Disclaimer: Ni Yu-Gi-Oh! ni sus personajes me pertenecen.


Vida

Ambrosía de los muertos, elixir de los vivos, líquido divino que representa la dualidad. Fragilidad, límite entre ambos mundos. Brecha que divide lo real de lo intangible. Resquicio entre el tiempo y el espacio.

Tu vida se consume lentamente, se esfuma ante tus impávidos ojos. Miras aquellos zafiros, hundidos en el deleite, nublados por la locura. Su risa retumba en la habitación, en un eco siniestro.

— ¡Te gané, Faraón! ¡Al fin te gané!—vocifera, una y otra vez. Su voz es decorada por un aura de superioridad y orgullo.

Inclinas la cabeza, te es imposible mantenerla en alto, el dolor es demasiado. Sientes el veneno correr por tus venas, infectando tu cuerpo, desgarrando tu interior, como un ácido corrosivo. Tu respiración se dificulta, tus músculos comienzan a tensarse.

Las carcajadas cesan, el salón queda en completo silencio. A lo lejos se escucha el impacto de las gotas contra el suelo, causadas por una tormenta.

Se levanta de su asiento y se acerca a ti, rodeando la mesa de juego. Gira tu silla, retirando tu acceso a la superficie. Se arrodilla frente a ti, posando una de sus manos en tu hombro derecho y la otra en tu barbilla, obligándote a mirarlo.

— ¿Qué ocurre, Faraón? ¿Te está afectando la derrota?—sarcasmo derramándose en cada sílaba.

No contestas, no tienes la suficiente energía. Cierras los párpados, en un intento por calmarte, preparándote para tu inminente fin.

—Te amo—murmura el castaño en un hilo de voz. Secando con su pulgar las lágrimas que han empezado a emanar de tus ojos, ahora abiertos.

—Kaiba…—intentas hablar, pero los labios del otro sobre los tuyos lo impiden.

Tu agonía es olvidada momentáneamente. Una deliciosa calidez se extiende por todo tu ser. Tus músculos se relajan, tu piel se eriza. Tus latidos se incrementan, acelerando tu muerte. Corrientes eléctricas viajan por tu espina dorsal. Tu cerebro es atacado por estímulos incontrolables. Tu boca es invadida por la lengua de tu contraparte que, junto con la tuya, baila una danza impregnada de deseo en cada movimiento. Tu voluntad desfallece, entregándote por completo a las sensaciones que te envuelven. Colocas tus manos en su nuca, halándolo hacia ti, profundizando la unión.

—Si no eres mío, no serás de nadie. Es por eso que morirás—le escuchas decir tras separarse, en busca del vital oxígeno.

Es posesivo. Te recuerda a Seth, tu sacerdote en una de tus vidas anteriores. ¿Cuántas concubinas amanecieron degolladas después de una noche de sexo contigo? No lo recuerdas, y en éste momento el número no es importante, sino el hecho de que él asesinó por ti. Y ahora, 3000 años después, la víctima mortal de sus celos eres tú.

—También te amo, Seto—susurras a su oído. Usas su nombre, pues será la única y última vez que los pronuncies.

Le sonríes con lo poco que te queda de fuerza, quieres hacerle saber que lo esperaras en otra vida, así sea esta dentro de miles de años. Nuevamente se apodera de tus labios, en un beso más largo y menos rudo, suave pero intenso, perfecto para ser el que termine con tu vida.

Un escalofrío te recorre, ha llegado la hora. Luchas por vivir un poco más y alargar el momento, pero es demasiado tarde. El ritmo de tu palpitar desciende, al igual que tu temperatura corporal. Tu tegumento se torna pálido. Tu mirada rubí se opaca, quedando así un rojo apagado, sin vida.

—Seto—musitas con tu aliento final. Tu cuerpo cae, inerte, sobre sus brazos.


¡Hola!

He aquí mi segundo one-shot de Yu-Gi-Oh!, además de ser también mi tercer intento de una relación Chico x chico (es la primer historia de este tipo que publico).

Me gustaría saber que piensan, si fue de su agrado o no, qué puedo mejorar. Así que, por favor, déjenme sus reviews.

Saludos.