CAPÍTULO 1: LA HISTORIA DEL NIÑO QUE RESCATÓ A SUS PADRES
Se sentía agotada. Esa era la única frase que podía definir en ese momento a todo lo que era Helga Pataki. Los brazos, aunque tratados con cremas y alguna que otra venda, le causaban ardor, y sentía las piernas como gelatinas, de esas que comía en la casa de Phoebe. Oh, asquerosa comparación, pensó, ya no vería a la gelatina de la señora Heyerdahl con los mismos ojos.
Apretó los párpados con fuerza, intentando dormir un poco más, pero parecía que el cansancio le estaba jugando otra mala pasada. Había leído en alguna página de internet que si una persona estaba lo suficientemente cansada, no podría dormir normalmente. Irónico lo que sucede con el cuerpo humano, un verdadero misterio. Quedándose en la misma posición pudo sentir los rayos de luz que poco a poco inundaban su habitación, a pesar de que las cortinas estaban corridas.
- Genial – susurró colocando la almohada encima de su rostro. ¿Es que no podría darse el suficiente descanso?, De veras lo necesitaba.
- TIC! TIC! TIC! TICCCCCCCCCC!
El reloj despertador había hecho su entrada y se lamentó realmente que a alguien se le hubiese ocurrido inventar ese endemoniado aparato, tal vez si no existiera, la gente sería más feliz, quizás hasta existiera la paz mundial y no habrían cachorros hambrientos vagando por las calles, quizás hasta los helados Jolly Olly serían gratis para todos.
- Helga abrió los ojos frotando sus dedos en ellos y pesadamente logró sentarse encima de la cama, dejando caer las sábanas al suelo.
- Cariñoooooo- Una voz la sacó de su altergamiento.
- ¿Qué quieres Miriaaaammm? Ya estoy despierta por si quieres saberlooooooo!- gritó tratando de que la escucharan del otro lado de la puerta de su habitación.
- ¿Ehhh?, claro cariño, claro. Baja por favor querida, estamos esperándote para el desayuno.
- Si!, Ahora déjame cambiarme y vete de mi puertaaaaaaaaa – contestó gruñendo.
- Te esperamos cariño…
La rubia bufó. Todo ese teatro cada vez que Olga venía a casa. No te preocupes Helga – se dijo asimisma - Solo faltan 8 años para que seas mayor de edad y puedas hacer de tu vida lo que quieras, solo cálmate nena.
Entró a la ducha, se frotó lo más que pudo evitando por supuesto rozar sus heridas, no le gustaba el dolor que le producían. Se secó el cabello y se vistió con su clásico vestido rosa que tanto le gustaba.
- Eres rosa niña, eres definitivamente rosa – Dijo mirándose al espejo - tan rosa que ni siquiera el color debería llamarse rosa…sino Helga…blanco, azul, negro, amarillo, helga, verde…helga debería ser la combinación entre el blanco y el rojo.
- Cariño?, estás hablando con alguien?
- Grrr – apretó los puños molesta cada vez que la interrumpían – estoy hablando con mi quinta personalidad psicopática Miriammmm!
- Eh?...que bueno querida…la leche y los bocadillos ya han sido servidos, baja antes de que enfríen.
Helga salió de su cháchara interna y se acercó a la perchera buscando por inercia el lazo rosa para colocárselo en el cabello. Después de mover un tanto sus dedos y no tener resultados miró hacia arriba, directamente al perchero.
- Dónde demonios está…- En ese momento reaccionó y pudo darse cuenta qué era lo que había pasado con su lazo rosa – Arnold…
Se estremeció. Como una ola gigante, como una avalancha, un paquete de recuerdos cruzaron su mente de golpe y recién, solo en ese momento, pudo comprender cuál era la realidad en esos instantes. Arnold tenía su lazo, por supuesto, se lo había dejado.
Después de haber saltado las cataratas sagradas y haber sobrevivido de milagro, Arnold se había hecho una enorme laceración en la pierna derecha, lo que había hecho que no pudiera moverse por el dolor que le producía. Helga, que había sido sacada de las aguas por el mismo Arnold, a un lado de la orilla del río, lo único que pensó fue en detener el sangrado, usando su apreciado lazo rosa, que había significado tanto desde aquel primer día en la guardería.
- Oh amado mío – comenzó a divagar – pudimos haber muerto o nunca haber salido de esa selva. Gracias a todos los ángeles que te acompañan, pequeño frasco de bondad, que logramos encontrar a tus padres y a todos los de la escuela. Oh mi amor, me duele el corazón al saber que tú…tú…tú…- Helga comenzó a tartamudear y abrió los ojos enormemente. Corrió hacia el velador ubicado al lado de su cama. Abrió rápidamente el primer cajón y allí estaba. La gorra, por todo lo sagrado en este increíble y desatinado mundo, la gorra celeste, ¡la gorra!
Helga pestañeó varias veces, y colocó una de sus manos sobre la cabeza. Un día antes ella tenía puesta la gorra. Todas sus fantasías soñadas tantas noches oscuras se habían hecho realidad aquel día. Arnold le había entregado su gorra, cuando había comenzado a sentirse mareada por el sofocante calor que se formaba en su cabeza por el agobiante sol de Costa Rica. Tomó el gorro y lo acarició con su rostro, aspirándolo luego.
- Oh Arnold tu perfume de hombre sigue impregnado – soltó extasiada – oh mi querubín de cabeza graciosa y peculiar, siempre has sido tan sensible y buena persona, tanto que a cambio de mi lazo me prestaste tu gorra, esa gorra que tanto amas, todo para que no me rindiera ante las condiciones infrahumanas de la selva y luego…
Una emoción que comenzaba a crecer ferozmente desde su estómago hacia el pecho le abrumaron totalmente, dejándole caer sobre la cama nuevamente.
- Arnold…me besó - Helga soltó la gorra a un lado y tocó sus labios – Arnold me besó…me besó…ahhhhhhh – suspiró dando vueltas frenéticamente en la cama – pensé que era un sueño, pero no, es la hermosa realidad que me sorprende en esta vida de miseria y conformismo.
- Cariñoooo, ¿te dije que te estamos esperando para desayunar?
- ¡Rayos Miriam! – se levantó de golpe guardando la gorra en su velador nuevamente. Se colocó las zapatillas y salió de la habitación silbando una tonada pegajosa que últimamente había escuchado en la radio.
Al llegar al comedor pudo observar a su padre riendo a grandes carcajadas, mientras que su madre sonreía acomodándose los anteojos y la hermosa y perfecta Olga movía lentamente una cucharilla dentro de una taza de café recién hecho.
- Ah!, Ahí está nuestra salvadora! Jajajajaja – gritó Bob Pataki observando quien había aparecido – Siéntate pequeña, sólo siéntate y disfruta de este gran desayuno jajajaja!
- ¿Se puede saber qué es lo que sucede aquí?- refunfuñó Helga mientras se servía un panecillo con mantequilla.
- Son buenas noticias querida, es que tu padre se…
- Deja que yo hable Miriam – cortó el marido – Es que tu padre se convertirá en el hombre más rico de Hillwood..
- ¿Otla bes com eso?- respondió Helga masticando el panecillo - Nuevamente quieres destruir el vecindario o algo?
- Aún mejor que eso niña- respondió el hombre con aire triunfante- no necesité hacer nada.
- Bob, o ya te volviste loco o…
- Papi!, ya va a comenzar!, mira la tv, mi hermanita bebé se alegrará al escucharlo- interrumpió Olga señalando hacia el aparato electrónico
- Oh claro Olga, shh, hagan silencio.
Bob Pataki tomó el control remoto y girando un poco su silla hacia el televisor, aumentó el volumen. Comenzaba el noticiero de las mañanas. Una reportera pelirroja con el cabello enmarañado aparecía en pantalla.
- Hola, me escuchan - dijo la mujer acomodando un tanto el micrófono que tenía enganchado en la blusa – ok, creo que si. Ujum. Buenos días televidentes, les deseamos que tengan una buena mañana de sábado
- Claro que sí Jill – se escuchó la voz de un conductor que permanecía en estudios – Buenos días también para ti …
- Buenos días Steve – respondió la pelirroja
- Y bien, qué historia nos traes el día de hoy cariño – se escuchó la voz ronca del otro lado.
- Oh si, este fin de semana les traigo una historia hermosa de constancia, fuerza, valentía y amistad.
Helga afinó bien los ojos. El lugar en el que se encontraba la mujer, se le hacía muy conocido.
- Un niño buscando a sus padres, una búsqueda desesperada por la selva y el apoyo de un grupo de niños por ayudar a un amigo. El día de ayer se desarmó una banda de narcotraficantes mundialmente conocida como "La banda de la sombra". Estas malvadas personas habían mantenido amenazada a toda una raza de aborígenes dentro de la selva Costaricense, solo por almacenar la mercancía y proveerla. Y es ahí donde entran Estela y Miles Shortman, una pareja de investigadores que dedicaron su vida a apoyar y ayudar a estas pobres personas, olvidadas por las autoridades.
Helga abrió los ojos de par en par. No podía ser cierto, pero es que cómo se habría enterado la prensa de…
- Sin embargo, esta pareja de buenos samaritanos tuvo que dejar toda su vida atrás, inclusive a su pequeño hijo de 1 año.
- Oh vaya Jill, eso si que es algo muy triste, entiendo cómo pudieron haberse sentido. Solo el dejar a mi pequeña Melanie por las mañanas me rompe el corazón, no puedo imaginarme lo que pudieron haber sentido los Shortman – expresó el hombre.
- Así es Steve. Pero, cuando su hijo hubo crecido, decidió emprender la búsqueda para encontrar a sus padres, logró viajar a la selva con toda su clase y se internó en la selva sólo para volver a verlos, a unos padres con los que ni siquiera habría podido tener una sola conversación, ya que era muy pequeño cuando partieron, como para hacerlo.
Helga comenzó a sentir que algo hervía dentro de ella y una furia creciente hizo que volteara a ver a Bob Pataki, quien seguía ensimismado frente a la pantalla del televisor. De pronto, se distrajo al escuchar una voz familiar.
- Jill, creo que tienen algunos testimonios ¿es cierto lo que me dicen aquí en estudio?
Es correcto Steve, algunos de sus compañeros pudieron darnos algunos detalles. ¿Tienen el video?, oh, creo que entonces tendremos que…
Cambió la imagen de la pantalla y apareció un niño regordete con una curita en el rostro, que comía un sándwich de jamón.
- Ommm…ya ebtamo al aire?, Tam grabamdo? – el niño tragó el pedazo de emparedado y se rascó la cabeza
- Pequeño – Apareció un hombre bajito con bigote, al lado del niño, acercando el micrófono hacia la boca del niño – quiero que nos cuentes que pasó, hemos visto que se ha detenido a la banda de narcotraficantes y hemos visto que ustedes han tenido algo que ver, ¿verdad pequeño?, ¿puedes contarnos que hay detrás de esto?
- ¿Oh? – expresó el regordete mirando al vacío – Oh si..ujum…fuimos a la selva con Arnold.
- ¿Quién es Arnold? – interrogó el hombre
- Arnold es nuestro amigo – apareció en la pantalla un niño alto para su edad, de cabellos tiesos y una nariz puntiaguda – Él se ganó un viaje para toda la clase a Costa Rica..hola mamá
- Si- interrumpió un niño mas bajo y narizón- y fuimos a la selva, y nos encontramos con animales peligrosos y nos enfrentamos con…con…una anaconda!
- Si – se metió el del peinado puntiagudo – Agarramos a la anaconda y le dimos diez vueltas…y la matamos…la mató Harold porque se sentó encima, jajajajajaja
- Pobre anaconda jajaja- continuó el narizón – debió haber quedado aplastada jajajaja
- Oigan!- interrumpió el gordo- no es gracioso!... Yo tomé la anaconda gigante y le doblé la cabeza…, le dije a la anaconda, crees que podrás conmigo serpiente de feria?...Entonces la estrujé, le hice una llave de…
- Ujum- carraspeó el reportero- es interesante. Pero, qué pasó con su amiguito Arnold?
- ¿Arnold?- dijeron los 3 niños al unísono dejando de lado su conversación – encontró a sus padres
- ¿Sus padres?, ¿estaban perdidos sus padres?
- Es muy triste- mencionó el alto- Arnold no vivió con sus padres por mucho tiempo, lo criaron sus abuelos.
- Así es – dijo el narigón- unos abuelos muy locos.
Entonces su amigo, fue solo a la selva, por si mismo, para encontrar a sus padres perdidos?
- Oiga no fue solo- dijo Harold – fue con nosotros y con toda la clase.
- Pero quien encontró a sus padres fue la señorita Helga –comentó el alto
- Si…eso fue muyyy extraño….fuera de este mundo – le siguió el narizón de la chaqueta de cuero y gorra verde.
- ¿Quién es la señorita Helga?, ¿Es amiguita de ustedes?
- Una vez fue la novia de Stinky, eso si definitivamente fue fuera de este mundo jajajaja – se burló el narigón.
- Errr….bueno, eramos jóvenes en esos momentos, no sabíamos lo que queríamos en realidad – respondíó sonriendo nerviosamente el niño llamado Stinky.
De pronto Helga se encontró con el rostro molesto de su padre, quien la miraba alzando la uniceja.
- ¿No eres muy pequeña para eso?
Helga gruñó. Malditos fenómenos, esperen el momento en el que los vea por la calle, desearán no haber conocido a Helga G. Pataki – pensó.
- Si, pero esa matona rescató a los padres de Arnold de la muerte, los hombres malos los tenían aprisionados, y ella entró por la ventana – continuó el regordete.
- No, entró por el techo, destruyó el techo de paja con Betsy
- ¿Quién es Betsy? – interrogó el reportero cada vez más confundido por tantos nombres
- Betsy y los cinco vengadores – aclaró Stinky fingiendo golpear con los puños cerrados al aire– los puños de la señorita Helga.
- Oh…jejeje- continuó el hombre del bigote sonriendo – parece que esa niñita es bastante fuerte.
- Ni que lo diga – continuó Harold- es capaz de destrozar a todo el sexto grado ella sola, …..huuuu…da un poco de miedo.
- Así que Helga rescató a los padres de Arnold, parece ser que esta niña es una personita muy interesante. Estimados televidentes, averiguaremos quién es esta pequeña y por qué a tan temprana edad tomó la responsabilidad de arriesgar su propia vida por ayudar a un compañero en problemas. Esto puede ser un caso de amistad invaluable.
La imagen se congeló y se escuchó la voz del periodista que permanecía en el estudio de grabación.
- Ante esto fuimos a buscar a la niña, pero la encontramos dormida en su casa. Sin embargo, nos atendieron amablemente sus padres y hermana, quienes estaban velando por el descanso de la pequeña. A continuación, el testimonio.
La imagen nuevamente cambió
- Señores Pataki buenas noches – Se vió nuevamente al hombre bajito, pero esta vez sentado en la sala de los Pataki, frente a Big Bob, quien permanecía sentado en su sofá. A su lado se encontraban de pie, Olga saludando con los dedos de forma elegante y a Miriam Pataki posando una de sus manos sobre el hombro de su marido.
- Buenas noches Sr. Rizotto – saludó el hombre robusto.
- Ejem…es Rizetti – corrigió el hombre del bigote – Y bueno, después de haber investigado sobre este caso, nos hemos encontrado con la sorpresa de que uno de los motores para que estos delincuentes no se salgan con la suya y que el niño Arnold Shortman se reencuentre con sus padres, fue su hija, Helga. ¿Ustedes lo sabían?
- Oh…pues no en realidad no, Sr. Ricino – Bob se acomodó sobre el sofá abriendo aún más las piernas- pero nuestra hija es muy especial para nosotros. Cuéntales Miriam.
- Si, claro- continuó la mujer acomodando por enésima vez las gafas – Es nuestro pequeño ángel que…
- Si, si, si…suficiente mujer….como le decía – cortó Big Bob – esta niña ha salvado el vecindario de ser destruido
- Su vecindario?, vaya es increíble – comentó el periodista.
- Si, es como si tuviera ese don de hacer cosas buenas y esas otras cosas religiosas. Ha salida muy parecida a su padre jajajajaja – rió el hombre de la uniceja – tanto como mi hija Olga, que ha triunfado en tantos campeonatos como granos tiene la playa.
- Oh, qué bueno…, pero en cuanto Helga…
- Pero eso no es todo, ella también estuvo a a punto de ganar un trofeo de deletreo..
- Errr- interrumpió el periodista – Sr. Pataki, creo que nos estamos desviando del tema…
- Oh..no, no, claro que no- sonrió ampliamente la cabeza Pataki- esa niña se dejó ganar por ese niño Alfred. Nadie es tan tonto para olvidar deletrear "Traza".
- Es Arnold papi – corrigió Olga de forma encantadora.
- Si, Arnold, gracias cariño – continuo el hombre.
- Guau..- continuó el periodista- Entonces ella ya ha hecho cosas buenas por su compañero desde antes.
- Si, como por ejemplo ayudarlo a ganar el concurso por el día del padre e hijo. Ese concurso ya lo teníamos en el bolsillo, pero la niña habrá hecho algo para que su amiguito cabezón lo gane.
- Hum…es una sorpresa…- mencionó el reportero. Luego con una expresión un tanto inquietante para Helga preguntó – Y si ha hecho tantas cosas por su amiguito, ¿Cuál cree usted que haya sido el motivo?
Helga quedó quieta. No podía creer que estuvieran hablando de ella y de Arnold en la televisión, en el noticiero de la mañana, donde todo Hillwood seguro estaría pegado en esos momentos a la pantalla de sus televisores.
- Errr- quedó pensando unos segundos el hombre- eso está claro Sr. Ricitos.
- Es Rizetti.
- Sí, eso dije – continuó restándole importancia al nombre – El niño no tiene padres, oh, pues antes no tenía. La niña sintió pena por el chico, que vida tan desgraciada puede haber llevado sin tener a sus padres al lado. Aunque están esos viejos locos que lo crían, pero por supuesto no pueden ofrecerle la seguridad que una familia estable si podría.
- Qué Irónico – pensó Helga al escuchar las palabras de su padre en el video.
- Si, entiendo Sr. Pataki, entonces su hija, viendo que podría cambiarle la vida a su amiguito, se atribuyó la difícil misión de devolverle a sus padres, a pesar de arriesgar su vida en ello.
- Si, exacto, refleja perfectamente el apellido Pataki.
- Permítame decirle señor Pataki, su niña es una santa.
- Así es, es una niña muy madura para su edad, a pesar de que a veces no puedo estar todo el tiempo con ella por mi negocio de celulares inteligentes.
- ¿Celulares inteligentes Sr. Pataki?
- Es correcto amigo – Bob se volvió a acomodar en el sofá inflando el pecho esta vez – Big Bob Pataki se ha renovado y también sus tiendas. Luego del éxito de los localizadores decidimos darle a nuestros clientes algo más, algo que los haga felices. Y eso son los celulares inteligentes, con la última tecnología traída desde USA asi como de Japón. Pronto sacaremos un paquete especial, el paquete Helga.
- ¿El paquete Helga?, ¿Y qué vendría en ese paquete Sr. Pataki?
- Oh, la historia de mi pequeña para que todos la puedan conocer, una historia inspiradora para que todos los jóvenes que están desorientados vuelvan al camino y sepan que todo lo podrán lograr, tal como mi pequeña hija Ol…Helga…..
- Vaya – el periodista se volvió a las cámaras- Y así tenemos una historia peculiar, una niña con un corazón de oro salvando la vida de los padres de su compañero. ¿Y por algo a cambio?. No, solo por querer que un amigo recupere la alegría de tener una familia nuevamente. El paquete Helga es una sorpresa y puede ser una buena oportunidad para inspirarnos, a la vez que tenemos un celular útil, funcional y divertido que permitirá tomar fotografías de alta resolución, chat's en vivo, tener un asistente personal, juegos para los pequeños y mucho más. Aquí yo tengo el mío. Muchas gracias por el obsequio Sr. Pataki.
- De nada Sr. Rocendo. En Big Bog's sólo queremos hacer feliz a las personas.
- Eso es todo queridos amigos. La inspiración que necesitamos hoy en día.
Helga dio un golpe en la mesa.
- ¿Es una broma?, ¿Yo una santa?
- Estamos orgullosos de ti cariño – sonrió Miriam con una voz cansada.
- Si hermanita bebé, fue muy valiente de tu parte ayudar a tu amiguito Arnold solo para que pueda ver a sus papis nuevamente. Eres una señorita muy valiente.
- Asi es Helga- continuó Bob Pataki – con esto las ventas por internet aumentarán, la gente se volverá loca por tener un paquete Helga. Si se te acerca algún periodista solo debes decir que ayudaste a salvar a los padres de ese niño.
- ¿Y yo qué gano con esto Bob?- se quejó Helga entornando los ojos.
- Dinero niña, te aumentaré la mesada.
- Dinero y permiso hasta quedar fuera por lo menos hasta las diez de la noche sin que me grites al regresar, además de entradas para el show del Monster Truck, entradas ilimitadas para el parque de diversiones, y snacks en abundancia solo para mi, nadie puede poner sus sucias manos en ellos excepto Phoebe cada vez que se quede en casa.
- Grrr- Bob miró a la niña rubia quién lo observaba expectante – está bien, está bien, te cumpliré tus caprichos, pero recuerda, tenemos un trato.
- Hecho – respondió altanera dándole la mano a su padre y así sellaron su negocio.
Volvieron a ver al televisor cuando apareció la periodista pelirroja nuevamente, se estaba acomodando el vestido cuando pudo notar que nuevamente estaba al aire.
- Oh, hola nuevamente, luego de ver el video, estamos frente a la casa del protagonista de esta historia, Arnold Shortman, el niño que pese a todas las adversidades, luchó por encontrar a sus padres. Bien, veamos si nos pueden atender.
La periodista se acercó a la puerta de la casa de huéspedes y tocó el timbre. De pronto sonaron unos maullidos, ladridos y un ¿gruñido?
La puerta se abrió y un grupo de animales salió corriendo enredándole las piernas y haciendo que perdiera el equilibrio, sino fuera porque un pequeño hombre de cabellos rojos la tomó en sus brazos, ésta hubiera caido al suelo.
- Oh, disculpe- dijo la periodista sorprendida.
- Err…jejeje- sonrió el hombrecito mostrando su amplia y desgastada sonrisa- usted es de la televisión, la vimos cuando estábamos desayunando.
- Así es- la mujer se reincorporó siendo muchísimo mas alta que el hombre.
- Soy Ernie, un gusto el conocerla querida.
- Err. Ernie, digame – continuó la periodista acercándole el micrófono al rostro- ¿aquí vive Arnold Shortman?, ¿Se encuentra en casa?.
- Oh si, claro...yo siempre he sido como un padre para el muchacho…hey Arnold!, acércate muchacho, te busca una señorita encantadora jejeje.
Apareció entonces en el pórtico una cabeza en forma de balón de futbol americano, sin duda era Arnold. Helga suspiró.
Arnold estaba en pijama de osos, despeinado y mirando tímidamente a la cámara.
- Err…discúlpennos, nos encontramos desayunando y …
- Oh, pero miren, aquí está el niño que nunca se rinde, el chico que luchó contra todo para encontrar a sus padres.
- Eh, bueno gracias, pero yo tengo que regresar adentro y…
- Vamos muchacho- lo alentó Ernie peinándose con la mano y mirando fijamente a la periodista quién se notaba incómoda – Cuéntale a la hermosa dama como encontraste a tus padres.
- No creo que sea el momento para…
- KIMBA!- una anciana salió del lugar vestida de niña de la selva, una niña muy vieja – KIMBA!, ATENTO!, ELLOS SON LOS ENEMIGOS!, ATRÁS MALDITOS CORSARIOS! ATRÁS!
El camarógrafo retrocedió un tanto y la cámara cayó al piso, dejando ver un ángulo distinto.
- Puki, vieja loca!- salió otro anciano, aparentemente su marido, quien tenía los tirantes abajo y sostenía sus pantalones con ambas manos- Deja que el niño se está haciendo famoso.
- OHHHH! – gritó la anciana –NO LES DEJAREMOS GANAR!
- Ahhhh – gritó la periodista cuando la anciana movía su brazo derecho como una espada y le apuntaba ferozmente.
El anciano se acercó rápidamente para evitar que la joven mujer saliera golpeada, y en su intento por tomar las manos de su esposa, soltó sus pantalones y estos cayeron al piso.
- Ahhhhh! – volvió a gritar la pelirroja tapándose los ojos con ambas manos.
- Oh, perdón, es que mis pantalones son muy juguetones, sabe?- el anciano tomó rápidamente sus pantalones y los volvió a subir, colocándose los tirantes al instante.
Olga, en la casa Pataki, se tapó los ojos. Miriam dejó caer el panecillo que había comenzado a comer. Bob expresó un "Vaya, tenía razón, si que esos viejos están muy locos". Mientras Helga rió estruendosamente soltando un "Ese abuelo es genial en verdad, jajajajaja".
Mientras tanto Arnold, movía la cabeza de un lado a otro, mirando al piso, avergonzado y con las mejillas totalmente sonrojadas.
- Pero, ¿qué sucede aquí?
De pronto todos voltearon al lado derecho, y la imagen cambió. El camarógrafo había tomado nuevamente la cámara y enfocaba ahora a una pareja que llevaba unas bolsas. Una mujer de cabeza muy parecida a la del niño y un hombre rubio, alto con cabellos alborotados.
- ¿Y ustedes son…? – la periodista se olvidó de todos los que estaban a su lado en el pórtico y centró su atención en los nuevos personajes que habían aparecido en escena.
- Somos los Shortman- respondió de inmediato el hombre rubio, recibiendo tras esto un codazo por parte de su aparentemente esposa.
- Amigos televidentes, es una sorpresa, estamos frente a los investigadores que pudieron descubrir las fechorías de "La Banda de la sombra", quienes pasaron tantos años en la selva por la defensa de pobres indios olvidados por…
- No son indios- interrumpió la mujer castaña – los indios vienen de la India, son aborígenes. Ellos son aborígenes Costarricences.
- Oh vaya, usted es muy apasionada respecto a lo que hace Sra. Shortman.
- Claro Stella es una mujer increíble, una vez construyó un puente ella sola, cuando los ojos verdes no sabían cómo hacer para cruzar un precipicio muy peligroso que…
- Miles, cariño- habló Stella dando una sonrisa un tanto forzada- no es momento de hablar de ello. Discúlpennos por favor, tenemos un desayuno que nos espera, queremos pasar el mayor tiempo con nuestro hijo. Arnold, cariño, ¿puedes colocar este pastel en la mesa? ¿puedes sacar los cubiertos que sean necesarios para que todos podamos comer.
- Claro- respondió Arnold sonriente y notándose ligeramente aliviado, adentrándose en la casa y desapareciendo de la imagen.
- Si nos disculpa señorita.
Stella entró a la casa jalando a su marido, a los ancianos y cerrando la puerta tras de sí.
- Y así queridos teleespectadores, conocimos a los Shortman. Parece ser una familia peculiar con una gran historia detrás. En estos momentos quieren pasar el mayor tiempo con su hijo, lo dijo la madre del niño. Y nosotros no podemos sino regalarles el tiempo de calidad que esta familia necesita. Pero no se preocupen, esto no queda aquí, seguiremos informando sobre cómo les va y trataremos de que los propios protagonistas nos cuenten su historia.
- Errr- intervino el hombre pequeño que aún estaba al lado de la periodista- si quiere yo podría contarle los detalles. Podríamos ir a un café, en un lugar más privado y allí yo podría..
- Quizás en otra ocasión- respondió cortante la pelirroja alejándose del hombre bajito – Eso es todo Steve, volvemos a estudios.
- Gracias Jill, y en otras noticias, el primer ministro de…
De pronto Big Bob cambió el canal. Apareció en pantalla un juego de futbol americano, era un especial de las mejores jugadas de los últimos diez años.
Helga terminó de dar el último sorbo de su jugo de naranja, hecho "especialmente" por su hermana mayor. Se levantó, dejó los platos en el fregadero, dejándolos limpios sino Olga tendría que darle un tiempo para "aprender juntas", como ella lo llamaba; y subió a su habitación nuevamente, justificándose que pasaría la tarde con Phoebe.
En su cuarto, tomó su diario, escribió unas cuantas líneas, emocionadas y llenas de sentimiento por su musa de cabellos dorados, sin olvidar comentar acerca del asunto de los pantalones caídos del abuelo Phil. Soltó una risa nuevamente. Eso valía oro, tal vez buscaría la manera de conseguir de parte de la emisora el video, sabía que alguna vez le serviría, tal vez para chantajear a Arnold en algún momento que fuera necesario.
Recogió su mochila rosa, guardó su juego de video, para usarlo cuando llegara a la casa de Phoebe, empacó unos cuantos snacks, patatas fritas, bolitas de queso y demás, la gorra de Arnold, y se colocó el relicario con la foto de su amado. Suspiró nuevamente al ver su rostro. Oh, Arnold, ahora que me besaste, tal vez, solo tal vez, podamos llevarnos mejor – pensó Helga ensimismada. Cerró su mochila, se la colocó con mucho cuidado sobre los hombros, ya que aún sentía ardor por las heridas y se dirigió a la entrada.
- Hermanita bebé, ¿no crees que sería mejor que descansaras un poco más?, tus heridas son muy recientes y no quisiera que te doliera más de lo que debería – le llamó Olga mirándola a la entrada de la casa.
- Gracias por la preocupación Olga, pero ya estoy bien – mintió Helga de forma cortante - no siento nada.
Helga salió de la casa a paso firme y con ganas de divertirse con Phoebe, contarle lo que había pasado con Arnold, que tenía su lazo rosa, que ella tenía su gorrita. Contarle el episodio del beso. Oh, si, el beso, un beso tan inocente que no tenía la pasión que ella ansiaba, pero que de igual modo la había hecho comenzar a volar.
