Notas de la autora: Durante la historia, os fijareis en que los compañeros de Max le llaman Makkusu. Lo hice así por que los japoneses tienen dificultad para pronunciar el nombre tal cual, por lo que quería darle un toque realista a la historia. Más adelante, en el fic, explicaré por que Tyson y Kenny conservan sus nombres originales. Dicho esto, solo me falta añadir que Beyblade no me pertenece. Espero que disfrutéis del fic ^^

I

En la pantalla del televisor el hombre de las noticias daba paso al tiempo. Dejé de hacer la maleta para fijarme en las letras pequeñas que aparecían debajo. Tardé un tiempo en encontrar Tokio. Para este día se preveían de veintisiete a treinticinco grados. Metí l a ropa interior y varias camisetas limpias. El beyblade y el lanzador lo tenía en un macuto pequeño que viajaría conmigo en el avión.

Finalmente cogí mi móvil y lo guardé en el bolsillo de mis vaqueros. Bajé al salón, donde se encontraba mi padre, con sus maletas preparadas.

-Ya estoy listo papá.

-Perfecto, mete las maletas en el maletero del coche y nos vamos. ¿Has ido al servicio?

-Sí.

Mi padre arrancó el coche. Miré el móvil. Hacía media hora mi madre llamó para avisarme de que estaría esperando en el aeropuerto para despedirnos.

El cuarto campeonato de beyblade comenzaría en una semana, y ella viajaría a Japón con los All Starz dentro de dos días.

El tráfico estaba obstruido ya que a esa hora la mayoría de las personas salían del trabajo. Cuando llegamos al aeropuerto, yo estaba medio dormido en el asiento del copiloto. Mi madre nos esperaba en uno de los bancos del edificio. Faltaba un cuarto de hora para que nuestro avión despegase, por lo que facturamos nuestras maletas y me despedí de mi madre.

-Estaré allí dentro de dos días –me consoló.

-Lo sé. Te esperaré en el aeropuerto junto con papá.

El avión despegó, y una vez que dejamos de ver Nueva York, dejé de sentirme nervioso por tener que abandonar mi casa. M padre cogió el libro que había traído para el vuelo y comenzó a leerlo. Yo no llevaba nada de eso, prefería ver el paisaje, aunque nos esperaran horas de océano azul.

Antes de coger un taxi, firmé varios lanzadores y camisetas de algunos fans que también había viajado a Tokio para ver el campeonato. Mi padre y yo viajaríamos primero a Bahía, donde esperaríamos la llegada de mi madre. Mi padre se quedaría en casa, regentando la tienda, mientras que yo me alojaría en el hotel de Tokio, junto con los Bladebreakers.

Tyson y Kenny ya estaban en Tokyo. Yo iría allí junto con los All Starz.

Mientras colocaba a Draciel en mi portaobjetos, me acordé del último campeonato. El equipo de Tyson y Daichi ganó. Aunque todos creyesen lo contrario, yo no estaba satisfecho con el resultado. Todavía la mayoría de los beyluchadores, y sospecho que mi propio equipo, seguían creyendo que yo era el más debil del equipo. Eso cambiaría este año. Mi estilo seguía siendo la defensa, pero también habría lugar para el ataque. En Estados Unidos me encargué de hacer varias reformas en el anillo, y mi madre también me dio piezas nuevas recién salidas de su centro de investigación.

Tras deshacer la maleta, bajé corriendo al salón.. Encendí el televisor y puse el canal de deportes. En la pantalla salió un pequeño reportaje sobre el nuevo estadio de Tokio. Tras eso, salió una imagen de Tyson, el actual campeón de Beyblade.

No había cambiado mucho, pero a través de una pantalla no lo podía comprobar. A su lado estaba Kenny, con sus inseparables gafas y su portátil.

Me crucé de brazos y seguí viendo el reportaje hasta que finalizó. Por suerte Daichi no participaba en este campeonato. Prometió que este año entrenaría como nunca y que el año siguiente volvería con más fuerza.

Apagué el televisor y salí a la calle. Este año sería el mío. Demostraría a los demás que el pequeño Maxi también crece.

II

Cogí un cuchillo del cajón de la cocina y comencé a cortar zanahorias. Mi padre era aficionado a cocinar toda clase de comidas de su tierra y tenía en su cocina una colección de cuchillos de cerámica que cortaban cualquier cosa que se pusiera por delante. Era una tontería, pero con uno de esos cuchillos en la mano me sentía como un samurai. Tenía catorce años, estaba en pleno derecho de pensarlo.

Estaba cortando el extremo de la zanahoria cercano a mi mano. Iba con un cuidado extremo por que no quería quedarme sin dedos tan temprano pero justo cuando iba a cortar el último trozo sonó el teléfono. El antiguo se estropeó por lo que tuvimos que comprar uno nuevo, que tenía la desventaja de tener un timbre tan fuerte que estando en la calle, en la acera de enfrente, lo podía escuchar con claridad.

Solté el cuchillo tembloroso y me tomé un tiempo para respirar profundamente. Me prometí a mi mismo que descolgaría el teléfono la próxima vez que utilizase un instrumento afilado.

Descolgué el auricular y escuché la voz de Tyson peleando con Kenny:

-Ahora mismo no jefe, ¿no ves que estoy llamando?... Eh, ¿Makkusu?

-¡Hola Tyson! ¿Qué te cuentas?

-Me preguntaba por que rayos no estabas ya aquí en el hotel. Quiero entrenar contigo.

-Estoy en Bahía, quiero esperar a que llegue mi madre. Iré a Tokio junto con los All Starz.

Escuché a Rey de fondo.

-¿Está allí Rey? –pregunté.

-Sí, que por cierto, te manda saludos. El único que falta es Kai. Seguramente vendrá tan serio como siempre, y cuando entremos protestará por nuestra falta de puntualidad.

Sonreí mientras escuchaba a Tyson. Él y Kai tenían maneras de ser bastante chocantes y siempre andaban peleándose.

-Parecéis un matrimonio. Dentro de poco estaré allí, no te preocupes, no me voy a perder este campeonato por nada del mundo.

-Así se habla tío. Te estaremos esperando. Hasta luego.

Terminé de cortar las verduras y mientras me lavaba las manos pensé en Kai. Él era muy competitivo, ¿dejaría esa competitividad a un lado para jugar en equipo, o seguiría intentando vencer a Tyson como sea?

La puerta de casa se abrió. Era mi padre que había vuelto de la tienda. Normalmente le acompañaba al trabajo, pero hoy quería dormir un poco más. El jet lag no perdonaba.

-¿Cómo te ha ido hoy? -pregunté

-Bien, con el campeonato a la vuelta de la esquina son muchos los que vienen a reparar sus beyblades. Por cierto, hoy preguntaron por ti dos chicas, una de ellas me dio esto.

Cogí el papel que mi padre me ofrecía. Era una foto. En ella aparecía un perro que identifiqué al instante. Era el cachorro que salvé cuando conocí a Tyson. Que recuerdos.

-¿Y la otra chica que quería?

-Ni idea. Cuando le dije que no estabas en la tienda se fue.

Coloqué las maletas en el maletero del autobús y subí al coche. Dentro los All Starz no paraban de tirarse pelotas de papel hechas con los anuncios del campeonato que repartían en el aeropuerto. Los chicos estaban en los asientos finales. Rick había preferido quedarse en Nueva York, participando en los torneos ilegales.

Emily estaba sola con su portátil por lo que me senté a su lado.

-¿Qué haces?

Emily cerró el portátil.

-Son cosas secretas Max. Si no eres de los All Starz no las puedes ver.

-Seguramente estarías jugando al solitario –bromeé.

Emily intentó ponerse seria pero se acabó riendo. Se había puesto lentillas y llevaba el pelo más largo. En mi opinión estaba mucho mejor así. Además, se portaba mucho mejor conmigo tras el último campeonato.

Mi madre subió al autobús y el motor arrancó. Media hora después estábamos ante el hotel GB, el hotel que la BBA había reservado para los equipos de elite.

-Nuestra habitación es la cientoquince –dijo mi madre-. ¿Dónde se aloja tu equipo Max?

-Tengo que preguntarlo en recepción.

Tras coger la llave de habitación cientoquince y preguntar por la de los Bladebreakers, nos metimos en el ascensor y fuimos a la octava planta. Justo al abrirse las puertas, el resto de los Bladebreakers aparecieron en el pasillo.

-Tío, es Makkusu.

Tyson vino hacia mí y me abrazó.

-Ya era hora, Makkusu. Pero qué…-Tyson estaba sorprendido.

-¿Qué ocurre Tyson?

-Maldita sea, ahora soy bajo. ¿Se puede saber que pasa aquí? Soy mayor que tú, ¿Por qué eres más alto?

Rey se acercó a mí, al igual que Kenny.

-Tyson tiene razón –comentó Rey-. Creo que eres más alto que yo.

Por un momento la explicación que se me pasó por la cabeza fue que los asiáticos por norma general eran mucho más bajos que los occidentales, pero al momento rechacé esta idea. Si bien en muchos casos se cumplía, había excepciones como Kai, o mi padre, que era más alto que la mayoría de los hombres.

Les pedí que me indicaran la habitación que ocupábamos y me despedí de mi madre y de los All Starz.

-Este año he estado entrenando más que los otros –comenté.

-Nosotros también tío –dijo Tyson-. Te has perdido el torneo que hicimos en Bahía, todos los chavales del pueblo participamos.

-¿Quién ganó?

-Yo por supuesto –Kenny soltó un gruñido de disgusto-. Bueno, no lo habría logrado sin Kenny y su portátil.

-¿Y tu Rey? ¿Qué has hecho durante este tiempo?

-Estuve en mi aldea. Quería pasar tiempo con mis compañeros enseñando a los niños a beybatallar.

Saqué mi ropa de mi macuto y fui poniendola en los cajones que había bajo la cama.

-¿Y que sabéis de Kai? Por lo que veo todavía no ha vuelto.

-Llamó antes para decirnos que vendría esta tarde –aclaró Rey.

-Adivina cuanto duró la llamada –comentó Tyson-. Menos de un minuto.

Vacié el macuto y me tumbe sobre la cama.

-Bueno, ya que estamos aquí...-todos me miraron-. Es buena idea que aprovechemos el tiempo y hagamos una fortaleza de almohadas.