Este capítulo ha sido actualizado él: 3/10/15

Esta nota sirve para identificar los capítulos que he modificado, si un capitulo no tiene esta nota, es porque está en su formato "viejo". No los he borrado, porque quiero que se aprecien los cambios en la comparación de la forma de escribir y describir. Para saber más sobre el "porque" pueden ir al "ultimo capitulo" que se ha subido, porque en realidad no es el ultimo, sino un aviso.


Era un día que parecía ser normal, casi como cualquiera, solo que no era así. Unos ojos perlados eran cubiertos por un rayo de sol que provenía de la ventana, poco a poco se iban abriendo y sin más remedio, una mujer de piel blanca, estatura media, ojos perlados y cabello negro azulado se levantaba y arreglaba, ¿todo para qué?, simplemente para otro rutinario y exasperante día en su vida.

Todo en la vida iba tan bien para la amable Hinata Hyuuga, una buena familia, unas amigas geniales, un trabajo que adoraba, y un novio perfecto; que buenos días eran aquellos, parecían no tener fin, o al menos eso pensaba hasta que un día cualquiera, mientras pensaba en el vestido que usaría en su cercana boda, (que sería en 3 meses) le llego una llamada de su novio Menma, el cual simplemente le dijo:

"Hinata, escúchame, lo siento, eh estado muy confundido últimamente, no estoy segura de que seas la mujer que yo espero, ya no te amo de la misma manera y tengo que decirte que hay alguien más que llena mis expectativas, no puedo casarme contigo."

Así de simple termino su mundo de ilusiones el cual solo paso a ser la misma rutina triste y gris de siempre. Ella no le hubiera deseado lo mismo a nadie y mucho menos a alguna de sus amigas, sin embargo, hubiera querido tener a alguien que comprendiera el dolor de una ilusión rota, de un corazón destrozado.

Ella siempre fue la tímida y hasta cierto punto, la seria del grupo. En asuntos de amor, la pobre siempre fue un fracaso, no por mala, sino por ser demasiado cohibida. El amor era un asunto tan complicado para ella, que al conocerlo a él, por primera vez sintió que la chica tímida se había ido; O eso pensó hasta que Menma, el supuesto hombre perfecto, la mezcla entre el caballero y chico malo protector que todas deseaban, le rompió el corazón, sin consideración, tacto, ni mucho menos una explicación convincente.

Apartando de su mente todos los recuerdos y las insaciables ganas de llorar, Hinata se dispuso a levantarse y asearse como de costumbre. Con su hermoso pelo perfectamente cepillado y agarrado en una dulce coleta, su falda negra bien planchada, su blusa blanca completamente impecable y bien abotonada, sus limpias y delicadas zapatillas con ligero tacón y un saco para protegerla del frio; No era el conjunto mas hermoso y fino del mundo, pero mal no se veía.

Antes de salir, se dispuso a desayunar; iba tarde, pero el desayuno nunca debía de olvidarse, además, un cereal no podía tomar tanto tiempo ¿Verdad?

...

No lo hiso, Hinata tomo su bolso y su celular; salió a toda prisa de su apartamento y corrió directamente a su auto, saludando rápidamente a Kioshi, el amable portero de su edificio.

Ya en su auto, solo sonrió para sí misma a través del espejo retrovisor, esperando que al llegar a su escuela, encontrara a sus alumnos con la misma emoción de siempre; ser maestra de primaria no era facil, pero sus alumnos lo valían. Como olvidar aquella vez que les dio clases por primera vez, o aquella ocasión en que le prepararon una fiesta sorpresa, en la cual obligaron al maestro de música a cantarle durante todo el día. Obvio, tenía que existir "ese" mal recuerdo, en esa misma escuela, en aquel día, tuvo la mala suerte de conocer al hombre por el cual estaría "casi" en el altar, al hombre por el que lloraría todas las noches: el "gran macho" Menma Utsumishi. Un día que no olvidaría:

Ella, como siempre, llego llena de energía e irradiando felicidad a la escuela, lamentablemente tuvo que pasar por la oficina para recoger los exámenes que aplicaría ese día. Lo primero que recibió al entrar fue la mirada punzante de Hinako Homura, la secretaria y mano derecha del director; ella solo la miro y continuo afilando sus zarpas, (como solían decir a sus espaldas otras de las maestras) sin saludarla y lanzando fuertemente en su escritorio una pila de papeles, de los cuales no tuvo ni el menor cuidado de tratar con delicadeza.

Hinata solía ser amable y pensar lo mejor de los demás, pero Hinako realmente era una copia suya, solo que más vulgar y con menos auto respeto por sí misma. Solía coquetear con los maestros, sin importar que la vieran; hubo rumores de que enamoro al director para recibir un aumento. Normalmente, Hinata dejaría esos rumores pasar, pero el hecho de que cada día usara un escote más expuesto, mas joyas, se hubiera comprado un nuevo celular último modelo y estuviera a punto de comprarse un auto nuevo, le hacían pensar que el director no era el único que le pagaba por sus "servicios"

Dejando esos comentarios en su mente, Hinata tomo los exámenes y observo a Hinako de reojo: cabello negro azulado, perfectamente ondulado, ojos grises, (mas no perlados) cara delicada la cual resaltaba con su piel extremadamente blanca (aunque el maquillaje que se cargaba encima, obviamente la hacía aun mas pálida.) unas uñas rojas carmesí, una chaquetilla roja la cual cubría una blusa blanca sin mangas y gran escote, falda negra muy por encima de la rodilla y un par de tacones de aguja, los cuales parecían armas de combate en lugar de zapatos.

¿Como el director puede ser tan cerdo? ¿Cómo puede Hinako no darse a respetar?

Esas preguntas se le pasaron a Hinata por la cabeza y mientras pensaba en la mejor respuesta posible, no se percato de como una figura masculina cruzaba la misma puerta por la cual ella había pasado segundos antes.

—Hinako, ¿Cómo te encuentras hoy?— le dijo alegremente el hombre a Hinata, la cual al reaccionar solo se le quedo mirando confundida.

—Oh, disculpa, te confundí con una amiga.

—No se preocupe.— le contesto formalmente Hinata, la cual rápidamente analizo al hombre que tenía enfrente: unos profundos ojos azules, cabellera azabache y oscura, un rostro maduro pero travieso y joven, un cuerpo que cualquiera chica quisiera poder abrazar, con hombros no muy grandes pero con notorias marcas que deja el entrenamiento diario; definitivamente era el tipo de hombre con el que Hinako andaría cada semana.

—Vine aquí por mi amiga, pero sinceramente, tu compañía me parece aun mas... encantadora— le dijo el hombre de repente, dejándola pasmada.—Soy Menma, ¿Puedo saber tu nombre? Aunque no creo que sea más lindo que tu.

...

Que recuerdos, sin embargo, como le hubiera gustado no haberlos vivido. ¿Cuál fue su lección en esa relación? que los hombres son unos traidores, que no debes confiar en nadie, que el verdadero amor es difícil de encontrar, que quienes son más felices siempre tienen que sufrir por quienes son infelices; vaya lección de vida ¿Donde están aquellas personas que decían: cada relación deja una lección? la única lección que ella aprendió es: no es justo.

No paso mucho rato y logro llegar a las instalaciones de la escuela primaria Konohagakure, una escuela grande y elegante, con un aire fresco que siempre mecía los arboles, de los cuales siempre colgaban columpios de madera, los favoritos de los niños.

Hinata checó rápidamente su celular y noto que entre las prisas y sus pensamientos y recuerdos internos, había llegado no tarde, sino 20 minutos temprano, vaya risa tuvo ganas de soltarse a medio pasillo; no era correcto quedarse parada como una demente a medio corredor, por lo cual decidió que era mejor salir al jardín por un poco mas de aire fresco.

Ya fuera, nada parecía mejor que sentarse al lado del árbol, pero no en una banca, sino en el columpio.

¿Los columpios siempre son geniales, no? pensó para sí misma Hinata mientras se sentaba.

Llevaba aproximadamente 5 minutos, en los cuales solo se había estado meciendo ligeramente, cuando una voz interrumpió sus llantos internos.

—Maestra, ¿Esta triste?— le pregunto una delicada voz.

Hinata giro su cabeza y miro ligeramente hacia abajo, solo para encontrarse con un par de hermosos ojos verdes cual esmeralda, los cuales la veían consternada.

—No querida, estoy bien, solo he dormido poco.— le mintió Hinata, dándole una sonrisa falsa, esperando que no se diera cuenta.

—...—

—¿P-pasa algo?— pregunto nerviosa Hinata, al notar la mirada y el silencio por parte de su pequeña alumna.

—Está mintiendo, ¿Verdad?— le dijo rápidamente la niña.

Hinata quedo sorprendida y no tuvo otra opción, más que resignarse:

—Ah... cariño, como me gustaría contarte mis cosas pero no es correcto y eres muy joven para amargarte la vida con dramas de una señora como yo. Anda, entremos a clase.— contesto Hinata, llevándola con leves empujones a su salón.

Ya eran las 4 de la tarde: sus alumnos estaban en casa, la tarea había sido revisada, la clase planeada y el aula bien limpiada; solo quedaba irse a casa.

Hinata tomo las llaves de su coche y comenzó a conducir. No iba a mitad del camino, cuando paso por una licorería. (Bastante famosa por esos lugares.)

...

No habían pasado ni 10 minutos, y Hinata ya estaba dentro, pagando en la caja un total de 5 botellas: 2 de Vodka 2 de Whiskey y una botella de buen Vino. No solía tomar, de hecho, no era buena con la bebida, pero no importaba, podría despejarse un poco.

—Parece que se divertirá esta noche, señorita.— le dijo seductoramente el chico de la caja, a lo que Hinata sonrió con ironía.

—Claro, mi vida no es lo suficiente divertida ahora ¿Verdad?— el chico se le quedo mirando, como si hubiese estado esperando otra respuesta. Hinata, dejo el dinero, tomo sus cosas y salió, no triste, hecha una furia, de la licorería.

¡Menma tenía la culpa de todo! ¡Él y solo el!

¿Quién fue el que la engaño? ¡El!

¿Quién fue el que le hizo daño? ¡El!

¿Quién era el hombre que no se preocupo por cómo se sentía ella? ¡El!

Un idiota, un imbécil, un bueno para nada; inútil y con poca inteligencia. Todas esas palabras... describían tan bien a Menma.

...

La ojiperla comenzó a escuchar voces ¿Se había vuelto loca? No, no era eso, reconocía esas voces, demasiado bien.

—Te digo, llevémosla de vacaciones— susurraba una voz cantarina.

—A Francia, nada mejor que el país del amor.—le contestaba alegre una voz femenina y atractiva, bastante alegre.

—Tú solo quieres ir para ver a Sai, el está bien, está cumpliendo su sueño. Por ahora, tenemos que ayudar a Hina.

—Tiene razón. Mírala, se puso ebria, eso es estar mal, ella no es así.

Hinata decidió que era momento de encarar a las voces y se comenzó a levantar mientras abría lentamente sus ojos.

—Buenos días chicas, ¿Que hacen aquí tan temprano?— pregunto Hinata, mientras se frotaba sus ojos, intentando alejar el sueño... y la resaca que apenas comenzaba.

—Bueno, cariño, temo informarte que ya es mediodía.— le contesto una de sus amigas, Temari. Una mujer de buena estatura, con buenas curvas, un rostro maduro, ojos de un azul verdoso, piel blanca (para ser de una zona con altas temperaturas) y unas lindas pero salvajes coletas rubias. Vestía una falda de vestir negra, con una blusa blanca y saco verde azulado, con varios accesorios y unas zapatillas de tacón. Como siempre, apropiada y con muy buen estilo.

—¡¿Mediodía?!— grito Hinata mirando abruptamente su celular, solo para confirmar que su amiga no le mentía.

—No te preocupes, llame a tu trabajo y les dije que estabas enferma, no podía dejarte ir así.— le aclaro su fiel amiga de la infancia, Tenten. Cuando era pequeña, Tenten se mudo a su vecindario, era extranjera y por su acento nadie solía jugar con ella; eso las unió y se volvieron muy cercanas. Tenten tenía el pelo castaño oscuro, agarrado en dos moños con dos trenzas que se entrelazaban en la parte posterior; además de sus tiernos ojos cafés, su piel poco tostada pero muy suave y su atlética figura. Vestía un pantaloncillo corto en color rojo, con botas cortas en color marrón, una blusa sin mangas blanca y encima una camisa de hombre a cuadros color roja (la cual pertenecía al primo mayor de Hinata, Neji Hyuuga.)

—Gracias, chicas. Qué vergüenza que me tengan que ver así...— susurro Hinata mientras se incorporaba, dirigiéndose a la cocina.—¿Alguna quiere café?

—Yo si, por favor.— le contesto su amiga pelirosada: Sakura Haruno. Una mujer joven, de apariencia fresca, tez blanca, facciones delicadas (no dándole mucha relevancia a su frente...) y unos hermosos y femeninos ojos color jade. Era una mujer astuta y audaz, una de las mejores doctoras que te podías encontrar, además de ser una amiga estupenda. Vestía unas delicadas zapatillas color blanco sin tacón, que combinaban perfectamente con la ligera chaquetilla que traía puesta, (del mismo color) que contrastaba perfectamente con su sencillo pero femenino vestido color rosa, para finalmente adornar su cuello con un tierno colar rosa en forma de flor de cerezo.

—Asegúrate de traer algo de comer y un calmante, créeme, lo que te diremos no va a ser nada lindo.—le advirtió su ultima, pero no menos importante, amiga y fiel consejera: Ino Yamanaka. Una mujer de apariencia extraordinaria; siempre con su hermoso y largo cabello rubio sostenido en una coleta, con su tradicional flequillo cubriendo uno de sus enormes ojos azules. Piel pálida y tersa, además de una figura envidiada por muchas y anhelada por otros tantos. Por algo, era la modelo numero 1, además de estar a punto de diseñar su línea de ropa.

Hinata salió con una bandeja con 5 tazas (al final, decidió llevarles a todas) llenas de caliente y reconfortante café. Mientras se disponía a llegar al sofá, paso por uno de los espejos: semejante aspecto de monstruo que se estaba cargando encima. Miro de reojo a Ino: con sus impecables tacones negros altos (sin llegar a lo vulgar), su hermosa y estilizada blusa color negra con la parte superior al escote traslucida, su hermoso y fino saco purpura sobre sus hombros y su falda negra; además de llevar siempre una pulsera de plata con un corazón, que en su reverso decía: "This is my heart, please hold it forever."

Ese Sai, todo un romántico, y pensar que era alguien tan incomprendido... aun así, debería de pedirle consejos sobre estilo a Ino, pronto.

Apartando eso, Hinata se sentó en el sillón, mientras que sus amigas estaban todas en el sofá, con las piernas cruzadas y automáticamente dándole el primer sorbo al café, todas al mismo tiempo... como si estuvieran raramente sincronizadas.

—Eh... bueno, ¿Qué era eso tan feo de lo que Ino hablaba hace poco?—pregunto con cierta preocupación en su voz, a lo cual sus amigas intercambiaron miradas.

—Hinata.—hablo con valor Tenten.— Hace ya 4 meses que dejaste a Menma, se que puede ser duro para ti, pero...¿No puedes olvidarlo ya?

—No lo sé, me repito siempre que no vale la pena, pero, eso no me detiene todas las noches cuando lloro...

—Mujer, eres joven y bonita, agradable y sincera. Digo, como tú no quedan muchas, puedes encontrarte otro. Si, el primer amor siempre es importante, pero si es con una basura como Menma, sinceramente no veo por qué sufrir. Deja de llorar por algo que no vale la pena, ¿Crees que Menma se pasa las noches llorando? ¡No! Sal al mundo y demuestra que la Hinata de antes sigue ahí, y que ese patán no va a lograr que nada cambie.—Le dijo Tenten con cierto toque de furia y coraje en sus ojos.

—Tenten tiene razón, además, estoy segura de que para Menma, tus lagrimas no valen nada. Es duro para ti, considerando que eres una de las mejores personas que existen y te tocó encontrarte con un patán, pero no es justo ni para ti, ni para los miles de hombres que pedirían a los dioses una oportunidad contigo.—Apoyo Ino, mientras su expresión se volvía un tanto obscura y triste.

—Chicas, se que quieren apoyarme y lo aprecio como no tienen idea, pero, están muy extrañas...¿Pasa algo?—Musito Hinata, mirándolas a todas, quienes pusieron caras nerviosas y adoptaron en el sofá posiciones más tensas.

—Bueno...hay algo, pero...—Comenzó Temari, rascándose una de sus mejillas mientras le apartaba la mirada.

—Hina, tenemos que decirte algo, no es nada agradable.—Le confesó Sakura, al momento en que arrugaba la nariz.

No, eso no podía significar nada bueno. Siempre que Sakura arrugaba su nariz era señal de que le preocupaba algo, pero algo en verdad serio.

—Bueno, si es algo grave, pueden decírmelo. ¿Les paso algo?

—No, pero a alguien más si.—Comenzó Sakura, la cual miro rápidamente a Ino y después giro su cabeza con decisión para mirar a Hinata a los ojos.—Nos ha llegado a todas un sobre, es una invitación, no pensábamos decírtelo, pero, esta mañana estaba en tu puerta; al parecer también te invitaron, ¡Es algo sínico e indignante!—Proclamó Sakura realmente enojada, para después tomar bruscamente su taza de café y darle un enorme sorbo sin importar lo caliente de la bebida.

—Una invitación...¿Para qué?—Preguntó Hinata, la cual sintió como su mente le decía: "Cállate y no preguntes."

—Para una boda.—Contestó Ino, para luego poner sus manos a los costados de su cabeza, como intentando controlarse y pensar con claridad.

—Oh, una boda. Pero, ¿Quien se casa?—Pregunto inocentemente Hinata, la cual miro a Temari; esta solo miro hacia abajo con pesar. Tenten tomo la palabra y le dijo:

—Menma, Hinata. Menma se casa...

No... Tenten estaba bromeando. Menma no podía casarse y luego invitarlas a su boda, era imposible.

Todo era una broma...

¡Claro que lo era!

Lo era...¿Verdad?