Capítulo 1: Dónde todo acaba y todo comienza.

-¡Venga, pitufa una canción!

-¿Yo? ¿Una canción? ¡No me toques los pitufos! ¿No me has pitufado ya bastante?- Los interlocutores eran los sujetos más extraños en la Aldea de los Pitufos. El menos extravagante, era un pitufo pequeño, es decir, más pequeño de lo habitual, con gafas de pasta, perforaciones en orejas y labios y vestido con pantalones y camiseta negros, aunque con el gorro habitual de esta especie. El otro, bien, el otro SÍ era extraño: palidez extrema, colmillos largos y un ojo con reflejos rojizos, porque el otro está tapado por una lente y un soporte labrado con filigranas místicas, al igual que la mano artificial de seis dedos que portaba. Remataba la imagen su indumentaria, una armadura negra con reflejos antinaturales en rojo grabada con una estrella de ocho puntas.

-¿Qué estás pitufando?

-No sé, te cuelas en la pitufinave, te pitufas la juerga padre mientras me dedico a convencer al resto de los pitufos del peligro que acecha y, ahora que ha pasado todo, pitufando que estaba inconsciente, mandas la pitufinave a nuestro tiempo, ¡sin nosotros dentro! ¡No eres más tonto porque no pitufas!

-¿Por qué tan avinagrado? Todas estas pitufas ya han pasado, vuelve a ser pitufo. Además, tenemos que celebrar nuestros nuevos nombres.

-A mí me gustaba el mío, aunque fuera repetido. ¿qué hay de malo en pitufo Vampiro? Si el otro nunca pitufa por la aldea...- decir su antiguo nombre hizo que su mente se acordase de los últimos acontecimientos dejándole una sensación entre confortable y dolorosa. Por lo ganado y por lo perdido, por lo mucho malo que no sucederá y por lo poco bueno que se perderá. Miró el pituficalendario y se dio cuenta de que había pasado un mes desde su llegada a este tiempo procedente de doscientos años en el futuro. Se le escapó casi entre dientes:- Solo un mes...Un pitufo mes...

-¿Qué pitufas, Campeón? -le llamó por su nuevo nombre. Le parecía una contradicción y hasta pretencioso. Después de todo, se prestó voluntario a la misión porque no deseaba vivir más con su maldición, la de tener que beber la sangre para mantenerse vivo. Más que una heroicidad, él siempre lo vio como una manera de suicidarse haciendo algo útil para la sociedad pitufa:si funcionaba, evitaría mucho dolor y sufrimiento a sus hermanos, si no, descansaría en Paz. Todavía se acordaba del aterrizaje, lo impresionado que se quedó. Es verdad que vivió esta época pero la gran cantidad de vida y luz que había no era ya más que un vago recuerdo, casi como un sueño. También, al llamarlo Campeón, se acordó que, al segundo día, descubrió en un descanso de sus ejercicios para aprender a utilizar sus armas, al pitufo Fiestero roncando en la bodega después de un empacho de zarzaparrilla.

-Sí, Campeón Eterno, mientras tenga sangre que pitufar...y si no, siempre te puedo utilizar de aperitivo, pitufo DJ.

-Siempre la pitufa de la huerta, guapetón...

-Lo que tú digas, enano. Oye, mientras pitufo la voz,¿por qué no pinchas uno de tus temas de pitufostep?

-Vale. Se fue corriendo hacia el escenario con su ajada mesa de mezclas y sus desportillados platos. No llegaron en buenas condiciones del futuro y le costó horrores hacer que Manitas le construyera un generador eléctrico, a pesar de los detallados planos que había en las memorias de datos de la nave.

Allí hubiese deseado ir Campeón, pero, nada más dar a conocer el paradero y el contenido de la nave, toda la aldea se empezó a dejar caer por allí para ver si tenía alguna información de interés para ellos. Debió suponer que, por los datos almacenados, tanto Papá Pitufo como Filósofo y Manitas iban casi a tomársela como su segunda casa. De cualquier manera, le quedaba todo el bosque para "perderse" y, en comparación con su tiempo, el lugar era un remanso de paz. Había animales salvajes, pero sin duda, no tenía nada que ver con los Pitufos Malignos, las Aberraciones del Caos y las Hordas Demoníacas que acechaban en el mismo sitio allá en su época. Sí, realmente debería alegrarse algo, continuaba con su maldición, pero el resto de los pitufos nunca llegaría a conocer los horrores que él había tenido que ver. Estaba sumido en estas ensoñaciones y, de paso, pensando en qué canción podría cantar cuando lo interrumpió la voz de pitufo DJ por los altavoces:

-Bueno, pitufas y pitufos, he aquí una canción que compuse hace poco sobre lo que hay en este bosque: hadas buenas y monstruos aterradores.

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Pitufo Campeón ya había oído antes la canción y no le supuso ninguna sorpresa, pero, para el resto de la Aldea Pitufa, aquello era totalmente nuevo y futurista. Era normal que se quedaran sin reaccionar después de la ejecución de la obra. Al cabo de un rato, se comenzaron a oír tímidos aplausos aquí y allá y, sobre todo, se vieron caras de sorpresa. Caras que no tenían precio. Definitivamente, iba a cantar e iba a hacerlo sobre lo que nunca podría tener...