Aun recuerdo perfectamente ese día, Peeta había enfermado por lo que estaba en cama. Razón por la que ese día yo me encargaba de todo.

Me levante temprano, pues debía ir por víveres, ya que con mi aumento de apetito se acabarían pronto. Tras asegurarme de que mi terco esposo no se levantaría fui al pueblo para comprar lo necesario. Salude a varias personas, algunas me preguntaban como iba con el embarazo, otras por Peeta, ya que desde ayer no salía de casa.

Se me ocurrió pasar a la panadería, tenia un antojo de bollos de queso, y ya que él no podía hacerlos por el momento debía conseguirlos en otro lado. Todo el mundo me saludo alegremente y preguntando por la salud del jefe. Pase al menos unas horas bromeando con ellos, distrayéndolos de sus deberes; aunque no lo parecía. Y comiendo bollos.

Uno de los chicos, Tom. Se ofreció a acompañarme y cargar las compras a casa, ya que no podía cargar todo sola hasta la aldea de los vencedores. Platicamos de su novia y los planes que tenia con ella esa tarde. Al llegar a casa lo entretuve un poco mas, ya que aun tenia antojo de bollos, gustoso acepto hacerlos en ese momento. Entre otra charla prepare el almuerzo de Peeta, algo ligero y rápido, Tom se ofreció a subirlo, pero me negué alegando que ya lo había esclavizado lo suficiente. Dijo que se iría en unos minutos y le agradecí por todo.

Con el desayuno en una bandeja subí las escaleras a paso lento, el peso extra ya estaba empezando a cobrar factura. Maldecí que nuestra habitación fuera la ultima del pasillo. Pero con una sonrisa entre a la habitación.

No podía moverme, el lugar era un completo desastre, adornos rotos, retratos igual, cajones de ropa regados por todo el piso. Incluso la cuna que Peeta recién había comenzado a armas estaba destruida.

-¿Peeta?- mi voz no fue mas que un susurro. Pero él lo escucho y salió del baño, sus facciones eran frías, sus músculos estaban tensos, listo para actuar, pero lo que me saco de toda duda fueron sus ojos.

No eran del azul que tanto amaba, si no uno obscuro, frio, lleno de odio.

Lo primero que pensé fue en que debía salir de aquí, no tenia muchas opciones de salir ilesa, pero debía intentarlo. Era uno de sus episodios, uno de los violentos al parecer.

Entonces él bajo la vista a mi vientre y todo plan que hubiera pensado se fue a la basura. Solté la bandeja y salí corriendo de la habitación. No espere a ver si venia detrás de mi. Grite por ayuda, aunque una parte de mi recordó que nadie podía ayudarme, a pesar de los años el lugar aun estaba poco poblado, solo una casa estaba habitada sin contar la nuestra y la de Haymitch. Era la ultima del lote y estaba considerablemente lejos.

Llegue a las escaleras y me tome del barandal, las escaleras no fueron un problema, pero tropecé en las ultimas, mi cabeza golpeo contra el suelo dejándome atontada. Alce la vista y el me veía desde lo alto de las escaleras, con sus ojos puestos sobre mi, y con una sonrisa que demostraba disfrutar de esto.

Logre levantarme con ayuda de uno de los muebles, todo me daba vueltas y ahora era aun mas vulnerable. Grite de nuevo esperando que alguien escuchara. Pero nada.

El empezó a bajar las escaleras de manera lenta y ruidosa. Sin saber que hacer corrí a la puerta principal, logre abrir y estuve a punto de pedir ayuda de nuevo pero él logro alcanzarme, evito que gritara y me adentro de nuevo a la casa.

Temblando le pedí que se detuviera, intente hacerlo entrar en razón como todas las demás veces pero parecía enfurecerse mas. Pronto empezaron los golpes, esquive la mayoría, pero algunos me alcanzaron, mi mejilla y brazo era prueba de ello.

Logre llegar al estudio y cerré la puerta. Él de inmediato la golpeo para abrirla, entonces empezó a gritar sin fin de cosas contra mi. No pude evitar llorar e intentar detener sus palabras poniendo mis manos en mis oídos. Los golpes se detuvieron y sus pasos delataron que se iba, algo más calmada busque como salir de aquí.

No pude abrir o romper la ventana, pero al menos él no entraría aquí. La puerta se abrió y él agito la llave para que pudiera verla, no tenia escapatoria. A pasos largos llego hasta mi, intente retroceder pero tropecé y él me vio fijamente. Me alzo del cuello y me estampó contra el librero. El aire empezó a faltarme, sonrió victorioso y apretó mas el agarre, intente quitar sus manos de mi cuello con las mías pero era obviamente mas fuerte que yo.

De pronto hizo una mueca de dolor y me soltó. Caí de sentón tosiendo, respirando agitadamente. Él tomaba su cabeza con ambas manos y parecía que quería arrancarse el cabello. Arrojo varias cosas, y de pronto solo salió del estudio maldiciendo.

Me costo bastante recuperarme lo suficiente para levantarme, me sostuve del escritorio al sentir dolor en mi espalda baja. Dolor que se fue pronto y me dejo caminar lo suficiente para llegar a la puerta.

Me apoye en las paredes para caminar por el pasillo evitando hacer ruido, no quiera que volviera.

Llegue a la sala y había bastante ruido en la cocina. Todo empezó a dar vueltas, tanto que tuve detenerme. Necesitaba salir antes de que recuerde que estoy aquí.

El ruido se detuvo y entre en pánico, si me veía no se detendrá esta vez. Empecé a caminar a la puerta principal lo mas rápido que podía, abrí la puerta y salí por fin de la casa.

Tenia dos opciones, ir a casa de Haymitch, con la esperanza de que estuviera lo suficiente sobrio par ayudarme, o correr camino al pueblo y rezar porque no me atrapara antes de encontrarme con alguien.

En segundos decidí ir a con Haymitch. Corri lo mas rápido que pude gritando su nombre, pero nada ¿estaba dormido? Esperaba que no.

Al llegar cerré la puerta con llave, de inmediato corri a la sala. No estaba, Haymitch no estaba, el alma se me fue a los pies y los golpes en la puerta no se hicieron esperar.

Tome su teléfono. por suerte funcionaba. ¿A quien llamaba?. Solo sabia tres números telefónicos, y dos se ellos no servirían ahora. Marque el numero de la casa de Hazell, rogando porque Rory o Vick estuvieran en casa.

-¿Hola?- me congele al instante, reconocería esa voz donde fuera, ¿que hacia en el distrito? ¿No estaba en el dos?

Loa golpes en la puerta me hicieron reaccionar, no podía perder tiempo.

-Gale, soy Katniss, necesito que vengas a casa de Haymitch...es Peeta- la puerta empezaba a romperse, asustada apreté el teléfono con mis manos. -Por favor ven rápido.

-¿esta todo bien?, voy para haya, todo estará bien- la puerta termino cediendo con un ruido horrible, en la entrada de la sala estaba él, sumamente molesto y enloquecido.- Katniss ¡¿sigues ahí?!.- deje caer el teléfono, asustada.

-¿A quien llamas?.- Su voz me sobresalto, era fría, carente de emociones. En ese momento supe que moriría.

Se acercó a mi a grandes zancadas y golpeo mi mejilla, la fuerza del golpe me hizo caer al suelo. No alce la mirada, no quería que me viera llorar.

Senti sus manos en mi cuello, apretando con todas sus fuerzas. Se coloco encima de mi, aprisionandome entre él y el piso, no podía moverme.

Intente apretar sus muñecas con mis manos para que me soltara, pero el dolor en mi cadera volvió aun mas fuerte, y él no parecía percibir el dolor en sus muñecas.

Todos los momentos felices que pase con Peeta pasaron por mi mente. El dia de nuestra pequeña boda. Las mañanas de navidades. Cuando nos enteramos que seriamos padres. Su sonrisa al despertar por las mañanas.

Solo susurré su nombre una vez mas, suave, tranquila. Saboreando cada letra. Seria la ultima vez, junte toda mi fuerza en mover mi mano y acariciar su mejilla.

Despues todo se volvió obscuridad.