos a Sasori, aunque no lo encontró.

-Bueno, y qué hacemos con él? Se supone que ha descubierto nuestro escondite jejeje. Deberíamos matarlo.

-Eso sería un desperdicio, deja que me lo coma. Me pido las manos y las mejillas. Vale, yo me quedo con el corazón entonces.

-Esperad! Si lo vais a matar tiene que ser de una única forma. Hay que sacrificarle a Jashin. Así su alma será purificada.

-Eso sí que es una pérdida de tiempo. Dejádmelo a mí, si lo alquilamos seguro que ganamos mucho dinero. Conozco a mucha gente que pagaría bien por tener una noche a un niño como este.

-Pero así no morirá, entonces me quedo sin cenar. No eres el único. No estoy de acuerdo, prefiero que lo matemos y luego nos lo comamos, da igual si es sacrificado o no.

Mientras el grupo discutía que hacer con el joven rubio, Itachi lo recogió entre sus brazos y se lo llevó del salón.

En medio del pasillo.

-No creo que hayas descubierto la guarida por tus propios medios, dime, qué haces aquí?

-Busco a Sasori.

-Estará en el laboratorio con Orochimaru. De qué le conoces pequeño?

-Él es mi amigo.

-No lo creo, no tiene amigos. Y nunca los tendrá. Lástima, morirás entonces. Aunque no por las manos de los cazurros del salón. Ven, te llevaré a su taller. Tendrás que esperarle allí solo.

Los dos se dirigieron al taller, pero solo uno quedó encerrado dentro. Aburrido por no poder seguir explorando, Deidara empezó a jugar con su peluche.

Las horas pasaban y el pequeño niño de ojos azules se quedó dormido subido en el diván. Sonriente.

El experimento había sido todo un éxito. Cansado por estar trabajando tanto tiempo, Sasori volvió a su taller. Al abrir la puerta, por un instinto de supervivencia, no acabo con la vida del cansado rubio por poco. Una marioneta colgaba encima suya dispuesta a clavarle su espada envenenada. Había olvidado que tenía una nueva mascota. Cerró sin hacer ruido la puerta y se sentó de nuevo en su mesa, trabajando para sus propios intereses.

Una tormenta se desató en plena madrugada, despertando al pequeño Deidara.

-Dana?

Deidara buscaba a su compañero. En sus cristalinos ojos se percibía un miedo que crecía alimentado por los poderosos truenos.

Asustado, agarra con fuerza su osito de peluche.

-Dana?

El silencio se adueña del lugar, y el pequeño Deidara se asusta cada vez más. Una sombra pasa por debajo de la puerta. Temeroso, se baja del diván y se esconde debajo de él. Apretando fuertemente el osito contras su minúsculo cuerpo, no encontraba a nadie en la sala, solo enormes muñecos que transmitían el olor de la muerte.

-Dana!..ven dana! Tengo miedo hum.

Tembloroso cierra los ojos rezando por que ningún monstruo venga a llevárselo. Durante todo el día, nadie había venido al cuarto a visitarle. Seguía escondido bajo el diván, aguardado por un alma cálida que le rescatase de aquel lugar.

El tiempo transcurría imparable. Definitivamente nadie vendría por él. Pero necesitaba con urgencia salir de esa habitación. Muy despacio, asomó primero su osito de peluche. Al ver que no le pasaba nada, se atrevió a salir de debajo del diván. Se quedo parado, abrazando con fuerza su osito mientras se rascaba el pie con el dedo gordo del otro.

No haba monstruos en la habitación. Acercándose a la puerta, se dio cuenta de que no llegaba, necesitaba pararse en algo más alto. Buscó hasta que encontró una silla. Poco a poco fue empujándola hasta dejarla al lado de la puerta. Subiéndose a está con dificultad, consiguió agarrar el pomo y entornar la puerta. Rápidamente se bajó y se puso detrás de la silla, temeroso de que algo entrase ahora por la puerta y se lo llevase.

-No te preocupes Tedy, no te harán daño hum.

Volviendo a coger confianzas, el pequeño Deidara se acercó a la puerta, asomando levemente un ojito. El pasillo estaba oscuro, pero no había nadie. Aparatando la silla, abrió por completo la puerta.

Al salir de la habitación, un escalofrió le recorrió la espalda. El pasillo era demasiado largo para recorrerlo él solo.

-Vienes conmigo Tedy?

El pequeño oso movió su cabeza afirmando.

Los dos juntos marcharon por el oscuro pasillo, procurando no hacer ningún ruido. Finalmente llegaron hasta el salón.

No había nadie. Las paredes se llenaban de sombras proyectadas por los relámpagos de la tormenta. Deidara se asustaba cada vez más. Donde estaba su amigo? No podía encontrarle.

Espero sentado un rato en un sofá, solo, intentando tranquilizar sus miedos mientras hablaba a su osito.

La tormenta estaba perdiendo fuerza. Confiado en que todo pasaría en poco tiempo, el pequeño Deidara volvió a recorrer el pasillo, en dirección al taller, pero cuando llegó a está, no entró.

Y si un monstruo se había colado mientras él no estaba? decidió seguir caminando por el pasillo hasta la siguiente puerta.

Una vez que la alcanzó, se paró frente a ella. Reuniendo todo el valor del que disponía, Deidara se atrevió a llamar a la puerta.

Toc Toc Toc…

-Dana? tengo miedo...me abres la puerta?

Tenía miedo de regresar solo a su habitación, pero el sueño cerraba sus brillantes ojitos. Si su maestro no le abría la puerta, se dormiría hecho un ovillo en el suelo, con Tedy como único protector.

Mirando la infinidad del oscuro pasillo, volvió a llamar con fuerza.

Toc Toc Toc…

El sueño apremiaba, al igual que el temor de atraer algún monstruo con el sonido del golpeteo.

-Dana? estás ahí? tengo miedo...y también sueño. Podemos pasar Tedy y yo?

Ahora entendía porque nadie había ido a buscarle a su habitación. Su dana no se encontraba en aquel lugar. Se había marchado y no sabía a dónde ni cuándo volvería. Ya era muy tarde y aun no había vuelto. Se abría olvidado de su amigo rubio?

Nadie le abriría la puerta al pequeño Deidara. Debería retroceder solo hasta su habitación si quería dormir en algún lugar que conociese. Lentamente se dispuso a emprender el camino, con Tedy a su lado.

Sus pequeñas piernas le temblaban. No quería volver a su habitación. Finalmente se tumbó enfrente de la puerta, abrazando fuertemente a su osito de peluche. No pudo evitar quedarse dormido allí, solo en la oscuridad del pasillo.

-Listo, ahora si quiere reproducir el experimento tendrá que volverme a avisar. No me fió que maneje él solo todas estas cosas.

Sasori había vuelto al laboratorio. Sin Orochimaru presente, podía manipular todos los archivos de los experimentos a su favor.

-Ya es tarde, será mejor que vuelva si no quiero que algún sonámbulo me vea por acá.

Recorriendo todas las dependencias de la guarida, Sasori retornó a su taller. No llego a entrar, parándose en la puerta. Observaba un pequeño bulto en el suelo, cerca de la habitación de Itachi.

Se acercó lentamente. Cuando se paró enfrente, solo puedo suspirar enojado.

-Se puede saber que haces ahí tumbado enano?

-Eh?

-Deberías estar durmiendo en el taller. Qué haces fuera?

El pequeño Deidara se levantó rápidamente, abrazando una de las piernas de Sasori. Sonriente.

-Dana! Tenía miedo! Y te he estado buscando!

-A mí? Se puede saber para qué? Eres imbécil, anda, vuelve ahora mismo al taller.

-Vendrás conmigo hum?

-Claro, donde crees si no que pasare la noche? Para algo es mi cuarto.

Asintiendo con la cabeza, el pequeño Deidara abraza fuertemente a Tedy, mientras que con su otra mano, agarra fuertemente uno de los dedos de su amigo.

-"Desde cuando tiene tanta confianza el enano este conmigo? Se está convirtiendo en un estorbo"

Juntos volvieron a entrar en el taller.

Aupándolo hasta el diván, lo tumbó sobre él y se dirigió de nuevo a su mesa. Ahora si podría seguir con su trabajo sin preocuparse por las mezquinas ideas de su compañero.

Deidara cerró los ojos fuertemente, pero el miedo volvía a su pequeño cuerpo.

-Dana?

-Ahora qué? No te tengo dicho que no me molestes cuando estoy trabajando? Es tarde, duérmete!

-No puedo. Tengo miedo hum.

-Antes cuando te deje si podías dormir. No ha cambiado nada, asique duérmete otra vez!

-Pero…Tengo miedo!

La sonrisa del pequeño Deidara se desvaneció. Temblaba como un flan al ver que ni si quiera su amigo le ayudaría.

Suspirando, Sasori se colocó a su lado.

Por fin había perdido esa estúpida sonrisa. Ahora que no la tenía, no se sentía mejor. Creyó que cuando ese pequeño niño se diese cuenta de que estaba solo, él sería feliz por su desdicha, pero no fue así. Solo pudo recordar lo grande que le parecía la cama de sus padres cuando estos murieron dejándole solo.

-"Realmente me he tenido que golpear la cabeza. Por qué estoy recordando todo esto?"

-Dana?

-No te acostumbres. Me quedaré sentado hasta que te duermas. Después seguiré con mi trabajo. Si mañana me vuelves a molestar te mataré.

Una nueva sonrisa iluminó la cara del rubio. Rápidamente se abrazó a Sasori, acomodándose entre sus piernas y su pecho.

Su fino cuerpo entró en contacto directo con el núcleo de Sasori, provocándole un respingo.

-Dana? Estas bien hum?

-Maldito crio, ten cuidado con lo que haces!

-Lo siento.

-Anda, duérmete!

Era cálido. Su pequeño cuerpo desprendía una calidez infinita hacia su núcleo. Penetraba hasta lo más profundo de su ser. Un calor que hacia demasiados años que no sentía.

Era una sensación extraña, desagradable al principio. Le recordaba su parte humana. No había conseguido ser una completa marioneta. Pero a la vez le agradaba. Le hacía sentir vivo y completo.

Un simple abrazo, una simple caricia. Durante años estuvo anhelando que su abuela se lo diese, pero nunca llegó…al igual que sus padres.

Poco a poco el pequeño Deidara se fue durmiendo en sus brazos, apoyando su cara en el núcleo. Sonriente.

-Pequeño niñato.

Susurró al tiempo que se tumbaba para que estuviese más cómodo, sin apartar su núcleo de él. Una vez más la eternidad pasaba por su mente. Quería parar el tiempo en ese instante.

Desde entonces, todas las noches "dormía" con su pequeña mascota, soñando que por una vez, él también era pequeño. Era querido por los suyos.

Todo era perfecto en aquella sala, en la más profunda oscuridad y envueltos por el silencio.