Bueno, ya volví. Esta vez con un ShunxHades.

Como en el caso del MiloxShaina, no me gusta como son manejados en los fics que he leído sobre ellos, así que aquí está mi propia versión de como sería un romance entre ellos.

Capítulo 1

Παθόs

—Pandora…

La muchacha se volvió para ver quién la llamaba.

—¿Qué es lo que sucede, Minos?

—¿Sabes qué es lo que le sucede al señor Hades? Se está comportando muy extraño, no entiendo qué es lo que le sucede.

—Por supuesto que sé. Pero no te voy a decir,—añadió, incisiva, viendo que él abría la boca.—Me hizo prometer que no le diría a nadie

—Pero…

—Mira, Minos…si te digo y alguien se entera y lo divulga, me echará como alimento para Cerbero por no guardar el secreto como se suponía tenía que hacer. A su momento lo sabrán.

—Pero…

—Mira, no discutas. Él está bien.

—Ah, pero…,—todavía insistió.

—¡Minos!,—su tono de voz cambió a uno más demandante.—No insistas o tendré que castigarte.

—Es que ya están corriendo rumores.—contestó él.—Dicen…dicen que…

—¿Qué dicen?

—Que se enamoró…que se enamoró de…—torció la boca, como si hubiera tragado algo amargo.

—¿De quién?,—lo presionó ella.

—De un santo de Athena,—escupió.

—¿Sabes de cuál?

—Del hermano de Pegaso. No sé cuál de todos. Pero tengo mis sospechas.

—¿Quién te lo ha dicho?

—Zeros. Ya sé que le gusta enredar, pero…

—Déjalo así, Minos. No es de importancia. Y si se equivoca, le costará caro.

—¿Se equivoca?,—el tono incisivo, molestó a Pandora.

—Ya te dije que no voy a decírtelo. Vete a hacer algo, no estés de vago, de esa manera empiezan a decir tonterías.

El juez la miró con desconfianza y salió.

Apenas se cerró la puerta, la muchacha se dirigió hasta los aposentos de su señor.

Lo encontró tomando el baño que siempre tomaba antes de dormir. Los largos cabellos negros contrastaban con la pileta de deslumbrante mármol blanco. El dios se enderezó al oírla entrar.

Se arrodilló graciosamente a la orilla de la pileta.

—¿Qué sucede, Pandora? Sabes que no me gusta que me molesten mientras estoy aquí.

—Mi señor, cuando…¿Cuándo haréis públicos vuestros sentimientos por el hermano de Pegaso? Ya Zeros…

—Estoy consciente de los rumores, Pandora,—le contestó con voz seca.—Sabes que le dije que esperaría a que cumpliera los dieciséis años antes de saber su respuesta. No antes.

—Pero, mi señor…lo están sacando de contexto…No quisiera que se pensara mal de usted…

—¿Mal cómo?

—Minos…Minos lo hizo sonar como si se estuviera rebajando.

—He sido paciente, Pandora. He esperado dos años para que todo salga como quiero. No me importa lo que digan mis espectros. Ya deberían saber lo que conlleva contrariarme.

—Entiendo, mi señor,—inclinó la cabeza en señal de acatamiento.—Es solo que me preocupa…

—Es tu trabajo controlarlos, no lo olvides. ¿O tendré que buscarme otra comandante?

—No señor. Lo tengo claro. Mis disculpas.

—De acuerdo. Anda, sé buena y prepárame la cama,—le ordenó, mientras salía de la pileta, con el cuerpo chorreando agua. Inmediatamente, las ninfas se acercaron para ayudarlo a secarse.

Pandora se acercó a la cama y abrió el grueso cobertor tras ahuecar las almohadas. Luego soltó el dosel y corrió las cortinas. Estaba atizando el fuego cuando el dios entró en la habitación.

—Tranquilízate, Pandora,—le recomendó, sobresaltándola.—Acabarán por acatar mi voluntad. Saben demasiado bien qué sucederá si no lo hacen.

—Sí, señor, lo sé. Es solo que Zeros…

—Puedes castigarlo, si tanto te molesta. Lo dejo a tu criterio.

—Por supuesto, mi señor. Como deseis.

—Llámame a Hypnos. Dime que lo necesito, por favor.

—Sí, mi señor. Buenas noches.

— Buenas noches, Pandora,—repuso con tranquilidad.

Minutos después, el hermano de Tanathos hacía su aparición en la habitación.

—¿Me habéis llamado, mi señor?

—¿Has hecho lo que te he pedido?,—preguntó, sin despegarse de la ventana.

—Sí, mi señor. Cómo habéis pedido, lo he influenciado discretamente.

—¿Y cómo ha reaccionado?

—Cada vez parece menos aprensivo. Creo que cuando llegue el momento adecuado, todo podría salir como lo deseáis.

Una sonrisa sesgada apareció en los labios de Aidoneo.

—Bien,—dijo solamente.—Sigue haciéndolo como hasta ahora.

—Como usted ordene, señor Hades

—Bien, mi querido príncipe,—murmuró al quedarse solo.—Estoy ansioso por encontrarme contigo.

Los labios del emperador del Inframundo acariciaron los suyos con demandante ternura. Correspondió a aquel contacto con torpeza.

—Te amo, mi querido príncipe,—el jadeo ansioso de Hades en su oreja lo hizo sonrojarse. Le echó los brazos al cuello con timidez.

—Yo…yo también.

¿Qué?, ¿Cómo? ¿Porqué decía eso?

El beso esta vez fue una feroz succión en su cuello, que lo hizo gemir y le dejó marca. Sintió una oleada de poderoso placer que lo hizo abrir los ojos, anegados en lágrimas.

Se incorporó de repente, jadeando, mientras su mano palpaba, buscando la lámpara. La tenue luz cayó sobre un muchacho de unos quince años, cuyo cuerpo, de músculos tonificados y fibrosos temblaba entre los cojines.

Se llevó la mano al cuello, temblando. La piel le protestó, como si los dientes de Hades de veras lo hubieran mordido tan solo un segundo antes.

Suspiró con pesadez, sentándose. De nuevo había vuelto a tener un sueño erótico con el tío de Athena.

Sabía muy bien que el dios ardía de amor por él, Hades mismo se lo había confesado ya hacia dos años. Pero ante su indecisión, había decidido esperar a que al menos estuviera lo suficientemente mayor para decidir.

Y a juzgar por los sueños eróticos, cada vez más frecuentes, el hijo de Nyx quería echarle una mano a su señor.

No le parecía malo, al menos en aquellos sueños el dios nunca había aparecido agresivo ni tampoco dominante, al contrario, siempre se mostraba gentil y hasta demasiado paciente aunque siempre con aquella aura intimidante.

Se preguntó si el dios planeaba apersonarse pronto en el Santuario para conocer su parecer.

Pero tampoco estaba seguro de poder corresponder a sus sentimientos. Aunque había algo…

"Me he enamorado de tu alma" le había dicho el dios.

Aquello tenía lógica teniendo en cuenta que las almas de ambos habían coexistido en el mismo cuerpo tiempo atrás y lo tenía intrigado.

Si Hades no se sentía atraído por su aspecto físico, ¿qué podía esperar?

Sacudió la cabeza confundido. No sabía qué hacer. No quería rechazarlo, teniendo en cuenta que un dios despechado podía reaccionar de una forma virulenta. Tampoco odiaba a Hades. No podía. Pero tampoco lo amaba. Y de no poder, no le parecía justo no corresponderle.

Y luego estaba lo que más temía. Si aceptaba los sentimientos de Hades, ¿tendría que irse con él al Inframundo? ¿tendría que dejar de ser un santo al servicio de Athena?

Al pedirle consejo al santo de Virgo, Shaka le aconsejó que no se complicara.

—Pregúntale tú mismo a Hades. Sin embargo, no tengas miedo de rechazarlo. Ni tú ni él merecéis sufrir por esto.

—Pero Shaka…¿Y si decide castigarme?

—Shun…estás hablando de Hades, aquel que es famoso por dar el castigo merecido, no más ni menos. Y si tanto te ama le dolerá dañarte. Recuerda que es un dios más maduro y con un temperamento más tranquilo que un orgulloso Febo.

El santo de Andrómeda suspiró.

—Supongo que tienes razón.

—¿Ya le has dicho a tus hermanos?

—Ikki ya lo sabe. No se lo he dicho a los otros.

Shaka arqueó una ceja con interés.

—¿Qué te ha dicho Fénix?

—No le ha hecho mucha gracia, pero me ha dicho que hiciera como mejor me pareciera.

—¿Y los otros? ¿Temes su reacción?

—Sé que Shiryu me apoyará totalmente. No estoy seguro de la reacción de Hyoga. El que me preocupa es Seiya,—suspiró frustrado.—De seguro hará un escándalo.

—¿Y la señorita Athena?, ¿a ella tampoco se lo has dicho?

—Temo que crea que es una trampa. Odiaría que por mi culpa se iniciara algún conflicto. Prefiero conocer las intenciones de Hades primero.

—Ya habías pensado en encararlo…

—No realmente…pero prefiero no hablar de eso. Aunque si no queda otra…

—No te compliques. Todo se solucionará, ya verás.

—Gracias, Shaka.

—¿Cómo van esos sueños?

—No entiendo qué quiere Hypnos con ellos.

—¿Son todos eróticos?

Negó con la cabeza.

—¿Has considerado que talvez Hades le pidió que te los mostrara? Talvez quiere que veas como se siente, incluyendo el aspecto erótico. O cómo sería si le correspondes.

—La última vez le dije que lo amaba. Es incómodo.

Shaka se puso serio.

—¿Lo amas?

—Sí…no…agh—se pasó la mano por los cabellos desesperado.—No lo sé…

—Los sueños tienen mucho de nuestro inconsciente. Quizás inconscientemente sí ames a Hades.

—¿Y cómo lo sabré?

—Cuando veas al dios…lo sabrás.

—¿Cómo lo sabré?

—No lo sé, Shun. Nunca he amado a nadie de esa manera. Es algo que solo tú puedes saber.

—Supongo que sí. Es que…tengo miedo, reconoció.

—Comprendido.—sonrió comprensivo. —Iniciar este tipo de relaciones es un gran paso y es comprensible que estés nervioso. No te preocupes demasiado. Solo déjate llevar y sigue tus instintos. Si te preocupas de más, se notará.

—Nunca había deseado menos que llegara mi cumpleaños…

—Deja de preocuparte,—lo regañó Shaka.—De veras, Shun. Tranquilo. Incluso puede ser que llegaras a ver un lado de él que nadie conoce.

—¿De veras crees que pueda haber algo bueno dentro de él?

—Por supuesto, Shun. Nadie es completamente bueno o completamente malo. Mucho menos los dioses. Sé comprensivo.

—Pero…

—¿Recuerdas el porqué le dijiste a Sorrento que podía tocar esas melodías con su flauta?

—Porque tenía una mente bella.

—Los ojos también son ventanas del alma, Shun. Y los de Hades son hermosos y lo sabes. Unos ojos así no pueden esconder un alma maligna.

—Pero lo que él quería…—siguió insistiendo.

—Sigue siendo un dios, Shun. No pretendas desentrañar sus motivos.

—De acuerdo, te haré caso. Pero si algo sale mal, te hago responsable,—amenazó.

Shaka suspiró.

—Este chico se va a morir de un disgusto

9 de septiembre

Pandora suspiró con diversión, mientras veía a su señor caminar de un lado a otro, como una fiera enjaulada.

—No te burles, Pandora,—la voz le raspó la garganta como si fuera una lija.

—No me burlo, mi señor,—se apresuró a decir.—Solo tranquilícese. Ya verá como todo saldrá bien.

—¿Y si no? ¿Y si me rechaza?

—Siempre podéis secuestrarlo de ser así.

—No,—la voz salió ronca, como un gruñido.—La última vez no funcionó bien. No, eso no.

—¿Entonces, si no va a traerlo aquí, usted irá a la superficie? ¿A menudo?

Una chispa de súbita ira iluminó las pupilas ambarinas del dios.

—Haré lo que me plazca,—se impuso.

—Sí, señor Hades. No pretendo contrariaros. Simplemente me preocupa…

—Vete,—le ordenó, aburrido.—Me estorbas.

—Sí, mi señor. Como queráis.

—Pandora…

—¡Dígame!

—Ten mi alcoba lista cuando regrese. Sea cual sea el resultado, volveré cansado.

—Sí, señor Hades,—empezó a dar la vuelta pero se quedó a medio camino.

—¿Qué quieres, Pandora?,—repuso con hastío, sintiendo ganas súbitas de estrangularla.

—Feliz cumpleaños, mi señor,—expresó ella con sinceridad, antes de volverse e ir a ejecutar las órdenes que se le habían mandado.

El dios exhaló, molesto y se hundió completamente en el trono de ébano. Sentía los nervios corroerle las entrañas, pero también una ansiedad por subir con el santo de Andrómeda. Sin mover ni siquiera un músculo se desapareció de la habitación.

—Estaré en el Jardín de los Sales, si me necesitas.

—¡No, Shaka! ¡Vuelve, Shaka!

Se sentó en uno de los sillones, sintiendo las piernas en un temblor. Fijó los ojos en el reloj, casi deseando que las manecillas avanzaran más rápido.

Las cadenas empezaron a temblar y a desplazarse hacia el fondo de la habitación, percibiendo la presencia divina en la estancia tan solo momentos antes de que el dios se manifestara.

Shun sintió un escalofrío al sentir el descenso de la temperatura. Se volvió despacio.

Cuando vio al Crónida parado frente a él, siempre con aquel aire intimidante, aunque con una expresión bastante más suave, sintió confusión.

—Bien, Shun de Andrómeda...—le agarró el rostro con delicadeza demandante.—Es hora de que contestes a mi pregunta.

El tiempo se congeló por unos segundos. El nipón inhaló profundamente.

—Antes necesito preguntaros por unas dudas que tengo.

—Dime.

—Si digo que sí…¿Tendré que dejar mi vida de lado e irme con vos al Inframundo?

—No,—le contestó de manera inmediata.—No te pediré nunca tal cosa. Si me complacería que visitaras mis dominios de vez en cuando, pero nunca te pediría que te quedaras permanentemente…a no ser que tú lo quieras así.

—¿Y qué hay de mis hermanos?

—Podrán seguir viéndote. Eres el santo de Andrómeda, Shun. Eso lo tengo claro. No puedo apartarte de eso, sería cruel de mi parte. A no ser que tú mismo le digas a Athena que ya no quieres estar bajo sus órdenes.

—Pero yo no puedo pediros que abandonéis el Inframundo a menudo, solo por mí,—se compungió, aturdido por la buena disposición mostrada por el dios.

—No necesitas hacerlo, mi querido príncipe. No es molestia para mí dejar el Inframundo. Más si es para estar contigo. Comprendo que te resulte confuso, pero yo soy el que tiene más libertad de movimiento en este caso.

—Y…—la lengua se le trabó.

Hades le acarició la mejilla tratando de tranquilizarlo, aunque él mismo ya no tenía más paciencia.

—Dime, Shun. ¿Qué más te inquieta?

—La señorita Athena.

—Yo hablaré con Athena, de eso no debes preocuparte. No debes temer,—un gemido ansioso se escapó de sus labios.

Shun levantó la vista hasta fijarla en los ojos de Hades. Su corazón dio un salto y empezó a latir desordenadamente contra sus costillas, mientras un calor abrasador lo recorría de pies a cabeza.

Aquellos ojos tenían la misma claridad y nitidez de un espejo, aún con aquel color. Y sobre todo tenían una mirada vieja, muy vieja, como la de alguien que ha visto demasiado, pero que brillaba con la vitalidad de la inmortalidad.

Shun recordó las palabras de Seiya sobre los ojos de Hades. Aunque veía la pureza en ellos, no encontraba rastros de frialdad ni de maldad.

—Yo…—balbuceó de repente, sobresaltando a Hades.—Yo no sé si os amo ahora. Ni si algún día llegaré a hacerlo. Pero no me importaría descubrirlo.

Aquellos ojos se iluminaron, comunicando aquel brillo a todo el rostro.

—¿Lo dices en serio?,—balbuceó.

—Sí,—asintió.—Shaka tenía razón. Necesitaba veros para tomar una decisión. Quizás no es la que esperaba, pero no puedo mentiros. Tampoco puedo mentirme a mí mismo.

—Es suficiente,—expresó. Se quitó el collar que llevaba.—Cuando me necesites, solo besa esto y apareceré a tu lado al instante. También te ayudará si deseas ir al Inframundo. No lo necesitas, porque ya puedes despertar el Arayashiki, pero de igual manera te quitará a los espectros de encima.

—Gracias,—expresó, esta vez con sinceridad.—Lo tendré en cuenta. ¿Hablarás con la señorita, ahora?,—expresó, tuteándolo de repente.

—No. Ahora es muy tarde,—lo besó en la frente.—Mañana será otro día.

—De acuerdo. Hades…—se acordó de repente, reteniéndolo.

—Dime…

—Feliz cumpleaños.

.El dios sonrió.

—Feliz cumpleaños a ti también, querido Shun.

Una sonrisa tímida le adornó el rostro al santo de Andrómeda y se dio la vuelta, de muy buen humor de repente..

La sonrisa de superioridad del santo de Virgo lo bajó un poco de su nube.

—Bueno, tenías razón,—Shaka se rió.—¿Contento?

El sexto guardián no pudo evitar reírse más fuerte.

—Vete a dormir, Shun. Ya te hacía falta.

Shun cogió un trapo y se lo aventó.

—Ya cállate, Shaka.

Chan, chan, chan.

Aclarar que, en esta historia, Shun está más grandecito ahora tiene dieciséis años. Así tiene la madurez necesaria para pensar por sí mismo y decidirse respecto a la propuesta de Hades.

Enamorado de la princesa Cassandra, Apolo le concedió el don de la profecía que ella deseaba, si a cambio compartía su lecho. La troyana, una niña por entonces, aceptó pero le pidió al dios que esperara hasta que fuera más mayor. Febo aceptó, pero cuando regresó al cabo de unos años, ella lo rechazó, incumpliendo la promesa hecha. Despechado, el dios le escupió en la boca, maldiciéndola.

Por supuesto que este es el intertexto de este primer contacto, aunque les adelanto que por supuesto Shun no iba a ser tan soberbio xD

El título del capítulo es «Pathos»

En la literatura griega, el pathos es el componente del discurso que busca evocar las emociones del lector, y está especialmente presente en la épica y en la tragedia.

El título del fic «Diamante Negro»; tiene tres razones de ser.

1. El alma de Shun es la más pura, por eso Hades escogió su cuerpo para ser el recipiente de su alma, ya que siempre escoge a la persona más pura para ello.

2. Como dios ctónico, Hades es también el que provee a los hombres de todo lo que está bajo la tierra, y es el dios de la minería. Por ello los mineros solían pedirle permiso antes de abrir la tierra y sacar los metales.

3. Hay una joya que incluye un diamante negro más adelante.

Espero que les guste este nuevo fic.

¡Un besote!