Saludos!
Por fin he escrito mi fic de EurekaXFree que tenia planeado desde que terminé de ver Soul Eater. Hay algunas cosas que deben saber antes de leer este fic:
No he leído el manga de Soul Eater, solo vi la serie, así que este fic está adaptado a lo que ocurre después de que esta termina. Como la vi hace mucho tiempo, omití un par de detalles, pero espero que eso no dificulte la trama de la historia. El fic es relativamente corto, y trata sobre la pareja EurekaXFree.
Sin más, espero que les guste!
Capítulo 1: Escapando
La luna comenzó a dibujarse tras las nubes de aquella fría noche, mientras los sonidos nocturnos se dejaban escuchar. El viento soplaba despacio y helado, anunciando el próximo invierno. Free tenía sus ojos puestos en el resplandeciente astro, sintiendo su magnetismo recorrerle el cuerpo, una sensación de energía que le inundaba y le hacía reflejarse en la cara de la luna, entenderse a sí mismo, y responderse muchas preguntas que lo agobiaban. No se daba cuenta de que a su compañera le castañeaban los dientes, y su cuerpo entero se sacudía, necesitando entrar en calor de algún modo. La fogata que tenía en frente era muy pequeña, y no le alcanzaba para abrigar su entumecido cuerpo.
-Oye Free-le llamó ella entre el castañeo de sus dientes-¿No tienes frío, Geko?
El hombre lobo despertó de su trance y regresó sus ojos a ella.
-No, para nada-respondió, regresando a sentarse en el suelo de tierra frente a Eureka. Se quedó viendo a la chica y notó su situación-Tú no te ves muy bien.
Eureka no dijo nada, y se abrigó aún más en la manta que envolvía su cuerpo. Estaba congelada, pero no le gustaba nada demostrar sus debilidades, menos con Free, que aparentemente no tenía ninguna. Se quedó con los ojos fijos en el fuego, con su mente divagando en cualquier parte. En eso, se escuchó su estómago gruñir. El hombre levantó la mirada y se encontró con la avergonzada de Eureka.
-¿Tienes hambre?
-No, digo, solo un poco-respondió ella tratando de dejar de lado la fatiga que la abrumaba desde la tarde.
Free sonrió y se levantó.
-Traeré algo de comer-dijo mientras dirigía sus pesados pasos al interior del espeso y oscuro bosque que los rodeaba. Al escuchar esto, la bruja dio un respingo, y sin poder contener la emoción, habló levantando la voz.
-¡¿Qué?! ¡No Geko! ¡No te vayas!
Él se volteó y se quedó viéndola, extrañado.
-¿Qué pasa?-preguntó.
-Los de Shibusen pueden aparecer en cualquier momento…-respondió Eureka escondiéndose más en su manta oscura-De ser así y yo sola, me matarán…
Free deslizó sus ojos en rededor, olisqueó el aire y agudizó sus puntiagudas orejas.
-Ellos no andan en este bosque, no te preocupes-trató de sonreír para darle algo de confianza-Volveré cuanto antes.
La chica quiso confiar en sus palabras, pero lo costaba. Aún así, el hambre era mucha, y se sentía débil.
-Pero date prisa Geko, por favor.
-Claro-terminó él, y de un ágil salto, desapareció en la espesura del bosque.
Eureka se sintió pequeña e indefensa entre aquella oscuridad, la que siempre había sido su amiga. Imaginaba la larga y espeluznante figura de Shinigami aparecer de entre las sombras con su enorme guadaña y cortarla en dos pedazos. Se le erizaban los cabellos del cuerpo y se resguardaba aún más en su cobija, cerrando fuerte los ojos y tratando de serenarse.
"Shinigami no puede salir de la ciudad…no está aquí, tranquila" se decía así misma. Pero recordaba luego a todos los súbditos, técnicos y demás hombres al servicio de esa escuela, los imaginaba deslizándose entre las sombras y saltando para atacarla y acabarla. Dos lágrimas asomaron en la comisura de sus ojos, mientras ella cerraba sus brazos sobre su cuerpo. De pronto un ruido, y la chica no pudo ahogar una exclamación de pánico al ver su fin sobre ella.
-Tranquila, no grites-le contuvo Free con su brazo en alto. Se acercaba cargando dos conejos muertos en una de sus manos, colgando por las patas traseras. Eureka intentó tranquilizar su agitada respiración, mientras sentía que la sangre helada se le entibiaba por el susto llevado, y sus músculos se relajaban de la tensión.
Free se acercó a ella, y con sus dedos de afiladas garras despedazó a los conejos, los atravesó con algunas ramas delgadas de la fogata y las dejó cerca de esta para que se cocinaran. Ella se sentía muy avergonzada. Seguro Free se reía para sus adentros de la cara de espectro que debió tener ella.
-No te preocupes, es normal sentir miedo sabiendo que tantos tipos nos persiguen-dijo él, como adivinando sus pensamientos.
Ella asintió con la cabeza y luego le preguntó.
-¿Tú no sientes miedo?
-Claro que siento miedo, que no se me note es otra cosa-le respondió con una sonrisa.
Eureka consiguió esbozar una leve sonrisa, y luego regresó su mirada al fuego. Sin darse cuenta, había dejado de lado el miedo y los nervios. Sus terroríficas ideas de muerte se disiparon y hasta se le olvidó por un momento que los estaban persiguiendo. Ahora Free estaba allí, él la protegería como siempre hacía y hasta diría alguna de sus aburridas bromas sin sentido que alejaban los temores retenidos por ella. Sonrió aliviada de no estar sola, de que por terca y cobarde le había tocado él como compañero de los planes de Medusa, de que ella le hubiera enviado a sacarlo a él de prisión hacía mucho tiempo, y que ahora tuvieran algo parecido a la amistad.
Medusa… esa horrible víbora se había comprado un pasaje de ida al infierno y de paso le dejó algunos recuerditos a ella dentro del cuerpo, sin contar la de regalitos del Shibusen que ahora los perseguían a ellos por todas partes. Hacía ya seis meses que la adoradora de serpientes había abandonado este mundo, y ella junto con Free escapaban de los técnicos y cazadores que Shinigami había soltado para exterminar cualquier resto de los días oscuros que aquella bruja había causado, sin contar que su primordial tarea, la de eliminar a las brujas, seguiría latente hasta que acabara con todas y cada una de ellas. Más que un gran líder y admirable soberano, a Eureka le parecía que Shinigami era un tirano.
El abatimiento y el cansancio de la interminable huida, se reflejaban claramente en el rostro de la chica con el pasar de los días. Free notaba esto, pero no había mucho que él pudiera hacer. Mantenerse a ambos enteros y con vida era su deber. Por alguna razón se sentía muy responsable de aquella chica que lo había sacado de prisión hacía ya muchos meses. No solo le había devuelto su libertad arriesgando su propia vida, habían pasado muchas cosas juntos que él jamás pensó que viviría, como la resurrección del Kishin, trabajar de espía o estar presente durante la batalla de Shibusen contra el castillo de Yaga-Baba. Eureka nunca se había separado de él, no sabía si porque él la protegía, o simplemente se le había pegado como un crío que no tiene a donde ir. De todos modos, la comunidad de las brujas estaba casi disuelta, cada una escapando por su lado, y ambos eran forasteros en la tierra donde habían nacido. No eran aceptados y aparentemente nunca lo serían. Hasta el día en que Shinigami dio esa gran noticia que conmocionó a su gente, y a todos cuantos alcanzaron a escucharle.
-Ese demonio está totalmente loco, Geko-dijo Eureka en cuanto lo escuchó de boca de su compañero-Nunca me entregaría así sin más. Las brujas nos vengaremos algún día.
Free suspiró completamente decepcionado. Esperaba una respuesta más sensata y madura, pero aparentemente Eureka aún tenía mucho que crecer.
-Escucha, no seas infantil y piénsalo bien-le reprochó con severidad-Puede que esta sea tu única oportunidad de dejar el miedo de lado y puedas ser alguien. Alguien de verdad y no que se ande escondiendo ni ocultando de todos y de todo, ¿Es que te gusta el modo de vida que llevas?
-No, pero eso no significa que me…
-Significa que debes tomar una decisión, y una decisión que será vital para el resto de tu vida-le cortó él, al tiempo que acercaba el papel a la cara de la chica-O vives para siempre escapando y temiendo por tu vida, o te entregas y eres parte de la sociedad, regresas al lugar de donde naciste y te dedicas a crear una nueva vida-dejó la hoja en sus manos-si yo fuera tú, optaría por lo más obvio.
Se levantó y se alejó un poco de allí para darle tiempo a Eureka de pensar.
La bruja se quedó sentada en medio del claro del bosque, con el papel en sus manos y la incertidumbre de la difícil situación. Esa mañana, Free se había camuflado entre el gentío que se conglomeraba en la plaza de Shibusen para escuchar aquella importante noticia que había declarado Shinigami. Todos hablaban a la vez, y la mayor parte de lo que escuchaba el hombre lobo, eran negativas.
-Shinigami-sama no pudo haber tomado una decisión así, se ha vuelto loco-murmuraban algunos.
-Es posible que haya alguna bruja de por medio en esto, ¡esta decisión es ridícula!-decían otros.
-¡Silencio por favor!-pidió el hombre de traje negro y cabello oscuro que, junto a dos jóvenes, repartían las hojas en donde estaba escrita la misiva del gobernador de la ciudad-Es muy importante que atiendan y no se hagan a falsas ideas. Shinigami-sama ha decretado esto para la seguridad tanto de nuestra ciudad como de la escuela y el mundo. Las brujas que se entreguen al Shibusen, serán perdonadas y se les dará la segunda oportunidad de un nuevo comienzo ayudando a la escuela de técnicos. Ellas también serán parte del personal que ayude a proteger la ciudad, y trabajarán como miembros activos de Shibusen y del cuerpo de protección de Death City. Pero esta oportunidad será sólo para aquellas que paguen el precio del perdón y juren lealtad a Shinigami-sama y a Shibusen. Las brujas que se rehúsen serán cazadas y exterminadas.
Uno de los papeles llegó a manos de Free, quien, sin creerse lo que había oído, no pudo evitar sonreír del alivio al escuchar la decisión tomada por Shinigami. Aparentemente, no era un tirano demente como todas las brujas lo pintaban. En cuanto Eureka se enterara, seguro querría dejar su vida de fugitiva y la cambiaría por una más segura tras las puertas del Shibusen, aunque eso significara entregarse a sus enemigos. La nueva ley que el Dios de la muerte decretaba, no ponía ninguna traba para las brujas. Solo tenían su magia limitada a la defensa y protección de Shibusen y Death City, se las protegería de los exterminadores que vivían fuera de la ciudad y se les entregarían viviendas y sustento indefinidamente, solo a cambio de lealtad y orden.
En su camino de regreso al bosque, Free pensó que "lealtad y orden" no eran palabras dentro del diccionario de las brujas, pero era eso o vivir escapando eternamente hasta ser cazado algún día. Su alivio se fue en un par de segundos al escuchar la negativa de la chica. Pensó que ella solo necesitaba sopesar un poco la situación, y de seguro cambiaría de opinión al entender lo que se le estaba ofreciendo. Caminó en círculos durante un rato, no muy lejos, siempre teniendo el olor de Eureka en su nariz para no alejarse demasiado de ella, esperando que su pequeña cabeza reaccionara y tomara la decisión correcta, pero hasta entrada la tarde, ella no cambió de parecer.
-¿Geko, por qué quieres que me entregue?-le preguntó cuando él volvió a conversar con ella.
-Porque es lo mejor para ti Eureka; tendrás un futuro resguardado allí adentro…
-No quiero un futuro resguardado, quiero seguir siendo lo que siempre he sido; nací bruja y me moriré bruja, Geko-dijo cruzándose de brazos.
-Nadie te niega que serás bruja-dijo él pasándose la mano por el pelo-lo serás siempre, y con todos los enemigos que tiene Shibusen, las tendrán activas todo el tiempo, usarás tu magia cuanto quieras…
-Pero no podré hacer travesuras Geko, eso es lo que me gusta, hacerle maldades a la gente, es lo que hacemos ¿Sabes?-respondió la chica tirándose el sombrero hacia abajo.
Free volvió a suspirar largamente. Miró al cielo, como buscando allí alguna forma de hacerle entender.
-Además-volvió a hablar la bruja-si yo me entrego, ¿Qué harás tú?
Esta pregunta tomó desprevenido a Free. Se quedó viéndola un momento, con los brazos cruzados y esa mirada de niña mañosa. Los lunares pintados en la comisura de sus labios acentuaban su expresión taimada.
-No lo sé…creo que solo me dedicaría a vivir mi vida.
-… ¿A vivir tu vida? ¿Qué significa eso, Geko? ¡Seguirás escapando!
-¡Al menos solo escaparé yo, no contigo!
Esto último resonó en el silencio del bosque un instante, perdiéndose a lo lejos. Ambos se quedaron viéndose a los ojos. Ambos interpretando esa oración de distintos modos. Al notar la mirada apagada y entristecida de la chica, Free se dio cuenta de lo que quiso decir fue malinterpretado.
-Ah…ya veo-dijo ella desviando la mirada, recorriendo el lugar.
-¿Me estás entendiendo Eureka….?-le preguntó inseguro.
-Sí claro, Geko ¿Quién no lo entiende?-respondió ella poniéndose de pie y empezando a caminar. Free se levantó y caminó tras ella en silencio.
Rezó en su extraño idioma para que la chica comprendiera lo que él quería decir. Si ella se entregaba, empezaría una vida nueva, y él la sabría segura y a salvo. Con eso, él ya podría estar tranquilo, como no lo había estado desde que la conoció, siempre velando su seguridad, agotándose por defenderla y protegerla de los cazadores del Shibusen que la querían muerta. No podía negarlo, le encantaba ser el héroe de aquella niña de cabellos blancos, pero aunque la inmortalidad fuera para siempre, su fuerza se iría apagando con el transcurrir de los días, y no toleraba pensar que llegaría el momento en que él ya no podría protegerla más.
Eureka por su parte, vio todo muy claro, aunque no le había gustado nada. ¿Cómo es que nunca se había dado cuenta de la carga que había sido para Free? Era él quien siempre peleaba, quien arriesgaba el pellejo, él quien conseguía lo que necesitaban para vivir, quien la cuidaba y la protegía a costa de todo. Debía estar sumamente cansado de cargar con ella, cansado de su cobardía, sus continuas quejas y su forma negativa de ver las cosas. Cansado de arrastrar a una niña inútil e indefensa.
Quiso llorar al darse cuenta de su verdad, y así intentar librarse del sentimiento amargo que comenzó a inundarle el pecho, algo doloroso que le decía que ya era hora de separarse. No volvieron a cruzar ni una palabra durante toda la tarde, mientras ambos, inconscientemente, dirigían sus pasos de regreso a Death City.
El hombre lobo solo la seguía, algo preocupado de haberla molestado o herido con lo que había dicho. Solo cuando se dio cuenta de la dirección en la que iban al divisar las luces lejanas de la ciudad, decidió romper el silencio.
-¿A dónde vamos?
-A Shibusen, voy a entregarme.
Continuará...
Espero me dejen sus comentarios ^^ todos son bien recibidos.
