Capítulo 1: Cruzando la barrera entre los dos mundos
"¡Salud!" 4 tarros chocaron, derramando levemente un poco de cerveza.
Han pasado ya seis meses desde que Yusuke regresó del Makai, y las vidas de todos han transcurrido con paz y normalidad desde entonces. La razón de su celebración en esta ocasión es, que el día siguiente, tanto Keiko como Kuwabara iniciarán una nueva etapa de sus vidas: la universidad los esta esperando.
Convencidos de que ese era un suceso digno de celebrarse, han reunido a todos sus amigos en el restaurante del padre de Keiko; en parte por que el ambiente es un tanto más familiar, más íntimo, pero principalmente, siendo un joven que ha tenido que aprender a dividir su tiempo entre las tareas comunes de un estudiante que se prepara para seguir avanzando y salvar el mundo humano de las constantes amenazas sobrenaturales que los acechan, no había vuelo al hombre de rizos anaranjados en alguien lo suficientemente adinerado como para pagar una cena muy costosa, tomando en cuenta la forma en que él mismo comía.
"¿Alguien desea decir una palabras de apoyo para nuestros amigos?" Kurama preguntó alzando el tarro.
"Yo." Yusuke, quien se encontraba del otro lado de la barra como cocinero sonrió. La razón del por que se encontraba ahí tenía una respuesta muy sencilla: después de 3 años de haber 'viajado por el mundo', excusa que tuvo que sacar Keiko para cubrir el hecho de que su prometido se encontraba visitando a su padre quién resultó ser un demonio; Yusuke se encontró con la realidad de que podría ser uno de los guerreros más fuertes en los tres reinos, pero en la vida normal de los humanos, no era más que un muchachito rebelde y con mala fama de 17 años que no contaba con estudios. Yusuke era un hombre de palabra, y si su intención era casarse con Keiko algún día, tenía que ver la forma de conseguir dinero para mantenerla como un hombre común. ¿Qué mejor forma de hacerlo que además ganando puntos extras a favor con el futuro suegro?. Claro que el Sr. Yokimura era la única persona en la ciudad dispuesto a emplear al temible Urameshi, y como todos sabemos, Yusuke no era precisamente la persona más responsable o trabajadora de todas. Al principio habían tenido sus roces, pero poco a poco han aprendido a sobrellevarlos.
"Adelante Urameshi, estoy ansioso por escuchar lo que tienes que decir." Kuwabara sonrió orgulloso, confiado de que su amigo tenía preparado un discurso inspirador para él y su prometida.
"Bien." Yusuke dijo mientras secaba unos platos. "Confiesa, ¿cuánta gente tuviste que sobornar para poder ser aceptado en la universidad?"
Kuwabara se ahogó con el trago que se llevó a la boca al escucharlo. ¿¡Pero cómo se atrevía a decir algo así?
"¡Yusuke! ¡Pero que cosas tan horribles dices!" Keiko le reprochó severamente. "¡Para tu información Kuwabara se esforzó muchísimo al estudiar para el examen de admisión!" La mujer se llevó las manos a las caderas desafiantemente, esperando una respuesta por parte del joven de cabellos negros.
"Keiko, tranquilízate. Sabes que Yusuke solo esta bromeando." Kurama intentó retenerla. Obviamente las cosas entre aquellos dos no habían cambiado en lo más mínimo, y eso le daba gusto. Pero quizá un lugar en el que la gente iba a intentar tener una cena tranquila no era el escenario más apropiado para uno de sus tan célebres actos, y la gente estaba empezando a mirar...
Chiziru rió para sus adentros y tomó un poco de su cerveza. En realidad su hermano se había esforzado como nunca en su vida para poder ser aceptado en la universidad. Tomando en cuenta la demanda que existe y el historial académico de Kazuma, el hecho de que hubiese entrado podía clasificarse como un milagro. No obstante, cuando ella recibió la noticia de los mismos labios de su hermano menor, no pudo evitar el hacerle exactamente esa misma pregunta. Aún así, eso no quería decir que estuviese menos orgullosa de él. Al contrario, que Kazuma haya superado todos los obstáculos que se le presentaron para poder alcanzar su meta la había convencido de que quizás no había hecho un trabajo tan malo criándolo.
"Si Keiko, relájate, sabes que solamente estoy bromeando." Yusuke rió y Keiko suspiró tranquilizándose un poco. No obstante Yusuke le dirigió una mirada burlona a Kuwabara cuando Yokimura no lo observaba, gesto que impulsado por el nivel de alcohol en la sangre de Kazuma casi termina en golpes. Afortunadamente Kurama estaba ahí para detenerlos.
Y en medio de las rizas, los gritos, y los tentativos golpes, una idea no dejaba de rondar por las mentes de los presentes ahí: no importaba que el tiempo hubiese pasado, que ya no había misiones para ellos como detectives del mundo espiritual, que lentamente cada uno estuviese tomando caminos diferentes, las cosas seguían siendo igual. Y eso resultaba curiosamente reconfortante.
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El siempre había encontrado consuelo en la noche. Había algo en las estrellas que por lo menos, durante un breve instante, aliviaba el vacío que tenía dentro. Su lugar favorito para observarlas siempre habían sido las ramas de los árboles, y esta vez no era la excepción.
Hacía ya algún tiempo desde que había tomado su decisión de abandonar su cargo como vigilante en el Makai. El estar cuidando que ningún estúpido humano cruzará por equivocación la barrera entre los mundos no era precisamente lo que esperaba hacer cuando Mukuro le pidió que permaneciera ahí; y el usar su ojo de Jagan para modificar los recuerdos de los patéticos seres que terminaban el los bosques bajo su cuidado era lo último que se imaginó que haría cuando le pidió a Shigure que se lo implantase.
Pero esa no era la razón por la que decidió regresar al ningenkai. No podía decir que era por que se sintiese más a gusto ahí, el simple olor a humano bastaba para darle un poco de nauseas, andar por ahí en el lugar en que más abundaban era una acción estúpida.
No podía decir que había regresado por Yukina. El estaba decidido a convencerla de que su querido hermano había muerto. Y aunque hubiese regresado para cuidarla, él sabía que Kurama siempre iba a estar pendiente de ella para pasarle el reporte, así que su presencia no era realmente necesaria.
Y entonces era cuando pensaba en los ineptos junto a los que había peleado y, muy renuentemente, se habían ganado su respeto. Kurama los llamaba "amigos". La idea lo hacía sentir incomodidad en el estómago. Pero aún así, suponiendo que el término empleado por Kurama para dirigirse a ellos tuviese algo de verdad y hubiese regresado por que de una u otra forma los extrañaba, ¿entonces por qué hasta el momento no se había molestado en establecer contacto alguno con ninguno de ellos?
Hiei se recargó en tronco del árbol y observó la luna fijamente por un buen rato. Se encontraba en lo más profundo del bosque a las afueras de la ciudad, lejos del hedor a humano o cualquier otra distracción. No era de extrañarse, estaba acostumbrado a la soledad
Una sonrisa melancólica se formó en sus labios. En su interior el conocía perfectamente la razón de su regreso:
No pertenecía al makai. Ni hablar de pertenecer al reikai. Y pertenecer al ningenkai era sencillamente absurdo. No pertenecía a ninguno de los reinos. No pertenecía a ningún lado...
Pero por lo menos en el ningenkai a nadie le importaba si existía o no.
Y eso bastaba para él.
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"¡Mamá!¡Papá!¡Ya me voy!" Keiko bajó impacientemente las escaleras. No había logrado conciliar el sueño en toda la noche debido a los nervios que tenía. El haber conseguido una beca en una de las universidades más prestigiosas de todo el Japón no era cualquier cosa. Kurama le había ayudado a estudiar para el examen, después de todo el joven zorro había aplicado la misma prueba un año antes y había obtenido los resultados más altos. Por lo general la gente se sorprendería de algo así, pero si eres un zorro con 200 años de edad, responder un examen así no era gran cosa. Keiko estaba muy agradecida con Kurama por haberla ayudado a entrar. Y ahora que estaba dentro no podía dejar de sentir mariposas en el estómago, mismas mariposas que la hicieron pasar de largo por frente de Yusuke y el desayuno que le había preparado especialmente para ese día.
Yusuke parpadeó un poco confundido.
"Genial. Y yo que me levanté temprano para cocinarle esto." Yusuke arqueó una ceja ante los huevos, las verduras y el arroz que se había molestado en preparar. Yusuke rió para sí mismo. No podía culparla, debía estar demasiado ansiosa como para ignorarlo de esa manera. Así que convencido de que protestar no serviría de nada, se dedicó a empezar sus labores como empleado del local.
"Lo siento."
Yusuke volteó al escuchar la voz. Podía jurar que estaba solo.
No pudo evitar sonreír al ver a Keiko sentada frente al plato sonriéndole de manera inocente.
"Vaya, y yo que me estaba empezando a sentir ignorado." Yusuke levantó una ceja provocativamente, logrando hacer reír a Keiko.
"Perdón. Tu sabes lo nerviosa que estoy. La verdad es que no te ví..."
"Vamos Keiko, sabes perfectamente que serás increíble ahí, justo como siempre lo haz sido." Yusuke le sonrió dulcemente para tranquilizarla.
"¿Tú lo crees?"
"¿Alguna vez te he mentido?" Keiko lo miró no muy convencida con su última oración. "De acuerdo, no me contestes." Yusuke rió un tanto nervioso y se rascó la nuca.
"Muy bien. Entonces te dejaré con la duda." Keiko le sonrió otra vez, y su mirada se dirigió al plato de comida.
"¿No te lo vas a comer?"
Keiko calló un poco, tratando de encontrar las palabras para no herirlo.
"La verdad es que no tengo mucho apetito, tengo un nudo en el estómago." Keiko cerró fuertemente los ojos esperando la replica del lastimado Yusuke, pero no escuchó nada. Intrigada abrió los ojos.
"Bueno. Más para mí." Yusuke estaba terminándose ya el tazón de arroz de Keiko. Ella parpadeó un tanto confundida y aliviada. Eso era algo de esperarse de Yusuke.
"¡Oh por Dios!¡Mira la hora que es!¡Perderé el tren!" Keiko se horrorizó al ver el reloj. Tomó su mochila y salió corriendo fuera del lugar.
"¡Keiko!¡Espera!" Yusuke fue tras ella y logró hacerla que se detuviera al jalarla del brazo.
"¡Yusuke! ¿Qué sucede? ¿Qué no ves que voy retrasada?"
Los labios de Keiko se encontraron sellados por los de Yusuke sobre los suyos. La chica cerró los ojos y se dejó llevar por el tierno momento.
"Buena suerte." Yusuke le sonrió traviesamente cuando al fin la soltó. "Ya vete, te puedo asegurar que ahora sí vas retrasada."
Keiko sonrió, y asintiendo se dio la media vuelta y continuó su camino.
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Kuwabara estaba parado en la entrada del salón de clases. Tomó aire, y con una gran sonrisa triunfante en su rostro tomó asiento en las primeras filas del salón. Kuwabara estaba feliz, se sentía completamente realizado. Muy atrás habían quedado los días de aquel muchachito desobligado cuya mayor preocupación era derrotar a Urameshi. Ahora Kazuma Kuwabara, el hombre verdadero estaba empezando a surgir completamente.
"¡Yukina va a estar tan orgullosa de mi!" Kuwabara no pudo contener más su euforia y no se dio cuenta de que gritó aquello a los cuatro vientos. Los demás compañeros se le quedaron viendo extrañados mientras reía alegremente sin control, pero al pasar un par de minutos perdieron el interés y siguieron con sus vidas.
Una chica entró al salón con una actitud un tanto despreocupada. Era bastante alta, y las formas de su cuerpo resultaban bastante agradables a la vista, visión que no tardó mucho en pasar desapercibida por los ojos masculinos dentro de la habitación. Su larga cabellera caoba caía de forma ligera sobre sus hombros hasta su cintura, y un par de largos flecos enmarcaban su rostro haciendo lucir sus ojos violeta. Iba vestida muy sencillamente con un para de pantalones de mezclilla y una camiseta de tirantes negra. Sin embargo sus botas negras de suela de tractor hacían mucho contraste con su rostro un tanto infantil. Un cinto negro abrazando sus caderas completaban el atuendo, y sobre un solo hombro llevaba una mochila gris estilo occidental.
Ella hizo en gesto de asco al sentir miradas sobre su cuerpo. En efecto, un grupo de hombres al fondo de la habitación no dejaban de observarla y cuchichear cosas.
Kuwabara notó esto y se disgustó enormemente. Esa no era forma de tratar a una dama.
"¡Hey!¡Preciosa!" Uno de los hombres del grupo la miró con lujuria en sus ojos y le lanzó un beso al aire.
Ella solo sonrió con sarcasmo, y a la vista de todos, les dirigió desde el fondo de su corazón una seña que involucraba su dedo medio.
El hombre que se había dirigido a ella de esa manera irrespetuosa se acercó visiblemente molesto y se paró frente a ella intentando intimidarla.
"Amigo, no creo que esa sea forma de tratar a la señorita." Kuwabara le tocó el hombro. La expresión molesta del hombre cambió al ver que comparado con Kuwabara había unos 20 cm de diferencia, siendo el pelirrojo el de la ventaja. Meterse con el no sería muy inteligente.
"Olvídalo. No vale la pena." Refunfuñó y regresó con su grupo de amigos.
"¿Todo bien señorita?" Kuwabara le preguntó un tanto preocupado.
"No estoy interesada." Ella se cruzó de brazos y le dio la espalda.
"¿Disculpe?" Kuwabara no entendió lo que quiso decir.
"Dije que aunque hayas venido con tu numerito del caballero en brillante armadura, no estoy interesada. No saldré contigo." Le respondió altivamente.
"¡Perdón! En ningún momento dije que yo..." Ella tomó asiento y dejo a Kuwabara hablando solo. Sin prestarle atención al hombre que balbuceaba tras ella, sacó su celular de su mochila y entabló una conversación, ignorando totalmente a Kuwabara.
"Hmph." Fue todo lo que hizo el pelirrojo, e irritado por lo ocurrido el también tomo asiento. "Pero que mujer tan altanera..." Kuwabara murmuró y la miró por sobre encima de su hombro, puesto que el estaba sentado un par de filas delante de ella. La chica se percató y le sacó la lengua. Kuwabara le regresó el gesto bastante disgustada, pero ella en vez de continuar se colocó un par de audífonos en la cabeza comenzó a escuchar música, ignorando completamente a Kuwabara una vez más.
Minutos después el profesor entró al salón y se dispuso a dar clases. Kuwabara anotaba en su cuaderno cada detalle que el maestro indicaba, dispuesto a demostrare a todos lo que Kazuma Kuwabara era capaz de hacer. Por el contrario, la chica con la que había tenido su primer roce de antipatía seguía escuchando música sin poner la más mínima atención a lo que el educador decía.
"¿Alguien tiene algún comentario respecto al tema?" El profesor preguntó, y el primero en alzar la mano fue Kuwabara, pero el hombre centró su atención en la chica sentada tras él con los auriculares en la cabeza que ahora se limaba las uñas.
"Yo quiero decir algo." Todas las miradas se posaron sobre ella, en especial un par de ojos negros que no estaban muy complacidos con su actitud.
'Primero insinúa que estoy interesado en ella y luego me roba mi pregunta...' Una vena en la frente de Kuwabara parecía a punto de estallar, pero no hizo ningún comentario. El era un caballero, y si la señorita quería responder, pues adelante. No importaba los deseos que sentía de tomarla por su frágil cuello y retorcérselo hasta escuchar sus vértebras tronar una tras otra...
"Muy bien señorita..."
"Hayabusa, Sora Hayabusa."
"De acuerdo señorita Hayabusa, ¿cómo desea contribuir a nuestra clase?"
"Bueno, lo que tengo que decir es que le recomiendo que se mueva tres pasos a la derecha."
Todo el saló comenzó a murmurar al escuchar su respuesta.
"¿Y que tiene que ver eso con el tema?" El maestro le contestó molesto por la manera en la que parecía burlarse de él y su clase.
"Solo hágalo, créame."
El maestro la ignoró y se dio la media vuelta para apuntar algo en la pizarra.
Un escalofrío recorrió la espalda de Kuwabara, algo estaba a punto de suceder. El joven inspeccionó atento sus alrededores buscando algo que pareciera inusual. No encontró nada. Quizá un terremoto estaba por venir, ¿debería advertirles?
En ese preciso instante una de las lámparas que estaba justamente encima del profesor se desprendió del techo. El hombre apenas y tuvo tiempo para moverse torpemente y cayó al suelo, pero logró evitar el choque. El cristal de la lámpara se quebró en cientos de pequeños pedazos filosos y uno de ellos chocó contra la mejilla de Kuwabara, cortando levemente su piel. Kuwabara se llevó la mano a la mejilla sorprendido.
¿Cómo fue que sabía lo que iba a pasar?
El maestro que seguía tirado en el piso miró atónito a Sora, al igual que el resto de la clase.
"Yo le advertí." Dijo ella mirando su reloj y poniéndose de pie. "Su clase tiempo acaba de terminar. Nos vemos la próxima clase." Se volvió a colocar los audífonos y caminó fuera del salón, seguida por los ojos de todos que no acababan de comprender lo que había sucedido.
"¡Espera!" Kuwabara fue tras ella, más que nada por la curiosidad que le provocaba el saber como pudo saber que la lámpara estaba a punto de caer sobre el profesor, mejor aún, como pudo saberlo antes de que sus sentidos se lo advirtiera. Si sus habilidades extrasensoriales no fueran buenas, por no decir sobresalientes, jamás hubiera sobrevivido como detective del mundo espiritual. ¿Y ahora esta chiquilla se aparece así nada más? Había algo demasiado raro aquí.
Sora se detuvo y arqueó una ceja ante el hombre que le venía persiguiendo por los pasillos. Como se detuvo sin avisar, tomó a Kuwabara por sorpresa y este se calló de boca en el piso al intentar frenar. En vez de ayudarlo, ella comenzó a burlarse abiertamente, seguida por el resto de los presentes. Kuwabara gruñó, pero el ridículo ya estaba hecho, ¿qué más le quedaba?
"¿Qué quieres?" Le preguntó forzadamente al tiempo que Kuwabara recogía sus libros del piso. Un pedazo de papel se salió de uno de ellos, y Sora lo tomó. Era una fotografía de una linda chica de ojos rojos y cabellos azules sonriéndole con alegría a la cámara mientras sostenía una pequeña ave de manera graciosa entre sus manos.
"¡Dame eso!" Kuwabara le arrebató la fotografía de Yukina y la colocó dentro de uno de los libros.
"Linda chica." Dijo ella. "Dudo mucho que sea tu hermana, mucho menos tu novia. Si no me equivoco, es tu amor imposible, ¿cierto?" Preguntó con malicia, pero Kuwabara hizo caso omiso al comentario.
"Eso no es de tu incumbencia. Lo que quiero saber es como pudiste predecir lo que acaba de suceder en el salón de clases."
"Mira Kuwabara. Es Kuwabara, ¿cierto?" Preguntó molesta y el asintió. "Bien, así como no es de mi incumbencia el saber quien demonios es la niña de la foto, no es asunto tuyo el saber como lo hice. Así que considérate oficialmente a mano y apártate de mi camino que tengo cosas importantes que hacer y tu no figuras en ellas. Chao." Se dio la media vuelta y continuó su camino. Kuwabara lanzó un grito de desesperación.
"¡Pero qué mujer tan irritante!"
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"¿Qué me dices de tu primer día?" Kurama y Keiko se encontraban en la cafetería de su escuela conversando acerca de la primera experiencia de Keiko como universitaria. La mujer estaba sumamente emocionada y no podía dejar de demostrarlo, así como su gratitud hacia el hombre pelirrojo frente a ella por haberla ayudado a entrar y conseguir la beca.
"¡Maravilloso! Simplemente maravilloso." Sonrió alegremente.
"Me alegro por ti." Kurama dijo cortésmente y luego le dio un sorbo a su taza de café. "Yusuke debe de estar sumamente orgulloso de ti." Keiko se sonrojó levemente con el comentario.
"Si...esta mañana llegó una hora antes de su entrada al trabajo y me preparó el desayuno. ¿Puedes creerlo? ¿Yusuke levantándose temprano por algo que no tenga nada que ver con peleas?" Kurama rió. La chica tenía un punto, lograr que Yusuke se levantara por iniciativa propia era algo casi imposible de hacer.
"Bueno, ahora que ya no es más un detective del mundo espiritual, debe de canalizar su energía hacia otras actividades. De lo contrario creo que se volvería loco."
"Supongo..." Keiko suspiró con un aire de tristeza. "No tienes idea de lo que me alegra que todo haya acabado ya, y que ahora esté aquí conmigo. Los tres años que pasó en el makai fueron como tres siglos para mí. Y ahora ha regresado, ha regresado conmigo...pero aún así..." Keiko miró a través de la ventana hacia los jardines de la escuela. "Yo se que extraña esa forma de vida de una forma que ni siquiera puedo llegar a imaginar."
Kurama la miró fijamente.
"Por las venas de Yusuke corre sangre mazoku. Es natural que sienta esas ansias de estar en combate constantemente, es parte de su naturaleza. Sin embargo, yo se que está dispuesto a sacrificarlo todo por ti."
"Lo se." Keiko sonrió levemente. "El otro día cuando nos reunimos todos en el restaurante se veía tan feliz a pesar de estar cumpliendo con su turno."
"Tienes razón. Deberíamos hacer eso más seguido."
"¿No sabes que ha sido de Koenma y Botan?"
"Son personas muy importantes en el reikai, el trabajo siempre está primero para ellos. No podemos culparlos por haber perdido la comunicación con nosotros."
"Creo que estas en lo correcto... ¿y Hiei?" Kurama tomó otro pequeño sorbo.
"No lo se. Nadie ha sabido nada de él desde hace seis meses. Conociéndolo de la manera que lo hago no me extrañaría que estuviera bajo un nuevo régimen de entrenamiento tratando de hacerse más fuerte. He tratado de localizarlos, pero me ha sido imposible." Kurama rió un poco. "Pero de algo estoy seguro, esté donde esté se encuentra bien y peleando con alguien. Esa es la conducta típica de él."
Keiko rió también y miró por la ventana una vez más, terminando de asimilar la realidad en la que se encontraba.
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Era ya de noche, y Hiei se encontraba en medio del bosque con una fogata encendida asando un par de peces que acababa de atrapar. El demonio de fuego se encontraba sentado en un tronco escuchando el crujir de la madera sin más compañía que su propia sombra.
El ruido de unas pequeñas ramitas rompiéndose lo alertó y se puso de pie esperando encontrar de donde venía el ruido. Se relajó al ver que el causante del sonido era un pequeño gatito negro acercándose a él. No era el espécimen más lindo de todos; su pelaje estaba opaco y enmarañado, y su piel se pegaba a sus costillas, obviamente no había comido en mucho tiempo. El gatito lo miró con sus grandes ojos dorados y le maulló.
"Hn." Fue todo lo que dijo Hiei y volvió a tomar asiento. Intentó ignorar al animal, pero este se acercó a el y le maulló otra vez. "Vete." El gato no hizo caso, en vez de eso acarició la pierna de Hiei. "¡Largo de aquí animal!" Hiei lo empujo levemente, pero el gato regresó y le lamió la mano. "Animal terco." Hiei suspiró y se le quedó viendo. Resignado, tomó uno de los peces y se lo dio. "Anda, come y deja de molestar." El animal maulló una vez más y le dio una mordida enorme al pescado. Después de eso no volvió a prestarle atención a Hiei. El joven se quedó observando al felino, incluso los animales se acercaban a él por mera conveniencia.
Hiei se sobresaltó al sentir tres youkis muy poderosos no muy lejos de ahí. Corrió hacia ellos para ver lo que sucedía y se encontró con que un portal había sido abierto, y de el salieron tres youkais. Dos de ellos eran enormes y musculosos, su piel era de un tono anaranjadizo nauseabundo, y de sus cabezas dos cuernos brotaban. Los colmillos se salían de su boca mientras saliva les escurría. Aquellos dos iban persiguiendo al tercer youkai. Era una mujer, aunque más bien parecía una niña; realmente pequeña y delgada iba vistiendo una yukata roja. Su cabello negro estaba recogido en una trenza aunque varios mechones se salían de ella y caían por su frente, y sus ojos eran de un color rojo brillante. Con ella cargaba un morral que sostenía firmemente entre sus brazos y dos pequeñas hoces, una en cada mano. Corría con todas su fuerzas lejos de sus agresores.
"¡Déjenme en paz! ¡Yo no quiero nada que ver con ustedes!" Gritó ella mientras seguía corriendo. "Esto me gano por abrir portales sin supervisión de alguien experto." Gruñó frustrada y saltó para esquivar un golpe de uno de los monstruos.
Ella se posó en una rama, lista para lanzarles uno de sus ataques. Una de las hoces se prendió en llamas y la lanzó contra uno de sus atacantes. El arma se incrustó en el pecho del monstruo y lo prendió en llamas, matándolo casi al instante desangrado y calcinado. Ella sonrió con maldad al ver a su enemigo morir de una forma tan cruel, y se dispuso a hacer lo mismo con es restante, pero no tuvo oportunidad de atacarlo puesto que antes de que pudiese parpadear una sombra apareció y lo cortó la mitad.
El cuerpo superior del youkai desplomó en el suelo, y Hiei apareció frente a él con su katana en manos. La sacudió para quitarle el exceso de sangre y la guardó en su funda. La chica bajó del árbol y se acercó a él.
"Muchas gracias." Le dijo aliviada. "Tenían ya rato siguiéndome y pensé que nunca me iba a librar de ellos." Se rió. "Soy Natsumi, de la aldea de fuego. Mucho gusto." Le extendió la mano, pero lo que recibió fue una mirada fría por parte de Hiei. ¿A él que le importaba saber quien era o de donde venía? Natsumi se cohibió un poco y bajo la mano.
"¿Qué estas haciendo aquí?" Preguntó Hiei de forma imperativa. "Estoy en una misión de búsqueda." Respondió ella tímidamente. Hiei la observó y puso sus ojos sobre el morral que cargaba.
"Los youkais tienen prohibido el pasar al ningenkai para molestar humanos."
"Lo se." Respondió ella. "Pero no estoy buscando problemas con ningún humano. Estoy buscando a un youkai." Respondió confiada. ¿Es usted el vigilante o algo así?"
"Hn." Fue la respuesta.
"De acuerdo, ya no pregunto nada..."
"Haz lo que quieras, solo no causes problemas."
"Demasiado tarde para pedirme eso." Dijo ella mirando a sus alrededores. "Vaya, este lugar es tan grande, nunca había estado aquí. En fin." Se encogió de hombros. Hiei se dio la vuelta y comenzó a alejarse.
"¿Qué tan difícil puede ser encontrar a un hada de hielo en este lugar?"
La voz de Natsumi y su risa burlona entró por los oídos de Hiei casi perforándolos. ¿Un hada de hielo? La única hada de hielo...podía ser... Si ella provenía de la aldea de fuego...
"¡DETENTE AHÍ!" Hiei volteó hacia donde Natsumi estaba, pero la mujer había desaparecido. Hiei gritó con furia y algunas llamas emergieron a su alrededor. Si había dejado escapar a una de los enemigos más temibles de los koorime...si Yukina terminaba lastimada...
Hiei usó su velocidad para alejarse del lugar. Tenía que actuar y tenía que hacerlo ya.
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Yusuke regresaba a casa de su trabajo. El joven caminaba bajo los faroles silbando una canción. Se detuvo al sentir una presencia familiar acercándose a él.
"¿Hiei?" Yusuke no podía creer que su amigo estuviera frente a él. "¡Pero donde has estado! ¡Tanto tiempo sin verte! ¡Ven acá maldito bastardo!" Yusuke dijo bromeando, pero la expresión de Hiei le hizo saber que algo estaba pasando, algo muy grave. "¿Qué sucede Hiei?" Yusuke preguntó con seriedad.
"Alguien ha venido a matar a Yukina."
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"Oye, cabeza de zanahoria." Sora le llamó a Kuwabara, pero el no se molestó en voltear a verla. No fue hasta que ella le dio un golpe que el la miró a los ojos.
"¿¡Por qué hiciste eso!"
"Porque tus neuronas no funcionan lo suficientemente bien como para voltear cuando alguien te habla. Cuando algo no sirve mejor eliminarlo de una vez, ¿no lo crees?" Se burló de el, y Kuwabara se recargó en la pared.
"¿Qué quieres? No te reíste lo suficiente de mi ayer?"
"Créeme, que alguna vez logre aburrirme de reírme de gente como tú, lo dudo. Pero bueno, si estas de ese humor, ya no te digo nada. A ver como le haces para cuidar a tu princesita..." Quiso retirarse, pero la mano de Kuwabara en su hombro la detuvo. Sora se sorprendió al ver la determinación en los ojos del joven.
"¿Qué sucede con ella?"
"La vi anoche." Respondió ella seriamente y quitó la mano de Kuwabara de su hombre.
"¿Qué quieres decir con que la viste?"
Sora volteó a su alrededor para asegurarse de que nadie la escuchase, y le indicó a Kuwabara que se acercara más.
"Una palabra de esto y te voy a patear tan fuerte que van a confundir tus mejillas con tumores, ¿comprendido?" Le dijo amenazadoramente, y suspiró. "Soy vidente, ¿de acuerdo? Por eso supe lo de la lámpara." Kuwabara la miró incrédulo. "Ayer vi a la chica de tu foto, y a otra mujer con dos hoces en la mano que se lanzaba sobre ella..."
"Si, claro. Y Metallica me acaba de llamar para que los acompañe en su gira." Le dijo molesto. "Tu lo que quieres es jugarme una broma pesada, si ella corriera peligro, yo ya me hubiera enterado. Tengo mis fuentes."
"¡Bien! ¡Como quieras! ¡Pero si esa mujer parte a Yukina en dos va a quedar en tu conciencia! ¡Yo ya cumplí con decirte!" Sora le gritó furiosa.
"Mejor cállate y deja de decir tonterías." Kuwabara le ordenó, pero entonces un dato que había pasado por alto lo golpeó de regreso a la realidad. "¿Cómo sabes que su nombre es Yu..." El celular de Kuwabara sonó.
"Adelante, contesta." Le dijo Sora desafiantemente. "Veamos si después de esto dudas de mí." Kuwabara la miró fijamente, y tomó el teléfono.
"¿Diga? ¿Kurama?..." La repentina expresión de Kuwabara lo acababa de delatar, una fusión de sorpresa y horror. "¿¡Que Yukina qué? ¡Hiei! ¡Si! ¡Voy en camino!" Kuwabara colgó y miró a Sora. "Tu y yo vamos a tener una conversación muy seria cuando regrese." Le dijo con voz grave y salió corriendo fuera del lugar.
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Los cuatro ex detectives se encontraban ya en un tren bala dirigiéndose al templo de Genkai. Había una atmósfera un tanto incómoda ahí con la presencia de Hiei. El que se hubieran reencontrado después de tanto tiempo en esas circunstancias era algo triste.
"¿Entonces no la pudiste rastrear?" Kurama le preguntó.
"No." Hiei respondió. "A disfrazado su poder espiritual y su olor. Seguramente con la intención de atacarla por sorpresa." Hiei se cruzó de brazos y miró por la ventana.
"¿Estas seguro de que ha venido a matarla?"
"Deja de preguntar estupideces. ¿Por qué otra razón un demonio de fuego vendría hasta aquí en busca de una koorime?" Hiei le respondió molesto a Kuwabara.
"Bueno, tu eres un demonio de fuego, y no has intentado matarla." El joven de ojos negros le respondió. Hiei se quiso levantar de su asiento y romperle la boca por hacer un comentario tan fuera de lugar en un momento como ese, pero Kurama lo detuvo.
"Idiota." Hiei se limitó a decir. "No entiendo por que me han forzado a viajar de esta forma." Se resignó e hizo notar su disgusto una vez más por viajar en el tren.
"Es la manera más rápida de llegar con Genkai." Yusuke le contestó. "No sabemos bien que tan fuerte es esta Natsumi. Así como puede hacerse cargo uno solo de nosotros, podría necesitarse más..."
"Yusuke, dudo mucho que eso sea posible. Ustedes están en la categoría 'S', ¿no es así? No creo que exista alguien más fuerte que eso, si fuera así, ella hubiera participado y ganado el torneo por el dominio del Makai sin ningún problema." Kuwabara mencionó.
"Te equivocas Kuwabara." Kurama tomó la palabra. "Existen muchos youkais más fuertes que nosotros a quienes no les interesa el poder sobre el makai. Centenares de guerreros sumamente fuertes decidieron no participar en el torneo. Además, entre los demonios de fuego y las koorime existe una rivalidad que data desde hace milenios. Los demonios jóvenes tienen que cumplir con una prueba que ellos mismos se auto imponen para poder ser considerados como adultos. Puede ser que el reto que ella se propuso haya sido el de eliminar a Yukina..."
"¿Por qué haría eso?" Kuwabara preguntó con tristeza. "¿Por qué alguien querría hacerle daño a alguien tan dulce e inocente como Yukina?..."
"Porque es la hermana del niño prohibido de las Koorime, ¿qué mejor trofeo que eso se necesita?"
Hiei sintió una punzada en el corazón al escuchar a Kurama. Una vez más, Yukina estaba en peligro gracias a él. ¿Y el zorro le preguntaba que por qué se negaba a revelarle su identidad?"
"Solo espero que lleguemos antes de que algo suceda..."
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Yukina se alimentaba a las aves desde la entrada del templo. La joven aparición de hielo no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo en esos instantes. Para ella era solo un día normal más en su vida. No podía recordar una época de su vida más feliz que cuando comenzó a vivir en el ningenkai, todo era tan pacífico comparado con su mundo natal.
Dentro del templo Genkai se encontraba recibiendo una llamada telefónica de su discípulo...
"Comprendo." La anciana dijo. "No se preocupen, yo me haré cargo hasta que ustedes lleguen."
En el jardín, Yukina había terminado su tarea y se disponía a entrar al templo para seguir con sus demás actividades, pero una presencia extraña la detuvo.
"¿Puedo ayudarte?" Yukina le preguntó cortésmente a la mujer frente a ella. Natsumi era de su estatura, y a simple vista no parecía ser alguien que pudiera infligir daño alguno, incluso compartía ese aspecto tan inocente de Yukina.
"¿Eres tú Yukina?" Natsumi preguntó, colocando unos mechones de su cabello tras sus orejas.
"Si, soy yo." Yukina respondió.
Natsumi sonrió con un poco de picardía, mostrando sus dos pequeños colmillos. La mujer se acercó a ella, y Yukina retrocedió un poco intimidada por la energía que sentía en ella.
Calor...
Mucho calor...
"No tienes idea de lo que esperado para conocerte..."
FIN DEL CAPITULO 1
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¡MUAHAHAHAHA! Mi primer episodio ya está publicado. ¡Wee! Gente, espero que esto les haya gustado que tiene varo tiempo ya dando vueltas en mi cabeza una y otra y otra vez...Primer capítulo de la primera de una historia de dos partes. ¿Qué les pareció? Espero que bien, o de lo contrario mi fic solo ocupara espacio en la red, porque de que lo voy a seguir publicando lo voy a seguir haciendo. Quizá no tan rápido como me gustaría, tengo varias cosas que hacer y otros fics los cuales atender. Pero en fin. Por favor, dejen reviews, flames son bien recibidos.
¿Qué es lo Natsumi quiere con Yukina? Bueno, eso lo van a descubrir después en el segundo capitulo, el cual me niego a subir si no tengo al menos 3 reviews, ¿de acuerdo? Bien, sobre aviso no hay engaño.
¡Adiós!
