EL VISITANTE DEL SUNNY O EL CABALLERO DE TROYA

Nota de la autora.

¡Hola a todo el mundo! Me podéis llamar Jack y este es mi primer fic. Aunque me pese, los capítulos van a ser bastante cortos. Espero que os guste ;)

Solo quiero contaros un poco de que va:

"Los Sombreros de Paja encuentran a un chico, Drake, al que invitan a que se quede una temporada en el barco, ya que él se dirigía al mismo sitio, El Nuevo Mundo. Lo que no sabe Luffy y su tripulación es a quien debe su lealtad, lo que, realmente, tampoco lo tiene seguro él.

Al mismo tiempo, Nami tiene un duro desafío. Los fantasmas de su pasado vuelven, y sabe que buscan venganza. Las pesadillas la atacan, mezclando recuerdos y temores sobre el futuro. Tres sentimientos habitan en su interior, rabia, miedo y nerviosismo. Se preocupa por su hermana, Nojiko, y por los que un día decidió sacrificarse al trabajar para él.

Sus historias se alternan, ambos buscan algo. Uno, salvar a su villa. El otro, un lugar donde pueda vivir.

Pero Barbanegra está detrás, y tiene a Drake como herramienta. ¿Quién será más fuerte en esta lucha entre piratas, él o Luffy y sus nakamas? ¿A que lado se unirá Drake? ¿Ayudará o perjudicará a los Sombreros de Paja?"

Espero que os guste, dejadme comentarios. Cuantos más comentarios me dejéis, más rápido la haré. Creo que si no recibo muchos, podría abandonarla o dejarla de lado. Otra cosa, os doy gracias a todos. Ya intenté publicarlo una vez, pero no me gustó como me quedó y decidí empezar de nuevo. Me gustaría que me dijéseis si os va gustando, si os gustaría de otra forma, si los capítulos son muy cortos y si creéis que le falta algo (insertar aquí lo que sea).

Ahora dad al siguiente y sumergíos en el Grand Line, mientras escucháis las gaviotas volar por el limpio cielo.

Descargo de responsabilidad: Los Sombrero de Paja y todo el mundo de One Piece es de Oda-sensei, aunque Drake y su historia es mía.

Total de palabras: 1.719


Prólogo. Nakamas.

Pov. De Monkey D. Luffy, quien estaba muy ilusionado de tener un nuevo compañero.

Me desperté en medio de la noche, casi en el amanecer. Mientras abría los ojos, escuché el ruido del mar, del viento, del barco… que me hacían convencerme que estaba en el Sunny, nuestro nuevo barco, camino de mi sueño. Con este pensamiento, sonreí y me puse en pie.

Me quité el pijama y me puse mi ropa, a la que estaba tan acostumbrado. Luego, como todas las mañanas, cogí mi bien más preciado: mi sombrero. Sonreí al recordar… «El rey de los piratas». Ya vería Shanks, un día tendrá que llamarme así.

Shanks me había salvado cuando era un niño pequeño de una banda de ladrones. Luego, de un monstruo marino cuando me cogió del medio del mar. Por culpa del bicho, Shanks el pelirrojo perdió un brazo. Con Shanks empecé a soñar en ser el rey de los piratas, a pesar de lo que dijese el abuelo. Cuando se fue, me dejó el sombrero. Me pidió que se lo devolviera cuando fuese el rey de los piratas.

Lo hice todo sigilosamente, desde bajarme de la litera, hasta irme de allí a oscuras (aunque por culpa de la oscuridad me choque con una pared, lo que hizo bastante estruendo), vestirme y cantar una canción de piratas en voz baja.

A pesar de la oscuridad pude imaginarme el barco. La enorme proa, formada por la madera esa que Franky compró con su dinero. Las paredes eran lisas y suaves. Además, si me concentraba, podía oler el olor a mar, una mezcla de agua, sal y algas. También podía ver el cielo, que ahora empezaba a abrirse, volviéndose cada vez de un azul más claro, con tonos rojizos y dorados. No vi ninguna nube en el cielo. Supuse que hoy tendríamos un buen día. Pero quien sabe de eso es Nami, no yo. Y en el Grand Line el tiempo cambia con semejante rapidez…

Me puse el sombrero y bajé a la cocina. Bostecé, aunque sabía que ya no tenía suficiente sueño como para volver a la cama. En cambio, tenía hambre. Me acordaba de que Sanji solía madrugar, así que estaba seguro de que lo encontraría en ella. Me relamí los labios pensando en los deliciosos desayunos que me podría preparar esta mañana.

— ¡TENGO HAAAAAAAAAAAMBREE! — grité en cuanto entré en ella.

— ¡Cállate! Mira que eres pesado, vas a despertar a todo el mundo— dijo mi cocinero mientras me pegaba en la cabeza—. Hoy estoy de buen humor. Te prepararé algo.

Me reí y se lo agradecí mientras me sentaba en la mesa. Como me aburría, empecé a tararear una melodía, usando el cuchillo y el tenedor como acompañamiento. Sabía que enfadaba a Sanji, pero me perdonaría. Siempre lo hacía.

Sanji era un rubio, y su cabello liso llegaba hasta abajo de sus orejas. Sanji vestía muy formal, con una corbata, una chaqueta negra cerrada, unos pantalones y una camiseta azul. Sanji solía atacar con las piernas, decía que era porque las manos las necesitaba para cocinar, como estaba haciendo ahora.

Aun no me había acostumbrado, este barco era gigante. Y la cocina… sonreí para mis adentros. Me relamí los labios de nuevo. Noté que Sanji me dejaba la comida en frente, con un seco «come». Se me salieron los ojos de las órbitas, como siempre, y empecé a comer como un poseso.

La cocina era enorme. Había una mesa donde cabrían unas diez o más personas, los utensilios de cocina que Sanji usaba, u horno en el cual cabía todo, armarios y un sofá. Gracias al ascensor, Sanji podía coger el pescado que estaba guardado en el acuario que había en la planta de arriba. Aunque lo más importante era la nevera, que no podía abrir porque Franky Sanji le habían puesto candado y no me sabía la contraseña.

Cuando acabé, me escabullí antes que Sanji me mandase limpiar los platos y me senté en el girasol, o en el sol, o en el león… dependía de como lo viese. Para mi era un sol, grande y glorioso, que nos acompañaría hasta el final de nuestro viaje. Solo teníamos una opción, como no paraba de recordar a todos. Bueno, realmente teníamos más. Sonreí. Estaba claro, podía ser el Rey de lo Piratas, Zoro el mejor espadachín del mundo, Sanji descubriría el All Blue y etcétera. Pero también podía ser Zoro el mejor espadachín primero, ¿no? O Usopp valiente. OK, quizás mejor eso lo dejamos para el final. Pero… ¿quien dice que antes de llegar al One Piece no tendría ya el mejor médico en mi barco, con cura para todas las enfermedades? De todas formas, daba igual el orden. Lo mirásemos como lo mirásemos, es lo mismo.

Cuando ya estaba en el mástil, me puse a pescar con mi vieja caña de pescar. A lo mejor tenía suerte.

Unas horas después, todos ya estaban despiertos. Usopp y Chopper se unieron a mí, así que me baje del mástil, para poder estar con ellos. Ussop era moreno, con el cabello negro y rizado. Llevaba unas ropas marrones y unas gafas de francotirador (parecidas a las de natación). Chopper, en cambio, era un reno que se había tomado la fruta humanizante. Por eso, iba de pie, llevaba unos pantalones rosa oscuro y un sombrero de un color parecido. El hocico de Chopper era azul y, en mi opinión, brillaba. Al ser un reno, estaba lleno de cabello por todo el cuerpo. Chopper era médico, por extraño que pareciese, y uno realmente bueno. Le grité varias veces a Zoro que dejase de roncar, pero no funcionó. Ni siquiera se despertaba, Al final, lo dejé y me puse a hablar con mis compañeros de pesca.

El cabello de Zoro era verde claro, parecido a una alga marina y lo llevaba bastante corto. Llevaba una camiseta blanca, un cinturón y unos pantalones apretados verde oscuro. Cuando iba a luchar en serio, se ponía una tela sobre la cabeza que le tapaba toda su verde melena.

Me tuve que volver a concentrar en el palo cundo noté que me empujaba.

— Creo que he atrapado algo.

Cuando lo dije, para ellos fue como si una luz blanca y etérea apareciese delante de nosotros. Como si un ángel bajase del cielo y nos hablase. No creo que su reacción hubiese sido muy diferente a que yo hubiese pescado un pez.

Sanji salió de la cocina, y me observó con miedo. Zoro se despertó y sujetó sus espadas y Robin, quien un día fue Mr Sunday, la segunda al mando de Barroque Works hasta que se deshizo, sonrió. Usopp gritó de miedo y se colocó detrás de Zoro. A esto, el chico le intentó empujar, llamándolo cobarde. Chopper se colocó en el otro costado. Nami, de cabello naranja bastante corto y gran carácter, no gritó, solo me miró. Franky, un cyborg con tupé que sólo llevaba un tanga, salió de dónde sea que estaba dejando piezas y herramientas por el camino. Me miró estupefacto.

Yo agarré más fuerte y tiré. Tiré más y entonces ellos suspiraron. No podía ser, claro que no. Solo fue una falsa alarma.

No había cazado un pez, eso sería demasiado… sorprendente. Había cazado un chico. Como con Apis. ¿Conocería también a un dragón? Lo que no sabía era que ese chico era el caballo de Troya. Y yo había aceptado el regalo.

— ¡Necesitamos un médico! ¡Un médico! —empezó a gritar Chopper.

— Chopper, cálmate. Que tú ya estás para eso.

— Es verdad, Zoro.

— Chopper, mira cómo está y llévalo a la enfermería— dije, serio, mirando a todo el barco—. Los demás, seguid haciendo lo que estabais haciendo.

Y volví a pescar. Como si no hubiese pasado nada.

Intenté, con las ganas renovadas, pescar un pez de verdad, y no otra cosa que flotase en el mar. Y mi experiencia en eso era larga y desesperante. La brisa me intentaba arrancar el sombrero, que acabó en mi espalda, unido a mí por la cuerda que le había cosido Nami.

Cuando me aburrí de pescar, le pregunté a Sanji por la comida. Sanji me echó entonces a patadas, aunque poco después me volvió a llamar y me dio un cuenco de sopa y un trozo de carne asada, cubierta por una salsa de soja y especias.

Unas horas después, Chopper me avisó que nuestro paciente se había despertado. Resulta que tenía unas pequeñas heridas esparcidas por su cuerpo, pero sobre todo era el cansancio. Al menos según Chopper, y Chopper… no hay nadie mejor que él para estas cosas.

Según él nuestro paciente quería verme, ya que era el capitán, para hacerme unas pocas preguntas. Chopper me advirtió que tuviese cuidado, que aun estaba muy débil. Si ya había conseguido abrir los ojos, demostraba una gran fuerza de voluntad. Seguro que lo convencía de que fuese mi nakama.

La enfermería era grande, con paredes marrones y estanterías llenas de libros. Había una camilla grande, con sábanas rosas donde estaba sentando el paciente. Chopper salió de la habitación, aunque no muy lejos.

Cuando llegué allí, conocí a Drake. Era un poco, y musculoso, aunque no tanto como Zoro. Si estuviese de pie, tendríamos la misma altura. Llevaba una chaqueta blanca que le llevaba hasta un poco más abajo de la cintura. Por dentro, tenía una camiseta del mismo color, un pantalón azul marino apretado y unas botas negras. Sus ojos eran marrones, y su cabello tenía la misma coloración que el cielo, de un azul impactante. Era corto y puntiagudo.

Drake me sonreía.

— Encantado de conocerlo, capitán.

— ¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Tienes hambre? ¿Necesitas carne?

— No, no— se rió un poco y continuó—. No hace falta. Estoy bien, estoy acostumbrado. Tengo que vivir con esto. Sino como sobrevivo…—sonrío como un gato y pronunció saboreando las palabras — en el Nu-e-vo Mun-do.

— ¿De verdad? Nosotros también nos dirigimos ahí.

— ¿Cómo? — Oí la voz asustada de Chopper y Ussop que estaban espiando en la puerta, pero las ignoré.

— Pues que bien… quizás me puedas llevar allí. Si quieres claro.

— ¡Eso está hecho!

— ¡Qué! — Ahora quien gritó fue Nami y Sanji, aunque Franky dijo "¡Súper!".

— ¡Pues está decido! — Salí de la habitación, abriendo la puerta. En el proceso, Chopper y la nariz de Usopp, que hizo de muelle, se dieron contra el suelo de la enfermería. Cuando ya estaba fuera, grité a todo pulmón. — ¡Tenemos un nuevo nakama!

Unas preguntas que me gustaría que os fueseis haciendo y contestando con vuestras ideas:

1. ¿Quién es Drake? ¿Esconde algo? ¿De dónde venían?

2. ¿Qué hacían todos los Mugiwara detrás de la puerta? ¿Cómo habían llegado aquí?

Me gustaría mucho que contestarais, aunque la segunda es un poco estúpida. También id diciéndome si os está gustando, ¡por favor! Así os dejo, hasta el próximo episodio, que intentaré actualizar lo antes posible.