Titulo : Ryoga vs el Corre Caminos
Titulo Original: Ryouga vs. the Road Runner
Autor: Rowan Seven
Traductor: Alberyck
Nota: Ranma 1/2 y Looney Tunes pertenecen a sus respectivos creadores y dueños de derecho de autor, y así los personajes y otros en esta historia no me pertenecen. Y no estoy haciendo alguna ganancia financiera al escribir esta historia.
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Parte I
El quemante desierto se expandía hasta donde los ojos podían ver en cualquier dirección, una tierra de secos colores, escarpados contornos, y parecidamente ilimitada cantidad de rocas y arena con solo algún ocasional cactus que proveía alivio a la monotonía. Era una triste vista llena con un silenció que solo existía lejos de la civilización, en lugares que habían existido antes de la usurpación del hombre y que podría perdurar mucho después de que las ciudades humanas se reduzcan a polvo.
"¡¿Donde rayos estoy ahora?!"
Un silenció que ahora era quebrantado por el inquisitivo grito de un hombre. Ni recibiendo ni esperando una respuesta, el Joven Eternamente Perdido suspiro, reajustando las correas de su pesada mochila alrededor de sus hombros, y sin muestras de cansancio continuo. Había estado vagando por este desierto por casi una semana, y mientras apreciaba la paz y la quietud que la naturaleza ofrecía esto era mas de lo que podía desear estar sin escuchar la vos de un ser humano, aunque fuese solo la suya propia. Además, gritar a todo pulmón podía atraer a personas que no sabrías que estaban ahí de otro modo. Eso también causo una avalancha y atrajo la indeseada atención de un yeti una ves, pero nunca sabes sí no lo intentas y él no creía que necesitase preocuparse por algún monstruo de las nieves en estas temperaturas.
Sacudiendo su cabeza para aclarar tales ridiculeces, Ryoga Hibiki continuo con su interminable viaje en buen silencio. El joven muchacho usaba una bandana moteada de negro y amarillo alrededor de su frente y negro cabello y estaba vestido en una camisa amarilla y pantalones marrones. Un paraguas rojo estaba sujetada a la cima de su mochila, y un par de tristes pero determinados ojos marrones. Sí aquel joven estaba siendo afectado por los elementos él no lo mostraba, poderosa figura y largas zancadas rápidamente cubrían las vasta distancia ante él a pesar del inmenso peso que estaba cargando. Después de estar tanto en los caminos, ni el sol ni el calor le perturbaba ahora.
Finalmente, el viajero llego hasta su primer signo de civilización en días y se detuvo, una leve sonrisa cruzo por sus facciones y revelo sus pequeños colmillos. Ante él, parecidamente expandiéndose hasta en el infinito fin del desierto mismo, estaba una pavimentada carretera de concreto. Con una silenciosa plegaría de agradecimiento a los dioses, Ryoga salto los varios metros que le separaban de la autopista, y aterrizo tranquilamente en la superficie artificial. Dando rápidas miradas tanto a la derecha como a la izquierda y viendo que ninguno lucía mejor que el otro, escogió una dirección al azar y comenzó a caminar junto al borde de la carretera.
"Heh, esto es grandioso," Ryoga remarco para sí, casualmente tomando un pequeño librete del bolsillo izquierdo de su pantalón y husmeando en el en busca de algo. "Debe de haber una señal en algún punto de esta carretera eventualmente y quizás aún una villa, y una ves que sepa donde estoy podré imaginar como llegar hasta el antiguo terreno de entrenamiento del que leí en esta libreta. ¡Entonces, luego de completar mi entrenamiento, finalmente seré capaz de vencer a Ranma y confesarle mis sentimientos a Akane! Oh Akane, por favor espera por mi…"
El ojos de joven se volvieron iluminados cuando empezó a perderse en su encantado sueño, pero antes de que su fantasía pudiese causarle el perderse, el Joven Eternamente Perdido fue traído a la realidad por un ruido que pronto podría llegar a temer y detestar casi con tanta intensidad como el nombre Ranma.
"¡Beep-Beep!"
Haciéndole saltar de sorpresa a pesar del masivo peso en sus hombros, Ryoga inmediatamente giro y asumió una estancia defensiva para encarar a lo que sea que llego hasta él. Rápidamente se relajó cuando vio a lo que le había asustado, e incluso rió por dicha situación. De pie a menos de una yarda de distancia estaba un pájaro alto azul y lavanda diferente a cualquier otro que Ryoga hubiese visto antes, alcanzado quizás unos cuatro pies de altura con largas y delgadas patas, un pico naranja, y plumaje azul sobre su cabeza. El ave miro al viajero con inusualmente afables ojos para un animal que parecía destellar con gracia.
Ryoga sacudió su cabeza otra ves, riendo a lo absurdo de la escena. Aquí estaba él, un errante artista marcial que había enfrentado a todo desde fantasmas hasta demonios y había sido asustado por un pájaro de todo lo que hubiese conseguido acercársele sin que él lo notase. "Feh, imagino que aún necesito mejorar mi concentración sí estaba tan distraído que no te escuche llegar. Bueno, no hay nada que hacer excepto entrenar más." Se inclino cortésmente hacía el ave una ves, con una incaracterística sonrisa aún en su rostro. "Gracias por la lección. Ahora, sí me disculpas, debo seguir mi camino."
"¡Beep-Beep!"
Antes de que el Joven Perdido pudiese voltear, el ave repitió este sonido y con una velocidad más rápida que algo que hubiese visto antes lo rebaso y despareció en la distancia. El gran fuerza tras el paso de la criatura hizo girar al joven varias veces, causándole que deje caer su libreta antes que él también cayese al suelo desordenadamente.
"¡¿Qué demonios fue eso?!" Ryoga gruño desde el concreto, no más estando divertido por la situación. Murmurando para si, estiro uno de sus brazos para ponerse de pie cuando repentinamente, inesperadamente, y con casi tanta velocidad con la que aquel pájaro lo había derribado, un anormalmente grande, marrón, y extrañamente bípedo coyote corrió por la carretera y, indiferente a la precaria situación del humano en su camino, paso por y sobre la cabeza del Joven Perdido.
Levantando su cabeza del concreto por segunda ves en el día, Ryoga suspiro y sacudió su cabeza. "El mundo es un lugar oscuro y solitario," murmuro reflexivamente cuando se puso de pie, su mente llena con incaracterísticos pensamientos de violencia hacía los animales. Ahora de pie, se agacho para recoger su pequeña libreta el cual de acuerdo con las coincidencias que seguían a los Desquiciados Habitantes de Nerima había caído cara arriba y mostraba una pagina que convenientemente ilustraba al ave que Ryoga había visto. Sorprendido y curioso, el joven trajo el libro más cerca a su rostro y leyó en vos alta los datos ahí escritos.
"El Desafío del Correcaminos – Uno de las famosas Antiguas Capacitaciones Marciales Extremas (ACME), solo los más perseverantes y talentosos artistas marciales pueden esperar completar este desafío. Aquellos quienes persigan y tengan éxito en capturar al correcaminos conseguirán inigualable velocidad y resistencia física por sobre la comprensión por dicha experiencia, pero el camino hacía la victoria contra el correcaminos es difícil y doloroso. No temes este desafío a la ligera."
Ryoga sonrió tenazmente y retorno la libreta a su bolsillo. "Incomparable velocidad y resistencia ¿eh? Yo soy bastante fuerte, pero me gusta como suena esto. ¡Hehe, una ves que haya superado este desafío Ranma no tendrá oportunidad contra mi!" Giro a lo que asumía era el este, una sería mirada cubría su rostro. "Perdóname por quedarme lejos por tanto tiempo y dejarte sola con el travesti ese, Akane, pero esto es por un bien mayor y pronto Ranma no será capas de meterse entre nosotros. Hasta el día en que retorne con la habilidad de derrotarlo, cuídate por favor. Estarás en mi corazón."
Frase dicha, el rostro de Ryoga se volvió un rictus de determinación y se impulso tras las veloces formas del correcaminos y el coyote que apenas había conocido, inconciente de que estaba cometiendo el mismo error que Genma. Mejor dicho, sí hubiese volteado a la siguiente pagina en su libreta él podría haber visto numerosas exclamaciones, marcas y precauciones acompañadas por varios dibujos que claramente ilustraban dolor y peligro, y toda clase de advertencias en contra de intentar hacer lo que él estaba ahora decidido a hacer.
Por supuesto, bajo normales circunstancias Ryoga podría haberse vuelto de seguro perdido luego de cinco minutos de todos modos y terminar en cualquier lugar desde el Wal-Mart en el reino perdido de Atlantis hasta el closet de la casa Tendo sin importar si hubiese decidido perseguir al correcaminos ó no, pero estas no eran circunstancias normales. Al menos, no normales en el sentido que estaba reservado para la mayoría de la humanidad. En el caso especial de Ryoga, a causa de que perseguir al correcaminos sostenía más potencial para vergüenzas, frustraciones, y daños personales de lo que ofrecía aún Nerima (solo por que esta era una semana lenta), el evadió los giros y vueltas que podrían haberlo llevado a una comparativamente más segura aventura que podría ser inmiscuirse en los esfuerzos del Inspector Gadget por estropear los planes de Carmen San Diego por apoderarse del artefacto del tiempo conocido como el Phoenix Gate (Portal Fénix), pero en ves de eso se mantuvo corriendo en línea recta.
En otras palabras, el universo estaba listo para tratarlo… rudamente.
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"¡Beep-Beep!"
-Velocitus Incredibulus-
"..."
-Caninus Carnivorus Rex-
"¡Detente allí y enfréntame como un hombre, pajarraco!"
-Articus-Marcialis Hibikanus-
Las tres figuras aceleraban por la normalmente vacía carretera, liderando, un alto y orgulloso correcaminos, y los dos de atrás un delgado coyote bípedo y un joven con un rojo paraguas de bambu sostenido firmemente en su mano derecha. Los primeros dos no eran unos extraños para este camino, su rivalidad y persecución se había vuelto cosa de leyenda hace mucho. El tercero, a diferencia, era un recién llegado, pero a pesar de su infamiliaridad con el terreno el joven estaba logrando mantener el paso con los dos bastamente experimentados corredores. Mientras no el más rápido artista marcial, Ryoga era uno de los más fuertes en Nerima y ahora las poderosas piernas del Joven Perdido rápidamente lo propulsaban por el pavimento en largas y poderosas zancadas que lo capacitaban a viajar a velocidades que aún su más grande rival podría estar duramente presionado sí esto se mantenía por tanto tiempo.
Ryoga sonrió cuando lentamente alcanzo y rebasó al coyote en frente de él, sintiendo un sentido de satisfacción a la molesta mirada que el predador le dio cuando recordó como dicha criatura había rudamente pasado por sobre él hace rato. ¡Nadie tomaba a la ligera a Ryoga Hibiki y se iba como sí nada! Aún, su verdadero objetivo estaba adelante, y habiendo logrado una meta el joven artista marcial redoblo sus esfuerzos para conseguir su segundo, impulsándose a una velocidad más grande. Tan incrementalmente que era doloroso observar, él se acerco al correcaminos también. Cuando el relampagueantemente velos ave estuvo dentro de rango de ataque, Ryoga levanto su paraguas sobre su cabeza y lo bajo fuertemente en un rápido y seguro golpe-
-¡solo para completamente fallar cuando su objetivo súbitamente viro a la izquierda!
Apenas consiguiendo quedarse sobre sus pies cuando hizo su propio agudo giro, Ryoga noto con placentera sorpresa que el correcaminos estaba corriendo directo al borde de un acantilado. "¡Ahora no hay escape para ti pajarraco! Pronto tu ser-¿eh?" el resto de la frase de victoria de Ryoga fue abruptamente terminada cuando su nuevo enemigo corrió pasando el borde del acantilado y continuo si esfuerzo al colindante acantilado en el lado opuesto donde la criatura procedió a desaparecer en la distancia del desierto.
Ryoga se forzó a llegar a una rápida parada, su gran impulso casi haciéndole caer por el borde del acantilado. Muy cuidadosamente se aseguro de que no estaba imaginando cosas, miro abajo al golfo que separaba los dos acantilados y empujo su paraguas el vació por donde vio al correcaminos correr. Muy seguro, la punta de su paraguas paso a trabes del vació espacio. El rasco la coronilla de su cabeza en confusión. "¿El correcaminos puede volar? No le ví desplegar alas, pero quizás a esa velocidad…"
Entonces, para añadirle más confusión, el coyote le alcanzo y, al igual que el correcaminos, avanzo fuero del borde del acantilado y continuo corriendo como sí fuese suelo sólido.
Ryoga parpadeo. Entonces parpadeo otra ves. "¡Oi, coyote! ¿Cómo es que corres en el aíre?" le dijo, frotando sus ojos y preguntándose sí había estado por mucho tiempo bajo el sol. El no creía que fuese propenso a espejismos, pero esos agradables hombres de traje negro que conoció hace tres meses habían insistido que todo lo que había visto en lo que llamaban el Area 51 eran meramente alucinaciones. El por que imagino ver aliens cuando el ya vio bastantes de ellos simplemente por caminar alrededor del Japon era algo que no entendía, pero cuando esos hombres habían tratado de que él mirase a lapicero que emitía una rara luz por alguna razón imagino que era mejor solo hacerles caso e irse. Locos Americanos.
Inesperadamente, el coyote se detuvo en medio del aíre y volteo para mirar al Joven Perdido, obviamente irritado. Cuando al boca de Ryoga se abrió en sorpresa, el peludo bípedo miro hacía abajo, sus ojos amarillo se agrandaron notablemente cuando estos observaron la vasta distancia que separaban a su dueño del rocoso suelo allá abajo. El coyote suspiro una ves, aparentemente no sorprendido, y saco un cartel de madera de… algún lado (Ryoga brevemente se pregunto sí el coyote de algún modo conocía a Genma).
-¿Justo ahora tenías que hacerme dar cuenta de la ley de gravedad?- se leyó en el cartel. Entonces, con resignación nacida de repetidamente caer de grandes alturas, ¡el coyote cayo a plomo!
Por un momento, Ryoga miro en shock, su mente tratando de procesar el evidente desafío de las leyes de la física que sucedieron en los pasados cinco minutos. Entonces, dándose cuenta de que el coyote estaba cayendo a su presumible muerte, sus instintos de artista marcial saltaron en acción y se preparo para correr abajo por la cara del acantilado y tratar de rescatar al desafortunado animal. Justo cuando salto, algo le sorprendió desde a tras.
"¡Beep-Beep!"
"¡Tu!" Ryoga grito, girando en medio del aíre para encarar al correcaminos y poco sabiamente hacer corto sus salto sobre el mismo borde del acantilado. El correcaminos casualmente paso su cabeza por debajo del giro del paraguas de Ryoga, y cuando este último aterrizo la tierra bajo sus pies se quebranto y desmorono. Con un grito de sorpresa, el viajero cayo hacía atrás y se unió al coyote en su descenso.
"Esto va a doler," Ryoga murmuro, observando el suelo rápidamente acercándose y preparándose para lo peor.
-Estas en lo cierto.- el coyote le dijo con su cartel, de algún modo consiguiendo alentar su propio descenso aéreo así que Ryoga lo alcanzase y lo pasase al hacer… ¿movimientos de natación? Para su crédito, Ryoga ni siquiera meneo su cabeza a este nuevo mecanismo de evadir las leyes físicas, aceptando para ahora que donde sea que estaba lo que había aprendido en la escuela las pocas veces que encontraba el lugar y a trabes de clases por correspondencia que sus padres habían insistido que tomase no se aplicaban…
Llegando a pensar de eso, él había estado en varios lugares cono este-
¡THUD!
Entonces, unos pocos segundos después…
¡SMACK!
-Gracias por amortiguar mi caída.- el coyote mostró su cartel con incaracterístico animo cuando se desempolvaba y salía del cráter que el impacto del Joven Perdido había hecho, por una ves no recibiendo daño de tal caída.
"Ni lo… menciones," Ryoga gruño cuando se puso de pie, magullado y golpeado pero no derrotado por un gran choque y una ves más agradecido por el intensivo entrenamiento del Bakusai Tenketsu (Truco de la Explosión) de Cologne. "Esto es… el deber de un artista marcial… el ayudar a otros. Ahora…" él habló óminosamente, sus puños presionados y ojos enarcándose peligrosamente.
"¡¿Dónde esta el maldecido correcaminos?!"
