La trama se ubica en después de la tercera temporada y antes de la cuarta. No sé si voy a seguirla y no sé lo que intento lograr. Me encantaría no agregar nada mucho sobrenatural; chicos adolescentes siendo adolescentes, mas o menos. Me gustaría profundizar también como Stiles decide 'dejar ir' sus sentimientos por Malia, ya que se dice que es lo que va a hacer en la cuarta temporada. Espero que no sea tan literal, ya que un desarrollo entre personajes tan profundo no puede ser estropeado así porque así. Me gusta mucho Malia y no me importaría que estuviese con Stiles, pero siento que ella debe tener otro fin en la historia más que un interés amoroso.
1
Malia Tate, tenía ese talento innato de ser desagradable y agradarle a las personas por eso. Cuando rechazaba coqueteos o insinuaciones, invitaciones a fiestas o ignoraba las burlas, seguía siendo ruda y atractiva. No es que a Lydia le importara, solo que le llamaba la atención como inevitablemente era badass con todas las letras bien puestas. De cualquier manera, ella la conoció muy bien esas últimas semanas y supo que Malia era muy diferente de lo que se veía al exterior. Era frágil como cualquier otro y se reía sinceramente, casi como una niña.
Se podría decir que su espíritu inocente y algo torpe de Kira le hacía recordar a la vieja Allison, recién llegada a la escuela y con los bucles negros y brillantes. El pensamiento constante de Allison la atormentaba día y noche, pero era una batalla liberada en su interior. Después de todo, juntos lloraron lo que tenían que llorar y lamentaron la pérdida hasta que el corazón no era más que un órgano que retumba. Si el duelo iba a seguir atormentándola, era en su interior, allí donde los más feroces demonios se enfrentan sin que nadie se dé cuenta.
Habiendo perdido tanto amor en su vida ¿por qué tendría que seguir confiando en eso? Ya nada volvería a ser lo mismo, pero ella no puede volver atrás. Volver atrás sería averiguar como una flecha atraviesa el blanco, y para superarlo debe sacarla por su propio bien. Superar es un paso que se saltó muchas veces, pero esta vez decidió dejarlo ser. Esto estaba destinado para doler, y nadie puede arrepentirse de nada. Está hecho.
Scott y ella fueron juntos a terapia una vez a la semana, con la consejera escolar. No se trataba de la hermana de Alan, sino de una mujer mucho más común y sin tantas vueltas. Incluso a Lydia le caía bien, clara señal de que la mujer era muy agradable. Aunque fueran sesiones separadas, Scott le contaba los detalles de las conversaciones. En las primeras hablaban de la vida y la identidad, y las últimas eran directamente direccionadas a Allison. Ese día, la última sesión de todas, la consejera tenía preparada una caja de pañuelos descartables y un frasco de caramelos. Como si fueran niños, y porque lo eran.
–Hoy puedes decir que lo superaste, pero debes llorar, Lydia. Te sentirás mejor.
Pero ella no lloró en la última sesión. Lo de Allison obviamente no era para superar del todo aún, pero era parte del pasado. A todos les gusta perderse en él, y aquel día Lydia no se lo iba a permitir.
–Allison era encantadora. Si estuviera aquí lo seguiría siendo–la respuesta vino de la nada, y sin más se marchó del consultorio. No tenía que decir o saber nada más que eso.
El autobús escolar era un bullicio. Habían decidido viajar en él mientras que Stiles continuara reparando su Jeep y Lydia vendiera el auto de su madre. Stiles y Malia conversaban delante, y a su lado Scott le contaba la reunión con la consejera. Lydia asintió distraída mientras veía a Kira subir al autobús.
La joven, con un cuerpo escultural y una sonrisa embaucadora, subió animada y pidió a Lydia un segundo con Scott. Ella no podría haber deseado nada más que estar despegada de sus amigos al menos en el trayecto hacia el colegio, pero se encontró en la obligación de sentarse junto a un novato nuevo por aquellos lares. Entabló una conversación amigable con él y hablaron de cosas al azar, como todos lo hacen. Hubiera querido contarle al chico lo que sucedía realmente dentro de ella, pero lo habría perturbado de ser así.
Afirmó llamarse Liam y tener una devoción por practicar el lacrosse.
–¿Quién es el capitán de Lacrosse actualmente?
–Mi amigo Scott está por allá. Habrás oído de él–señaló Lydia–¿Verdad?
–¿Scott McCall? Solo sé que tiene un amplio historial con la ley. ¿Es verdad que asesinó a su exnovia?
Lydia cerró los ojos e intentó ignorar. Era un rumor estúpido y él no sabía nada, no tenía la culpa de mencionarlo.
–No, no lo hizo.
–También oí que él y el novio de la chica cooperaron para envenenarla.
–Liam, si vas a creerte todo lo que te cuenten por ahí vas a tener muy mala suerte en Beacon Hills. Por no decir mala vida.
–Entiendo–afirmó y revolvió su cabello castaño– ¿Crees que una chica como tú podría salir conmigo para comenzar con el pie derecho aquí?
–Sueña con eso.
–¿Y crees que Malia Tate podría interesarse en un nuevo? –preguntó esperanzado, mirando Malia con ojos de ciervo.
–No tienes otros intereses que no sean, no lo sé… ¿buscar desesperadamente una chica?
–No busco desesperadamente. Es solo que aquí son prejuiciosos. Si no me ven con alguien dirán que soy raro, o gay o hermafrodita, tú sabes. Y me gustaría jugar Lacrosse en paz.
–Te entiendo. Puedes decir que estuve contigo si quieres.
–Ni siquiera se tu nombre–confesó Liam riéndose inmaduramente.
–Lydia Martin. ¿Cómo sabes el nombre de Malia?
–¿Bromeas? Apareció en todos los diarios. Y dime, ¿ese es su novio?
Lydia dudó.
–Algo así. Todavía no son del todo claros.
En la habitación del conserje, Malia sonreía a los chistes con ocurrencia que contaba Stiles. Había sido su lugar secreto desde hace tiempo, sin ninguna razón. Hablaban de cualquier cosa y muchas veces intentaron besarse, aunque el apuro y el ánimo por hacerlo se les iba de control. Aquél día lucía como si nada fuera a pasar, como si solo rieran y se miraran entre sí, pero sus mentes desembocaron en una misma idea y olvidándose del hecho de que la campana sonaría en cualquier momento, sus cuerpos se tocaron en un choque de electricidad y no se separaron después de un momento. Ninguno de los dos conocía la razón por la que lo hacían; tal vez habían generado una amistad tan agradable por ellos mismos, o era por esa acumulación de adrenalina en el sótano del hospital. Fuera lo que fuera, Stiles sentía que Malia era la respuesta a un deseo de calma y paz que había deseado hace mucho tiempo. Su cabello era tan suave como su piel, pero a la vez parecía recubierta en cuero, en una capa dura que Stiles muchas veces no sabía cómo atravesar. Casi como una valle de espinas, en llamas.
–¿Por qué nos comportamos así?–preguntó Malia una vez que ambos habían recuperado el latir de sus corazones–. Estuve la mitad de mi vida escondiéndome del exterior; no quiero hacer lo mismo ahora.
–¿Hacer qué?
–¿Qué somos Stiles? Quiero que me aclares eso. Yo no soy alguien normal y tal vez nunca lo sea, ninguno de tus amigos es algo normal y tal vez nunca lo sean, pero ¿no te importa saber que eres tú? ¿Qué significas para mí? Espero que no hagas todo esto sin sentir nada.
–Claro que siento algo. Siento cosas que creí no sentirlas–confesó–y yo ya sé lo que soy. Sé que no soy como tú.
–Y eso es mejor. Créeme. A veces no sé cuál es mi cara verdadera, pero tú, pases lo que pases, siempre eres uno y siempre serás Stiles. Siempre podrás querer a una persona de la misma manera.
Al salir de francés, Lydia se dirigió a guardar sus libros a los casilleros. Pensó muchas veces entre tomar o no dinero para el almuerzo, pero optó porque sí. El pasillo, repleto de adolescentes alterados y una increíble muchedumbre, dejó un hueco en su vista para ver a Malia y Stiles hablando en el casillero de él.
Pensó en preguntarles si se sentarían en la misma mesa de siempre, pero algo en la mirada que Stiles clavaba en ella la hizo detenerse en seco. Él estaba algo ansioso, esperando por algo. Aunque escuchara con atención las palabras de Malia, seguía colgado de un hilo sin vueltas ni nudos. Pensaba pacíficamente con el rumbo perdido hasta que Malia lo sorprendió con un beso. No era un roce ni algo casual; era profundo y sincero. Tan real como puro, haciéndole preguntarse a Lydia cuando fue la última vez que había tenido uno así. Malia lo tomó de la mano y siguió merodeando, pero Stiles giró la cabeza hacia la banshee.
No sabía verdaderamente que quería decirle, porque aquella era una mirada complicada; no era de reproche o de curiosidad, ni de tristeza ni de felicidad. Stiles la miraba de una forma compleja, en la que le preguntaba y pedía un consejo con la mano en el corazón sobre seguir lo que sentía. Si debía olvidarse de ella para perseguir cualquier cosa que el deseare tener. Si a ella no le importaría que el derroche de afecto sea de Malia, le preguntaba, le inquiría, le pedía permiso.
No es que ella tuviera ventaja alguna sobre Stiles, pero su respuesta fue una sonrisa de sinceridad, permitiéndole a Stiles seguir avanzado, porque eso es lo que él debía hacer. El asintió de buena manera.
Todo lo que pensó Lydia es que si algo tenía que pasar, pasaría de todos modos.
